Mi prima Lily
Esto que estoy a punto de relatar fue mi primer experiencia y, aunque no es sexual como tal, es sin duda una de las que más recuerdo.
Esto que estoy a punto de relatar fue mi primer experiencia y, aunque no es sexual como tal, es sin duda una de las que más recuerdo.
Yo siempre fui el “niño gordito” bonachón, nunca en exceso, pero no fue hasta la preparatoria cuando mi físico me empezó a importar y comencé a comer mejor y hacer ejercicio. Está por demás aclarar, con la descripción propia que acabo de hacer, que cumplí los 15 años sin haber tenido ningun episodio real con alguna chica.
Al ser hijo único, crecí conviviendo con mis vecinos y con mis primos, que también vivían muy cerca de la casa. Pato y Arturo que eran más de 10 años mayores que yo y que fueron los que me enseñaron a jugar futbol, Susana que era 8 años mayor que yo y que siempre me vio como un niño tonto con el que no quería tener contacto, y Lily, la menor de mis primas, 6 años mayor que yo pero muy amistosa con los niños, por lo que fue con ella con quien pasaba las tardes desde que era un niño hasta que estuve en la secundaria.
No fue sino hasta que estuve cerca de entrar a al preparatoria que me di cuenta de lo atractiva que era mi prima Lily. Cuando me enteré que tenía novio, ya a sus 20 años, comencé a imaginarme todo lo que haría con él y noté que tenía un par de tetas de bastante buen tamaño, las cuales yo había visto rebotar muchas veces en su casa mientras caminaba de un lado a otro llevando una blusa sin bra, pero jamás lo vi como anormal; un culo por encima del promedio, supongo, pues ella siempre llevaba pantalones holgados, y una sonrisa que si bien yo siempre vi como amistosa simplemente, seguramente para los hombres sería atractiva. Varias veces me metí al baño y me masturbé pensando e ser yo el que tocara a mi prima y no su escuálido novio.
Yo tenía 15 y ella 21 cuando esto sucedió: Me mandaron a pasar la tarde en su casa, pues a pesar de que ya era bastante grande mi madre siempre me sobreprotegió, así que cargué con mis libros para hacer la tarea en la sala de casa de mi tía como tantas veces lo había hecho.
Esa tarde solo estaba Lily en casa. Me recibió con un abrazo como siempre y se fue para su dormitorio sabiendo que yo me movía como si fuera mi propia casa, así que yo fui a la cocina a prepararme algo de comer y me dispuse a hacer mi tarea de historia de México en el recibidor.
Escuché mientras Lily hablaba por teléfono con una de sus amigas en voz muy alta. La escuché también entrar y salir de su habitación hacia la de su hermana varias veces, así que me cambié de lugar a un sitio donde a lo lejos podía ver el pasillo donde Lily cruzaba de una habitación a otra para sacarme la duda de qué tanto hacía.
La vi pasar 4 veces de un lado a otro con gran prisa, en cada una de ellas, salía de su habitación para ir a la habitación de su hermana por ropa para probarse, y para mi gran suerte, cada vez que salía para ir por otro atuendo lo hacía en un shortcito muy corto y en bra. Estoy totalmente seguro que ya antes había visto a mi prima así, pero esa fue la primer ocasión en que la vi como mujer y me empecé a poner inquieto, así que decidí hacer lo que muchas veces había hecho antes: Levantarme e ir a su habitación a platicar con ella. Nunca había tenido que tocar a su puerta antes de entrar, así que esa tarde lo hice igual.
“Me asustaste” gritó Lily cuando entré. Perdóname, le contesté, solo vengo a ver qué tanto haces porque escucho que entras y sales de tu habitación. Pues probándome ropa ya ves cómo somos las mujeres, contestó mientras corría de un lado a otro y levantaba una blusa que tenía sobre la cama. Ni se te ocurra decirle a Susana que me estoy probando sus blusas, me dijo en tono de broma, y mientras yo sonreía y pensaba en qué respondele, se sacó la blusa que traía puesta frente a mi con la mayor naturalidad del mundo.
Recuerdo a la perfección aquel par de blancas tetas cubiertas por un bra común y corriente, pero que para mi, en ese momento, fue la ropa interior más sexy que hubiera visto en mi vida. Lily continuó hablando mientras escogía cual blusa ponerse, y yo no pude más que quedarme viendo fijamente su cuerpo mientras ella lo hacía. De pronto noté que se hizo un silencio, y que Lily me miraba extrañada.
¡Soy tu prima marrano!, me dijo cuando se dio cuenta de que estaba viendo sus tetas. Levanté la mirada y le pedí una disculpa esperando que me pusiera una tremenda regañada, pero ella como siempre, evitó molestarse conmigo y solo dijo: perdón, se me olvida que ya no eres un niño y ya no puedo caminar con poca ropa delante de ti.
