Mi Perfecta Fantasía (2)

Juego del Doctor.

Bueno, pese a lo poco usual que fue la técnica anterior, a algunas personas les gustó, y para ellas he escrito nuevamente en segunda persona. Espero que esta fantasía les resulte agradable y sensiblemente erótica. Gracias.

Mi Perfecta Fantasía (II)

Yo no soy doctor y no tengo idea de como se realiza un examen médico exhaustivo, pero esta es mi fantasía.

¿Quieres Jugar al doctor? Juguemos.

Entras al consultorio vestido como siempre te vistes, un pantalón de mezclilla y una camisa blanca. Yo estoy sentado y te observo acercarte, miro tus ojos, siento los nervios que recorren tu cuerpo y al mismo tiempo, un escalofrío recorre el mío. ¡Qué guapo eres! Te saludo y me respondes con una tímida sonrisa. Te pido que te sientes y así lo haces, yo observo los fuertes músculos de tu cuerpo funcionar. Tu pecho que se marca entre tu ropa y tus hermosos brazos que se descubren en tu camisa remangada cuando tomas asiento.

¿Y bien, qué tiene?

Respondes que desde hace tiempo te has sentido cansado, deprimido, y que de vez en cuando tienes problemas al orinar. ¡Cuántos problemas tienes! Como todo hombre en algún momento de su vida puede llegar a tener, sin embargo, tú estás aquí.

Te pregunto tu nombre, donde vives, tu edad. Me levanto y camino hacia tu lugar, tomo un estetoscopio y lo coloco en tu pecho, y siento el calor que emerge de él. Te pido que respires profundamente, inhalas y después de unos momentos, exhalas, mientras yo toco tu pecho con la yema de mis dedos que se escurren en el estetoscopio.

Muy bien, no he encontrado nada. Prosigamos.

Desabróchese los botones superiores de la camisa, por favor.

Así lo haces, con lentitud mientras observas sereno mi escritorio. Entonces pongo mi mano sujetando el estetoscopio entre tu camisa y tu pecho desnudo. Siento entonces por primera vez la calidez de tu piel y se siente tan maravillosamente bien, que podría escucharlo todo el día, mientras ese calor recorre mi imaginación. Respiras profundamente tres veces, y tres veces me enloqueces.

Levántese por favor. Te levantas.

Súbase a la mesa de exploración. Y así lo haces con tus fuertes brazos. Reposas mientras te observo subir y me pareces más grande.

¿Se puede quitar la camisa?

Comienzas a desabrocharte el resto de los botones de tu camisa, y vas descubriendo una bronceada piel cubierta de algunos vellos. Te la quitas por las mangas normalmente y dejas al descubierto un hermoso torso desnudo, que emana calor a mi cuerpo y además, de él emerge un aroma a hombre tan rico, que me siento sumergido en él.

De nuevo pongo mi estetoscopio en tu pecho, pero ahora, con la otra mano, tomo tu desnudo hombro y casi, de manera discreta, puedo acariciarlo, mientras tu boca ahora queda más cerca de mi, y percibo tu aliento tibio y tu respiración agitada, estás nervioso, y yo, yo estoy tan nervioso que hasta tiemblo.

Levántese.

Te levantas, yo me pongo detrás de ti y acerco mi oído a tu espalda, qué delicioso calor, qué varonil aroma, qué poderosa sensación me invade cuando la toco, la veo y la respiro, no se si has notado mis intenciones, pero como me has complacido.

¿Te puedo hablar de tú? Aceptas con una sonrisa.

Levanta los hombros, sí?

Levantas los hombros y yo, colocado tras de ti, recorro con mis manos desde tu cintura hasta tus manos, aunque eres más alto que yo y casi no las alcanzo.

Dime donde te duele

Comienzo a tocar toda tu espalda con suaves apretones, tú sientes mis dedos tibios recorriendo tu espalda desnuda. Sientes mi aliento acariciar tu piel. Percibes mis escalofríos que señalan, algo que te inquieta más. En ningún lado te duele, no en ningún lado de la espalda. Me coloco frente a ti y te pido nuevamente que levantes las manos. Entonces, comienzo a tocar nuevamente con pequeños apretones tu cuerpo, pero ahora es tu pecho el que me deleita, y ahora tú me miras mientras te toco y te sientes un poco usado, pero no dices nada, te gusta sentir mis suaves manos recorriendo tu pecho, recorriendo tu vientre con suaves movimientos, casi tímidas caricias, te gusta percibir mi respiración en tus pectorales y a pesar de todo, tú te siente con el control y lo señalas, respirando fuerte sobre mi cara, eres más alto que yo y tu aliento me cubre, eso querías, demostrarme la fuerza con la que respiras, cubrirme con el viento que exhalabas y enloquecerme con él.

¿Así que no puedes orinar? Te pregunta, ha llegado el momento de empezar el juego en serio. Respondes afirmativamente.

