Mi pequeña novia. Parte 3.

Maddie estaba acostada, masturbándose, así que no me quedó de otra que castigarla.

Era de noche y estaba bastante cansado, estuve todo el día trabajando y estudiando. Entré a mi cuarto, compartido con Maddie, para relajarme.

Apenas entré la vi acostada en nuestra cama, respiraba lento mientras miraba su teléfono. Vestía una linda faldita de tablas color rosada, una camisa blanca lisa que le llegaba a la cintura y unos bonitos cancanes blancos, estaba descalza y maquillada. Sus ojos estaban adornados con un delineado prominente, grueso y que no le quedaba a sus facciones suaves, su labial era rosado y solo tenía rubor en la nariz.

– Holi.–Me sonrió, prestándome atención. Era preciosa, su carita era tan delicada, no entendía qué hacía tan maquillada.

–Hola bebé.–Me acosté a su lado, acercándola a mi cuerpo para sentirlo cerca.

–¿Estás cansado daddy? –Hizo un puchero con sus labios pintados, se apegó más a mí y posó su mano en mi pecho.

–Estoy bastante cansado, trabajé mucho hoy.–Empecé a tocar su espalda y se estremeció en mis brazos, me encantaba sentirla así.

–¿Puedo ayudarte con algo?–Se sentó de rodillas en la cama, apoyando sus talones en su culo.

Mmm, claro que podía ayudarme.

–Papi trabajó mucho hoy, Maddie...–Sin pensarlo dos veces se bajó de la cama y se arrodilló en el piso, al pie de la cama.

–¿Papi quiere usar mi boquita? –Abrió la boca y me miró a los ojos, sabía cómo eran las cosas.

Me senté en la cama, apoyando mis pies en el suelo. Maddie se acercó y esperó mis indicaciones.

–Bajame la ropa.

Contenta obedeció a mi mandato. Bajó mi pantalón con suavidad, y luego mi bóxer con su boca. Sabía qué hacer para provocarme. Apenas lo hizo volvió a su posición inicial, esperando otra orden.

–Que obediente Maddie, eres una buena niña.–Acaricié su rostro, llegando a su boquita, la cual abrió para chupar mi dedo pulgar. La cacheteé.–¿Yo te di permiso?

Me miró a los ojos, mi mano se veía roja y bien marcada en su cachete, una lágrima amenazaba con salir, lo que hacía que el maquillaje se empiece a correr, linda escena.

–Ahora empieza a lamer la punta.

Acercó su rostro, abrió la boca y sacó la lengua. Empezó a lamer muy despacio el contorno de mi punta, cuando llegaba al frenillo le daba especial atención.

–Mmm, muy bien, ahora pasa la lengua por mis bolas.–Maddie me miraba con adoración mientras se dirigía a donde le ordené.

Lamió mis bolas con esmero, me encantaba su boquita, pero hizo algo que no pedí: llevó su mano a mi pene para comenzar a masturbarme.

La agarré del cabello, la tiré un poco para atrás y le di otra cachetada, esta vez un poco más fuerte, en el mismo lugar. Su maquillaje se corrió un poco más debido a las lágrimas que salieron.

–Hacé lo que yo digo, no lo que vos querés. Si no te va a ir bastante mal putita.–Me pidió perdón en un susurro, mientras seguía lamiendo mis bolas.–Ahora quiero que te metas toda mi verga en la boca.

–Pero no me entra toda papi.– Maddie recibió otra cachetada, más rimmel corrido.

–¿Vas a hacer lo que te digo o querés que siga golpeándote?

Trató de meter todo lo que pudo en su boquita, sabía que no le entraba casi nada, a lo sumo un tercio de mi pene, así que decidí ser amable. Agarré su cabeza y la empujé, llenando toda su garganta con mi miembro. Me miraba a los ojos mientras lo hacía, se escuchaban sus arcadas y su cara estaba roja, probablemente por la falta de aire.

–¿Vas entendiendo? –Pregunté y la liberé. Mi bebé asintió con la cabeza y lo próximo que comencé a sentir fue su boquita tratando de meterse todo lo que podía y cada tanto se escuchaban arcadas, lo que hacía que me sienta cada vez más cerca del orgasmo.

Luego de un rato de juego en donde Maddie se dedicó a lamer, succionar y atragantarse con mi miembro, la alejé empujándola levemente y parándome.

–¿Dónde querés la lechita?

–En la cara, daddy.

Comencé a masturbarme frente a su rostro, me miraba deseosa y con su lengua afuera. Un rato después solté bastantes chorros de semen en su carita, los cuales movieron más su maquillaje.

Me fui a lavar los dientes y a hacer mis necesidades para acostarme. Al salir del baño la veo: estaba acostada con las piernas abiertas y la faldita todavía puesta, sus cancanes estaban hechos trizas alrededor de sus piernas. La pequeña mano de Maddie se movía en círculos en su clítoris, mientras que la otra estaba dentro de su camisa. Volteó a verme y, con su cara ya sin restos de semen, me sonrió.

–Daddy, por favor...–Rogó. Sabía que quería, casi todas las noches la reventaba contra la cama, pero rara vez se masturbaba frente a mí, sabía que me ponía al cien.

Caminé lentamente hasta el pie de la cama para poder ver mejor qué estaba haciendo. Su calzón estaba corrido a un lado y su centro húmedo brillaba como nunca.

Me senté en la cama y la atraje hacia mí, apoyando su torso en mi regazo, dejando su culo respingado y bien levantado.