Nunca supe si lo que sucedió después lo hizo por lástima o por ego, pero es un hecho que resultó en el episodio que más recuerdo de toda mi juventud.
¿Nunca has visto a una chava sin ropa en persona verdad? Me preguntó Lily, a lo cual me limité a contestar moviendo la cabeza de un lado a otro y lleno de pena por ser un “ñoño” y que mi prima lo supiera. ¡Pobre de ti donde digas algo cabrón! Pero es mejor que pongas esa cara de susto con tu prima y no con la primer chica a la que le quites la ropa tú.
Lily se giró de espaldas a mi y con su mano derecha soltó el broche de su bra, se sacó los tirantes de los brazos y lo dejó caer al piso. Luego comenzó lentamente a darse la vuelta, hasta que quedó de frente a mi.
Juro que son las tetas más hermosas que he visto, incluso hoy que tengo casi 40 años, o al menos es el recuerdo que tengo. Me parecieron enormes, como las de las chicas que veía en las revistas, redondas y blanquecinas, con un par de areolas muy grandes y un pezón pequeño en forma de bolita.
Caí sentado en el sillón que estaba detrás de mi para que Lily no viera que estaba comenzando a tener una erección, pero no pude dejar de verlas.
Luego ella se volteó y en lo que recuerdo como una especie de cámara lenta, llevó sus manos al elástico del short que traía puesto y comenzó a tumbarlo lentamente, muy lentamente, y a dejarme ver un par de nalgas que jamás había imaginado que fueran tan perfectas; redondas, carnosas, y con la línea del bronceado marcada perfectamente.
Lily se dio la vuelta. Recuerdo haber levantado la vista para ver su expresión durante unos segundos y haber visto un rostro de felicidad, como si se estuviera sintiendo bien de darle a su primo que tanto quería aquel maravilloso momento. Luego bajé la mirada y vi una entrepierna al puro estilo de los 90’s, velluda pero con forma, haciendo un rectángulo perfecto que copaba en unos labios que se alcanzaban a ver entre los vellos.
Mi prima jamás realizó un movimiento sexual, no bailó, no se tocó, simplemente se mostró ante mi, pero aun así, para un chico de 15 años que jamás había visto a una mujer desnuda en persona, era lo más excitante del mundo, tanto que ya no pude evitar que la erección se notara en el pantalón deportivo del uniforme que llevaba puesto, y que Lily notó.
Ven, vamos al baño, me dijo, mientras caminaba lentamente frente a mi hacia su vestidor y se subía nuevamente el short, pero se quedaba con las tetas al aire.
Apúntale a la regadera. ¿Cómo? Le respondí. Si, saca tu cosa y apunta para donde cae el agua de la regadera. La miré con un miedo que jamás antes había sentido en mi vida, pero al mismo tiempo con una excitación que era más fuerte que el miedo. Esto es lo que tu novia te va a hacer cuando estés más grande, pero solo si ella quiere, a las mujeres las tienes que tratar bien, me dijo mientras yo me bajaba los pantalones.
Recuerdo a Lily mirando con interés como mi cosa se iba mostrando, y luego, una vez que estuvo de fuera, en voz muy bajita me dijo “la tienes muy bien, cuando estés más grande a tu novia le va a gustar mucho verla” y luego así, sin más ni más, estiró su mano para agarrarla y comenzar a jalarla muy lentamente.
Tenía 15 años y me masturbaba muy seguido, pero aquella sensación fue completamente diferente. Seguramente tardé poco tiempo, pero en mi mente los recuerdo como si hubieran sido horas. Llegó el momento en que no pude más, y comencé a esparcir chorros de leche por toda la regadera de mi prima mientras ella hacía lo posible por apuntarla hacia lugares donde no manchara nada y se reía mientras lo hacía.
No recuerdo haberme sentido mal por lo sucedido con mi prima, al contrario, ver a aquella mujer limpiándose mi leche de las manos, con sus enormes y blancas tetas al aire mientras me pedía entre risas que me vistiera y me saliera de ahí, fue el momento cumbre de toda mi adolescencia.
Ni siquiera el haberme venido hizo que la erección cediera. Todo el tiempo en que vi a Lily vistiéndose la tuve dura y ella se dio cuenta. Al final se acercó a mi y me dijo: Siempre que hagas algo así con una chica debe de quedar entre ustedes dos, estas cosas no se platican, y esto incluye lo de hoy, así que guárdalo en tu recuerdo y no se lo cuentes a nadie nunca.
Fueron años en los que busqué momentos a solas con Lily para que aquello volviera a suceder, pero ella ni siquiera se ponía nerviosa al estar sola conmigo, y actuaba como si nunca hubiera sucedido. 4 años después se casó, y entendí que aquella tarde hizo lo que hizo no porque yo le gustara o porque estuviera caliente, sino simplemente para darle a su primo querido la primer experiencia con una mujer y prepararlo para la vida que gracias a eso le daría la seguridad para comenzar a hacerlo con muchas más chicas.