Mi pequeña novia, capítulo 4.

Rompiéndole la colita a mi nena mientras ella está atadita.

(RAPEPLAY, AGEPLAY, DADDY DOM/LITTLE GIRL)

Hace mucho tiempo fantaseaba con romperle el culo a mi novia. Tan blanco, tan suave, tan redondo y respingado... Cada vez que veía mis manos marcadas en esos cachetes mi pene quería hundirse y romperla toda.

Finalmente, hoy era el día.

Maddie y yo somos poco convencionales a la hora del sexo, tenemos muchos fetiches bastante violentos, así que hoy iba a desvirgar ese culito delicioso de la forma más agresiva posible.

Mi pequeña novia estaba vestida como una nena inocente: pollerita corta y rosada, colitas, una remera con dibujitos y medias blancas hasta las rodillas. Su ropa interior era de un blanco virginal, lo que me provocaba cada vez más ganas de arrancarlas para luego romper ese culo de la forma más dolorosa posible.

–Hola bebita.– Empecé a acercarme a ella; una pequeña presa acorralada entre mi cuerpo y la pared de nuestra habitación.

–Hola papi.– Me dio una sonrisa de nena, una de esas inocentes que te dejan pensando que no rompió ningún plato. Pero ella no era ninguna santita. Era una puta en el cuerpo de alguien inocente.

–¿Solita?– Empecé a pegarme a ella, tocando su cinturita tan suave y frágil, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

Levantó un poco la cabeza para mirarme fijo a los ojos; la diferencia de estaturas era un estorbo a la hora de conectar miradas.

–Sí, estoy solita y con miedo... ¿Me podés cuidar papi?– Hizo un pucherito mientras me miraba con esa cara de bebé. Acaricié su mejilla y pasé mi dedo pulgar por sus labios, ella abrió la boquita y comenzó a succionarlo.

–¿Te gusta nenita?– Pregunté, ella asintió mientras seguía succionando mi dedo. Le di una cachetada con mi mano libre, lo que hizo que tratara de largar un gemido ahogado, pero mi dedo en su boca se lo impidió. –¿Querés una paletita? –Retiré mi dedo de su boca, pero la agarré del cuello y la empujé contra la pared.

–Sí papi, quiero la paletita. –Me rogó, y yo no iba a ser malo con esta nena.

Hice que se arrodillara, la agarré de ambas coletas y me bajé la bragueta y el bóxer, mi miembro salió disparado y dio justo en su carita.

–Eso nena, sacá la lenguita...– Agarré mi pija con mi mano desocupada y la pasé por toda su carita, dándole golpes por todos lados. –Ahora abrí bien la boquita.

Abrió todo lo que pudo su boca y se la clavé de lleno. Empecé a moverme con furia, viendo como mi nenita se atragantaba y lagrimeaba debido al trozo que estaba violándole su pequeña garganta. Empujé su cabeza todo lo que podía, viendo desaparecer mi miembro en su garganta, ella lloraba y comenzaba a ponerse colorada debido a la falta de aire.

Saqué mi pene de su boca, dejándola respirar mientras me hacía una paja enfrente de su carita, su debilidad.

Me miraba casi hipnotizada como me estaba masturbando frente a su bello rostro, cada tanto sacaba su lengua, invitándome a meterla otra vez en su boca, pero me gustaba verla así; caliente y deseosa.

Estaba por acabar, pero de la nada una de sus manitos agarró mi miembro, frenando los movimientos. Se notaba que quería decir algo, pero debido a la calentura le costaba mucho poder emitir sonidos.

–Papi, quiero usar la boquita.– Rogó, y yo no iba a resistirme demasiado.

Estando ella todavía arrodillada, hice que se mueva, haciendo que mi espalda apoye la pared, porque algo que sí sabía hacer esta zorrita barata era usar bien la boca.

Solté mi miembro y lo dejé absolutamente a su disposición. Ella se levantó y me sacó la camisa, dejando mi abdomen al descubierto, lo que desembocó en una lluvia de mordidas, chupones, lamidas y besos en todo mi torso. Esta puta sabía como torturarme de placer.

–Arrodillate.– Pedí, pero me miró sonriente y siguió con su ataque, cada vez más abajo.

Llegó a la zona de mi vientre, una completamente delicada, en donde el mínimo roce de su boca me provocaba la inmensa necesidad de tenerla solo para mí.

Empezó a torturarme, llenando de besos todo el área, pero sin acercarse a mi pija. La desesperación era inmensa.

–Puta de mierda.– Gemí cuando su boca apenas rozó la punta de mi pene. Ella sonrió y abrió la boca, metiéndose la punta en ella.

Sus labios me envolvían mientras me miraba a los ojos, cada tanto se la sacaba de la boca para golpearla un poco en su lengua. Cuando descubrió que estaba por acabar en su bonita boca comenzó a masturbarse ella solita, corriendo su ropa interior y metiendo dos dedos bien profundo. Agarré su cabeza y hundí mi pija en su garganta, descargando todo.

