Mi prima Liliana me deja mirarla
Cuento como mi prima Liliana me muestra su culito rico y su apetitosa vulva para que yo me masturbe a gusto.
Hola amigos. Esta es la segunda vez que comparto una historia con ustedes. Espero que les guste.
En la época en que ocurrió lo que les voy a contar yo era un adolescente. Mis abuelos habían decidido ir de fin de semana a una casa que habían rentado en la playa y habían invitado a la mayoría de los nietos. No todos pudieron ir. Solamente unas tres primas y yo, el único varón en la casa, aparte de mi abuelo.
La casa de la playa era muy sencilla. Constaba básicamente de un gran espacio que servia de sala y comedor, una cocina y dos habitaciones, cada una con su baño. De estas habitaciones una fue ocupada por mis abuelos y la otra la compartimos mis tres primas y yo. Las tres eran adolescentes, como yo. De estas tres primas, dos eran hermanas y la otra no. Esta última era la más coqueta de la familia. Era muy atractiva, con un cuerpo muy bien formado y unas nalgas macizas y apetecibles. Era una delicia verla caminar de un lado a otro y seguir el bamboleo de sus nalgas perfectas para ser manoseadas y disfrutadas. Yo me mataba a pajas imaginándola en cuatro y yo metiéndoselo por detrás y viniéndome ya sea dentro de ella como encima de sus nalgas. Ella me cacho en mas de una ocasión mirándola lascivamente mientras se metía a la cama con tan solo una camiseta y se le veía todo gracias a la ropa interior pequeñita que solía llevar. En la playa el espectáculo lo compartíamos todos los presentes. Verla jugar en las olas conmigo o con mis otras primas y ver como se le metía el bañador entre esos dos divinos cachetes era un delirio que se convertía en un castigo aun peor cuando se lo sacaba de allí mirando fijamente a los espectadores con una sonrisita puta.
Lo que me motivo a escribirles este breve relato fue lo que paso la noche del sábado. Mi abuelo nos informo que, como era la última noche, cenaríamos en un restaurante que le gustaba mucho que estaba en la playa. Antes de ir decidí dar una vuelta en moto en las últimas horas de la tarde y, a decir verdad, ya estaba anocheciendo cuando regrese a la casa.
Cuando subí las escaleras (la casa era alta con relación al terreno en el que estaba construida) y entre en la sala me encontré con que mis abuelos y prácticamente todas mis primas estaban ya vestidos para ir al restaurante. Mi abuelo me reprocho el que hubiera llegado tan tarde y me dijo que tan solo esperaban a que Liliana, mi prima coqueta, estuviera lista para irse. Mis primas me aconsejaron que fuera a la habitación para que al menos fuera preparando la ropa que me iba a poner en lo que Liliana salía del baño, ya que se estaba duchando cuando ellas dejaron la habitación.
Hice lo sugerido. Entré a la habitación y me di cuenta de que la puerta del baño estaba abierta., aunque desde donde estaba no podía ver lo que sucedía adentro. Pensé que si estaba abierta era porque Liliana ya estaba vestida. Esto era más o menos real. Caminé hacia allá sin mayores expectativas y cuando me detuve frente a la puerta del baño me encontré a Liliana de espaldas, desnuda de la cintura para abajo, subiéndose un tanguita color carne que le quedaba de infarto. Yo me sorprendí y le dije perdón, pensé que ya estabas vestida. Ella se sorprendió y trato de taparse con la minifalda que se iba a poner. Me dijo pensé que eras una de ellas recién salieron de la habitación. Yo estaba totalmente rojo de la vergüenza pero también estaba muy excitado. El pene me creció de inmediato y era imposible disimularlo estando de pie frente a ella. Ella lo notó y sonrió disimuladamente. Luego dejó de taparse, se puso frente a mi mientras me decía total, somos primos, no importa que me veas así. Acto seguido empezó a meterse en aquella minifalda que era muy pero muy pequeña y un poco ancha. Yo, mientras tanto, seguía embobado admirando su cuerpo. Fui siguiendo el trayecto que seguía su minifalda en su ascenso alrededor de sus piernas y pude comprobar, lo cual fue mi segunda sorpresa, que el tanguita era semitransparente, por lo que pude ver su vulva, con unos cuantos pelitos suaves y con unos labios mayores pronunciados y hermosos.
