Mi prima (I)
Un cuarto, una prima, una erección incontrolable... un pequeño engaño y ella será mía.
Tengo una prima que veo siempre, casi a diario. Esta prima pues, a su manera, es especial conmigo. Siempre ha sido demasiado callada, y poco comunicativa conmigo, e incluso hay días que me la topaba y ni siquiera me decia hola. Pero bueno, asi era ella.
Es bastante bonita. De las pocas primas que tengo, es la mas atractiva. Tiene quince, casi para dieciséis.
La verdad es que esta bastante rica, para ser tan joven es bastante sabrosa. Tan solo con verla en sus pantalones de mezclilla ajustados me exitaba. Su trasero era mas bien pequeño, pero si tenia unas nalgas bien formadas, delineaban muy bien el contorno de todo su culito. Firmes, como cualquiera desea, tan firmes como su busto, grande, generoso y firme. Envidiable en cualquier forma que se vea. Es una mocosa, pero que bárbara, esta demasiado sabrosa.
Una vez estaba trabajando en el negocio, atendiendo clientes y cobrando. Extrañamente llegó alli, estaba empapada. Fría fría, como si estuviera en nevera. Le presté mi abrigo y se fue. De verdad me sorprendió poder ver sus senos a través de su ropa mojada. Afortunado me dije, todo eso tiene que ser mío! No podía creer que tenía una mujer tan sexy tan cerca y accesible a lo que quisiera.
Al día siguiente, el día estaba malo, de hecho no había nadie en el local. Solo yo, la computadora y el radio sonando por horas.
Llegó mi prima a dejar mi abrigo. Extrañamente me saludó de beso en la mejilla, cosa muy poco común, puesto que nos vemos casi a diario. Esta vez venía con unos pantalones de mezclilla tan ajustados que parecía que sus nalguitas querían saltarse hacia fuera. Una blusa de tela blanca muy linda, con un escote recatado, que apenas me permitía ver un poquito el entre busto.
Pasa ella y se siente, conversamos un rato. Yo cerré la puerta del local. Era hora de almuerzo. La invité a almorzar, y hablamos mucho, mas de lo que yo necesita para intimar. Le hice las dos preguntas de fuego, (relaciones? vicios?) que se le pueden hacer a una chica con la que nunca hablas.
Los dos sentados en el sofá conversando. Yo solamente trataba de acercarme más. Cada vez más. Ya estaba a la par de ella. Me puse en pié, no podía creer que iba a intentar ligarme a mi prima, pero entonces me dije a mí mismo que no fuera tan vulgar cobarde y me la levantara a cualquier costo.
Acompáñame, le dije, te tengo que mostrar algo, es para tu cumpleaños, per es sorpresa. La pregunta "a dónde?" solo me provocó. Ven nada más. Con tono mas serio se lo repetí. Bueno, a ver que bueno tienes para enseñarme.... que si tenía algo bueno?? Para enseñarle?? Si si, bastante bueno diría yo.
La llevé a la parte de atrás, donde estaba una oficina vacía sin ventanas, solo una puerta y un sillón grande e incómodo, de esos que nadie quiere. Al entrar me dijo, y bien? Que era...
Al entrar ya tenía mi mano en su traserito, agarrándolo con firmeza. La llevaba casi empujada por sus nalgas hacia adentro. Mi erección ya no era discreta y se me marcaba en el pantalón. Ya dentro de la oficina, le dije que solo le taparía los ojos, me coloqué a espaldas de ella y puse mi bullto exactamente en su trasero, restregaba sobre el de arriba hacia abajo haciendo mayor esfuerzo cuando iba hacia arriba. Respiraba en su nuca, ella un poco asustada me dijo que qué hacía.
Te doy tu regalo. Le dije. Será mejor que lo disfrutes. La abracé de la cintura y desaté toda mi exitación. Tomé sus grandes senos en mis manos y los apreté con fuerza. Un sonoro no rompió el jadeo. Le saqué la blusa a fuerzas, sus pantalones de mezclilla fue lo mas dificil de bajar, hacía mucho esfuerzo, y ella seguía resistiendose. Ya con sus pantalones en los tobillos, tiré de su tanga, roja, de hilos, la cual cedió sin más. Yo la abrazaba por la espalda, y ya sin bragas mi bulto hacía contacto directo con su vagina. Todo el frente de mi pantalón estaba mojado con los jugos de ella. La sujeté de un brazo y me bajé con agilidad mis pantalones junto con la ropa interior.
Salió mi pene como resorte, la volví a abrazar por la espalda, pero esta vez del abdomen. Con la otra mano sujetaba sus pechos. El olor de su virginal entrepierna me desesperaba. Me senté en el sillón. Ella cerró sus piernas, pero mi mano pudo más, e inmediatamente le metía los dedos en su vagina, ella solo repetía que no, que qué me pasaba, por favor no... hasta que mi dedo llegó a su ano, despacito lo metí todo, y la senté sobre mi. Mi mano jugaba con sus tetas, las pellizcaba en los pesones, y mi otra mano la masturbaba fieramente. Mi pene doblado hacia mi, estaba prensado en medio de las dos nalgas de mi primita. Hasta que la hice reclinarse hacia el frente, levantarse, acomodé mi pija y le dije que se sentara.
Mi pene directo en la entrada del orificio de la vagina, no pasaba, estaba muy estrecha, la mitad de la cabeza del pene estaba adentro, pero ella no bajaba más, sus piernas estaban tensas, ya no decía nada, mis dos manos tomaron con fuerza esas grandes tetas, me acerqué lo mas que pude a su espalda, y la obligué a bajar. Un suspiro enorme, y un fuertísimo apretón en mi antebrazo, me indicaron que no le dolía del todo.
No habrá pasado mucho desde que la desvirgaron, lo más probable. Pero seguí estrecha, muy estrecha, tanto que se me dificultó un mundo poder metérsela toda.
Ya con todo el pene adentro, me imaginé que solo mis bolas se podían ver desde el frente. La tomé de la cintura y la puse a cabalgar, con fuerza, cada vez más intenso. Ya para ese momento las piernas de ella habían cesado la batalla y se resignaron a gozar con la cogida. Al no mucho rato, sus gemidos me obligaron a hacerlo más fuerte, hasta que un grito ensordecedor pero muy excitante salió desde sus entrañas.
La levanté de su asiento, pero me quedé sentado, solo para que ella se mantuviera como estática en esa posición, semi reclinada hacia mí, la jalé para que levantara ese culo, y empecé a bombearla con mucha rapidez. Sus gemidos eran interrumpidos por los golpes de sus nalgas con mi abdomen, lo que sonaba muy gracioso, en verdad. Sus tetas brincaban, de arriba hacia abajo, de adentro hacia fuera, y mientras yo agarraba una, la otra seguía el compás del sexo.
La acomodé en el sillón, su culo quedó hacia fuera, metí mi pene despacito por su ano, tan despacio que se me hacía eterno. Ella solo repetía un "ay!" ya muy bajito, sin ganas.
Empecé a embestirla por detrás con desesperación, las palabras "me vengo puta" siguieron una embestida salvaje por su culo. Ya no aguantaba y me regué dentro de su culo caliente. Seguía dandole después de haberme regado, hasta la ultima gota.
En la segunda parte les narraré como terminé de hacerselo y lo que pasó con una amiga de ella a la cual también me la tuve que tirar solo para que se callara.
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