Mi pequeña novia.

Mi pequeña Maddie me pidió ayuda para acabar y terminó con mi pene en su garganta.

Estaba acostado en mi cama, fumaba mientras escuchaba música de los 90', rock nacional para ser exacto. Cerré los ojos para disfrutar del momento, hasta que sentí un gran peso en mis piernas, abrí los ojos y me encontré con Maddie, mi preciosa novia.

Me miraba a los ojos con un pucherito en su boca carnosa y rosada, estaba solo con una camisa blanca, anteriormente de mi propiedad y, por lo que podía sentir en mis piernas, una de sus lisas pantys blancas. Me encantaba cuando vestía así, sus muslos blancos resaltaban con el color de la camisa, su cabello castaño estaba alborotado y se la veía deseosa.

Maddie era pequeña, medía alrededor de un metro sesenta, su cabello era castaño y le llegaba a los hombros, no era liso pero tampoco tenía rulos. Su cuerpo tenía forma de reloj de arena: unas tetas de copa 90, una cintura estrecha y para coronar, unas caderas con unas piernas demasiado sabrosas, tenía muslos grandes y suaves. Era perfecta para solo tener 19 años, aunque con un rostro bastante aniñado.

Por mi lado no estaba tan mal, tengo 23 años, mido un metro ochenta y me mantengo bastante bien. Mi pene es mi mayor orgullo: 18,5 centímetros de largo y bastante grueso, lo suficiente para darle placer a cualquier mujer. Mi cabello era castaño y tenía mi cuerpo algo tonificado, aunque en algunas partes no se me notaba demasiado.

–Daddy...–Susurró mirándome a los ojos. Nuestra relación por fuera era bastante dulce, pero en nuestra intimidad nos gustaba bastante experimentar con cosas que sacábamos de internet, la que más nos gustó fue el "Daddy Dom Little Girl" (DDlg), no voy a interiorizar en explicarlo, pero es una de las tantas ramas del BDSM, cosa que fanatizaba a mi pequeña novia.

–Dime bebé.–Acaricié su rostro, pasando mi mano por sus labios.

–Me pica aquí...–Llevó mi mano derecha a su vagina, se sentía cómo la tela estaba humedecida, no me resistí y empecé a mover mi mano sobre la tela.

–Uhm, así parece... Además la tela está bastante mojada, ¿No, bebé?–Pregunté mientras mi pene no tardaba en reaccionar. Maddie se movió y se sentó justo arriba de él. Moví mi mano hasta su huequito, apretando con un dedo, mi pequeña empezó a balancear sus caderas contra mi pene. Frené abruptamente.–No bebé, papi no quiere que te muevas así.–Agarré su cadera con mis manos, apretando y dejando su culo contra mi pene.

–Daddy, por favor, ayúdame.–Se acercó a mi boca y mordió mi labio. Era una provocadora, le encantaba calentarme, y a mí me encantaba caer en sus encantos.

Apoyé mi espalda contra el respaldar de la cama mientras le decía a mi novia que apoye su espalda en mi pecho y abra sus piernas, ella obedeció gustosa.

Con una mano agarré su cuello, apretando suavemente, mientras que metía mi otra mano en su calzón. Exploré todo hasta llegar a su huequito, el cual se encontraba bastante húmedo.

–¿Qué tenemos aquí? ¿La pequeña Maddie está muy caliente? ¿Ella quiere ayuda?– Susurré en su oído mientras subía de arriba hacia abajo mi dedo medio, ella solo suspiraba.

–Papi, por favor, los dedos.–Rogaba, sabía que me encantaba que lo hiciera.

Enterré mi dedo medio en su humedad y empezó a gemir. Con mi dedo pulgar movía el botoncito de su clítoris. Su cuerpo temblaba de placer, mientras que el mío parecía estar ardiendo. Solo pensaba en hundirme en esa apretada y húmeda cavidad.

Cuando Maddie gimió mi nombre, decidí enterrar otro dedo, lo que me agradeció con un largo gemido. Decidí comenzar mi juego favorito.

