Mi perdición Parte 1
Siempre fui una mujer muy tímida, criada en un ambiente opresivo, casada con un hombre que no lograba satisfacerme. Pero un día conocí a Salvador o como lo empecé a llamar: Mi perdición. Y mi vida cambió.
Siempre fui una mujer muy inocente, talvez se debió a que crecí en una familia bastante religiosa y que desde pequeña me sentí tan oprimida como mujer, recuerdo que incluso me obligaban a usar ropa tres tallas más grandes para tratar de ocultar las curvas que mi cuerpo estaba formando después de dejar de ser una niña: Unos grandes senos que en mis sueños podría llegar a presumir y un trasero hermoso y firme que tristemente tenía que ocultar con horribles faldas y enormes suéteres. Tal vez por eso fue que perdí mi virginidad a los 23 años con el que fue mi primer novio y que terminó convirtiéndose en mi esposo, (Una vez que terminé la carrera y pude salir de mi casa). Como cabría esperar la primera vez fue dolorosa y un poco incomoda, desafortunadamente las siguientes sesiones de sexo no fueron mucho mejor. Se podría decir que mi esposo y yo no éramos precisamente muy compatibles, pero nunca me importo, yo lo amaba con toda el alma, así es que me comprometí a que al menos uno de los dos disfrutara de la relación. Lo que dije: que inocente, no me di cuenta que, al relegar el sexo a un segundo plano, estaba abriéndole la puerta a una serie de eventos que cambiarían mi vida para siempre.
Mi esposo es una persona sumamente inteligente y trabajadora, y fue esa inteligencia y trabajo duro lo que lo llevo a laborar en una de las empresas más importantes del país como asistente ejecutivo. Y yo para tratar de aligerar su pesada carga trate de convertirme en la perfecta ama de casa de la que cualquier marido se sentiría orgulloso y mi título universitario con mención honorifica quedo acumulando polvo, no creí que lo necesitaría más.
Recuerdo que fue un martes a la hora de la cena que mi marido me comunicó como si no fuera importante que su jefe vendría a cenar el próximo viernes. Por lo que tendría que preparar un fabuloso festín para agasajar al invitado y tal vez sería la oportunidad perfecta para hablar sobre ese asenso que estaba buscando. Como la buena esposa que aprendí a ser simplemente asentí y le dije que tendría todo listo para ese día, sin dejar nada al azar. Al parecer estaba de muy buen humor porque esa noche fue increíblemente tierno y amoroso. Suavemente me quito toda la ropa, me empujo a la cama mientras se desnudaba y se subía sobre mi mientras me besaba, poco a poco fue entrando tan suavemente que apenas si sentí algo, yo simplemente me quedaba quieta ya que aún no sabía exactamente qué hacer, (Al parecer mi educación hizo mucha mella en mi). Pensando que lo único que se esperaba de mi es que me quedara quieta mientras mi marido entraba y salía, después de un momento sentí como su cuerpo se agitaba y se dejaba caer encima de mí. Al parecer todo había terminado como las últimas veces. Se levantó para limpiarnos y acto seguido se acostó a mi costado y se quedó profundamente dormido.
Llego la tan esperada cena antes de lo que pensé. Y a las siete de la tarde como si de un reloj suizo se tratara sonó el timbre de la puerta. Jacob que así se llama mi esposo se dispuso a abrir la puerta mientras yo esperaba en la sala para darle la bienvenida a mi hogar, llevaba un discreto vestido negro que acentuaba mis curvas (Uno de mis pocos lujos después de dejar la casa de mis padres). Jacob entro a la sala acompañado de dos personas. Fue cuando lo vi por primera vez: Salvador Huerta, que contrario a lo que su nombre indica fue mi perdición: Alto, moreno, cabello oscuro y rizado, nariz recta, labios llenos y un encantador hoyuelo en su mejilla perfectamente afeitada, Fue como si el tiempo se detuviera mientras nos observábamos atentamente y no pude dejar de notar como me recorrió atentamente con una mirada hambrienta y llena de promesas que no supe identificar. Después de lo que nos pareció una eternidad Jacob nos presentó.
