Mi prima decide estudiar en mi casa

María la pequeña de mis primas decide venir a mi casa para poder estudiar.

No tenía ni idea que el hecho de desembolsar una cantidad considerable de dinero para adquirir un piso, y por fin poder independizarme, podría traerme tantas satisfacciones.

Hacía aproximadamente tres meses que vivía solo en el piso que había adquirido. Mi vida trascurría entre el trabajo, quedar con amigos y algún que otro escarceo con alguna "amiga" en mi territorio. Una tarde que no trabajaba sonó el timbre, era María. María es mi prima, una de mis primas, tiene 21 años y como casi todas las chicas de su edad tiene esa jovial belleza. En sus 167 cm. se esconde una 95 de pecho y una preciosa figura remarcada con un buen culito respingón. Desde que tenía unos 17 años me empecé a fijar en su precioso cuerpo que en ocasiones lucía en la piscina que mis padres tienen en un chalet cercano a la capital. Siempre hemos estado muy unidos ya que el verano lo pasábamos en el chalet, yo con mis padres y ella con los suyos en el chalet adyacente. Ella junto a sus padres habían decidido quedarse a vivir en el chalet y acudía todos los días a la universidad. Como es sabido en épocas de exámenes las bibliotecas estaban a rebosar y en vez de volver a su casa decidió hacerme una visita.

Estuvimos charlando, tomando unos refrescos y me comentó lo sucedido. Le dije que yo había quedado, y que si quería se quedara en mi casa estudiando hasta que quisiera, que la casa se quedaba vacía y yo volvería tarde. Al final y después de insistir se quedó. Los días fueron pasando y María venía más a menudo a casa a estudiar. En ocasiones llegaba por la mañana antes de irme a trabajar, cuando volvía comíamos juntos y aprovechaba la tarde para seguir con lo suyo. Algunos fines de semana, entre el café de la tarde y la salida nocturna, pasaba por casa para ducharse y cambiarse. El imaginar que mientras yo estaba sentado en el sofá viendo el fútbol ella se encontraba desnuda en mi ducha me excitaba sobre manera, mezcla de lo prohibido por ser mi prima y de lo atractiva que es. En alguna ocasión me sorprendió con una terrible erección cuando salía del baño que yo intentaba disimular como podía. Al final le hice una copia de las llaves para que no tuviera que depender de llegar a casa cuando yo aun estaba.

La noche de un miércoles llegué a casa y me sorprendió el sonido de la tele. Accedí a la salita y encontré a María tumbada. Se había quedado dormida. Tenía la cara roja como si hubiera estado llorando. La desperté con un suave beso en su frente. Despertó y sollozando empezó a llorar. Como pudo me explicó que esa tarde había descubierto a su novio con otra chica y que como no podía ser de otra forma decidió romper con él. Había llamado a su casa y dijo a sus padres que pasaría la noche estudiando en casa de una amiga y que si no me importaba prefería pasar la noche en mi casa donde se encontraba a gusto.

Acompañados de unos cubatas la estuve escuchado y consolando, todo esto abrazados y dándole besos castos para intentar calmarla y hacerle entender que la comprendía. Pero había momentos que se me olvidaba que era mi prima y me veía abrazando a una joven desconsolada con mis manos acariciándola y según los movimientos que hacíamos, rozándole un pecho o su trasero. Después de unos whiskis estaba yo sentado en una esquina del sofá y ella tumbada con la cabeza apoyada en mi pecho.

Fue un segundo pero no estábamos mirando fijamente y en silencio. Ella seguía con los ojos llorosos y lentamente se incorporó para darme un suave beso en los labios. Fue un simple piquito pero cuando se retiraba cogí su cabeza y la atraje de nuevo hacía mí. Este segundo beso fue más apasionado que el primero. Nuestras lenguas empezaron a jugar en el interior de nuestras bocas y el ritmo iba creciendo cada vez más.

Sus sollozos fueron dando paso a miradas confundidas, entre el sentimiento de estar haciendo algo mal y de estar a gusto y con ganas de dejarse llevar. Yo empecé a acariciar su vientre plano, jugando encima de la tela de su top, haciendo círculos con mi dedo mientras seguíamos besándonos apasionadamente. Mi mano se adentró bajo la fina tela del top, delicadamente hasta llegar a sus pechos cubiertos por el sujetador. Así besándonos y acariciándola estuvimos unos intensos minutos. Se levantó y se sentó encima de mis piernas quedándonos de frente. Con un suave movimiento se despojó del top, y solo con una mano desabrochó el sujetador dejando delante de mi unos pechos redondos y duros adornados de unos pequeños pezones morenitos. Se notaba que María hacía topless habitualmente porque no tenía ni una triste marca. Me lancé a besar sus pechos. Era una sensación tremenda y mientras yo mordía suavemente mi tesoro ella me pasaba sus manos por mi cabeza. Después de ir de uno a otro me incorporé a besarla de nuevo. La levanté y nos dirigimos a la habitación, pero ahora tomó ella la iniciativa.

Me sentó al borde de la cama y me bajó los pantalones. Empezó a jugar por encima de mi slip que era incapaz de contener la erección que tenía. Los aparto y acarició suavemente como si fuera algo muy frágil mi pene. Lamía como si de un caramelo se tratara lentamente, por arriba hacía bajo, y con la mano acariciando mis testículos. Mi prima me estaba haciendo la mejor mamada que me habían hecho hasta entonces. Yo la miraba y el ver esa escena me excitaba aun más si cabe. Cuando estaba a punto de estallar quise retirar su cabeza pero insistió en seguir hasta conseguir el néctar que deseaba. No se como fue capaz de tragarse todo el semen que salió de mí. Caí rendido en la cama y ella se tumbó encima mío. Ahora era mi turno. La tumbé en la cama y le quité suavemente los pantalones. Quedaba delante de mi un tanga rosado que no tardo en desaparecer. Tenía el coñito depilado a excepción de una matita de pelo por encima de su clítoris. Estaba totalmente mojada y era un autentico placer saborear todo lo que salía de su coñito. No tardó en correrse y juraría que estaba más excitada que yo por la situación.

Después de un buen rato jugando con sus muslos, mordiéndole el clítoris y fallándola con mis dedos volvió a correrse. En aquel momento mi polla volvía a estar es su máximo esplendor. Me tumbó en la cama y se puso a cabalgarme. Lentamente se introdujo mi polla hasta el final. Tenía su coñito aun estrechito y eso la hacía disfrutar aun más. Besándonos estuvimos follando hasta que me volví a correr en su interior. Es una de las experiencias mas placenteras que he tenido nunca. Y con una mirada y un beso profundo nos quedamos dormidos esa noche.

Esa fue la primera relación que tuve con María. Las siguientes os la contaré en otra ocasión.