Mi prima, en la boda de mi hermano
Sucedió hace más de veinte años, pero fue una de las más bonitas historias de amor que experimenté
Celebramos hace poco el vigésimo aniversario de boda de mi hermano pequeño y de repente recordé lo ocurrido con mi prima aquella noche.
Yo tenía entonces 31 años y mi prima 19. Nunca había sido una belleza de las que hacen volver la vista, pero lo cierto es que era muy resultona: un rostro bonito, una bonita figura y muy pero que muy simpática y cariñosa.
La cosa es que ya en el banquete había estado hablando con mi prima porque llevábamos tiempo sin vernos al haber estado ella estudiando fuera y se mostró muy afectuosa, abrazándome cada poco y besándome en las mejillas cariñosamente como lo hacíamos cuando éramos más pequeños e íbamos con su hermano de mi misma edad a pescar cangrejos al pueblo de sus abuelos.
Siempre he tenido fama de formal y he despertado mucha confianza en la gente, así que no me fue difícil convencer a mis tíos para que dejaran venir por la noche a mi prima a la discoteca, con la promesa de no dejarla beber y devolverla personalmente a casa a una hora respetable. En cuanto salimos camino de la discoteca, mi prima me abrazó y en voz bajita me susurró: "sabré cómo agradecerte esto", a la vez que me besaba una vez más.
En la discoteca cumplí mi palabra y sólo le permití beber una copa, pues aunque era mayor de edad así se lo había prometido a mis tíos. Aparté a algunos moscones y lo pasamos genial con el resto de familia que se unió a nosotros en la discoteca. Bailé un poco con ella, con mis hermanas, otras primas presentes y hasta con alguna desconocida que estaba a tiro, hasta que pusieron música lenta y enseguida me agarró mi prima y me sacó a la pista. No es que me disgustase la idea de bailar con ella, pero lo cierto es que le había echado el ojo a una chica y me contrarió un poco la situación.
En cuanto salimos a la pista, mi prima me abrazó y se pegó a mí como una lapa, pudiendo sentir sus pechos contra el mío y sintiendo su perfume fresco en mi cara. En un momento apoyó su cabeza sobre mi hombro y en voz bajita la oía decir "te quiero, te quiero, te he echado de menos..." lo que me sobresaltó un poco porque desde luego no era la letra de la canción que sonaba en ese momento y parecía que esas palabras iban dirigidas a mí. Me aparté un poco y ella se apretó de nuevo diciendo "no, por favor, no me dejes, abrázame fuerte..." Un escalofrío me recorrió la espalda, a la vez que notaba una incipiente erección, que se volvió más evidente cuando mi prima alzó su cara y me besó suavemente en los labios, mientras decía: "esto solo es el principio de mi agradecimiento", mientras bajaba una de sus manos para acariciar mi pene por encima del pantalón. Aquello me pareció una locura, de manera que la saqué de la pista para tranquilizarme y reflexionar. Yo nunca había mirado a mi prima más que como una enana que siempre que estaba con su hermano -mi primo- estaba revoloteando alrededor nuestro y al momento me vinieron imágenes de años atrás, cuando ella debía tener 12 o 13 en la que la sorprendía mirándome y poniéndose colorada si yo le devolvía la mirada. ¿Era posible que mi prima llevase años enamorada en secreto de mi? Me daba miedo la situación, pero mi curiosidad era grande.
La llevé a un rincón apartado de la discoteca, lejos de la mirada de la familia y le pregunté directamente "¿qué te pasa?". Se le saltaron unas lágrimas y me dijo que no lo había podido evitar, que me amaba desde niña y que los años de distancia no habían hecho más que aumentar su amor hacia mi. Me sentí confundido, a la vez que halagado, pero no podía aceptar una relación de esta clase, así que decidí llevarla a casa para evitar males mayores.
