Mi prima Alejandra

La importancia de mi prima en conseguir ser lo que soy

Es el segundo aniversario de la muerte de mama. Me levanté pensando en esos años vacíos sin su presencia. Subí al desván. Una pila de cajas dentro de un armario es lo que quedaba de su recuerdo. Cuando pasó estaba demasiado triste para revisar todo eso. Ahora quería reafirmar los hermosos recuerdos que me había dejado.

Mama era la hermana más chica de las dos hijas que tuvieron mis abuelos. Habían venido de Holanda a instalarse en España con una empresa de importación y exportación. Era seguir haciendo aquí lo que sus padres hacían allí.

El negocio les fue bien, pero los abuelos quisieron jubilarse y los padres tuvieron que volverse a Holanda. El negocio en España quedaba para las muchachas. El problema es qué a Mercedes la mayor, eso de atender un negocio no le iba. El asunto se arregló quedando la empresa y la casa donde vivíamos para Cristina, mi mama. Para la hermana, una cantidad de bienes que equilibraban los tantos.

Cristina Van Derval que así se llamaba mi mama, tenía un sentido mezclado, entre lo dinástico y su independencia. Quería perpetuar el negocio con su descendencia, pero soportar un marido, ¡así, así! Con maña todo se arregla.

Ya hacía tiempo que trabajaba para la firma, Arturo Mendez Albue, un caballero elegante, tratable, instruido, eficiente, la verdad que si Cristina quisiera casarse no iba a encontrar mejor partido. Y, cómo Cristina quería casarse, aun con ciertos requisitos se casó. Tuvieron una luna de miel corta, pero la hicieron rendir a pleno, a los tres meses ya tuvieron noticias.

Mientras recuerdo lo que me contaron, encuentro en el armario el álbum de fotografías de esos tiempos, fotos mezcladas del casamiento, la luna de miel, de mis primeros días, me soltó una sonrisa. Mi madre estaba convencida que iba a ser niña, y compró ropa para niña. Y pues salió niño, no sé si por no comprar otra ropa o porque, que hasta que no crecí, y no tuvo que comprar otra, niña fui.

Mi padre poco estaba, lo de él, era andar por China, Singapur, sitios así dónde con su compañero Sebastián, conseguían que la mercadería fluyera con rapidez en beneficio del negocio. Debe ser esa la causa de que sepamos tan poco de lo nuestro.

Cómo dije, mi madre tenía un gran sentido de la responsabilidad. Más bien que todo lo heredó ella, porque la hermana era un desastre. Le gustaba la juerga y no se privaba de nada. Ya antes que se casara mi madre tuvo un inconveniente. En uno de esos bailes de ese tiempo. El trencito le llamaban, vaya a saber con cuantas locomotoras se enganchó, la cosa que no supo cuál fue la que le llenó la carbonera, tampoco se preocupó mucho en buscarla. Así, sin saber por culpa de quien, hizo su aparición en este mundo mi prima Alejandra.

Mi tía, que dinero no es lo que le faltaba, no se hizo problemas, entre cuidadoras y los abuelos, le tenían resuelta la vida allí en Holanda. Todo iba bien, hasta que se enamoró (o algo así) de un playboy que lo que menos quería era tener una niñita molestándolo. Mis abuelos ya se habían cansado de la irresponsabilidad de Merceditas, que ya tenía decidido dejarla en un internado a los ocho años. Mi mama que deseaba tanto una niña, pues la trajo para casa. Esto lo cuento porque me lo contaron, ya que yo apenas tenía dos años.

De ahí para delante, en las fotos ya aparecía con Alejandra. Cargaba conmigo, me disfrazaba, unas veces de muñeco, otras de muñeca o de lo que le diera la gana. Mi mama encantada,

Fueron pasando los años, y Ale era tan de la casa como yo. los seis años más que llevaba, le servían para llevarme como quería; si a eso le sumamos que mi madre seguía lamentando que no hubiese nacido niña, era suficiente motivo para que en cualquier fiesta de disfraces niña fuera. Y no una niña cualquiera, era más niña que las niñas, la sensación como le dicen.

Más allá de esas desviaciones por el género femenino, aun de pequeño andaba bien en los deportes, y mama me mandaba a aprender artes marciales, porque nunca se sabe.

Creció mi prima, ¡vaya que creció! A mis nueve años los quince de ella me la hacían aparecer como una mujer hecha y derecha. Como bailaban con ella, y yo ahí, parado miraba y miraba y nada más. Menudo enfado tenía, hasta que la veo venirse hacía mi lado

  • ¿Qué hace mi soldadito que no viene a bailar con su novia? – casi me meo del gusto, me arregló la noche, estaba más orgulloso que un pavo real.

Siguieron pasando los años, y mi prima ya no es que parecía, era una mujer para babearse. Salía poco, no se le había pegado nada de la madre. Estudiaba y acompañaba a mi mama. Cuando salíamos lo hacíamos los tres (no nombro a mi papa porque nunca estaba). Si había una fiesta, parecía que la buscaban de disfraz, total para disfrazarme tenía de sobra.

