Mi pagafantas

Tuve la suerte de encontrar un chico tímido y sumiso al que utilizar a cambio de nada ... aunque las cosas cambian

Hace unos meses me empezó a entrar la curiosidad viendo esos reportajes o artículos sobre esas relaciones que llaman de sugar baby y sugar daddy. No es que me fuera mal económicamente, pero la idea de tener un "amigo" especial que me ayudara más en ese aspecto no me vendría mal, de hecho me haría pasar de tener una economía normal, holgada, a ser una auténtica privilegiada... y la verdad es que con las amigas que tengo, me vendría muy bien: somos bastante competitivas, nos llevamos bien pero siempre queremos estar por encima de la otra, ser la más guapa y la más fit, y la que más dinero y estilo tiene, la que más lejos viaja, y la que tiene el novio más guapo o rico.

Por entonces no me iba mal, ya en mi primer curro tras salir de la uni tuve suerte de firmar un buen contrato, así que ya directamente me independicé con 24 años y pude vivir sola aunque fuera en un apartamento pequeño. También cambié de ciudad, a la capital, donde el tamaño de la ciudad y esa anonimidad me animaban a lanzarme a ciertas cosas que en mi ciudad no hubiera hecho. Ahora dos años después es cuando quería dar el siguiente paso, subir un nivel. Empezaba a ver algunas webs donde los hombres que buscan ese tipo de relación ponían sus perfiles, hablaban de su forma de ser y de su economía. Se me ponían los dientes largos cuando veía su poder adquisitivo, y sabiendo siempre cómo de fácil es sacar dinero y favores a un hombre siendo una chica joven y guapa. Pero cuando pensaba en la parte sexual me echaba atrás. No era capaz de verme a mí misma teniendo sexo con un desconocido por dinero. No era por ser puritana o estrecha, que no lo soy para nada, pero en la cama necesito algo de complicidad, de feeling.

Llegué a dar el paso de tener alguna cita con alguno, y efectivamente no me veía yendo al siguiente nivel con ellos. Al menos conseguí alguna cena gratis de esa manera. Por supuesto se enfadaban cuando gastaban dinero en pagarme una cena y no conseguían nada, pero así es la vida. Algunas somos caprichosas y una mujer atractiva puede actuar de esa manera.

Pero entonces cuando la cosa se estaba empezando a enfriar y yo estaba pensando en dejar todo esto, vi el anuncio de Francisco. Al principio no me lo creía. Se ofrecía como sugar daddy a cambio de NADA. A pagar cosas, ser mi chófer, limpiarme la casa, acompañarme a sitios... y lo que él quería era solo compañía, una chica maja cerca para no sentirse solo. Pensé en simplemente cerrarlo y descartarlo, era imposible que hubiera alguien así. Pero tenía curiosidad, y además no perdía nada por intentarlo. Enviar un mensaje no cuesta nada así que le escribí contándole sobre mí y pidiendo más información. Contestó a los pocos minutos, parecía simplemente un chico tímido e inseguro, el típico que se pone nervioso de solo tener delante a una chica guapa y que no sabe hablarle. Por cierto tenía 38 aunque aparentaba menos.

Pasé un poco del tema y lo dejé ahí, sin embargo unos días después me escribió él, pidiéndome charlar. No contesté y volvió a insistir, esta vez pidiéndome por favor que le diera una oportunidad. Me causaba curiosidad que me insistiera... si es para conseguir algo conmigo lo entendería, pero insistirme para ser mi sumiso pagafantas sin siquiera tener derecho a tocarme, me estaba empezando a dejar muy curiosa. Este chico debía estar muy desesperado por compañía femenina.

La verdad es que como era majete, y parece que debía tener dinero porque era ingeniero, y para que dejara de insistir y darme la chapa, decidí aceptar. Había un restaurante nuevo cerca de mi casa que me moría por probar, así que ese sería el 'examen' para él. Elegí un día de entresemana para que hubiera menos gente por si había alguien conocido. No me arreglé demasiado, ya que él tampoco lo merecía, así que simplemente llevé un vaquero y una camiseta de tirantes blanca y el pelo recogido en coleta.

