Mi papa se esta tirando a tu mama
El primer recuerdo de un niño no tiene porqué ser tierno ¿o si?
La historia que voy a contar es una reconstrucción de un hecho que transcurrió hace bastantes años, en realidad es el primer recuerdo nítido que tengo en mi vida y que me acompañará siempre.
Debía tener entonces unos cuatro años.
Recuerdo haber ido con mi mamá a la casa de un amiguito para pasar la tarde y jugar con él.
La mamá de mi amigo no está pero si está su papá, que nos recibe con un beso.
Estoy muy contento de ver a mi amiguito, que, en ese momento, está viendo en la tele unos dibujos animados. Me siento en el suelo a verlos con él.
Al rato nos llevan la merienda, un cola-cao a cada uno con galletas, que me encanta y tomamos rápidamente mientras vemos los dibujos.
Cuando acaban nos dicen que vayamos a la habitación de mi amiguito a jugar. Nos avisan que tengamos cuidado de no romper nada y que luego debemos colocar lo que saquemos en el sitio donde estaban.
Nos ponemos a jugar en el suelo con unos soldaditos de plástico que tiene mi amigo y un fuerte de madera como los de las películas de indios que echan en la tele.
Llevamos un buen rato jugando, cuando mi amigo se tira al suelo al lado mío y me dice muy excitado:
- ¡Mi papá se está tirando a tu mamá!.
No se que es lo dice, y, de hecho, no sabía ni que hubiera dejado de jugar.
Me dice que me descalce y le acompañe, pero muy despacito y sin hacer ruido para que no se den cuenta.
Le hago caso. Abre la puerta muy despacito y salimos por el pasillo en fila india, él delante guiándome.
Salimos a la terraza muy despacito, mi amiguito se para y me hace un gesto con la mano para que me quede sin moverme.
Me parece oír gemidos.
Se acerca a una ventana que tiene la persiana medio bajada y se pone a mirar por ella, luego me mira, se pone un dedo en los labios para que no haga ruido y con la mano me dice que me acerque también a mirar.
Miro dentro de la habitación que está casi en penumbra.
Los gemidos se oyen más ahora y surgen de esta habitación.
Al principio no veo nada, pero poco a poco me voy acostumbrando al contraste con la luz.
Lo primero que noto es movimiento, hay alguien a menos de dos metros de donde estoy, de pies.
Veo su perfil, un poco dándonos la espalda.
Se mueve adelante y atrás. ¡Le veo el culo!. ¡contrae sus músculos en cada movimiento!
Muy cerca, tumbado boca arriba, ¡veo unas tetas!, ¡que tetazas más grandes!, ¡se mueven adelante y atrás!.
Le veo la cara, ¡es mi mamá!.
Está desnuda, tumbada boca arriba en una cama, con las piernas levantadas y encima de los hombros del papá de mi amiguito, que está de pies, desnudo, con una pierna subida a la cama moviéndose adelante y atrás, embistiéndola una y otra vez.
Tiene la polla metida en el conejo de mi mama, entrando y saliendo una y otra vez.
En cada entrada y salida en su conejo, ella no para de jadear.
¡Sus tetas se bambolean como flanes, sin dejar de moverse, adelante y atrás, adelante y atrás!. ¡Sus pezones son como cerezas enormes y apuntan al techo!.
Sus brazos, a lo largo del cuerpo, permiten ver mejor sus tetas.
Tiene los ojos semicerrados y la punta colorada de su lengua recorre sus labios entreabiertos enseñando unos dientes blancos y regulares.
Las manos de él la agarran las tetas, se las soban sin dejar de follársela, con los dedos la pellizca los pezones, cada vez más grandes.
Mi mama cada vez jadea más alto y más rápido, como es más rápido el movimiento de su cuerpo por los empujones que la da el papá de mi amiguito.
De pronto, mi mamá chilla con voz aguda:
- ¡Nos están viendo! ¡en la ventana!.
El papá de mi amiguito vuelve la cara rápidamente hacia nosotros y ruge:
- ¡Niños a vuestro cuarto! ¡Ya! ¡ Castigados!.
Y salimos inmediatamente corriendo de prisa, sin mirar atrás.
Llegamos a la habitación de mi amiguito, y cerramos la puerta.
Estamos excitados y le pregunto:
- ¿Qué estaban haciendo?, ¿jugando?
- Mi papá se estaba tirando a tu mamá.
- ¿Tirando?
En ese momento se abre bruscamente la puerta de la habitación.
Es el papá de mi amiguito que, con la cara muy colorada, lleva puesta una bata verde y me grita muy enfadado:
- ¡Tu mamá se ha enfadado mucho contigo! ¡Así que os vais! ¡Ya verás la que te espera!.
Luego se dirige a mi amiguito y le grita también muy enfado:
- ¡Y tú no creas que te vas a librar de ésta! ¡Por lo pronto hoy te quedas sin ver la tele y sin cenar!
Entra mi mamá ya vestida, con la cara colorada y el pelo revuelto, que me agarra y me levanta del suelo.
- ¡Para casa! ¡Ya verás cuando se lo diga a tu padre! ¡Te va a poner el culo bueno!.
Y me da con la otra mano varios fuertes azotes allí mismo, por lo que me pongo a llorar.
- ¡Para que aprendas!.
Agarrándome siempre salimos de la casa. En el ascensor me pone el abrigo y me dice muy enfadada:
- ¡Has sido muy muy malo!
El camino a casa fue en silencio, agarrado de la mano de mi mamá.
Ya llegando a casa me dice:
- No voy a decir nada a papá de lo que has hecho porque se pondría muy muy enfadado contigo, y ya sabes como se enfada. Pero tú tampoco debes decirle nada porque seguro que te da unos buenos azotes y no te compra nada, ni juguetes ni da, nunca, nunca más. ¿Me juras que nunca vas a decirle nada a papá?.
- Si.
- Lo tienes que jurar por la virgen y el niño Jesús, ¡venga júralo!.
- Si, lo juro por la virgen y el niño Jesús.
- Si lo haces irás al infierno con todos los demonios y el fuego, y allí arderás eternamente.
- No, no voy a decir nada. Lo juro por la virgen y el niño Jesús.
- No lo olvides, si dices algo irás al Infierno.
Entramos en casa y nunca le dije nada a mi padre.
No fue la única vez que vi a mi madre follando, pero esas son otras historias.