Mi Prima (1)

La fascinación por la bombacha de mi prima de 21. Mi prima mayor de 21 años me visitó. Lo que nunca se me había cruzado por la cabeza, en esta ocasión sucede, y termina en algo inesperado.

Mi prima I

La fascinación por la bombacha de mi prima de 21.

Mi prima mayor de 21 años me visitó. Lo que nunca se me había cruzado por la cabeza, en esta ocasión sucede, y termina en algo inesperado.

Para empezar, el relato es 100%. En caso de incluir los nombres de algún protagonista, sabrán entender el cambio en el resguardo de privacidad. Muchas gracias.

Comenzaré por describir a mi prima: es morocha, alta, su rostro es bello y si bien no tiene un cuerpo deslumbrante, sí es muy apetecible, tanto porque es un cuerpo bien formado, como por la forma en que ella lo lleva (muy sexual por cierto).

No esperaba mucho de la visita de ella, ya que vendría con su madre y con su hermano menor. Era una reunión familiar, vinieron mi tía, mi primo y mi prima; con intenciones de ella de quedarse a visitarnos unos días. La encontré muy cambiada con respecto a otras veces; estaba más desfachatada, mucho más sexual en todos sus movimientos. Por supuesto esto no causó un efecto inmediato en mí para cambiar la percepción que siempre había tenido de ella; no obstante fue una sorpresa, y sólo una sorpresa hasta ese momento, sin connotaciones.

Como la cena se dilató en tiempo, y se hizo muy tarde, decidieron quedarse a dormir todos. Al ser mi casa muy chica, dormíamos todos muy encimados. Así que en mi pieza compartían un colchón mi prima y mi primo, y mi tía dormía en mi cama. Yo dormiría en la pieza de mis padres.

Todos transcurrió con absoluta normalidad: comimos, charlamos, nos reímos, rememoramos viejos momentos, y la pasamos muy bien todos. Mi prima antes de acostarse se pegó un baño. Yo me quedé en la computadora viendo pornografía, y para unas dos o tres horas después, ya estaba que sacaba chispas del pantalón. Me proponía a masturbarme; algo que no representaba mucho peligro de ser descubierto ya que todos llevaban varias horas de dormidos. De todos modos, el morbo de la situación era un condimento especial; mi casa, como ya dije, no es muy grande: la división desde el living (donde está la pc) hasta los cuartos, no será mayor de 5 metros.

Me dispuse a buscar un poco de papel higiénico al baño para poder acabar sobre él y no enchastrarme el estómago. Cuando logro enrollar el papel en mi mano, y antes de orientarme a salir, veo algo que me pasmó: mi prima había lavado su bombacha y la había colgado en la baranda de las toallas del baño. Era una bombacha de encaje verde. La toqué... estaba algo húmeda todavía. La sangre se me heló, al encontrarme con el ardiente deseo de tomarla y olerla. Lo hice, y los vahos de jabón de tocador, con un leve dejo de su concha, me subieron por la nariz hasta los rincones más enfermos del cerebro. La lamí. Luego la temperatura me empezó a subir al rostro, como si me ruborizara; aunque no podía discernir si era por calentura o por el pavor de poder ser descubierto.

Decidí salir del baño, para disminuir las posibilidades de ser sorprendido en semejante acto. Me arrimé de nuevo a la computadora, y seguí mirando pornografía mientras alternaba la perfumada y suave bombacha de mi prima entre mi nariz y mi pija. Marcaba con mi palo el trozo de tela donde se había apoyado su conejo; envolvía la bombacha como momificando mi verga y procedía al sube y baja. Era una sensación fuera de este mundo, tanto por el tacto precioso de los encajes en mi falo (y mis huevos), como por la situación en sí: me masturbaba con la tanga usada por mi prima ese mismo día, en mi casa, con ella, su madre y su hermano presentes, durmiendo a una distancia menor a los 10 metros de donde me encontraba!! En menos de lo que durara un pestañeo, podría ser descubierto, no sólo por mi prima, no sólo por mi primo, no sólo por mis padres, sino por mi tía misma...

Volaba de goce, jugueteando la bombacha entre mis manos, entre mi pija, en todo mi rostro. Sin pensar en las consecuencias que pudiera tener, acabé sobre la bombacha, exactamente donde su concha se había apoyado y seguramente se volvería a apoyar. Mi semen bañó la tela, y en cuando terminó mi embeleso, comenzó una sucesión de pensamientos que taladraban mi cabeza toda (esta vez la de arriba): Me había masturbado enfocado en mi prima como objeto sexual, y había usado sus tangas en dicho proceso. No sólo era el descaro de tener deseos incestuosos: había traspasado los límites mentales, llevándolos al campo físico. Me sorprendí de encontrarme conmigo mismo en ese momento, me sentía más animal y amoral que nunca, como un despojo. A pesar de esto, el placer físico se infiltró tanto en mí que no caí más en consideraciones éticas ni morales.

Debía enfrentarme a la problemática urgente de limpiar la bombacha empapada en líquidos seminales míos, cuidando hasta el extremo de no dejar mancha o rastro alguno. Esto era casi tanto o más arriesgado que haberse masturbado con la ropa interior: en primero porque me tomaría mucho tiempo, y era inevitable el hacer ruido. Vuelvo a remarcar que mi casa es pequeña; así que cualquier vibración excesiva causaba en mí un estruendo inmenso, el cual peleaba por callar por miedo a que el eco de mi ser se multiplicara como una campana con un megáfono. Cuidaba la posición del jabón, la forma en que cayera el agua; y no sólo eso, también estaba atento a que nadie se levantara y me descubriera relavando la bombacha de mi prima... ¿Qué diría en caso de ser pescado in fraganti? No había explicación posible, y si la había, el terror bloqueaba mi creatividad, cubriéndome con un velo de pánico.

Afortunadamente, lavé la bombacha sin ser descubierto, sin despertar ni llamar la atención de nadie.

Me acosté; confieso que me costó dormirme, pero concilié el sueño.

Quizás no hubiera dormido por varios días si sabía lo que me esperaba después de eso.

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