Empecé a jugar al futbol, no tenía un gran cuerpo, pero era ágil y rápido y eso hacía que me eligieran siempre.

Lo de los disfraces, cada vez se perfeccionaban más, ya no era solamente por arriba, por abajo también. A los catorce años mi culo era casi tan grande como el de Ale, me ponía (más bien me ponían) las bragas de ella. A mí me gustaba, tan suavecitas eran, daba gusto, salíamos las tres y ya me había acostumbrado a modular la voz para que no se dieran cuenta, mi mama era la que más contenta se ponía.

Ya estaban por llegar la fiesta de mis quince años, sabía que a los chicos no se le hacían, pero me parecía una injusticia, la encaré a mi madre

  • Mama, ¿y mi cumpleaños cómo lo vamos a festejar?

  • Y no sé, a los hombres no se le festeja

  • ¿Cómo qué no? mucho feminismo, mucha igualdad, pero nosotros siempre estamos jodidos. Me puedo vestir para las fiestas que me llevan ustedes, pero para mi cumpleaños me aguanto, hubiese nacido mujer.

  • Ay, pero Carlos, ¿qué quieres que haga? A mí también me hubiese gustado que fueras mujer

  • No sé, pero cuando quieren pueden. Si estuviera papa, aunque sea me llevaría al golf.

  • Si justo, tu padre te iba a llevar. Bueno espera y veremos cómo lo festejamos.

El día anterior a cumplirlo me acosté enfadado, realmente pensaba que eso de la igualdad era una mierda, ellas a los quince hacían una fiesta que las hacían lucir como mujeres maravillosas, nosotros a la misma edad parecíamos pelandrunes tontos corriendo atrás de una pelota. Aunque sea me dejaran disfrazarme por ese día. Me dormí con esos malos pensamientos.

A la mañana tenía sueño, pensaba quedarme a dormir hasta que me diera la gana, cuando aparecieron mama y Alejandra

  • Arriba, arriba que hay que festejar tu cumpleaños, vete a la ducha y vente para aquí – no sabía que me iban a regalar, pero me quería dejar sorprender. Cuando termine de ducharme

  • Mama, tráeme la ropa que estoy desnudo – grité

  • Envuélvete en la toalla y vente que aquí tenemos la ropa– no me pareció nada mal

  • ¿Vamos a salir cómo tres mujeres?

  • Vamos a festejar tus quince años como una señorita, pero no te creas que es tan fácil, que va a ser como una señorita depilada – era casi lampiño tenía algo en las axilas, las mostré.

  • No muchachita no, depilada como una señorita te dijimos, a ver, tírate en la cama – me tiré me dejaron en pelota – uhm…uhm…por aquí tiene pelo la niña, ponle unas bandas

No tenía mucho pelo, pero alrededor de la polla algo había, me pegaron las bandas y ni las sentí, en ese tiempo mi aparato medía unos quince cm. Mi mama la agarraba de la punta con una destreza asombrosa, iba todo bien hasta que tiraron de las bandas. Si no vino nadie con mis gritos es porque en ese barrio pueden matar a cualquiera que no se enteran. Las lágrimas se me escapaban a borbotones, me soplaban para calmarme

  • Ay no seas niño que ya cumpliste quince años – me dijo mi madre

  • Con esos pelos los cumplía igual

  • No seas boba, no ibas a ser la quinceañera que quieres ser, vamos, que vas a ver que te va a gustar y te vas a sentir bien, anda date vuelta – yo estaba temblando

  • Qué ¿atrás también me vas a hacer lo mismo?

  • Pero allí no tienes nada, vas a ver que no lo vas a sentir – me quedé quieto temblando, me acariciaban el culo, ya me estaba calmando cuando pasó. Salí disparado para adelante y me di la cabeza contra el cabecero de la cama; ellas se quedaron con la banda; la banda y los pelos y no sé si parte de mi culo. Me levanté a los gritos

  • Ya basta, no cumplo más años, con esto alcanza, no quiero fiesta ni nada, con esto sobra

  • Carlos, si ya terminamos, vas a ver que fresco te vas a sentir

  • Pero Mama, que fresco me voy a sentir, me arde el culo, me arde la polla, esto es un incendio y ¿todavía me faltan las axilas? No, no, mama, deja este año no cumplo.

  • Primita, no seas mala, queremos verte hermosa, si ya casi está, vas a ser una princesa.

  • Ni princesa ni reina ni nada, a mí no me pelan más.

  • Carla, mi amor, mira todo lo que te hacemos para poder festejar ¿y vas a fallarnos tú? Si supieras todo lo que preparamos para verte contenta.

  • ¡Sí! Y me van a poner contenta metiéndome en un peladero de pollos

  • Ay…no seas exagerada, que te crees que si hubieras nacido mujer te dolería menos.