Ella se dio cuenta de que la estaba mirando así y, luego de terminar me miro brevemente el paquete erecto tras el bañador, se irguió y me pregunto cómo me veo primo? mientras daba una vueltecita para dejarse ver. Yo le dije estas lindísima muy linda. Ella me miró el paquete, me miró a los ojos, se puso unas sandalias y me dijo sé que lo dices en serio, se te nota. Yo me puse otra vez rojo de la vergüenza. Ella me dijo me voy, que el abuelo quiere que lleguemos todos juntos al restaurante para asegurar una mesa lo suficientemente grande para todos; es mas fácil reservar solo una silla para ti que varias sillas. Luego me guiñó el ojo y se fue caminado lentamente hacia la puerta de la habitación. Antes de salir flexiono su cintura doblando apenas las rodillas para arreglarse una de las sandalias. Como estaba de espaldas a mi pude verle las nalgas y un poco de su vulva envuelta en el tanguita. Mi pene quería explotar. Ella, manteniendo la posición, se volteo a mirarme con su sonrisita puta y me pregunto, con una voz demasiado melosa como para calmarme en serio te gusta como me veo?. Le respondí que si con dificultad, ya que mi excitación había hecho que mi voz se convirtiera en un murmullo ahogado. Luego se irguió nuevamente y salio de la habitación. Yo seguí el bamboleo precioso de aquellas nalgas perfectas mientras se iba.
Escuché como mi abuelo preguntaba si tenían todo lo que necesitaban para que no hubiera necesidad de retornar a la casa. Todas respondieron que si. Desde la entrada mi abuelo me dijo en voz alta que se iban, que no tardara en llegar al restaurante. Yo le conteste que si, que estaría allí en breve. Luego escuche una conversación que supuse era sobre detalles sin importancia y, inmediatamente después, escuche como se cerraba la puerta principal y, segundos después, las voces de mis abuelos y mis primas alejándose de la casa.
Como yo seguía muy excitado entre rápidamente al baño y me desnude. Como estaba completamente solo no me preocupe en cerrar la puerta. Me senté sobre la tapa del retrete, cerré los ojos y empecé a masturbarme mientras recordaba las imágenes disfrutadas tan solo unos minutos antes. Recordaba las preciosas nalgas desnudas de mi prima, recordaba como se veía la vulva a través de su tanga y recordaba, sobre todo lo demás, la sonrisa de puta que puso cando me vio el pene erecto debajo del bañador.
Yo estaba en el quinto cielo disfrutando de una de las mejores pajas de mi vida cuando una voz femenina me saco de concentración: con que en esas andas, primito?...yo sabia que no ibas a poder aguantar. Era mi prima, que estaba recostada del marco de la puerta del baño mirándome con ojos lascivos y su sonrisita puta. Yo no pude decir nada. Me quede por un rato paralizado, con mi pene erecto en la mano y mirándola a los ojos sin saber que decir. Sigue me dijo ella. Solamente estamos tu yo en la casa. Le dije al abuelo que los alcanzaba pronto, que iba a buscar el celular y a darme color en los labios. Nadie te va a ver además de mi. Yo no supe que hacer. Aunque me dijo que siguiera, la sorpresa me había dejado paralizado. Ella parece que lo comprendió y me dijo ah, necesitas un poquito de ayuda? Yo pensé en que iba a ser mi mejor día y que la iba a penetrar, pero lo que hizo fue subirse la falda hasta la cintura y darse la vuelta inclinándose un poco hacia delante, con lo que sus nalgas quedaban, debido al tamaño del baño, muy cerca de mi cara. Ella se mantuvo así y me dijo sigue con la paja, que no podemos estar toda la noche aquí. Yo seguí masturbándome, esta vez con el objeto de mi deseo frente a mis ojos. El placer era único. Mi prima apoyaba su peso simultáneamente sobre una pierna por unos segundos para luego cambiar. Así el movimiento de sus nalgas y el bultito que hacia su vulva en la tanguita proporcionaban una imagen inmejorable para los fines de lugar.
