Mi pequeña lu
A veces el amor puede mas que el dolor, el odio y la venganza
MI PEQUEÑA LU (1)
--Lo siento, lo siento, soy una torpe --fue lo primero que dijo Luna sonrojada en el piso y buscando sus gafas-- he tropezado con mis cordones
--Si eso veo…No pasa nada, tranquilízate –le dijo una voz femenina un poco oscura, pero con un dejo de gracia por la situación—
--Tienes que aprender a atarte los cordones… mucho gusto, Liana.
Luna se terminó de ruborizar y con una sonrisa apenada extendió su mano para presentarse,
-- ¡Luna, mucho gusto! , Liana la apretó y sintió una suavidad que le estremeció todo el cuerpo
--Disculpa, me tengo que ir –fue lo único que pronuncio después la sensación que le produjo esa niña.
Luna en realidad tenía 20 años, ya no era una niña, pero su contextura delgada, su piel blanca pecosa, ese cabello corto negro que recordaba el instante antes de amanecer, su pequeña estatura de unos 1.60 y sus ojos azules profundo que irradiaban una ternura debajo de esos lentes cuadrados de marco transparente que la hacían ver de 16 años.
Ese día no había sido bueno para ella; su familia estaba en problemas y ella no sabía cómo ayudar a que se solucionaran, así que se después de esa salida tan repentina de Liana, Luna siguió su camino, sin rumbo fijo, pero sin sacarse de la cabeza la reacción de aquella mujer que se había cruzado en las escaleras.
--Nunca la había visto por acá, debe ser nueva o estar visitando a algún familiar –pensó Luna, mientras seguía su caminata que fue interrumpida por una llamada de su hermana de 12 años que estaba de visita rogándole que regresara, su abuela se estaba muy mal. Luna corrió lo más rápido que pudo pero ya su abuela era llevaba al hospital.
Iban 10 días en que su único ir y venir era del hospital a su casa y de su casa al hospital, pero nunca se sacó de la cabeza a esa extraña mujer, aunque ese día se llevaría con una sorpresa al abrirse las puertas del ascensor del edificio en donde vivía; era Liana que clavo sus profundo ojos negros sobre ella.
--¡Hola! –dijo Liana
--Luna le dio una sonrisa mientras entraba al ascensor, ¡Hola!, como has estado –dijo--
--Bien, ¿A qué piso vas? –pregunto Liana
-- Al sexto
Fueron 6 pisos de profundo silencio, algo bastante incómodo… hasta que por fin se abrieron las puertas y Luna salió dispara sin determinar a su compañera de ascensor
--Luna…Luna –grito Liana, para llamar la atención de esta—perdona que sea entrometida pero –titubeo un poco antes de preguntar-- ¿Tú…te encuentras bien?
--Haaa…sí, claro que si –Contesto un poco aturdida mientras le dedicaba otra sonrisa y bajaba su rostro—
--Luna –insistió Liana—yo sé que tú no te encuentras bien…mira, yo vivo en el octavo piso, en el apartamento 804, te invito una taza de café ¿te parece?
La amabilidad de aquella desconocida y la curiosidad la convencieron y subieron a tomarse ese café
--¡Qué grande es este apartamento! –exclamo la invitada
--Se ve grande porque todavía no he amoblado, pero deja que lo termine y no poder caminar de todo lo que voy a meter acá –comento entre risas la anfitriona—
--¿Así que eres nueva?, con razón no la había visto nunca por acá –dijo Luna—
--¿No LA había visto por acá? –repitió Liana resaltando el LA—
--Si, nunca la había visto en el edificio –contesto Luna—
--Tuteame, me haces sentir vieja y no lo soy solo tengo 25 añitos –dijo Liana mientras se retiraba a la cocina a preparar el café—
--Perdón –contesto apenada Luna--¿Cuándo piensas terminar de arreglar el apartamento?
--No lo sé, haaa…perdón que mal educada soy, toma asiento y perdona el desorden…me mude con solo la cama, el colchón, mi televisor y algunos trastos de la cocina…me toca esperar hasta la próxima semana para que me entreguen los muebles que mande arreglar…no te preocupes siéntate en mi cama, la tuve que colocar en la sala porque me sentía sola en este apartamento tan grande –mientras Liana decía eso Luna se sentaba en el borde de la cama un poco apenada y la miraba sorprendida—
Liana era una mujer muy peculiar, alegre, risueña, extrovertida, conversadora, físicamente era muy hermosa con una tez blanca pálida, su cabello rojo con unas delicadas ondas que le llegaban hasta el final de su espalda, cara fileña, contextura delgada y su altura la hacían ver como una modelo de pasarela, pero hasta ese momento Luna no se había percatado de eso, se había quedado profundamente dormida mientras que su anfitriona le preparaba el café, Liana le quito los zapatos, se recostó junto a ella y se quedó dormida mientras pensaba
--No, yo no puedo hacerlo, no puedo hacerle daño, es una niña, ella es inocente, ella no tiene la culpa de nada…yo no puedo acabar con su vida.