  • No sé, a lo mejor no me crecerían

  • La polla no te iba a crecer, que los pelos nos crecen a todas, y mira estos huevitos que suave te quedaron – contestó Ale

  • Bueno, pero a mí con lo que me hicieron hoy me alcanza, hagan de cuenta que ya cumplí

Mi mama quedó triste, me daba pena porque lo debían haber hecho con toda buena intención, pero me sentía toda escaldada. Mi prima se sentó a mi lado, me abrazó

  • Carlita, vamos a hacer una cosa, nosotras te preparamos como toda una muñequita, cuando terminemos, tú te miras, si quieres te depilamos las axilas, y si no vas así ¿qué te parece? Ella siempre me convence, me trataba como una niña y me gustaba. La verdad me gustaba todo lo que me imaginaba, pero lo de depilarme ¡no!

  • Está bien, pero no se inventen nada para torturarme.

  • No mujer, no te vamos a torturar, tu quédate quietecita que lo vas a disfrutar.

Se pusieron las dos a la labor. Primero me pasaron una cremita por los lados escaldados, me alivió bastante. Un aceite por todo el cuerpo que me hizo relajar sintiéndome como nueva. Mientras Ale me hacía las manos, mama me pintaba las uñas de los pies. Cuando estuve lista me mostraron el conjunto que iba a llevar. Era una preciosidad, un azul mediterráneo que era una locura, me la pusieron y me acomodaron el bulto con destreza, casi ni se notaba. Arriba me plantaron un panty para sujetar mejor el rabo. Lo de abajo estaba resuelto

Una camiseta color carne casi transparente, un sujetador con las tazas rellenadas, me dejaba el pecho divino, una blusa que mostraba lo suyo y una faldita que me quedaba como hecha para mí. Me maquillaron, me pusieron sombra en los ojos para hacerme interesante, los labios pintados y al dictamen del espejo.

La verdad que me miré y estaba divina, me quedé impresionada. -  Ale me preguntó

– Y, ¿qué te parece? ¿valió la pena? – le tuve que contestar qué sí – bueno, levanta el brazo y mírate – uf…la mata de pelo no quedaba nada bien, era una pena arruinarlo por eso

  • Y sí, tienen razón, ¿pero no lo pueden hacer sin que duela tanto? – la miro a mama

  • ¿Qué te parece? Es conocida ¿se lo hacemos con la maquinilla? – no quise decir nada, pero ¿por qué mierda no me hicieron todo con la maquinilla. Al fin terminaron con mis arreglos. No llevé la faldita que me pusieron a lo primero. Fue un vestido que me quedaba espectacular, con unas sandalias de tacón, me quedé enamorada del espejo, era linda

  • Anda babosa, ¿qué te quedas tanto admirándote? – le saque le lengua

  • Envidiosa, soy más linda que tú – se echaron a reír. Mama me dio el beso por el cumpleaños

  • Feliz cumpleaños Carlita. Tú estás contenta con esto, yo lo estoy mucho más, te quiero mucho, hijita, en mi corazón siempre te vi así.

Después de esa demostración de cariño, salimos a almorzar a un restaurant de categoría.

  • Camina como una señorita, no como un futbolista – me guiaba mi mama

  • No muevas el culo como una zorra – me corregía mi prima. Sabía que eran bromas, había salido bastantes veces para saber que caminaba bastante normal. Almorzamos en un restaurant muy lindo, ya habíamos terminado cuando me dio ganas de ir al baño.

  • Uy…me dio ganas de ir al baño, voy a tener que ir al de damas

  • Claro, ¿a cuál quieres ir? que te acompañe Alejandra

  • Ay, tengo que acompañar a mi hermanita que no sabe mear sola – se burlaba la cabrona, entramos y no había nadie, me metí en uno y se me coló atrás. Tenía todo calculado. Me levantaba el vestido, me bajaba el panty hasta la rodilla, sacaba la polla por el costado de las bragas, y ya estaba

  • Pero ¿qué haces cochina de mierda? No me tienes respeto, una niña como tú adelante mío, y vas a mear de parada, pórtate decentemente – me quedé sorprendida, no sabía lo que hacer, hice lo único que pude, me bajé las bragas me senté y me puse a mear, terminé y me alcanzó un papelito – te limpiaras no, ¿no serás tan puerca?

  • No soy puerca, me iba a limpiar, que te crees – terminé de limpiarme me fui a subir la ropa, pero no me podía acomodar el bulto, tuvo que meter la mano ella.

  • Ay…ay, ay, esta niñita que todavía no sabe colocarse las partes, gracias que está aquí la primita mayor sino es capaz de perder ese colgajo. – llegué a la mesa colorada hasta el pelo

  • Pero ¿qué pasó que vienes así? – le contestó Ale

  • No, le hice un chiste y se lo tomo como cierto – dirigiéndose a mí – no hiciste nada malo, pero trata de mear sentada así no orinas la tapa, que eso no nos gusta.

A la tarde fuimos de compras a un centro comercial, me hicieron comprar varias prendas para mí. ¿para qué? Si yo me podía vestir así a las y cuantas.

  • Cómprate que las tuyas también me sirven a mí – me decía Ale. Compramos algunas cosas que me gustaron, sin mucha esperanza de usarlas yo.

