Mi pequeña colita bien, gracias (Parte número 15).

Parte quince y última de esta historia, con contenido escatologico, en la que su protagonista, contandonos su vida, pretende animar y homenajear a los muchos varones que, por desgracia, no se encuentran demasiado bien dotados. Espero que la historia haya sido del agrado de todo el que la ha leido.

Conseguido esto Rubí decidió iniciar la segunda fase que era el evitar que descargara con tanta celeridad en cuanto el rabo se me ponía tieso. Para ello, siguió estimulándome analmente con sus dedos y en cuanto el “plátano” lucía erecto y con el capullo bien abierto, me colocaba unas gruesas gomas en la base que me apretaban de tal forma que, aunque llegaba a sentir y con mucha intensidad el gusto previo, impedían la salida de mi “salsa”. Por si aquello no era suficiente solía presionarme la base con sus dedos en forma de tijera mientras me “cascaba” la salchicha con unos movimientos muy rápidos incitándome a eyacular aunque sabía perfectamente que, con la presión de sus dedos y de las gomas, me era totalmente imposible. Rubí no se cansaba de meneármela por lo que, a pesar de las gomas, había ocasiones en que, al no presionarme la base con su dedos, las gotas previas de lubricación hacían acto de presencia por la abertura momento en que la joven me succionaba la punta mientras me propinaba unos golpes secos en los huevos con lo que llegaba a sentir al mismo tiempo gusto y dolor, me cortaba la explosión y me hacía perder de inmediato la erección dejándome descansar unos minutos antes de volvérmela a “cascar”.

Como con aquello llegaba a sentir una y otra vez el gustazo previo, me reventaba de ganas por descargar por lo que era un verdadero alivio el que me quitara las gomas y sin dejar de pajearme, me permitiera explotar echando una cantidad impresionante de concentrados y espesos chorros de leche antes de que, aunque me la seguía meneando, empezara a perder la erección y como era habitual, echara mi copiosa y espumosa orina. Llegó un momento en el que decidió prescindir de las gomas para meneármela mientras me estimulaba analmente con sus dedos y Perla disfrutaba cortándome, una y otra vez, la eyaculación ejerciendo una fuerte presión con sus dedos en la base de la tranca hasta que, al cabo de un mes, comenzaron a probarme con todo tipo de estímulos, incluidos los visuales y sin cortarme la eyaculación. En pocos días obtuvieron el resultado pretendido por lo que Perla decidió dejarlo así al considerar que aguantaba lo suficiente como para que una mujer bastante seca dispusiera de tiempo para llegar al clímax antes de que la mojara con mi leche. Para entonces Rubí había logrado que mi verga, además de ponerse sumamente dura y gruesa, llegara a alcanzar una longitud de dieciséis a diecisiete centímetros, lo que para mí era una medida excepcional y que, tras explotar, permaneciera un buen rato a “media asta”.

Quedaba la tercera fase que era ver el tiempo que necesitaban mis huevos para reponer leche y para que mi “mástil” volviera a reaccionar a sus estímulos. Perla, de más tiempo a menos y Rubí, de menos tiempo a más, me fueron probando hasta que comprobaron que, en condiciones normales y sin estímulos, las podía “clavar” la chorra teniendo la seguridad de que iba a darlas mi leche aproximadamente cada tres horas y que la espera se podía reducir en medía hora si antes del acto sexual me motivaban. De esta manera y a pesar de seguir siendo de lechada única, comencé a sacar partido a mi potencia sexual y sin importarme donde estuviéramos, en cuanto me calentaba, las hacía chuparme el cipote para poder darlas “biberón” ó se lo “clavaba” en actitudes y situaciones de lo más morbosas siempre con el propósito de echarlas un polvazo y mi orina en su interior.

Aunque cuándo comenzó estaba casi seguro de que no iba a ser capaz de conseguirlo, Rubí, con la ayuda de su hermana, logró superar con éxito lo que para ella empezó siendo un reto. Perla y yo la estábamos tan agradecidos que, cuándo nos indicó que como ya no la necesitábamos tenía la intención de irse a vivir con Nerea, no la dejamos hacerlo puesto que me había encaprichado de ella tanto como de Perla, me agradaba que fuera tan cerda y viciosa y como había llegado a darme cuenta de que, como decía el dentista con el que se había liado Aryane, en la variedad estaba el gusto pretendía continuar metiéndosela tanto en pareja como realizando tríos aunque, para no exigirme más allá de mis posibilidades sexuales, decidimos volver a usar la braga-pene y los demás “juguetes”, así como mi boca, mi lengua y mis puños, con el propósito de darnos una mayor satisfacción.

