Mi placer: compartir a mi esposa

Ella abriendo los ojos volteó hacia mí, y me dijo suavemente, -que no me haga nada por favor, no me entregues-, mientras volvía a cerrar los ojos y gemir de nuevo.

Siempre pensé que mis fantasías eran descabelladas y hasta cierto punto pervertidas, en mi mente se rechazaban las cosas que pasaban por mi cabeza.

Todo empezó cuando tenía 20 años, mi novia en ese entonces y ahora mi esposa tenía 18, y la hice pasar por un rato delicado, y para mi morboso en ese momento.

Siempre al calor de nuestra juventud, nos acariciábamos y manoseábamos, llegando al punto de que me masturbaba en cuanto lugar solitario u oscuro encontrábamos, incluso si encontrábamos el lugar apropiado nos dábamos sexo oral, todo hasta ahí era permitido por ella, pero sin dejarme avanzar más, es decir sin llegar al sexo.

Nos encontrábamos en una unidad deportiva, a la cual habíamos llegado buscando lugares solitarios para besarnos y acariciarnos a nuestro antojo, por ser día entre semana y ya casi para oscurecer, el lugar se encontraba casi desierto, nos alejamos hasta unos locales que eran como bodegas y entre unos muros que se encontraban a la entrada de los mismos, nos entregamos a caricias, yo la besaba mientras mis manos recorrían sus cuerpo, ya sus piernas, sus pechos y sus hermosas nalgas que siempre me han gustado, buscando más morbo maniobré la perilla de la entrada, encontrando que se encontraba sin llave, tomándola de la mano la introduje al lugar con un poco de resistencia de parte ella, pero ya dentro no demostró más resistencia.

Ya su vestido se encontraba abierto, ya que era de botones al frente, y mis manos manejaban sus pechos para sacarlos del sujetador, y poder saborearlos con la boca, pronto su vestido, por la falda ya había recorrido sus muslos para estacionarse en su cintura, y mis manos se recreaban en sus lindas piernas y no menos hermosas nalgas, amasándolas y acariciando su entrepierna también, ella se excitaba cuando la trataba de esa manera y su mano siempre viajaba a mi notable erección, para maniobrar en mi cierre y sacar mi verga para acariciarla con sus manos, una de las cosas que me permitía era tallarle la entrepierna con mi verga, así que le bajé su pantaleta que en ese tiempo no las usaba tan pequeñas, y dejándoselas a medio muslo metí mi verga entre sus piernas tallando su sexo, yo la tomaba de las nalgas para atraerla hacia mí y simular el sexo, mientras ella con los ojos cerrados, me tomaba de la cintura también y me atraía hacia ella y se restregaba en mi verga.

No nos dimos cuenta nunca, que alguien había entrado y nos observaba, hasta que nos habló fuertemente y amenazante, la reacción fue instantánea de soltarnos, pero nos quedamos asustados y sin movernos por un momento, yo con la verga de fuera y ella con los pechos expuestos y su entrepierna al descubierto dejando ver sus vellos púbicos, y su pantaleta a medio muslo.

Este hombre se acercó a nosotros mientras nos amenazaba acerca de que estábamos en un lugar público y que él era guardia de ahí y que hablaría a la policía para que nos llevara, su vista estaba fija en la semi desnudez de mi chica y de una forma rápida una de sus manos fue a tallarle la entrepierna de ella, al hacer esto forzó a que ella abriera ligeramente las piernas, claramente pude observar como sus dedos penetraban el sexo de mi nena, la reacción en mi verga fue mortal, ya que esta se erectó rápidamente, solo que también por instinto una de mis manos fue a detener su mano invasora mientras ella estaba paralizada mientras su sexo era invadido por unos dedos extraños.

Al hacer esto su mano se separó de ella mientras rápidamente ella bajaba su vestido para ocultar su sexo y cerraba su vestido del frente, este hombre me tomó del brazo y nos alejamos, discutimos sobre si llamar a la policía o dejarnos ir, pero él quería su parte, quería que le dejara un rato a solas con ella, yo me negué aduciendo que ella nunca lo permitiría, en fin después de un rato con un dinero de por medio nos dejó partir, solo que al salir, el me empujó a la salida y mientras ella salía le acarició las nalgas.