El paseo me gustó, al fin fue un buen cumpleaños. Llegamos a casa, y yo contenta, tenía ganas de seguir, pero mama dijo que teníamos que levantarnos temprano, y así se acababa el día.

En mi habitación me estaba sacando la ropa y me daba pena. Me miraba al espejo y tenía ganas de seguir siempre así. Claro cuando llego a lo último, me saco el sujetador y encuentro mi pecho liso y aterrizo. Fue un día maravilloso, pero se terminó. Quizá otra vez me pueda disfrazar, pero ese día me sentí e hice sentir a mi madre que era mujer.

Me dormí pensando que el día fue como un parto, empezó con dolor, pero termino bien

Me desperté, me quedé mirando el vestido que había usado el día anterior, me recordé hermosa, me miré al espejo del armario y la cara todavía la tenía maquillada. Estaba pensando que me iba a tener que sacar todo eso sino quería que se burlaran. cuando entran las dos

  • Todavía en la cama, y ayer no te lavaste la cara, seguro que manchaste la almohada, ándate a bañar, no fuiste capaz de cambiarte las bragas – mi mama era una catarata de palabras. Me metí al baño y lo mismo del día anterior, me tuve que salir envuelto en la toalla

  • ¿Y ahora qué pasa? ¿cuál es el apuro?

  • Tienes que acompañar a tu prima, ven que te preparamos que el viaje es largo

  • Mama, que se ponga este pantaloncito que va a hacer calor, le va a quedar bien – lo miré, eso me alcanzaba a tapar medio culo, me dieron otras bragas, más vale me las pusieron con el arreglo de lo que ahí había. Volvieron a ponerme el sujetador del día anterior, camisita suelta, el maquillaje más suave, unos tenis de mujer, desayuno, y ale, a Sevilla

Estaba mareado, borracho, mejor dicho, no entendía nada, vestido como una adolescente, sin aviso ni destino

  • A ver Ale, me quieres explicar qué coño es esto

  • Oye, oye, no te pases con tu prima mayor, a ver, qué es lo que no entiendes.

  • Nada, me vistieron con bragas que no sé si me las alcanza a tapar el pantalón, me pusieron sujetador, me pintaron los labios. Yo creo que voy vestida de mujer

  • Y de qué quieres ir niña, por esta semana eres una mujer y otra ropa no tienes, tu verás cómo te arreglas, te aconsejo que pienses como mujer, como hiciste ayer – me quedé muda, no me parecía mal, siempre deseé saber cómo es andar a diario como mujer, claro, aquí me tenía que aguantar toda la semana, mejor que me gustara, porque si no pobre de mí.

Empecé a afinar la voz nuevamente, tenía que practicar, con los modales no tenía problemas,

No caminaba tiesa ni iba como un lavarropa, sabía hacerlo normal. Aunque con esos pantaloncitos se me salían la mitad de los cachetes. Mi prima me quería hacer figurar.

Habían alquilado un departamentito con una habitación, un comedor pequeño, y una cocina más pequeña, pero me dijo Ale que no íbamos a cocinar. Íbamos a pasear, conocer Sevilla y a lo mejor llegar hasta Cádiz o algún lugar así.

En la habitación había una cama doble y una chica

  • Dónde vamos a dormir cada una – pregunté

  • Yo voy a dormir en la cama grande, si tienes miedo que te muerda, duerme en la pequeña

  • Lo decía por ti, a lo mejor no querías dormir conmigo

  • ¿Y por qué? Somos dos mujeres ¿qué puede pasar?

  • Nada, somos primas, aparte tú casi puedes ser mi madre

  • Oye, oye, eso de ser tu madre te pasas, que te llevó seis años nada más – nos acostamos

  • ¿Seis años nada más me llevas? Pareces tan vieja – se me tiró encima

  • Yo vieja, te voy a dar. Todavía que le tengo que arreglar las bragas es mal agradecida – hicimos una peleíta muertas de risa hasta cansarnos. Cuando paramos le pregunté

  • Como quieres que me ponga

  • Tira para allá, a ver si me sales peligrosa, pon el culo para este lado

  • A ver si me sales peligrosa tú qué ayer con mama me lo dejaron maltrecho – se me arrimó bien pegada, ella era la cuchara, no sé si sería yo la comida. Así nos dormimos

A la mañana nos levantábamos, nos aseábamos y a recorrer Sevilla. Había mucho para ver y para disfrutar.

Lo que más me costaba arreglarme sola era el sujetador, lo ponía arriba o abajo y se corría

  • Pero no lo puedes tener dónde tienes las tetas – me decía Ale una noche en la cama

  • Pero si no tengo tetas, donde quieres que las ponga – como dormía sin nada de ropa en el pecho, me giró y me agarró una tetilla

  • ¿Y esto que es? – me la pellizcó y me la estiró, y me gustó

  • ¿Cómo qué es eso? ¿me quieres decir dónde me engancho algo ahí?

  • No hace falta que te enganches, ven que te enseño – me dio una clase práctica de cómo ponerme el sujetador, aparte me daba un gusto, que hay que ver

  • Ale ¿a ti te gusta cuando te tocan las tetas? Porque a mí me gusta

  • Qué ¿te gustaron cuando te las toqué yo?

