Mi Perfecta Fantasía (1)
El primero de mis relatos y el único con esta narrativa, que describe mi peculiar fantasía sobre la ventaja de estar vestido y el otro desnudo.
De las fantasías no se que tan usual sea la mía, pero si bien el poder no me interesa en general (cosas como el spanking y esas ondas), mis fantasías si tienen mucho que ver con la situación de ventaja y desventaja, que plantea el estar vestido mientras que otro hombre está desnudo. A mí me gusta la situación de ventaja, y mis fantasías giran siempre en torno a esto.
Me llamo Ángel, tengo 19 años y aquí comienzan mis relatos. Es esta la más tranquila y la única en segunda persona. Las que siguen serán narradas de otra manera. Goza esta, léela con cuidado, si sientes la misa preferencia que yo ojalá sea de tu agrado. Si tu deseo es el opuesto (Cosa que espero) ojalá la disfrutes mucho.
Mi Perfecta Fantasía (I)
Imagina que llegas cansado, del trabajo, de salir con tus amigos, de algún juego, de cualquier lado. Llegas cansado de cualquier forma. Te duelen los pies y te sientes incomodo, pues has sudado durante la jornada, durante el día. Entonces, te recibo con un beso en la mejilla y te sientas en tu sillón favorito.
Estás vestido.
Imagina ahora, que voy por una palangana con agua caliente y una toalla, me siento en un banquito a tus pies. Desabrocho sutilmente las agujetas de tu zapato izquierdo mientras cierras los ojos, estás muy cansado para hacer nada, sólo te relajas mientras yo continúo. Sientes el calor de mi cuerpo a tus pies mientras te quito los zapatos, ni siquiera haces un esfuerzo, pues yo tomo tus pantorrillas y con suavidad deslizo los zapatos de tus pies. Los pongo a un lado.
Has perdido los zapatos.
Acaricio tus pies cálidos con serenidad, deslizo mi mano por tu empeine y la coloco por debajo de tus pies, mientras con un suave masaje tomo tus dedos, tú permaneces con los ojos cerrados, sintiendo mis manos en tus pies, con movimientos cadenciosos que relajan la planta de éstos. Respiras profundo. Con lentitud mis manos recorren tu pantorrilla izquierda hasta el resorte de tu calcetín, te produce un poco de cosquillas cuando introduzco mis dedos y con cautela te lo voy bajando, tocando tu piel cálida, acariciándote la pantorrilla, más abajo, acariciándote el talón, más abajo, acariciándote la planta de los pies. Mientras con mi mano derecha acaricio los dedos de tu pie izquierdo, respiras profundamente. Con las dos manos repito el proceso para despojarte de tu calcetín derecho.
Has perdido los calcetines.
Continúo con el masaje en tus pies, tomando un poco de agua caliente para arrojarla a tu empeine y acariciarlo mientras el agua lo baña. He terminado y con una toalla te seco los dedos, las plantas, todo hasta las pantorrillas. Te levantas del sillón, me muevo tras de ti y tomo los hombros de tu saco, y con suavidad los deslizo hacia abajo y se descubre tu enorme espalda, de la cual emana un delicioso y cálido aroma a hombre.
Has perdido el saco.
Lo dejo caer al sillón y me coloco delante de ti, como eres más alto que yo mis manos alcanzan perfectamente el nudo de tu corbata, mientras tu agitada respiración lleva tu aliento empieza a recorrer mis manos y el calor de tu pecho que se infla cuando inhalas las abraza. Desamarro el nudo de tu corbatas y la halo hasta quitarla de tu cuelo. La coloco junto al saco.
Has perdido la corbata.
Comienzo entonces a desabrocharte los botones de la camisa, te desfajo. Y mientras se abre la camisa el olor de tu camiseta húmeda me invade y me enloquece un poco. Te desabrocho todos los botones hasta el último de abajo, y rozo tu pantalón repentinamente, por el frente, casi tocando tu pene. Te quito la camisa.
Has perdido la camisa
Entonces me agacho, mi cara queda a pocos centímetros de tus genitales. Tomo el cinturón y lo desamarro, deslizo sutilmente la bragueta de tu pantalón y en esos momentos, mientras deslizo mis manos, siento acariciar tu verga. Tu permaneces con los ojos cerrados, descansando. Desabrocho finalmente el botón y tu pantalón cae por el peso del cinturón a tus tobillos. Levantas tus pies y te los quito.