Yo seguía pajeándome pero no me venía. Ella me dijo mira, tienes que acabar pronto. Nos están esperando y tu ni siquiera te has bañado. Yo seguía mirándole las nalgas y pajeándome. Para mi no existía tiempo ni mundo fuera de lo que estaba sucediendo dentro del baño. Ella dijo parece que vamos a necesitar acelerar el asunto y empezó a bajarse el tanguita. Un hilito de líquido de su lubricación se mantuvo por un breve instante colgado entre la tela del tanguita y su vulva, como muestra ineludible de que le estaba gustando mucho provocarme así. Se dejo el tanguita a la altura de las rodillas y volvió a inclinarse hacia delante dejándome ver, por vez primera, su vulva y su ano completamente desnudos. Ante esta situación no pude contenerle impulso de ponerme de pie y de agarrarla por la cintura, listo para clavarle mi pene en su cuerpo. Ella me detuvo con una mano y me dijo no, primito; entre tu y yo no habrá nada de eso; pajéate mirándome pero mas nada. Yo seguí de pie pajeándome a escasa distancia de su culo abierto y de su bella vulva. Ella me miraba por encima de su hombro, apoyada del marco de la puerta con una mano, mientras con la otra se halaba suavemente una de las nalgas para mejorar mi visión de su ano y de su vulva brillante por la lubricación. Mi pene toco sus nalgas en algunas ocasiones mientras me pajeaba, ya con cierta diligencia. La excitación me tenía en una situación interna que no conocía. Ver ese culo abierto delante de mis ojos, ver esa vulva completamente húmeda y ver sus ojos como me miraban el pene era demasiado para mi.
Cuando sentí que me iba a venir se lo dije: prima, me vengo..uh uh , ella me dijo échamela en el culo mientras se apoyaba del marco con un hombro para poder abrir completamente sus nalgas con ambas manos, ofreciéndome así su rosado y hermoso culo para recibir mi venida. Yo me acerque a ella y, por fin, sentí la calidez de la entrada de su culito en la punta de mi glande. No la penetré, pues ese era el acuerdo. En uno de los movimientos previos a venirme le roce la vulva desde abajo hasta arriba con el glande. Ella gimió y dio un pequeño salto cuando lo sintió. Casi inmediatamente empecé a eyacular abundante leche sobre su culito y sobre sus nalgas. Tuve que apoyarme de la pared con la mano libre para no caerme. Ella soltó una de sus nalgas para frotarse el clítoris con rapidez y venirse también, en medio de temblores y convulsiones que la hicieron ver aun más apetecible. Me senté de nuevo en el retrete y ella se quedo un rato apoyada del marco de la puerta, con el culo en pompa, recuperando la calma. Pude ver mi semen resbalando por entre sus nalgas y sus muslos y pude ver su vulva sonrosada luego de la pajita breve que recién se había hecho.
Cuando recobramos el aliento completamente termino de bajarse el tanga y se quito la falda. Se metió en la ducha y se lavo rápidamente su linda vulva y su rico culo. Se los seco con cuidado y dedicación se puso de nuevo la ropa. Se aplicó un poco de color en los labios, se paro frente a mi, que seguía desnudo y sentado en el retrete. Me dio un suave beso en la mejilla y me pregunto estuvo rico, no?. Yo asentí con la cabeza mirándola a los ojos y aspirando su rico olor a hembra venida. Ella se irguió y me dijo desde la puerta del baño no se lo vayas a decir a nadie. Esto es tuyo y mío solamente. Claro le respondí. Ella prosiguió su caminar. Cuando iba por la puerta la llamé y pregunté y tu celular?. Ah me contestó-, está en mi cartera siempre ha estado ahí.
Esa noche no pasó mas nada. Cenamos juntos y dormimos como siempre, cada uno en su lado y sin mayores sucesos. Así que aquí termina esta historia. Háganme saber si les ha gustado. Pueden escribirme a gatodelaplaya@hotmail.com. Me gustaría recibir sus comentarios.