Estaba un poco nerviosa pero sabiendo que yo tenía la sartén por el mango, y sabiendo que él iba a estar mucho más nervioso, pronto se me pasó. Además le dije que fuera él primero y me esperara en la puerta, para yo desde lejos verle y si no me gustaba o no me apetecía, poder darme la vuelta sin que él me viera a mí. Aceptó eso sin rechistar. Cuando llegué y le vi me entró aún más autoconfianza: no era feo (ya le había visto en foto) pero sí delgaducho, algo más bajo que yo (yo mido 1.75), y se notaba su nerviosismo e inseguridad, mirando a su alrededor constantemente, recolocándose la ropa y el pelo, etc. Me acerqué y cuando me vio parece que iba a darme dos besos, pero preferí darle la mano, no sé porqué. Me daba una sensación de salido pajillero que si se acercaba a mí y olía mi perfume igual se corría ahí mismo.

Nos sentamos en una mesa un poco apartada, y eso me gustó porque al cruzar el local, me daba la sensación de que nos miraban, como que una chica como yo no pegaba al lado de alguien como él. Desde luego de haber una segunda cita no sería en público, pero claro, la primera debía ser en un sitio con más gente, por seguridad.

La comida estuvo increíble... riquísimo, original, vino caro, postre delicioso... no así la compañía. La conversación de Francisco era nula, a veces arrancábamos pero pronto nos llevaba a los dos a silencios incómodos. Claro que a mí me daba igual, el que se lo tenía que currar era él, pero aun así era desagradable. Yo me sentía como si ni siquiera me mereciera la pena estar allí ni aunque me invitaran. Cuando terminé el postre le dije que le esperaba fuera mientras él pagaba. Realmente le iba a esperar, pero vi pasar un taxi y decidí irme sin más, de todas formas solo restaba despedirse, obviamente tampoco íbamos a tomarnos otra en otro sitio.


No me arrepentí de haber quedado con él... una comida así y gratis mereció la pena aún con la incomodidad. Además pude subir unas cuantas fotos para presumir en Instagram sin que se viera quién era mi acompañante. Pero no iba a repetir cita. Otra cosa sería que Francisco quisiera comprarme caprichos. De hecho me andaba escribiendo e insistiendo, quería llevarme a tiendas de ropa en Serrano, cosa que estaría bien, pero no quería ir con él. Pero encontramos una solución intermedia: yo podía comprar por internet y él pagarlo desde su casa.

Eso sí que me gustaba más, no tenía que moverme de casa, y Francisco no escatimaba con el dinero, me compraba cosas bastante caras. Mis amigas y mi hermana empezaban a preguntar si me había echado un novio rico... yo ni confirmaba ni desmentía, les dejaba con la incógnita, porque desde luego esto no se lo podía contar a nadie. Pero yo ya estaba empezando a ser la consentida y Francisco el sugar daddy.

Como también se ofrecía a hacerme favores empecé a aprovecharme de eso también, le pasaba mi lista del supermercado por mensaje, y no solo lo compraba y pagaba sino que me lo subía a casa. Al principio solo le abría la puerta, nos saludábamos y me dejaba las bolsas dentro, pero acabé más tarde dejándole entrar a colocar las cosas, y de ahí, ya que ahora le dejaba entrar dentro de mi piso, empecé a pedirle algunas labores de la casa como limpiar el baño, la cocina, barrer y tender la ropa. Lo hacía encantado y bastante bien. Con lo de la ropa sucia, yo le dejaba un poco de margen… de hecho a veces se metía al baño y se tiraba ahí un rato. Lo que estuviera haciendo ahí dentro o si se había llevado dentro alguna de mis prendas usadas, no me importaba, era cosa suya… mientras a mí no me tocara, todo bien.

La verdad es que el chico era majete y muy servicial, y con todas estas atenciones y favores mi rechazo inicial se fue ablandando. Cada vez hablaba más con él, ahora nos dábamos dos besos al saludarnos en vez de estrechar la mano, yo le daba las gracias, etc. También volvimos a cenar juntos, por supuesto esta vez en mi casa, no quería que fuera en público. En esos casos solíamos pedir algo a domicilio. Ahí charlábamos bastante, con la confianza él se lanzaba un poco más. Nos estábamos haciendo medio amigos, aunque yo mantuviera una actitud más dominante y mandona. Charlando con él entendía por qué Francisco hacía esto. Tenía dinero para pagar por sexo, pero él quería una chica normal, como cualquier amiga, vecina, o algo así, no una que se venda por dinero, porque ya no sería lo mismo. Y también decía que no le gustaba el rollo de los machos alfa... que siendo sinceros, una mujer atractiva siempre es la que manda en las relaciones, e ir de machito dominante es solo fingir, y él no hacía eso, solo asumía con sinceridad su rol inferior. Eso me gustó mucho.