–¿Qué estabas haciendo puta? –Le di un fuerte chirlo sobre la falda, ella solo gimió.–¿Te parece bien provocarme así? –Mi mano volvió a caer en su culo, luego lo apreté bien fuerte.

–Sí, me parece.–Jadeó al sentir cómo la agarraba del pelo y le levantaba un poco la cabeza para susurrarle al oído.

–¿Ah, sí? ¿Y qué querés que haga papi? –Le di una nalgada más, esta vez en su culo cubierto solo por el calzón, ya que la falda se había subido.

–Quiero que papi me castigue. –¡Zaz! Otro chirlo. Su ropa interior estaba húmeda, se veía el punto de humedad.

–¿Maddie quiere que papi la castigue por portarse mal entonces? –Corrí su bombacha a un costado, comenzando a acariciarle su zona íntima.

–Sí, papi. Eso qui-quiero.–Ya empezaba a hablar mal, su pequeño problema con la excitación era ese: no podía hablar, solo gemir.

–Mmm, y veo que te portaste bastante mal, ¿Eh?–Hundí dos dedos en su rajita, estaba tan húmeda que mis dedos se deslizaron con facilidad.–Que puta que sos, ya estás toda mojada.

Comencé a hacer lo que mejor me salía: meter y sacar dedos. Cada vez entraban con mayor facilidad y salían más mojados que la vez anterior. Maddison solo gemía en mis brazos, a veces le metía dos dedos de mi mano libre en la boca solo para sentir sus labios rodeándome.

–¿Te gusta putita?

–Me encanta.–Gemía cada vez más fuerte y me miraba a los ojos. Así la quería tener todos los días.

–¿Después querés que papi te ponga en cuatro, cierto?

–S-sí, quiero que papi me rompa la conchita.–Luego de esas palabras comencé a mover mis dedos cada vez más rápidos, quería que acabe para ponerla como dije y romperla toda.

Al rato Maddie acabó en mis dedos y, como es costumbre, le metí los dos dedos usados en su boquita.

–Ponete en cuatro y levantá bien la cola.–Me puse sobre mis rodillas y solo me bajé un poco mi bóxer, estaba deseoso de penetrarla.

Se puso como dije sin desvestirse, solamente bajó un poco sus panties. La falda seguía levantada y los cancanes sin retirar se arremolinaban en sus piernas.

La acerqué a mi cuerpo agarrándome de su cadera. Sostuve mi pene y lo guié a su húmedo interior, sintiendo el calor alrededor de mi miembro. Su apretada cavidad me recibió sin problemas, haciendo que Maddie largara un fuerte gemido. Le tapé la boca y empecé a moverme.

–No bebé, no grites.–Sonreí y me puse en marcha.

La metía y la sacaba despacio, debilitando su resistencia. Maddie acababa con rapidez a la hora de ser penetrada, por lo cual yo disfrutaba la lentitud, para torturarla un poco.

Saqué mi miembro y destapé su boca, así tenía ambas manos para usar. Con una sostenía su cadera y con la otra rozaba mi miembro contra su huequito.

–Daddy, no por favor...–Rogaba que deje de torturarla y la haga mía, detestaba que juegue con su cordura de esa manera.

–Shhh, daddy sabe qué hacer para hacerte sentir bien putita.–Volví a repetir los mismos movimientos y vi cómo su manito se dirigía a su clítoris. Ah, ya entiendo bien eh. Agarré sus manos con una de las mías y las puse en su espalda, para luego penetrarla de una estocada.

–¿Querés recibir placer? Tomalo todo, puta de mierda.–Empecé a penetrarla a mi ritmo: duro, salvaje y sin compasión. –¿Querías pija? Tomá, tomatela toda y no llores.

Maddie solo podía gemir, sus músculos vaginales se contraían contra mi miembro y eso me generaba más placer, más morbo, sentía que me cogía a una Maddie adolescente y virgen.

–D-daddy.–Gritó y sentí su orgasmo, por lo cual decidí darle más fuerte. Empujé su cuerpo contra la cama y me acosté sobre su espalda para poder tener más acceso.

–Sos una zorrita, ¿Sabes?–Di una estocada más fuerte que las otras.–Me calentás tocándote y después llorás porque te hago mal la conchita, sos una calientapija.

Maddie solo gritaba de placer, pidiendo más mientras le rompía su pequeño agujerito.

–¿Esto querías? ¿Querías que papi te rompiera así?

–S-sí daddy, quería es-esto.–La penetré más fuerte cuando terminó de hablar.

–¿Ves que sos una puta?–Asintió con la cabeza mientras lloraba de placer.–¿Y de quién es esta puta?–Pregunté, agarrándola del cuello cuando sentí su segundo orgasmo.

–Esta puta es de... es de papi.–Gimió otra vez, la ahorqué con más fuerza sintiendo mi orgasmo al borde.

Di tres empujones más y acabé. No saqué mi pija de su conchita hasta que finalicé de descargar todo. La retiré con lentitud, viendo cómo mi semen se vertía de a poco de su apretado agujero.

–Soy la nena de papi.–Me sonrió y cayó rendida a la cama.

–––

Ojalá yo pudiera ser la nena de papi...

¡Bueno! Este fue mi relato, espero que les haya gustado como a mí me gustó escribirlo. Ojalá tener un hombre que me hable así ;(

Perdón si hay algún error ortográfico o de puntuación, prometo mejorar cada vez más.

¡Ya saben! Cualquier sugerencia es bien recibida. Besos ♡