Muy bien, me agacho hasta que mi cara esté a la altura de tus genitales. Aún con el estetoscopio en el cuello. Acerco mi cara y una mano a tu bragueta.

¿Te molesta si toco? Respondes tímidamente que no.

Con mi mano sobre tu pantalón palpo tus genitales. Sí... los siento, siento su forma, su calor, siento lo más privado y los más hombre que hay en ti, lo más sensible a pesar de todo. Ahí está, tras tú pantalón, siento como late incluso, como palpita brevemente y se mueve.

Pongo mi estetoscopia en tus genitales, tu me observas. Disfrutas cuando te toca el pene aún bajo la ropa, disfrutas verme así, agachado, entretenido en tu mayor motivo de orgullo, la expresión más sexual y más fuerte de tu personalidad, tu miembro viril. Te sientes un poco utilizado, y aún así, lo disfrutas, te encanta ser por una vez, un objeto sexual tan apetecible e incluso, mientras te palpo, sonríes.

Me levanto.

Por favor, quítate la ropa. Completamente desnudo.

¿Todo? Me preguntas. Todo, te respondo. Es hora de empezar. Miro como te desabrochas pesadamente el cinturón, no estás seguro de querer hacerlo, pero te da curiosidad, sientes el morbo de ser utilizado. Te desabrochas los zapatos y te los quitas, te desabrochas los pantalones y caen de golpe, y entonces miro tus hermosas piernas con algo de vello, bien formadas, seductoras y fuertes, y un slip ajustado que ajusta algo prometedor y hermoso. Te quitas los calcetines, te quitas el slip y mientras te lo quitas agachándote, yo observo como te desnudas, observo como te despojas del último pedazo de tela que te protegía de mi vista, observo tu cuerpo desnudo. Completamente desnudo.

Te levantas, y ahí estás, desnudo frente a mi, tan grande, tan hombre, tan irremediablemente vulnerable. Sientes el aire que recorre cada rincón de tu cuerpo, te sientes desprotegido y sientes mi mirada que te escudriña con regocijo, te sientes utilizado, vulnerable, pero de alguna manera el estar desnudo, con los genitales al aire, te hace sentir libre, más grande e incluso, en control de la situación. Sonríes tiernamente, ahora eres mi amigo.

Te pido que te subas a la báscula, y tomo tu altura y tu peso. Con mi mano posada a breves milímetros de tus nalgas, te obligo a estar más derecho.

Bajas de la báscula. Tengo que tomarte otras medidas y de la bolsa de mi bata saco una cinta de medir. Te pido que hagas un "conejo" con los brazos, mostrándome tus músculos, y frente a ti, pongo la cinta al rededor de tu antebrazo. Sientes mi bata acariciar súbitamente la piel de tu pene. Tomo ahora tu pecho rodeándote, admirando todo tu cuerpo, mis manos nuevamente te tocan. Tomo la anchura de tus muslos y de tus pantorrillas.

Entonces, lo hago , lo hago a pesar de los nervios, el calor que invade mi cuerpo es más fuerte y me orilla a hacerlo. Tomo el ancho de tu pene flácido, sientes como mi mano recorre la cinta por tu suave verga que reposa desnuda sobre tus testículos, sientes como peso tus huevos con mis manos y los acaricio y no te molestas, levantas la mirada y lo gozas.

Súbete de nuevo a la mesa de exploración.

Ahora más confiado estoy dispuesto a todo. Acostado en la mesa de exploración acaricio tu cuerpo con la excusa de ver qué te duele. Te pido que abras las piernas y las reclines un poco, entonces tu culo queda expuesto.

Para conocer de que padeces es necesario oler tu pene, me dejas olerlo y acerco mi cara a él, con tanta lujuria que quisiera morderlo y lamerlo, te digo que es necesario que sepa su sabor, y aceptas, me lo meto a la boca, te meto un dedo al culo y mientras jugueteo con él, comienzo a mamarte, es como un dulce en mi boca, me lo trago todo y tú sientes como ejercito tu culo, tu próstata, tu punto G mientras te hago una mamada, no resistes tanto y te vienes en mi boca, te mamo desesperadamente, con frenesí, sientes mi lengua recorrer todas las venas de tu pene, saborearlo, hacerlo mío como si fuera lo último que puedo tocar en la vida, te vienes, te vienes ansiosamente y quedas temblando, y yo tomo hasta la última gota de tu semen. Con una toalla te limpio cariñosamente. Te vistes...

Hemos terminado.

Bueno, ya saben, les agradezco sus comentarios tanto a favor como si no les agradó mi relato. Espero encontrar chavos con mis mismas aficiones de cualquier país, y claro, si es de la Ciudad de México mejor, para sugerencias, compartir experiencias o si quieres jugar al doctor conmigo, je, je, ya sabes, escribe a solorespira@hotmail.com