“Amor, te presento al señor Huerta, mi jefe y quien lo acompaña es Cynthia, su novia.”
Hasta ese momento repare en la mujer que lo acompañaba, una rubia despampanante con un vestido sumamente corto que dejaba al descubierto unas impresionantes piernas que presumiblemente serian fruto de interminables horas en el gimnasio.
El señor Huerta tomó delicadamente mi mano extendida y sin apartar su mirada de la mía beso el dorso de mi mano.
“Mucho gusto…”
“Gabriela,” respondí en voz baja. “Mucho gusto y bienvenidos a esta su casa.”
El simplemente sonrió enigmáticamente y su hoyuelo se pronunció más.
La cena fue un éxito y la sobremesa encantadora, jamás falto tema de conversación y se descorcharon varias botellas de vino por lo que el ambiente se tornó muy alegre.
En un momento de la noche me sentí un poco mareada así es que me excusé para dirigirme al tocador sin darme cuenta que alguien me seguía. Como solamente iba a refrescarme un poco el cuello no me molesto dejar la puerta abierta. Estaba observándome al espejo cuando escucho una voz en la puerta.
“Tienes una encantadora casa.” Sonó una voz ronca, al girarme me encontré con el Sr. Huerta parado en el marco de la puerta.
Confundida del porque me había seguido no atine a responderle inmediatamente por lo que el continuó.
“Francamente Jacob me ha sorprendido, como es posible que alguien tan ‘simple’ como el este casado con una mujer tan impresionante como tú.”
NI siquiera pensé en molestarme por el ligero insulto a mi marido. Mi mente se sentía ligeramente aletargada por el vino, así es que solo atine a responderle en voz baja: “No hay nada impresionante en mi”. El señor Huerta solo sonrió de lado y entro finalmente al baño cerrando la puerta tras de sí. Poco a poco acorto la distancia entre nosotros y sin decir nada su mano sujeto mi cintura, contuve la respiración, pero no pensé siquiera en pedirle que la quitara, sentía un calor agradable en la zona donde estaba su mano.
“Te subestimas enormemente.” Me dice mientras su mano va subiendo lentamente hasta llegar a mi seno donde se detuvo un poco más de lo necesario, acto seguido siguió subiendo su mano hasta que llego a mi cuello y me sostuvo suavemente de la nuca evitando que me apartara.
Y ya sin mediar más me beso, fuerte, feroz, como jamás me habían besado, era un beso húmedo, caliente, pronto su lengua se abrió paso por mis labios y empezó a dominar mi boca. No atinaba a hacer nada más que quedarme quieta, hasta que recobre un poco la razón y lo aparte de mí.
“Basta.” Le dije poniendo mi mano en su pecho para tratar de ganar distancia. “Esto no es correcto.” Continúe, Pero a él ya no le interesaba escucharme.
Siguió besándome y continuo por mi cuello hasta llegar a mi escote que bajo de un tirón liberando mis turgentes senos. Rápidamente tomó mi pezón derecho con su boca, para mordisquearlo y lamerlo haciendo que me mojara completamente, ansiosa por que más me deparaba. Mientras seguía apresando mi pezón con su boca, su mano derecha se dirigió a mi entrepierna, hizo a un lado mi tanga y con su índice fue acariciando mi clítoris. Mis manos seguían en su pecho, pero ya sin fuerzas para resistirme, mientras el con su diestra mano acariciaba mi entrepierna y empezaba a meter un dedo, lo que hizo que arqueara mi espalda e inconscientemente empezara a mover mi cadera ansiando más de su toque.
“Estas completamente mojada”. Me susurraba al oído. “Se nota que tu maridito no te trata muy bien si estas tan ansiosa por mí”. De un momento a otro empecé a gemir, pero el cubrió mi boca con su mano libre para evitar que nos escucharan.