Un finde que (como casi siempre) iba a salir de fiesta con mis amigas, al contarle mis planes a Francisco me dijo si podía acompañarnos. Me reí tanto al oír eso, que seguramente se sintió humillado. Y es que sería bastante raro, cuatro pivones sobre los 25 años, super arregladas, yendo por ahí con un tío raro diez años mayor. Le dije que si acaso le podía decir en qué discoteca estábamos y se podía acercar (como si fuera un tío desconocido más) a pagarme alguna copa, o que también me podría acompañar a casa si no volvía con mis amigas, porque me da un poco de miedo volver sola por la noche.

Al final así quedamos, y el sábado por la noche al poco de entrar en la discoteca le ví acercarse. La verdad es que Francisco era un desastre a la hora de elegir la ropa, aquel día casi parecía que iba con traje y no pegaba con el sitio. Yo en cambio estaba bastante rompedora, con una mini de cuero de cintura alta y un top de tirantes negro. Y taconazos, por supuesto, que me dejaban bastante más alta que él. No quería estar a su lado más de un minuto, solo quería que me pagara la copa y desapareciera ya. Mis amigas me preguntaron y dije que era un pesado que insistía en invitarme y yo me estaba aprovechando de él (cosa no muy alejada de la realidad).

En la zona de baile se me arrimó el típico tío bueno. La verdad es que, de perfecto que era, daba rabia. Cachas pero no en exceso, alto, vestía bien, con tatus, y bailaba de miedo. Se me refrotaba bastante al bailar pero no me importaba para nada, más bien al contrario. Entre la sensualidad del baile, y las copas que llevaba ya, me estaban entrando bastantes ganas de tirármelo. En un sitio un poco más apartado empezamos a darnos el lote. También besaba muy bien, y a pesar de estar rodeados de gente no le importaba besarme super lascivamente y meterme mano por todas partes. Yo ya chorreando ahí abajo. En cierto momento entre la gente vi la cara de Francisco mirándonos, no sé si triste o enfadado o las dos cosas. El muy iluso al rato me envió un mensaje diciendo que si quería otra copa o que si quería que me llevara a casa. Ni contesté. De hecho al poco rato estaba caminando apresuradamente hacia fuera a tomar un taxi con Raúl (que así se llamaba) para ir a mi piso, ya que él no vivía solo.

En el asiento trasero del taxi ya nos estábamos comiendo las bocas salvajemente, y al subir al piso ya dimos rienda suelta. El muy cabrón creo que me rompió el top al quitármelo, uno de mis preferidos. Yo ya en ropa interior y él aún vestido, pero para lo que yo deseaba en ese momento no hacía falta desvestirle: me arrodillé ante él y le bajé la bragueta, no sin dificultad dada la presión que hacía hacia fuera su bulto ya bastante hinchado. Cuando le bajé el slip saltó su tranca como un resorte y me golpeó en la cara. La verdad es que Raúl estaba bastante bien dotado. Aún no la tenía dura del todo y ya tenía un tamaño considerable.

Me la metí en la boca y empecé a mamar, con ganas, estaba necesitada de una buena polla. Al principio usaba mi mano derecha para masturbarle en la base de la polla y el resto lo tenía en la boca, pero me presionaba la cabeza hacia él como "invitándome" a que mi mamada fuera más profunda. Así que aparté la mano y empecé a mamar bien a fondo, aunque no me daba la boca y la garganta para metérmela entera, pero hice lo que pude. Mi mano ahora se metió dentro de mis bragas, donde empecé a estimularme el clítoris para poder tener un rico orgasmo.

Pronto me dolían las rodillas de tanto rato apoyadas en el suelo. Hice ademán de levantarme y entonces noté como él me presionaba de nuevo los hombros hacia abajo obligándome a seguir en la misma posición. No me gustó pero no quería problemas así que seguí chupando y chupando hasta que minutos más tarde se corrió en mi boca. Por si acaso se volvía a enfadar o poner violento me lo tragué, sabiendo que le agradaría. Le miré sonriendo desde abajo y desde luego su cara de satisfacción me lo confirmaba. Me dijo "buena chica" y me dio una palmadita en la cara.