  • Sí, se sentía rico, si a ti con las tetas que tienes te gusta, me imagino la fiesta si te las tocan

  • Ay, Carla, es según quien te las toque. No te creas que vas por la calle, viene uno y te agarra una teta y tu loca de contenta, es según quien, tendrá que ser alguien que te guste.

  • Entonces tú me gustas porque cuando me agarraste las tetas me gustó

  • Eso porque nos tenemos cariño, dijiste que puedo ser tu madre

  • Voy a decirle a Mama que me toque las tetas a ver si me gusta

  • No seas loca, ni se te ocurra, ni siquiera le digas de lo que estamos hablando

  • Está bien. Qué misteriosas son ustedes las mujeres mayores – paramos la conversación ahí

Esos días estaban siendo los mejores de mi vida. Con sus veintiún años Alejandra tenía la altura mía, era vivaracha y no se cortaba por nada. Una noche me hizo entrar en una discoteca, mi altura me ayudó y algo puso ella con el maquillaje. Bailamos toda la noche entre nosotras. Le pregunté si quería bailar con algún otro, pero no quiso. Esa noche aprendí a bailar. Ale era espectacular, como la quería.

Se terminó la semana y hubo que pegar la vuelta. Ojalá a los dieciséis se les ocurra un regalo cómo este.

Mama cuando llegamos estaba loca de contenta. Llegué con la falda más cortita que tenía. Alejandra ya me había avisado que la iba a impactar a mi mama, me había acomodado los pectorales con mimo. De verdad parecía que las tetas fueran mías. Mama embelesada, nos besaba, nos dio un beso en los labios a cada una, un beso de cariño.

  • Hoy vamos a terminar esta semana con una noche de chicas, podemos tomar y bailar un poco, primero a comer, que deben haber llegado con hambre – si yo estaba contenta, mi mama multiplicaba la alegría. Bailamos las tres y se dio cuenta que había aprendido. Más contenta se puso. Cuando nos cansamos y nos preparamos para dormir, me pidió de vuelta.

  • Carla, vete a poner la ropa de dormir y ven a mi habitación que hoy dormimos las tres juntas – me fui corriendo, me duché para sacarme el sudor me puse unas bragas divinas y arriba un baby doll. Mi madre quedó maravillada

  • Estas preciosa, tú vas a dormir al medio, así te tenemos un poco para cada una

  • Bueno, pero que apunte para allá, a mí que me deje la parte del culo – pidió Ale.

  • Sí claro, mira cómo me lo dejaron la semana pasada – me lo acarició con mimo

  • Boba, si te quedó suavecito, dentro de poco te lo vamos a tener que depilar nuevamente.

  • ¿Quéeee? Ni loca, a mí no me pillan más, sáquense los pelos ustedes – me contestó mama

  • Carla, no seas ordinaria, cuando estás de chica pórtate como una chica, y ahora a dormir. Me quedé callada pero mi prima me siguió haciendo cosquillas hasta que se durmió. A la mañana, nos despertó mama – a ver a levantarse y vestirse que empieza la rutina.

Me fui a mi habitación, no sabía que ponerme si una falda o un vestido, en eso entró mama - ¡Y! ¿qué esperas? Vístete que tenemos que ir al súper

  • Es que no sé qué ponerme, ¿qué te parece, esta falda? – se me quedó mirando

  • Carlos, tu cumpleaños ya pasó, Carla por ahora no está más. Si quieres vestirte así lo puedes hacer en casa cuando no viene nadie, pero en los demás momentos tienes que ir de hombre.

  • Uy…tienes razón, pero me sentía tan bien así, que se me mezclaron los papeles, me voy a tener que despintar las uñas, puf…me va a llevar un tiempo.

  • Vístete que le digo a Alejandra que te ayude – se fue y mientras me vestí apareció Ale

  • A ver, como podemos hacer un primo de una primita – entró riéndose

  • No seas mala, va a ser mejor que no me pinte más las uñas, dan mucho trabajo

  • Sabes qué vamos a hacer, cuando te vistas para estar en casa te quedas con las uñas así, tienes manos lindas, y a mi primita le compro uñas postizas vas a ver qué bien te quedan.

Desde ese día, entre el colegio, los partidos, y las artes marciales, no me daba tiempo para vestirme como me gustaba. Cuando estaba mi papá tampoco, aunque él estaba poco, cuando no andaba de viaje, se anotaba a campeonatos de golf y en casa paraba poco.

En casa teníamos piscina, por lo que en verano, nos dábamos unos buenos chapuzones.

Ya habían terminado las clases. Alejandra se iba con Cristina mi mama, y yo me quedaba solo en casa. La había visto a Ale con un bikini espectacular, ese día se iban a quedar a comer en la ciudad. Me atacó la vena femenil, me fui al cuarto de Ale y buscando encontré uno parecido, me puse la parte de abajo, mucho no me disimulaba, pero tirándolo bien podía pasar. Después de todo lo iba a ver yo sola (cuando me travestía empezaba a pensar en femenino) los pechos eran más difícil.

