Mi prima

Tuve mi primera experiencia de dominación, siendo sometido por mi prima

A continuación voy a relatar la experiencia que viví hace dos veranos. Raquel, una prima mía a la que no veía desde hacía muchos años, volvió ese verano al pueblo a pasar unos días.

Venía con su marido. Ella tiene unos años menos que yo, creo que 44, igual que mi mujer. No tienen hijos.

Tengo que decir que desde que éramos niños, nuestra familias veraneaban junta y que ella me ponía a cien. Fueron muchas veces las que acabamos en la cama magreándonos el uno al otro. O más bien yo a ella. La verdad es que a esa edad siempre andaba salido y detrás de ella, toqueteándola continuamente, aunque ella nunca se negaba.

Venían a pasar un fin de semana tan solo. Decidimos que nos iriamos a la playa donde nosotros tenemos un apartamento. Mis hijos son ya mayores y no venían, así que ibamos los cuatros solos, pero mi mujer tenía que trabajar el sábado por la mañana obligatoriamente.

Como ellos no disponían de mucho tiempo, decidimos irnos los tres el viernes a medio día, cuando yo saliera del trabajo y mi mujer iría el sábado al salir del trabajo. La distancia era como una hora y cuarto de trayecto.

En cuanto llegamos nos fuimos a la playa. Mi prima llevaba un bikini que casi no enseñaba nada. Yo diría que estaba incluso mejor que cuando eramos jóvenes. No me cortaba mirándola para nada. El marido, Victor, no parecía que se molestase nunca, a pesar de que era evidente que se daba cuenta.

Empecé a pensar entonces que era un poco raro. Hablaba muy poco, y casi nunca en presencia de su mujer, a la que por supuesto no contradecía en nada.

Cuando llevábamos un rato, ella dijo que estaba cansada y que quería irse un rato a descansar. Me pidió que por favor la acompañara y a Victor, antes de que abiera la boca le dijo “Cariño, no es necesario que nos acompañes, ya lo hace mi primo. Tú quedate aquí y disfruta de la playa”.

Yo entendí esto como que quería estar a solas conmigo, así que nada más entrar en el apartamento me abalancé sobre ella y la besé. Ella me correspondió, pero después de un instante, me dijo que no tuviera tantas prisas.

Nos fuimos al dormitorio de matrimonio, que yo le había cedido a ellos, y al llegar se bajó las braguitas del bikini y echándose sobre la cama, me pidió que le comiera el coño. Yo no lo pensé ni un minuto y puse mi lengua a trabajar de momento, mientras clavaba mis rodillas en el suelo.

Se corrió al menos dos veces, pero no dejaba de apretar mi cabeza, mientras que sus pies reposaban sobre mi espalda. Cuando se cansó, me dijo que me tocaba a mi.

Buscó en el armario una especie de gimnasio y sacó un antifaz. Yo debí poner cara de extrañeza porque me dijo que no me preocupara antes de ponermelo.

En la oscuridad noté como me dirigía y aunque no sabía lo que hacía me puso las manos hacia atrás y me puso algo metálico, unas esposas.

Sentí como me puso con la cabeza sobre la cama y ofreciendo todo mi trasero. Yo estaba expectante, tratando de averiguar qué pretendái hacer. Una serie de azotes, con un cinturón o algo parecido interrumpieron mis pensamientos.

Cuando empecé a gritar y decirle que estaba loca, me dijo “Cállate, maricona” y siguió y yo seguí gritando hasta que entendí que cuanto más lo hacía más me azotaba ella. Me callé y ella siguió un rato, mientras me decía “Así me gusta, puta”.

Cuando se cansó, comenzó a acariciarme las nalgas. “Te las he dejado todo rojas, cabroncete. A ver qué te dice tu mujer cuando te vea así.”

Joder, eso iba a ser un problema. Le pedí que parara ya, pero ella no solo no me obedeció, sino que noté como jugaba con sus dedos en mi culo. Empezó a introducirlos uno a uno, hasta que consiguió abrirme el esfinte y noté como me frotaba con una especie de crema.

A esas alturas me sorprendí de ver lo dura que tenía la polla, cuando sentí como me introducía algo duro. La muy puta se había puesto un arnés y me estaba follando como si yo fuera su putita, porque eso era lo que me decía aparte de otras lindezas.

Venga, perra, pideme que te folle y cosas por el estilo no hacían más que excitarla aún más. “Gimes como una niña”. Luego averigüé que el arnés también tenía un pene por el lado de dentro y que la zorra disfrutaba con cada embestida el doble.

Después de un buen rato, paró y dandome la vuelta, me levantó la cabeza y me quitó el antifaz. Me encontraba mirando hacia la puerta y vi que allí estaba Victor.

Ella no me dio tiempo a que dijera nada, sino que le espetó a su marido. “Ahora te toca a ti cariño”. Ella misma le bajó las bermudas que llevaba puesta y le acercó el nabo a mi boca. “Y tú ya sé que eres una puta. Ahora quiero saber si también eres una buena mamona. Chupa el nabo de mi marido y disfruta como él, que hoy le voy a dejar que se corra.”

Despojado ya totalmente de mi dignidad comencé a mamar aquella verga, notando como se iba endureciendo a cada lametaco mío. Así estuve hasta que Victor se corrió, y apenas pude apartarme cuando noté el primer chorro de semen en mi boca. Terminó de correrse en mi cara el cabrón.

Raquel me quitó las esposas y me ordenó que me duchara. Así hice. Luego les tuve que preparar la cena. Ella me dijo que si me volvía a pasar lo más mínimo no sólo me enteraría de lo que vale un peine, sino que le contaría a mi esposa que había querido sobrepasarme con ella.

Cuando llegó mi mujer, la situación se convertió casi en insostenible. Durante el viaje de vuelta, que hicimos mi mujer y yo en nuestro coche, ella, con la mosca detrás de la oreja todo el fin de semana, me preguntó que qué pasaba. Yo por un lado tratando de evitar a mi prima y al marido.

Ella regodeándose y dándome órdenes, delante de mi mujer, como si fuera un criado y él, que no se quitó un socarrona sonrisa en ningún momento.

Acabamos discutiendo, que me vino bien, porque estuvimos unos días durmiendo separados y así no vió el estado en que la muy puta de mi prima me había dejado el culo.

En alguna ocasión, le he sugerido a mi mujer que me azotara o que me follara con algo, para probar algo nuevo, pero lo único que he conseguido es que me mire con una cara de perplejidad...

Y en una ocasión llegó a preguntarme si eso tenía algo que ver con mi prima, por lo que ya no he sacado el tema más, por si acaso.