Mi pene está fláccido

Una mujer sabe como volver loco a un hombre, con sus movimientos sinuosos, su cuerpo soberbio y la sabiduría ancestral del poder de su sexo.

Mi pene esta fláccido, pequeño, con el prepucio cubriendo el glande. tú te acercas y lo acaricias con las yemas de los dedos, suave y lentamente, sin apuros, sientes lo suave que es la piel de mi pene, lo blando que es, tus dedos pasean un rato sobre mis testículos, con la misma caricia lenta y suave.

Tomas mi pene en tu mano, sin apretarlo, sólo tomándolo. Te acercas y me besas con esos besos duuulces y suaves, con la caricia de las lenguas sobre los labios, con mordisqueos suaves. Yo acaricio tu espalda. En medio del beso, sientes que la sangre empieza a llenar mi pene para convertirlo en una cosa dura y caliente. Rompes el beso, sueltas mi pene, y comienzas a acariciarme las piernas, los muslos muy cerca de mi pene y testículos pero sin tocarlos. Baja mi pene de nuevo, a pesar de lo que yo me excito más y más.

Sorpresivamente retraes el prepucio y descubres mi glande. Lo lames una sola vez con una lengua suave, mojada y caliente. Sólo una vez. Vuelves a cubrir el glande con el prepucio y me besas la punta del pene. retomas la caricia lenta en mis muslos.

Tu boca besa mi pecho, acercándote lenta pero seguramente a mis pezones, sensibles por la anticipación de tu boca. Lentamente la caricia, lentamente la boca. Después de lo que parecen años, tu lengua juega con uno de mis pezones y tu mano cubre mi pene, haciendo que empiece a llenarse de nuevo. Tu mano siente esto y se mantiene ahí. Tu boca abandona mi pezón hasta que mi pene baja.

Tu lengua ataca de nuevo, se retira al comenzar la erección. Espera. Ataca de nuevo. Se retira. Espera. Por alguna extraña razón, estoy caliente como nunca, pero mi pene descansa, si bien mis testículos se hinchan. Tu boca los busca. Te pones encima mío, como en posición de 69, depilada, chorreante, pero he de mantenerme quieto y mirar con envidia como tu vulva magnifica gotea un liquido transparente que baja por tus muslos. Tu lengua acaricia con lentitud mis testículos y se retira cuando mi pene se empieza a mover y crecer. Hay cosas que no se pueden evitar, y la visión de tu hermosa vulva a escasos centímetros de mi boca, de tus labios hinchándose y enrojeciéndose, de tus labios abriéndose para recibir mis embestidas es mucho, y mi pene crece, y crece y crece. Tu mano aprieta mi glande, mientas que la otra aprieta la base del pene, para evitar la llegada de la sangre que lo convierte en una gorda y palpitante herramienta de placer. Tu lengua , en abierta inconsistencia con tus manos, lame el tronco de mi pene, sensible como pocas veces, imposibilitado de crecer. Tus muslos brillan con el liquido que brota de tu vagina, tu clítoris se hace visible. Rojo, duro, brillante. Mi lengua no llega, así es que me contento con lamer la cara interna de tus muslos, recogiendo el líquido que pueda. Es una delicia.

Sueltas mi pene, o casi, te das vuelta, y me masturbas lentamente, mientras me lames y muerdes los pezones, calentándome más y más. Nada que hacer, ya estoy duro, mi glande está hinchado y oscuro.

Me pides que me quede quieto, que no haga nada, y me montas, frotando tu vulva hermosa, abierta y lubricadísima contra mi pene sensible y caliente. Me da la impresión que te acaricias el clítoris con mi glande, que me estas usando para masturbarte. Ahogas mi pregunta con un beso, y a medida que el beso es más y más violento, siento que te empiezas a clavar en mi pene, que me montas y te ensartas de a poquito, pero inexorablemente, mientras me vas narrando lo caliente que me siento, mientras me cuentas lo abierta que te sientes por mi pene, mientras bajas más y más y mi pene va siendo comido suavemente por tu vagina.

Tras interminables minutos, te enderezas, y la vista es hermosa. Tus labios están absolutamente abiertos, tu clítoris se ve hermoso, y entre tus piernas sólo se ve la base de mi pene, apenas. Estás clavada entera. tus pezones están duros y oscuros, tu boca esta húmeda, entreabierta y brillante, se ve tu lengua mientras respiras agitadamente.

Tus manos pellizcan mis pezones y empiezas a mover las caderas en forma circular, de a poco, lentamente, empiezas a gemir, yo me siento más duro y excitado, si eso es posible. Tus movimientos empiezan a ser de sale-entra, aumentando en velocidad y amplitud de a poco, hasta que finalmente subes hasta que sólo mi glande queda alojado entre tus labios y te dejas caer con violencia, clavándote mi pene entero. Te inclinas y me besas para ahogar los gritos de tu orgasmo, mientras me haces el amor con violencia. Saciada tu vagina hambrienta, bajas y me chupas el glande mientras me pajeas con energía y violencia. No es sorpresa para nadie que me hace correrme con violencia en un orgasmo largo, intenso y copiosísimo, del que te tragas más de la mitad del semen, golosa. Subes y me besas, mientras nos abrazamos. Puedo sentir el gusto de mi semen en tu boca mientras nos dormimos.