Ahora faltaba saber si ahora que se había corrido iba a querer irse o me iba a ayudar a mí a correrme. Pronto tuve la respuesta. Curiosamente no se le bajaba la erección tras eyacular así que yo ya me imaginaba lo que se me venía encima. Me dio la vuelta y me inclinó sobre el sofá, exponiendo mi culo y mi vagina hacia él. Solo esperaba que no le apeteciera darme por el culo porque no sé si me podría negar y no quería que ese pollón me taladrara. Entonces noté cómo con una mano esparcía mis propios flujos por toda la zona y pronto dí un respingo cuando noté su glande sobre mis labios vaginales, frotando arriba y abajo, segundos antes de empezar a notar presión ahí, hasta que por fin me la insertó de una vez en el coño. La sensación de "llenado" era total. Nunca había tenido algo tan grande dentro de mí, y además estaba dura a más no poder (bueno, creo que mis pezones estaban aún más duros).

Me puso una mano en la cabeza y otra en el hombro y empezó a bombear, a ritmo fuerte. Notaba la punta de su polla llegar hasta lo más profundo y hasta presionar en el cérvix. Me encantaba aunque me dolía un poco, todo estaba siendo muy intenso. Luego sus manos pasaron a copar mis pechos, lo cual me estimulaba aún más y era mejor porque así hacía menos presión en sus embestidas. No tardé en correrme como una loca. Intenté aguantar mis gemidos, no quería que se diera cuenta de cuánto me estaba gustando, porque se supone que tenía que estar enfadada por el trato que me estaba dando, pero no pude, gemí como una perra a la vez que sentía las sensaciones del orgasmo por todo mi cuerpo.

El muy desgraciado se corrió dentro. No le pedí ponerse condón, porque tras haber eyaculado solo minutos antes pensaba que no podría dos veces tan seguidas, pero no fue así. Supongo que al correrme, las contracciones de mi vagina sobre su trozo de carne fueron demasiado y le llevaron a otro orgasmo. Entre boca y vagina esa noche me llevé una buena ración de leche. Por suerte no me dejó embarazada.

Se duchó, vistió, me dio un pico en los labios y salió, sin apenas hablar. Yo me quedé en el sofá, adolorida, medio nerviosa por tanta tensión... y satisfecha, muy satisfecha sexualmente. Creo que el haber pasado tiempo últimamente con un "macho beta" tan grande como Francisco me hacía desear mucho un hombre de verdad, que tuviera las cosas claras y me mandara y manejara a su antojo. Al acordarme de mi pagafantas, reparé en que no le había contestado, miré mi móvil y tenía un montón de mensajes de él. Se mostraba entre preocupado y enfadado. Le confirmé que había ligado y que me había ido con mi ligue a mi piso. Curiosamente le enfadó y dijo que yo era su sugar baby y que no le gustaba que estuviera con otros chicos!! Menuda chorrada, si aceptaba darme caprichos y favores a cambio de nada, qué más le daba que follara con otros? Así se lo dije y supongo que no tenía más opción que aceptarlo, porque la otra opción sería que termináramos nuestra relación y no me vería más... así que tenía que aceptarlo.


Las siguientes semanas siguieron la misma tónica. Por suerte para mí, Raúl quiso repetir y nos veíamos con bastante frecuencia. Me follaba a voluntad, me tenía casi como su esclava sexual. Aunque para ser esclava tiene que ser por la fuerza, y yo lo hacía de buena gana. Por otro lado Francisco, aunque un poco enfadado, seguía tratándome como una reina. Yo creo que estaba un poco enamorado de mí.

Así estaban las cosas, el chico que me colmaba de atenciones y favores se quedaba a dos velas y el que me trataba como un trozo de carne me tenía a su merced. Pero yo estaba bien así, por un lado tenía el dinero y los favores, y por otro un sexo genial, así que no me faltaba de nada, estaba muy contenta.

Incluso Francisco a veces, resignado, llegó incluso a ayudarme en mi relación con Raúl. Una vez vi en internet un conjunto de lencería sexy, que en principio tenía pensado pagar yo, pero cuando vi el precio no tuve más remedio que pedírselo a Francisco, y fue tan majo de comprármelo, a pesar de que obviamente lo iba a usar para poner a Raúl bien cachondo y que me follara bien follada, como así fue finalmente.