–Mmm, ahí tenés la lechita...– Sonreí viéndola atragantada, colorada y con una cara de éxtasis inmenso.

Retiré suavemente mi miembro, soltándola un poco. Ella sonrió, mostrándome toda la leche que había quedado en su boca, y luego la tragó.

–Serás puta eh.– La levanté de los pelos, la tiré en la cama, agarré una de las esposas que teníamos y la acomodé de tal manera en la que su culo perfecto quede bien empinado. Le puse las manos detrás de la espalda y luego, con una soga, le até los pies.

–Ahora preparate bien, porque vas a sentirme violándote el orto.– Avisé y me miró con una mezcla de calentura, asombro y miedo. No esperaba que hoy le rompiera ese culito, pero la idea y la situación la ponían a mil.

–Pero despacito, porfa.– Rogó, y eso sabía que no era parte de nuestro juego de roles. Pero yo hoy no iba a tenerle compasión.

Rompí su ropita interior, lo cual le hizo largar un pequeño grito. Tomé uno de los tantos vibradores que teníamos y lo metí en su húmeda y estrecha vagina, lo que hizo que comenzara a retorcerse de placer.

–Te gusta, ¿Eh? Se nota...– Empujé su culo contra mi miembro, usando sus nalguitas para pajearme, como si fuera una rusa.

Agarré el lubricante y le tiré un poco en su culito. Varias veces le metí dedos y pequeños plugs, pero nunca algo tan grande como mi pene. Sonreí cuando le colé dos dedos en su colita y gimió de placer.

–Eso nena, vos disfrutá.

Eché lubricante en mi miembro, desparramándolo por todo el tronco, luego lo apoyé en ese virginal agujerito, tapé su boca y, sin previo aviso, la penetré.

Mordió mi mano y empezó a retorcerse de dolor, sentía sus lagrimas brotando y la desesperación.

–Perdón Maddie, pero así son las cosas bebita. Yo te avisé.– Sonreí y empecé a moverme, un poco lento, para que se vaya acostumbrando.

Unos dos minutos después, cuando la sentí más relajada, retiré mi mano de su boca.

–Papi, sacala.– Pidió, lo que me puso al mil, suspiré y me hundí por completo en ese culo, Maddie largó un grito ahogado y comenzó a llorar. Yo, para no ser tan imbécil, decidí aumentar la velocidad del vibrador. Ahora mi pequeña se retorcía de placer y dolor, bonito, ¿cierto?

Cuando sentí que su cuerpo estaba por llegar al éxtasis, volví a ser un hijo de puta: agarré sus coletas, la tiré para atrás, haciendo que mi pecho choque con su espalda, y comencé a taladrarla: duro, rápido y sin compasión.

–¿Te gusta trola? A mí me parece que sí.– Le hablaba al oído mientras estaba destrozándola completamente. Cada tanto le daba una nalgada bastante fuerte, rasguñaba su espalda, la escupía, cacheteaba o llenaba de chupones su cuello, dejándola toda marcadita.

–No sabes lo que fantaseaba con romper esta colita virgen.– Gemí, empujando duro, Maddie solo gritaba de dolor, lloraba y también gemía de placer debido al vibrador.

Verdaderamente no estaba sufriendo, o sea, sí, pero esto la ponía bastante caliente. Si ella quisiera frenar, simplemente bastaría con decir una palabra que asignamos para parar nuestra faena.

–¿Te gusta puta? Yo sé que te encanta, te encanta sentir mi pija romper esta colita, ¿no bebita?– Mi novia no paraba de gritar y llorar, hasta que consiguió un bonito orgasmo con el vibrador.

Y yo, cada vez más cerca de acabar, seguía violentando y marcando su lindo cuerpo. Ya tenía su espalda roja debido a los rasguños, su cuello lleno de marcas de chupones y mordidas, sus nalgas estaban rojas debido a las múltiples cachetadas.

Agarré un marcador negro que tenía a mano y metí todo mi miembro en su colita mientras le escribía la espalda: propiedad de Ethan, y una flecha que apuntaba a su culo.

–Toda mía.– Dije en su oído, lo que le arrancó un gemido.

La agarré del cuello sintiendo que estaba cerca del orgasmo, lo apreté y empecé a moverme con fuerza dentro y fuera de ese culo, Maddie no podía parar de gemir mientras le decía cosas al oído. Su cuerpo temblaba de dolor. Di unas últimas estocadas y descargué mi semen en su interior.

Retiré lentamente mi miembro de su agujerito recién estrenado. Mi nenita, viéndome sobre su hombro, me sonrió entre medio de las lágrimas y susurró suavemente: el agujerito de papi.

–––

Ojalá encontrar algún hombre así...

Por favor: NUNCA hagan esto sin consentimiento. ESTO ES RAPEPLAY, NO UNA VIOLACIÓN. Si quieren jugar en la intimidad de esta forma siendo dos mayores de edad que saben de las consecuencias y HAY CONSENTIMIENTO, sigan. Si no, nadie hace nada.

En fin, espero haberles sacado alguna paja... ¡Besotes!