Busqué las copas que había usado en Sevilla para rellenar los pechos, con un poco de tela adhesiva pude lograr un resultado decoroso. Me maquillé un poco para el espejo y me vi divina. Me puse unos tacones altos de mi prima que por cierto me quedaban chicos puse un poco de música y empecé a pasear alrededor de la pileta. No me veía nadie, pero en mi imaginación me veía en una pasarela entre modelos famosas, más feas que yo por supuesto.

Iba toda embelesada cuando siento un grito

  • Mi bikini nuevo, te mato, todavía no lo había estrenado – me empezó a correr alrededor de la pileta, yo era más rápido, pero con los tacones se me doblaban los pies. Ya me estaba por alcanzar y de perdida al rio, me tiré a la pileta, con esos zapatos tampoco era cómodo, tuve que agacharme abajo del agua para desprendérmelos.

  • Mira, cuando te pille te voy a dejar el culo como el día de tu cumpleaños

  • Anda grandulona, te aprovechas de una niñita como yo

  • ¡Niñita! ya te voy a hacer crecer de golpe, ¡mira! Los zapatos, me los destrozaste y el bikini, ¿dónde está la parte de arriba? De aquí no sales si no me devuelves todo – cuando me metí bajo el agua se me había salido

  • Ahora te lo busco, es que quise hacer toples – se me quedó mirando y le dio la risa.

  • Anda, busca la otra parte, hoy te salvas porque me agarras de buenas, pero de castigo te lo vuelves a poner y te vienes a tomar la merienda con tacones y todo – tuve que rastrear el fondo para encontrar las copas. Con un poco de maña me pude poner el sujetador, se veían más las gomas que la tela, los zapatos mojados me hacían resbalar

  • Camina cómo una señorita, y espérame afuera que no quiero que mojes la casa – se vino a mi lado y me reprochó - ¿te parece bien eso de agarrarme la ropa nueva?

  • Es qué te vi el otro día y estabas tan linda que me dio ganas

  • Y ¿porque no me lo pediste? Yo te hubiese dado otro que te hubiese quedado mejor, y te hubiese ayudado a ponértelo, hasta te podía sacar una fotografía que te iba a gustar.

  • Es qué esas ganas me agarran más cuando estoy sola – me agarró la cara y se la llevó contra su pecho, mientras me alisaba el pelo todo mojado

  • Ay Carlita, Carlita, si sabes que Cristina y yo te vamos a ayudar, ¿quieres que hoy tengamos a Carla en casa?

  • Pero si ya está Carla en casa

  • No vas a estar toda la tarde en toples, que ya se te corrió de vuelta. Vamos a buscar un vestido que hoy te quiero ver preciosa. Y vas a ver las tetas que te voy a poner. – mi prima era una diosa, me reñía, pero siempre se ponía de mi lado.

Ese verano lo pasamos muy bien. a pesar que había mucho trabajo en la empresa, Ale y mama se arreglaban para llevarla adelante. Alejandra ya se estaba por recibir y con todo lo que le enseñó mi madre, estaba preparada para suplantarla. Después me tocaba a mí, que también tenía que aprender la misma carrera.

Teníamos una discusión. Cristina mi mama, cuando no estaba mi papa dormía con Alejandra y yo cuando estaba de Carla quería mi derecho, algunas veces dormíamos las tres, eso me encantaba, sobretodo sentir las tetas de mi prima clavadas en mi espalda

Mi papá no se enteraba de mi doble vida, cuando él se quedaba en casa, yo casi siempre me iba a la mañana a jugar al futbol. Cuando volvía me estaban esperando los tres para almorzar.

Fue pasando el tiempo, comenzaron las clases. Alejandra ya se había recibido, seguía un posgrado y acompañaba a mama, yo estaba en lo último del preparatorio

Llegó la fiesta de Halloween, siempre me disfrazaba de alguna figura femenina tratando de que no me conocieran, y siempre me conocían, este año iba a ser diferente

  • ¿De qué te vas a disfrazar este año? No pienses mucho porque igual te van a reconocer.

  • No, esta vez no me van a reconocer, me voy a disfrazar de hombre – me quedó mirando

  • Tú estás tonto, ¿te vas a disfrazar de Rambo? Me parece que se van a dar cuenta que eres tú.

  • No va a ser de Rambo, tú ayúdame y vas a ver, ayúdame a sujetar este sujetador con el relleno, apriétamelo bien, así. Ahora ayúdame a disimular el rabo que no se note.

  • ¿No lo puedes hacer tú?

  • Ay…mujer, ni qué te costara tanto, ni qué mordiera

  • Yo no te pido que me arregles nada

  • Pues pídeme que te arreglo lo que quieras

  • Carla; que quieres que te diga, no sé lo qué quieres hacer, me dices que te vas a disfrazar de hombre y mira las tetas que te pones

  • Ya vas a ver, ayúdame a poner este corsé – era un corsé antiguo, seguro de mi abuela, me abarcaba del sujetador hasta donde empezaba el muslo, tenía las correas atrás, le pedí que me apretara bien la cintura, y sobre todo la parte del pecho. Quedé como un arrollado

  • Pero tú estás loca o loco, no sé. Te pones semejantes tetas y ahora las aplastas

  • Sí, para disfrazarme de hombre primero tengo que ser mujer, sino no es disfraz – al fin comprendió. El asunto era que pensaran en una mujer disfrazada. Se entusiasmó.