Has perdido los pantalones.
Entonces es cuando más ansioso y desesperado coloco mis labios en el bulto que se forma en tus calzones blancos, pequeños y ajustados, se siente tu pene algo crecido, húmedo, caliente y agitado. Me encuentro casi en éxtasis y no puedo evitar darte un beso y succionar la humedad de ese bulto que se forma. Pongo mis manos en el resorte de tu slip y con locura te los voy quitando, hasta llegar a tus tobillos, levantas las piernas y te los quito.
Has perdido los calzoncillos.
Pero tu camiseta aún cubre la parte más bella de tu cuerpo inferior, la levanto, poso mis manos en tus nalgas y las acaricio, tú con los ojos cerrados respiras agitadamente como muestra de regocijo. Con una lentitud que casi pretendiera detener el tiempo recorro tus glúteos, tu cintura y llego hasta tus muslos, que acaricio casi sin creer mi privilegio para luego subir hasta tu pene, que por fin toco desnudo, que se siente vivo, que se siente suave, que se siente mío. De ahí paso a la camiseta y te la levanto descubriendo tu abdomen desnudo, tu pecho desnudo, tus brazos desnudo.
Has quedado completamente desnudo.
Y eres mío. Te llevo hasta la tina y te acuestas en el agua tibia. Comienzo a enjabonarte mientras tú música favorita suena. Con mis manos enjuago tu cuerpo, tu pectorales, tus brazos, y es como acariciar lo más humano que conozco, más no lo más vital, pues ello esta en tu pene, al que dedico especial atención. También enjabono y enjuago tus muslos, tus pantorrillas y tus pies. Y mientras estás sumergido con la música, te hago pensar con mis palabras que reposas plácidamente en una canoa que se mece en lo silencioso de un lago, y al mismo tiempo gozas las caricias de mis manos en tus genitales. Te levanto, enjabono por último tu espalda y tu culo con cuidado, luego los enjuago. Te seco y te saco de la tina y ahora te llevo a la cama, donde termino de cecarte con pasión, con locura. Te sientas y seco tu cabello, seco tus viriles hombros y tu pecho, tu sonríes relajado. Seco tu espalda y llevo la toalla hasta tu vientre, hasta tus muslos, hasta tu hermoso y bien amado pene que seco con dulzura pero también, con mucho deseo. Hasta tus pies te seco todo. Te acuestas boca abajo y te seco el culo.
Entonces, mientras te platico y te describo, que encuentras en una playa de arenas blancas, y el suave murmullo del viento en el mar y las palmeras te relajan. Comienzo un masaje por tu espalda, con un delicioso aceite humectante que emana, un aroma fresco, muy rico. Y acaricio tu espalda mientras tu mente viaja a la playa, tus brazos, tus manos, de todo saco el problema y los conflictos. Bajo hasta tus nalgas, que masajeo con especial alegría, te doy un besito en una de ellas, otro beso más y otro mientras mis manos recorren tus piernas, tus pantorrillas y tus pies.
Te volteas y quedas boca arriba. Comienzo el masaje con el mismo aceite sobre tu cuello, y prosigo delicadamente hacia tus hombros, tus brazos y nuevamente tus manos. Es un masaje generoso que pasa luego a tu pecho, mientras respiras profundo y tu mente viaja. Luego hacia tu vientre y al final, paso a tus muslos, tus piernas nuevamente. He dejado al final lo más vital, tu verga, que ahora se estremece erecta, y a la cual masajeo con deseo y pasión, desde tus huevos hasta la punta del glande. Luego me la meto a la boca, comienzo a mamártela con el mayor gusto imaginable, con una sensación de lujuria indescriptible, y mientras tu respiras profundo y relajado, mientras tu mente pasea por los mundos del deseo, todos los problemas, todo el tráfico, todo lo malo, todo, se envuelve en un nudo que sale desesperado por tu verga. Hemos terminado.
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Esperen próximas fantasías así.
Bueno, si tienes algún comentario, si te sientes identificado, contáctame para compartir cosas, y sobre todo si te sientes atraído como la otra persona, escríbeme a solorespira@hotmail.com