“Sssh, no quiero que termine la diversión tan pronto,” decía mientras metía otro dedo en mí, tocando los puntos correctos.
“Ya estas completamente lista.” Dijo, mientras se desabrochaba el cinto y los pantalones, dejando al descubierto una monumental y venosa verga. De un movimiento me tomo de la cintura y me sentó en la orilla del lavabo, y sin mediar palabra procedió a meterme su pene, contrario o lo que podría imaginar, lo hizo suavemente y poco a poco, intuyendo que mi cuerpo no está acostumbrado a recibir semejante circunferencia. Una vez que mi cuerpo se acostumbró a esa intrusión, fue moviéndose marcando un ritmo lento que iba incrementando poco a poco, y yo ya metida en todas esas sensaciones empecé a mover mis caderas con fuerza para seguir el compás de sus embestidas. Con su boca seguía prodigando atención a mis pezones erectos y yo con mis manos en su cuello evitando que su cara se separara de mis pechos y mis piernas con fuerza sujetando sus caderas para evitar caerme. Sus embestidas cada vez eran más fuertes así es que tuve que morder su mano que aún estaba en mi boca para evitar gritar de placer, este era tanto que mi cuerpo entero estaba temblando, y empecé a sentir un cosquilleo que subía por mis piernas hasta alojarse en mi vagina, segundos después sentí como una fuerte explosión dentro de mí que me dejo exhausta y sin fuerzas y Salvador después de un fuerte embiste sentí como se corría en mi sensible interior. Jadeando se separó de mi (sentí un vacío helado).
Una vez que se separó, caí en la cuenta de lo que había hecho, tuve sexo con el jefe de mi marido a escasos metros de este, a quien aseguraba amar y adorar, y aunque me sentí un ser terrible una parte de mí no se arrepentía. Al parecer Santiago intuyo mis fuertes emociones, me sujeto tiernamente la barbilla para que lo mirara a los ojos y me dijo: “Tranquila, no te sientas mal ambos deseábamos que ocurriera desde el primer momento que nos vimos.” No tuve valor de negar su argumento porque sabía que era verdad, pero tampoco le respondí nada.
“Salgamos de aquí, nos ausentamos bastante tiempo.” Como pude arregle mi ropa y mi maquillaje mientras el salía y se aseguraba que no hubiera nadie cerca. Una vez hecho salimos del sanitario y nos dijimos a la sala que se encontraba vacía. Se escuchaban voces y risas en el patio delantero así es que seguimos las voces y encontramos a Jacob platicando amenamente con Cynthia. Me acerque a él y cuando me vio me tomo de la mano y me acerco a él, mientras Salvador hacia lo mismo con su novia.
“Donde estabas, Amor, ya iba a ir a buscarte” Me dijo Jacob. Sin mirarlo a los ojos le respondí: “El vino me dejo un poco mareada y fui a refrescarme y al salir como no vi a nadie en la sala decidí descansar un momento antes de reunirme con ustedes. Y Salvador terminó diciendo que hay me había encontrado y para que no me sintiera sola me hizo compañía hasta que me sentí mejor.
“Creo que es momento de irnos, realmente fue una velada maravillosa.” Remato Salvador sin dejar de mirarme fijamente.
“Fue un honor recibirlo en nuestra casa.” Contexto Jacob.
Y después de un apretón de manos él y Cynthia subieron al coche que los esperaba y partieron de nuestra casa.
Una vez a solas, Jacob me toma de las manos y me dice agradecido: “Fue una excelente cena, todo gracias a ti amor, te luciste.” Yo solo lo abrace y ocultando mi cara en su pecho le dije: “Sabes que te amo, y haría cualquier cosa por ti.” Después de un corto beso nos dirigimos a la cama, cada quien con un pensamiento diferente en la cabeza: él, sintiendo el ascenso cada vez más cerca y yo con el recuerdo de las manos de Salvador recorriendo mi cuerpo. Y antes de apagar la luz de la alcoba y odiándome por ese último pensamiento, desee que este encuentro fuera el primero de muchos.