  • Carlita eres un genio, esta vez no te reconoce nadie, vas a estar perfecta, yo te ayudo

Me sacó los piercings de la oreja y me puso dos aros de perlas pequeños de uso corriente, el rasgo más distintivo eran mis ojos azules. Había comprado lentillas color miel, al revés de casi todo el mundo, me alisó las pestañas, me dio color natural a las uñas, mirando bien se notaba el cuidado. Cuando terminó estaba hecha una niña perfecta. Ahora faltaba disfrazarme de caballero.

Por empezar tenía que disimular las tetas, ajustó las cintas lo suficiente para que se notaran un poco nada más. Abajo un pantalón ajustado que me dibujaba el contorno y se notaba la parte del corsé, en el pecho una camisa de Ale que se abrochaba para nuestro lado, una capa tapaba tanta virilidad, y entre un bigotito que me había comprado y un arreglito ambiguo que me hizo en el pelo, quedé hecho uno de los caballeros más monos de las películas, las botitas que llevaba tenían algo de tacón.

La fiesta era en los salones del club más grande de la ciudad, iban a estar todos los estudiantes, muchos de los padres para vigilar, y los profesores. Había dos salones unos para los del preparatorio y el otro para los universitarios, no estaban separados pero cada cuál buscaba sus amistades. Cristina se quedó en casa. Ale se quedó un momento mirando cómo me iba y después se fue con sus amistades.

Me quedé andando a mi bola, divirtiéndome descubriendo a los que conocía, gozándome de mi incognito. Ponía la voz más bronca figurándome como más mayor. Me había incorporado a un corro de bailarines, cómo estaba de hombre me arrimaba a las mujeres, y ellas curiosas bailaban conmigo tratando de averiguar quién era. Podía ser una invitada, por eliminación podían saber quién no era. Estaba contoneándome cuando siento a alguien que se me apoya desde atrás y me dice

  • Ay, estoy buscando un caballero valiente que me proteja de los bandidos – me di vuelta, era Soraya, una de las chicas más populares y que mejor estaba (llevaba babeando a varios atrás de ella) no sabía en qué calidad me lo decía, si cómo hombre o mujer, yo tenía que seguir en mi papel. Era mayor que yo, me llevaba como dos años, tenía que tener cuidado, pero me envalentoné. Estaba vestida de dama antigua con media tetas afuera, pintada para una galería, los labios colorados, ella no se disfrazó, simplemente se dio una mano de pintura

  • Oh, mi bella dama, estoy a su servicio, pídame lo que quiera

  • Quédese a mi lado antes que vengan los malos, con su presencia alcanza – y me quedé, me vino muy bien lo que me enseñó Ale de bailar, estuvimos como una hora hasta que llegaron los lentos. Se me pegó cómo una lapa, no sé qué tenía conmigo, pero algo tenía, y una cosa era cuando jugaba con Alejandra, y otra cosa era querer hacer lo mismo con Soraya. Todavía no tenía seguro de que me tomaba, cómo me apretaba más bien pensaba que era un hombre. Algo vino a esclarecer el acertijo. Me vinieron ganas de mear, no sabía cómo decirle. Todavía no sabía si me vio preocupado o preocupada porque me preguntó.

  • ¿Qué le pasa mi valiente lo noto inquieto – le tuve que decir al oído

  • Tengo ganas de hacer pis – me miró con picardía

  • Oh mi hermoso caballero, ¿a qué baño va a ir?

  • Al que me dejen – soltó la carcajada

  • Ven, que las chicas no son tan malas, no van a dejar que un caballero tan guapo como tú se mee encima – me tuve que aguantar las burlas de las mujeres que estaban en el baño algunas eran compañeras de mi clase, nadie me reconoció y yo seguí haciéndome el varoncito. Cuando salí estaba Soraya esperándome – Viste que malas son estás mujeres, ven, vamos a la terraza que voy a hacerte pasar de este mal rato. Me gustaba estar con ella, pero me metía miedo. Ahora sabía que me tomaba como mujer. Lo que no sabía, que quería hacer con una mujer

  • Me gustan los caballeros con pendientes, que monos te quedan

  • Ah, eso es porque en mi otro trabajo hago de pirata, los piratas llevan pendientes

  • Sí, me gustan los piratas y si tienen unos pechos como los tuyos me gustan más

  • Es que hago gimnasia dónde va Cristiano Ronaldo, yo tengo más que el ¿viste?

  • Claro que vi, pero te pusiste una coraza, creo que tienes más que yo

  • No sé, pero más lindas que las tuyas no.