Ya lejos del lugar ella se volteó hacia mí y me dio una sonora cachetada, insultándome por lo que la había hecho pasar y dejándome en la calle tomó un taxi y partió, no sin antes decirme que no quería saber más de mi.

Ya con tiempo de por medio me volví a acercar a ella, hicimos las paces y volvimos a ser novios hasta que nos casamos, ese asunto quedó sepultado, ya que con los años al querer revivirlo en una sesión de sexo, ella se molestó y me dijo que no quería recordarlo.

La situación fue que yo recordaba a través de los años este incidente con una morbosa excitación, hasta soñé un día que este hombre la había poseído enfrente de mí, pasaron los años y yo buscaba situaciones arriesgadas para tener sexo con ella, ya con la complicidad del matrimonio, pero nunca obtuve ni por lejos algo parecido.

Los hijos crecieron y se fueron a estudiar fuera, y nos quedamos solos, ella había embarnecido, y a pesar de tener ya 43 años ella, su cuerpo es hermoso, sus piernas son macizas, suaves, blancas, sus pechos aun fuertes, talla 34C, y sus nalgas aun redondas y paradas, es hermosa para mi, yo seguía empecinado en el sexo con ella, y le hablaba mientras la poseía, cosas como, “te gusta mi verga, chiquita”, “me gusta como coges”, etc., cosas que ya aceptaba y cuando se excitaba reaccionaba contestando afirmativamente a mis preguntas.

Todo sucedió en una salida a cenar y con algunas copas de por medio la invité al cine, fuimos a una función de una peli, que estaba por ser retirada de la cartelera, y por ser la última función, cuando entramos resulta que éramos los únicos en la sala, al menos eso creímos, la película no era tan buena, y yo aproveché para empezar a manosearla y excitarla, sentí que por las copas quizás ella respondía ampliamente a mis caricias, yo la abrazaba con mi brazo izquierdo mientras le tallaba los senos con esa mano, mientras con la otra le acariciaba las piernas subiendo su falda que era algo ceñida, su blusa era de tirantes, y con un brassier estrapple de media copa, bajé sus tirantes y liberé esos macizos globos y le estrujé los senos, su entrega era evidente, se mordía los labios para no emitir ruidos, ya se encontraba con las piernas separadas y mi mano invasora entre su rajada por encima de su pantaletita, ella se dejó hacer a mi antojo.

Era excitante verla con los ojos cerrados, la boca abierta, su blusa y brassier casi en la cintura así como su falda, y las piernas abiertas con su entrepierna expuesta solo oculta con su pantaletita blanca, tratando de no emitir un gemido que amenazaba con salir de sus labios.

Sentí un movimiento y sin dejar de hacerle a ella miré discretamente atrás de nosotros y vi que un tipo nos observaba como a tres filas, eso me excitó mas y mi mano se introdujo entre su pantaleta tallando su clítoris, eso la hizo prenderse más y se abandonó totalmente soltando sus brazos y abriendo mas sus piernas, cuando me di cuenta el tipo aquel ya se encontraba en la fila trasera observando, se tallaba su verga sobre el pantalón, yo le mamaba los pechos a mi mujer mientras mi mano derecha no dejaba de hurgar en su panochita.

El tipo se inclinó hacia el asiento de ella mientras me miraba como pidiendo permiso, yo le hice una ligera seña con mi mano izquierda y el se paró acercándose a ella, cuando el con sus dos manos la tomó de los hombros, a la vez yo le solté los senos que mordisqueaba con mi boca y dejé libre su panochita para inmovilizarla de ambas manos, ella al sentir el contacto abrió los ojos y se trató de enderezar mirándome pero sin decir nada, como yo le tenía tomada de las manos y el bajó las suyas a sus pechos ella quedó presionada al asiento, mientras me decía: -¿Qué pasa, qué haces?.