La discoteca estaba alejada del centro y como no había taxis cerca -no había móviles todavía- pensé que un buen paseo hasta casa nos despejaría los dos la cabeza, así que camino de casa guardamos silencio un buen rato hasta que me rozó la mano con la suya y me dijo. "primo, tengo frío". Como buen caballero chapado a la antigua, me quité la chaqueta del traje y se la puse en los hombros, a la vez que la abrazaba para que entrara más rápidamente en calor. Me sentí extrañamente feliz, y ya no la solté. Caminamos largo rato y al final ella rompió el silencio: "Desde niña te he admirado; me parecías tan guapo, y tan listo. Siempre me ayudabas con los deberes, no como el bruto de mi hermano... Y siempre venías a ver a la abuela y nunca faltaba un regalo para mi cumpleaños, o una llamada si no podías venir. Te quiero, primo, no me importa decirlo en voz alta, y te he echado mucho estos dos años fuera de la ciudad". La abracé con más fuerza y sentí que yo también la había extrañado ese tiempo, y le dije "yo también te quiero". Se paró, tomó mis dos manos y alzándose un poco sobre los pies me besó en los labios y esta vez le devolví el beso, arrepintiéndome al instante y separándome de ella.
"¿Por qué no me besas? ¿No te gusto? Has dicho que me quieres..." me decía mientras unas lágrimas caían por sus mejillas.
"Claro que te quiero, soy tu primo. Tu primo mayor, te llevo 12 años, necesitas alguien de tu edad...Alguien que tendrá la enorme suerte de ser amado por ti" contesté al apartarme.
Mi cabeza era un hervidero de sensaciones; era agradable sentirse querido por alguien como mi prima, un ser puro, en contraposición a las relaciones más bien esporádicas y sin amor que había mantenido hasta entonces con decenas de mujeres, pero la sensación de estar haciendo algo prohibido me reconcomía por dentro.
Seguimos caminando y llegamos a su casa. La acompañé hasta el piso y antes de despedirnos le prometí que la llamaría para hablar de lo sucedido y al despedirnos me volvió a besar y en ese momento me dejé llevar y la abracé como ella a mí, uniendo nuestros labios en un beso apasionado y acariciándole el rostro y diciéndole lo bonita que era y la suerte que tendría la persona que consiguiera amarla.
Quería apartarme y ella no me dejaba, sus labios me buscaban y yo ya me dejaba llevar. Sus caricias me provocaron una erección considerable que ella notó al momento y dirigió su mano a mi pene para acariciarlo suavemente mientras me decía que no me resistiese. Me empujó hacia el ascensor, me hizo entrar y pulsó el botón del último piso. Cuando llegamos subimos unas escaleras hasta la terraza superior y allí mi prima dio rienda suelta a su pasión. Me besaba desenfrenada, me acariciaba el paquete con furia y entonces me rendí... Me bajó el pantalón y los bóxer y tomó mi pene con mano temblorosa e inexperta mientras seguía besándome.
"Nadie me ha visto nunca desnuda. Me he reservado para ti. Eres mi primer hombre..." decía mientras se desprendía de mi chaqueta y empezaba a desabrochar los botones de su camisa. La detuve y le pregunté si estaba segura de lo que hacía. Se echó de nuevo a llorar y me desarmó por completo. Continué soltando botones y al apartar la camisa pude ver un precioso cuerpo con unos pechos que al liberarlos del sujetador quedaron igual de firmes. Los besé tembloroso, con la misma emoción que cuando tenía 15 o 16 años y me iniciaba en el conocimiento de las mujeres. Lo cierto es que nunca había estado con una muchacha que me dijera que era su primera vez, y me sentí muy nervioso mientras le bajaba las braguitas para dejar al descubierto un coñito con el vello recortado en un triángulo perfecto.
Al ver su inexperiencia total le hablé suavemente de lo que estábamos a punto de hacer, de las caricias que le iba a hacer y las que esperaba de ella, que llegaríamos hasta donde ella quisiera y que no dudase en detenerme en cuanto se sintiese incómoda. No me paró cuando mis labios se dirigieron a sus pechos, ni cuando fueron bajando por su vientre, ni al llegar a su monte de Venus, ni al besar su vagina por primera vez, cuando soltó un suspiro y un gemido...