  • Qué caballero pícaro, se me hace que eres de un curso anterior, no te conozco

  • Es que recién llegué de las Antillas y aquí me encuentro una dama como tú

  • Qué rico, me encantan esos labios, a ver si traen la sal del caribe – me tomó de la nuca y me plantó un beso, era la primera vez que me besaban en los labios, no supe lo que hacer

– Huy…no sabes besar; sabes, me agarras en mi momento de docente, voy a tener que enseñarte, afloja un poquito la boca – fue abrir un poco los labios, que como una culebra me metió la lengua hasta el fondo

  • Uhm…corazón, vamos a sacar este bigotito, me gustas más afeitado – me lo sacó de un tirón, pegué un grito – Uy le dolió a mi hombrecito, a ver si con esto te pasa.

Puf…si lo de antes era un beso, a esto no sé cómo llamarlo. Me dio un morreo de no parar, yo ya que estaba, iba a dónde me dejaba. Dejé correr la mano y se la apoyé en la teta, no dijo nada y le di un apretoncito. Me sacó la mano y se separo

  • Te gusta cariño – se bajó la pechera y sacó una teta perfecta, comestible – toma tonta, es para ti – me la arrimó a la boca y a chupar. Era la primera vez, pero lo había visto tantas veces en video que parecía un huerfanito. Que rico que era, a mí me gustaba, a ella ni hablar. Jadeaba mientras me cambiaba de teta, otras cosas había visto en los videos, si no probaba hacerlo ese día vaya a saber cuándo, le mandé la mano bajo la falda, estaba preparada para el cachetazo pero no vino, le toqué el tanga y era una esponja, separó las piernas, la empecé a acariciar por arriba de la tela – Córrela – me pidió al oído, no me hice rogar, la corrí y moví los dedos por toda esa raja, se ve que no lo hice con mucha arte porque me dijo

  • Cariño, ¿nunca hiciste esto?

  • No, ¿lo estoy haciendo mal?

  • Muy bien no lo estás haciendo, pero no te preocupes, yo te enseño, deja que te llevo la mano, así, así, suavecito, que rico lo haces, así corazón, en esa puntita con cariño.

  • ¿Te puedo meter un dedito? – pregunté inocentemente

  • Sí mi amor, con cuidado puedes meter más – le metí dos, medio me tiró del pelo llevándome hacia la teta, gemía y murmuraba, me agarró la mano y empezó a empujar contra los dedos – Bonita, ¿cómo te llamas?

  • Segismundo, le contesté

  • No boba, tu nombre de verdad – no sabía que decirle, no iba a darle el mío, Marta contesté

  • Ay, Marta cariño, yo te voy a enseñar, vas a ver cuándo te lo haga yo como te va a gustar, sigue así bonita, me corro corazón, me corro – Puf…cómo se puso, con una mano me tenía la cara mientras me besaba por todos lados, las mejillas, el cuello, las orejas, hasta que se pegó a mi boca para soltar un gemido que me llenó los pulmones. Todavía tenía mi mano dentro del coño, se tiró para atrás sin soltarme

  • Cariño, que bonita que eres, tan inexperta pero como me gustó, eres un ángel. Sabes yo te voy a enseñar, vas a ver que se pueden hacer cosas más lindas, yo te voy a hacer cosas más lindas, veras como te van a gustar. Martita mi vida, eres mi novia ahora, vamos a hacer el pacto de las novias – me saco la mano del coño y se llevó los dos dedos a la boca y los chupó. Yo no decía nada, volvió a meterse los dedos adentro, sacó la mano y me la ofreció a mí, mucho no me gustaba, pero si se producía un escándalo y se daban cuenta que no era una mujer. La que se armaba después de haber ido al baño de damas. Tampoco sabía tan mal

  • Mi amor, vas a ver cómo vas a disfrutar, yo te voy a enseñar a gozar cómo una mujer como me hiciste gozar tú. Todavía debes ser menor, no le tienes que decir a nadie, esto queda entre nosotras, mira, ahora nos vamos a un sitio donde pueda hacerte feliz, vamos a soltar esas tetas divinas que tienes y vas a ver el trato que les doy. Mi amor, estoy deseando tener esas maravillas en mi boca y después me vas a prestar ese coñito tierno que debes de tener. Si eres virgen no te preocupes, te voy a hacer gozar sin sacarte la virginidad. Pero no dices nada ¿te comieron la lengua los ratones?

  • ¿Qué quieres que diga si siempre estás hablando tú?

  • Ay, perdona es que me emocionaste, muuua que riiica, te comería entera, anda vamos

  • Espérame aquí que voy a buscar la cartera

  • Vete mientras me arreglo la ropa, anda que te espero

Me fui apurada, salí afuera al lado del coche y llamé a Ale

  • Ale ábreme el coche con el mando a distancia

  • ¿Tienes que buscar algo?

  • No, me tengo que meter adentro, no te preocupes que aquí te espero

  • Pero Carla ¿qué te pasa? No estarás con alguien

  • No, no te preocupes, yo te espero durmiendo aquí atrás – le corté sino me llena de preguntas. No tardó ni cinco minutos para venir,

Espero que esta vez pueda subir el relato con el deseo que sea de su agrado. Continuara