Yo acercando mi boca a su oído izquierdo, le susurré: -No pasa nada, chiquita, no es nada, no es nadie, solo tú y yo para disfrutarlo-. Mientras le mordisqueaba la oreja y besaba la misma y su mejilla y cuello, noté como el le estrujaba los pechos y apretaba los pezones, sentí que ella ya no luchaba pero se mantenía tensa sin decir nada ni hacer sentir nada.

Mis manos dejaron libres las de ella, y volví a atacar su entrepierna que ella había cerrado, mi mano derecha acariciaba sus piernas y haciendo presión trataba de abrirlas pero ella mantenía su postura. Opté por susurrarle al oído tratando de excitarla, diciéndole cosas como: -Disfruta mi vida, solo somos tu y yo, nadie más, te ves hermosa así-, mientras observaba sus pechos ser manoseados por el tipo desconocido, poco a poco fue cediendo y sus piernas se fueron abriendo para ofrecer de nuevo su panocha a mis dedos invasores, ella ya gemía suavemente y de nuevo cerró los ojos para entregarse a nuestras manos, mientras yo le seguía excitando el morbo hablándole al oído.

-Qué rica estás mi putita, te ves deliciosa así con las piernas abiertas para mí, ¿Te gusta lo que te hago?-.

Ella asentía con la cabeza sin abrir los ojos ni dejar de gemir suavemente.

-No te preocupes mi putita, no es nada, ni pasa nada, solo son unas caricias, disfrútalo, soy yo solamente-.

Ella abriendo los ojos volteó hacia mí, y me dijo suavemente, -que no me haga nada por favor, no me entregues-, mientras volvía a cerrar los ojos y gemir de nuevo.

Le hice una seña al desconocido para indicarle que se pasara con nosotros y rápidamente obedeció, pronto estaba sentado al lado izquierdo de ella, levantamos los reposabrazos, y ahora eran dos manos que se disputaban su entrepierna, y dos bocas que saboreaban sus pechos, ella estaba totalmente entregada dejándose hacer.

Vi como él se liberaba la verga para acariciársela mientras seguía estrujando e invadiendo el cuerpo de mi adorable esposa, hice lo mismo para masturbarme lentamente mientras veía como ese cuerpo que siempre se mantuvo solo para mí, era atacado por otro hombre con el abandono de ella y lo que era más inquietante delante de mí, con mi consentimiento.

Ella seguía con los ojos cerrados y la boca abierta, la cabeza la movía lentamente de un lado a otro mientras sus manos se aferraban al asiento, con los pechos expuestos y las piernas abiertas totalmente y su pantaletita a un lado dejando ver su hermosa cosita brillante por la excitación a la que estaba expuesta, la diferencia era que yo ya no la tocaba, era el solamente el que le penetraba con los dedos y mordisqueaba los senos.

Tomé su mano derecha y la hice abarcar mi erecta verga, ella la oprimió y yo ayudándole la hice masturbarme lentamente, vi como él le tomaba la mano también  para que le hiciera lo mismo pero ella se negó aferrando su manito izquierda al asiento, el con cautela le sobaba la mano y de nuevo hizo el intento, su mano de ella se despegó del asiento pero se resistía a llegar a tocársela, el sin apresurarla la fue induciendo hasta que su mano se depositó en su verga pero sin atreverse a mas, solo le puso la mano encima, el no la forzó a mas y dejó su mano así encima de su verga pero sin dejar de oprimir su propia mano sobre la de ella, mientras a mi me masturbaba, y a él se la tocaba solamente, entre los dos empezamos a manosearla de nuevo, ya las piernas, abriéndoselas al máximo, su cosita, sus senos y se los besábamos alternando nuestras caricias, pronto ya sus manos trabajaban al mismo tiempo con nuestras vergas.

Le hice una seña a el de que se parara, al hacerlo la soltó y yo la tomé entre mis brazos, besándola dulcemente y hablándole palabras suaves y excitantes.

-Así mi reina, que rica eres, te amo mi vida, disfrútalo mi amor, eres mi nenita linda-. Decirle esto y seguirla dedeando y abarcando sus senos la hacía derrumbarse más. El tipo este estaba de pie con la verga erecta junto a ella esperando que mas hacer.