Introduje mi lengua entre sus labios y hallé el clítoris dispuesto a ser acariciado. Lo besé, le pasé la lengua y los gemidos de mi prima aumentaron en intensidad, llevándome a introducir primero un dedo en su virgen coño hasta encontrar la oposición del himen que pronto habría de ceder. Lo saqué empapado en jugos que bebí encantado y conduje la mano de mi prima a mi pene que estaba duro como una barra de hierro y suavemente le indiqué un ritmo para que me masturbase mientras nos besábamos dulcemente. Al cabo de unos minutos volví a dirigir mis labios a su coño y le proporcioné su primer orgasmo de la noche, tras lo cual la dejé descansar mientras unas lágrimas de felicidad caían por su rostro. Mi cabeza daba vueltas a lo que estaba ocurriendo y aún sopesaba la idea de terminar con todo cuando sentí de nuevo la mano de mi prima en mi pene dándole un suave masaje al glande que estaba totalmente mojado. Sin decir palabra se inclinó y lo besó, al principio tímidamente, para darle besos más y más decidida, hasta meter en su boquita el glande como si fuera un chupachups y darle unos lametones que me hicieron casi morir. Su inexperiencia hizo que me mordiera en un par de ocasiones, pero a los pocos minutos mejoró de forma notable, haciéndome una de las mejores mamadas de mi vida. Cuando noté que iba a correrme la detuve y le pregunté si estaba lista para llegar hasta el final y con voz decidida afirmó que quería que yo fuese el primer y único hombre de su vida, y que estaba preparada.
Eché mi chaqueta y resto de mi ropa en el suelo para que estuviera más cómoda y la hice tumbar boca arriba mientras le acariciaba suavemente el cuerpo y dirigía mi boca a su vagina para prepararla y dejarla bien lubricada. Con el entusiasmo le proporcioné un segundo orgasmo que la dejó medio desmayada, por lo que dediqué a acariciar su cuerpo y a besarla por todas partes mientras se recuperaba. Cuando recobró el aliento y se sintió segura me imploró que la penetrase, que quería seguir experimentando el placer del sexo. Le advertí de lo doloroso que podía ser esta primera penetración, que me hiciese parar en cuanto quisiera, pero no se amilanó y me dijo que adelante.
Me puse un condón y acomodé mi glande en la entrada de su vagina súperlubricada y fui acariciando su clítoris con él mientras hacía repetidos intentos por introducirlo en su coñito. Le hablaba suavemente para que se relajara y poco a poco mi pene se fue metiendo en la virgen vagina hasta encontrar la oposición del himen y con una advertencia previa di un pequeño empujón que hizo que se rompiera. Mi prima hizo un gesto de dolor y detuve mi acción, mientras sentía en mi pene el calor de un pequeño reguero de sangre. Una lágrima asomó al bello rostro de mi prima que hizo que a mi también se me saltaran. La besé suavemente y me pidió que siguiera empujando y así lo hice, muy suavemente, muy suavemente, hasta que en la cara de mi prima se asomó el gesto de placer que había observado minutos antes. Aumenté el ritmo de la penetración y los gemidos de mi prima fueron en aumento. Yo estaba muy excitado y sabía que no tardaría en correrme si seguía metido en el coño de mi prima, así que saqué el pene y comencé a besarla nuevamente por todo el cuerpo, hasta que me pidió ser penetrada de nuevo y hasta el final, que no le importaba el tiempo. Me introduje de nuevo en el calor de su húmeda vagina y comencé a moverme a un ritmo que le hacía gemir de placer hasta que en unos minutos el placer me invadió a mi con una corrida y un orgasmo como no recordaba en muchísimo tiempo. Me quedé tendido encima de ella mientras recuperaba el aliento y de modo simultáneo empezamos a llorar. Permanecimos abrazados unos minutos y nos besamos suavemente y con pasión hasta que el frío de la noche nos hizo temblar y nos vestimos.
Bajamos andando las escaleras hasta el piso de mis tíos mientras mi prima no cesaba de declararme su amor y su agradecimiento por haberla hecho mujer, mientras mi cabeza se debatía entre el remordimiento y la felicidad. Al llegar a su casa toqué el timbre y abrió mi tía, agradecida por haber cumplido mi palabra de devolverla pronto y serena a casa. Me dio mi prima un casto beso en la mejilla y nos despedimos.
Por supuesto que no fue nuestra única vez, aunque sí la más bonita. Nuestra relación duró hasta que tuvo que irse a trabajar al extranjero, dos años después. Nadie en la familia lo ha sabido nunca, y esta es la primera vez que lo escribo. Si gusta mi relato me animaré a contar otras historias también con mi prima y otras mujeres que ha habido en mi vida