–¿Te gusta bebé? –Apreté su cuello mientras hablaba en su oído, me miró a los ojos completamente sonrojada.

–Sí... sí... me oh, me gust- ah...– Cuando estaba recibiendo placer no podía hablar, solo sabía gemir y rogar, lo que siempre me calentaba.

–¿Ah sí? ¿Y qué quieres luego? –Enterré un tercer dedo y dejé de jugar con su clítoris. Empecé a moverlos cada vez más fuertes, lo que le arrancaba más gemidos.

–Quiero... quiero que AH... quiero que me...

Con sus manos quiso apartar la mía de su zona húmeda, para poder hablar con total libertad. La mano con la que estaba siendo ahorcada fue a parar en su mejilla, dándole una buena cachetada. Me miró con sus ojos llorosos, le encantaba.

–A papi no se le corre la mano, Maddie...– La regañé y abrió más sus piernas. Estaba cerca del orgasmo, sentía mis dedos cada vez más lubricados por sus jugos.– Pídele perdón a papi.

–Per-per... Perdón papi.– Frené mis movimientos cuando sentí que ella estaba por acabar, no iba a dejárselo tan fácil.

–No, así no. Ya sabes cómo.

Sin decir ni una palabra se dio vuelta y empezó a masajear mi pene apretado en el bóxer. Me miró a los ojos antes de bajarme el pantalón.

–Abre la boquita y saca la lengua.– Pedí e hizo caso, metí los tres dedos que usé para darle placer.– Ahora chúpalos y siente tus jugos.– Obedeció y empezó a pasar su lengua por ellos.

Luego abrí mis piernas y se puso entre ellas, tenía mi pene aprisionado en el bóxer, pero en vez de liberarlo, la pequeña Maddie decidió que era buena idea torturarme. Sacó la lengua y la pasó por encima de mi pene, pero con mi calzoncillo de por medio. Agarré su cabello en un puñado y lo jalé un poco para atrás. Con mi otra mano bajé mi ropa interior, dejando mi miembro erecto a escasos centímetros de su carita.

–Chupale la verga a papi.– Pedí agarrando mi pene con mi mano libre y restregándolo por toda su carita.

Maddie abrió la boca y empezó a chupar, de a poco iba metiéndose todo lo que podía en la boca. Era una experta chupapollas, no le entraba mucho en la boca pero sabía cómo mover su lengua y labios.

–¿Qué querés?– Pregunté cuando empezó a mover la lengua en la punta de mi verga.

–La leche de papi.– Respondió sensualmente metiéndose todo lo que podía en su boquita.

Su respuesta me calentó tanto que decidí complacerla: Empecé a cojerme su boca. Empujaba todo lo que podía y escuchaba como se atragantaba, era música para mis oídos. Se puso en 4 patas, mientras me la chupaba veía cómo su mano se iba perdiendo en su calzón. Se estaba tocando mientras me la chupaba, que puta de mierda.

–¿De quién es esta putita?– Puse mi mano en su nuca empujando hasta el fondo.

Se sacó mi verga de la boca y, mientras masajeaba la punta con su manito, respondió– Tuya. Toda tuya papi.

–¿Y en dónde querés la leche bebé?– Estaba por explotar así que era mejor preguntar eso ahora.

–En mi carita.

La alejé un poco y empecé a masturbarme frente a su rostro, sacó la lengua y la apoyó en la punta. No tardé demasiado en correrme en su cara.

–¿Te gustó daddy? –Preguntó, llevando con sus dedos el líquido que tenía en su rostro hasta sus labios para saborearlo.

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Este es mi primer relato, espero les guste

Soy una chica con una imaginación bastante activa guiño, me encanta el DDlg, y también me encantan las charlas sucias, así que decidí volcar todo eso en un texto narrado por un hombre. Próximamente voy a escribir otras cositas más con estos personajes, me gustan mucho.

El chico se llama Ethan, y la chica Maddison, o mejor, Maddie.

Perdonen si en algún lado hay fallas ortográficas, voy a tratar de mejorar de a poco, espero les guste mucho este relato. Besitos :)♡