Tomé con ambas manos su cara y dirigiéndosela hacia la verga de él sin dejar de besarla, le decía: -Abre la boquita mi vida-.

Ella al sentir el roce de la verga de él en su cara se resistió y volteo la cara hacia mí susurrando: -No, por favor no me hagas esto-.

De nuevo la besé dulcemente sin dejar de acariciarla y solo le dije: -Soy yo mi vida, es mi verga, disfrútala, no es nadie más-.

De nuevo tomando su cara la guie hacia la verga de él, ella no impuso gran resistencia pero se seguía negando, la tomé con una mano de su mejilla izquierda y con la otra de su barbilla para que abriera la boca, lo que logré, ya que ella abrió lentamente la boca y el aprovechó para acercar su verga a su boca. Observé como esa verga se introducía poco a poco en su cavidad bucal hasta casi tragarla toda, entonces él con suavidad empezó un metisaca mientras yo colaboraba empujando hacia atrás y hacia adelante su cara. El cerró los ojos disfrutando de la mamada que mi esposa le hacía.

La solté y ella siguió con su función sin necesidad de ser guiada, le chupaba la verga con maestría como si fuera la mía, mi mano estaba en mi verga masturbándome, viendo como mi adorada mujercita mamaba la verga de otro hombre.

Entonces tomándole su pierna derecha, se la alcé abriendo su entrepierna, y la empecé a dedear de nuevo, haciendo a un lado su pantaletita, e introduciendo mis dedos en ella, ella soltó momentáneamente la verga que tenía en la boca y volteó a verme, con los ojos brillosos y semicerrados y sin decirme nada volvió a atacar la verga de él.

Tomando mi verga con una de mis manos se la acerqué a su encharcada rajita y con un poco de esfuerzo por la incomodidad se la fui introduciendo, ella sintió el gocé ya que empezó a gemir con la verga de él dentro de su boca y retorcía su cadera buscando mas la penetración, la empecé a coger con una excitación enfebrecida, sobándole los senos, ella pronto se vino ya que su cuerpo se estremeció y se convulsionaba como nunca la había sentido, yo no resistí mucho y me vine dentro de ella. Mientras la jalaba por la cadera me venía dentro de ella, me abracé a ella mientras observaba como seguía mamando la verga de él, creo que sintió que él se venía porque lo soltó, el intentó introducírselo de nuevo en la boca, pero ella se negó y solo se la siguió haciendo con la mano y dirigiendo su verga hacia el vacío, el se tensó viniéndose y retorciéndose, disfrutando de su venida.

Cuando terminó de vaciarse le hice señas de que se alejara a lo que el limpiándose como pudo se acomodó su ropa y se alejó, yo abracé a mi esposa y sin decirle nada la besé con suavidad y ternura, ella se mantuvo quieta y en silencio.

Yo no me atreví a decir nada, ya en frío, la boca seca y la mente en claro no me salían palabras para aclarar lo sucedido, lo que la había presionado a hacer, a que otro la disfrutara y disfrutar yo, haberla tratado como una ramera. Ella tampoco dijo nada en silencio sacó de su bolso unos pañuelos desechables y se limpió su entrepierna, se acomodó sus ropas y mirándome fijamente solo dijo: -¿Ya?-.

Y se paró, a lo que yo apresuradamente me acomodé mi verga dentro del pantalón y me incorporé y buscamos la salida.

No hubo palabras, ni reproches, ni explicaciones, en el fondo yo me alegré de que no me dijera nada ni me pidiera explicaciones, ya que no sabría dárselas, pasaron los días y todo siguió como si no hubiera pasado nada, pero si había pasado, y la prueba fue que unos días después al tener sexo, mi mente se distorsionaba al recordar lo sucedido, y mi excitación se agrandaba, la respuesta de ella fue más intensa que antes, quizás también recordando lo que había pasado, el sexo fue recompensante para los dos y disfrutábamos más intensamente, sin hablar de eso pero disfrutando de su recuerdo.