Conseguí convencer a Rubí para que usara ropa interior con el fin de que no saliera a la calle marcando tetas y pezones y con la seta al aire y para que me la entregara una vez usada con el propósito de poder incluirla en la, cada día, más surtida colección de prendas íntimas femeninas que tengo expuesta en mi vivienda al mismo tiempo que iba obligando a las dos hermanas a convertirse en unas guarras ardientes y viciosas con intención de que me motivaran para mostrarme mucho más sádico con ellas hasta el punto de depilarlas a tirones el “felpudo” pélvico ó de meterlas puros encendidos en la almeja y cigarrillos en el orificio anal que, para no quemarse, deben de “fumar” sin moverse.

Para que nuestra actividad sexual fuera aún más completa a Nerea y a Rubí las cambiaron el turno de trabajo, pasando a desarrollar su jornada laboral en horario de mañana, lo que me permitió retozar con las dos hermanas, juntas ó por separado, por la noche siendo bastante habitual que, cuándo me canso de martirizarlas, de joderlas y de darlas mi leche y mi lluvia dorada, las permita concluir la velada dejando que ambas me penetren analmente con la ayuda la braga-pene.

Al no importarme que Perla y Rubí aprovecharan su manifiesta bisexualidad para que, además de conmigo en plan hetero, mantuvieran relaciones lesbicas entre ellas y con Nerea y las otros dos jóvenes con las que Rubí, durante un tiempo, había compartido piso puesto que, aparte de que los fines de semana que es cuándo más tiempo paso con ellas suelo llegar a echarlas en intervalos de tres horas de cuatro a cinco lechadas diarias, pensé que, a través de esos contactos lesbicos y además de poder estimularme viéndolas en acción, iba a llegar a disfrutar, como así ha sido, del “arco del triunfo” y de los demás encantos de una autentica preciosidad como es Nerea a la que me acostumbré a echar regularmente algunos de mis polvos en la boca, en el chocho y en el culo. Perla y Rubí han pensado en quitarla el “paraguas” para que, a base de darla tralla y de echarla leche, pueda hacerla un “bombo” y convertirla en madre soltera, que es una idea que a Nerea no parece desagradarla. De momento han logrado que, desde hace unos tres meses, la chica conviva con nosotros en mi domicilio donde la vamos convirtiendo en una hermosa, seductora y servicial “chacha para todo” por lo que, aunque mi “colita” no me permite echarlas más de un polvo por sesión, he logrado hacer realidad el anhelo de todo varón al vivir rodeado por tres bellas, esbeltas y sensuales féminas que, al ser autentica porcelana china, me estimulan y me motivan continuamente para que, con mis limitaciones, me mantenga centrado en joderlas y en darlas mi “salsa” y así espero seguir durante muchos años.

No quiero acabar sin animar a los varones que se encuentran en la misma situación por la que he pasado a que no se desanimen a cuenta de su “colita” y que le pongan ganas puesto que, si son lo suficientemente perseverantes, más pronto ó más tarde obtendrán su recompensa pudiendo llegar a disfrutar tanto del sexo como yo lo he hecho en los últimos dos años.


NOTA FINAL DE LA ESCRITORA

Muchas gracias Bruno por tu colaboración. Como verás no he introducido grandes cambios en tu historia original y me he limitado a darla mi toque personal y a incluir los distintos recuerdos posteriores que me has hecho llegar.

Quiero aclararte que si no encuentras libros míos en castellano es porque mi editor aún no se ha decidido a publicarlos en este idioma aunque, supongo, que no tendrás que esperar mucho para llevarte una grata sorpresa a pesar de que ahora están ocupados en convertir algunas de las historias que he escrito al manga puesto que, como nadie es profeta en su tierra, mientras apenas se me conoce en España donde parece molestar que me recree con la lluvia dorada y con la mierda cuándo se trata de dos cosas naturales, con la primera de mis historias que se ha convertido al manga, dedicada a mis amigas Ana y Sole, estoy obteniendo un gran éxito en varios países asiáticos.

Finalmente, quiero animar a otros chicos y chicas que consideren que tienen alguna experiencia interesante que contar a que, como Bruno, se pongan en contacto conmigo para que, sin reservas ni tabús, me ocupe de redactar y de publicar sus historias y quiero comenzar por animar a Perla y a Rubí puesto que puede resultar interesante el escribir sobre la actividad sexual lesbica que desarrollaron durante el periodo en que, como novicias, estuvieron en el convento que, por lo que me ha contado Bruno, llegó a ser bastante excitante.

F I N