Una vez cruzado ese límite volvimos a hacer cosas en esa línea: ibamos de tiendas juntos y le enseñaba la ropa puesta y me aconsejaba para ver con qué estaba más guapa o sexy. Como muchas parejas hacen, solo que como amigos. Me venía genial su consejo masculino a ese respecto. Luego le contaba con cuales Raúl me había encontrado más atractiva y sexy. Yo le estaba muy agradecida, y a él parecía gustarle verme feliz. También me pagó manicuras, peluquería, juguetes sexuales y de todo. Creo que hasta si le hubiera pedido las llaves de su piso para ir a follar con Raúl, me las hubiera dejado.


Con el tiempo pasó lo que tenía que pasar: Raúl fue perdiendo interés. No era por mí, que me esforzaba en estar bien guapa siempre para él, en parte gracias al consejo y ayuda económica de Francisco; también ahora hacía mucho más deporte para estar bien esbelta y en forma. En la cama, no había prácticamente nada a lo que le dijera que no. Pero claro, había otras chicas. A un tío tan bueno nunca le faltaban mujeres, de hecho yo lo sabía porque le veía con ellas en sus redes sociales. Al menos era sincero y no trataba de aparentar fidelidad.

Y al haber otras chicas, nuevas, con las que estaba empezando, y que le aportaban novedad, lo ya conocido pierde interés. Yo ya no sabía qué hacer para que quisiera verme con más frecuencia. La idea de dejar de vernos me dejaba bastante mal, deprimida. Y es que me había encaprichado bastante de él, no diría que estaba enamorada, pero un poco sí. No tengo problemas para ligar, pero yo no quería ir de ligue en ligue, quería tener a Raúl para mí, en mi casa, y que él solo estuviera conmigo. Dar un paso más en la relación.

Mi error fue ser sincera con él. Pensé que si le decía lo que sentía, se sentiría halagado, le gustaría tener no solo un ligue, un chochete para usar de vez en cuando, sino una novia fiel. Sin embargo lo que ocurrió fue lo contrario, le envié un mensaje en ese tono y ni me contestó. Debió asustarse, o igual simplemente es que eso no era lo que quería. Yo había considerado la posibilidad de ser rechazada, pero es que ni me contestó, y eso me dejó muy mal. Era muy humillante. Es que no valoraba lo mucho que yo me había esforzado en estar siempre perfecta para él? Por lo visto no.

Estuve bastantes días mal, bastante depre. Tenía unos días sobrantes de vacaciones así que aproveché para tomármelos libres, y pasé mucho tiempo en casa, compadeciéndome. Ya había estado mal en otras rupturas pero esta era peor. Esperaba que en unos días se me pasara pero no era así.

Uno de esos días le dije a Francisco que me hiciera la compra. No me apetecía verle, pero necesitaba comida y mi aspecto no era como para salir a la calle a comprar. Cuando llamó a la puerta, ya con las bolsas llenas, quería que lo dejara y se fuera. Pero vio mis pintas, mi aspecto y lo desordenada que tenía la casa y creo que se dio cuenta de lo que pasaba.

A pesar de que le dije que se fuera, no me hizo caso. Me ordenó y limpió la casa, puso una lavadora, y me cocinó una cena sencilla pero rica y sana. Una vez ya me dejó todo preparado, se iba a su casa, supongo que ya también a cenar, cuando le dije que se quedara. Me habían agradado sus cuidados y no me apetecía quedarme sola de nuevo.

Como había preparado cena de sobra, nos servimos los dos y cenamos juntos. Yo me abrí un poco más que de costumbre, como me sentía sola hablaba mucho más, y le preguntaba cosas sobre su vida y todo eso. Decidí sacar un vino para tomar mientras charlamos y disfrutar un poco. Al levantarnos, por primera vez le ayudé a recoger la mesa y fregar, y cuando terminamos, de forma bastante espontánea le abracé, y le dije que le estaba muy agradecida por todo lo que hacía por mí.

Luego pusimos una peli en Netflix que estuvo bastante bien, era una comedia y reímos bastante juntos. Se hizo algo tarde y bueno, entre mi estado de necesidad de cariño, y que era tarde para volver en metro, le dije que se quedara a dormir. Accedió pero estaba bastante nervioso, a veces tartamudeaba al hablar con todo esto que estaba pasando esa noche.

Tras darme una ducha rápida, y ya bastante tarde, cuando me iba para mi habitación me preguntó, tímido, dónde dormiría él. Yo simplemente tomé su mano y le llevé hacia mi habitación, me metí en la cama y le hice una seña como para que se pusiera detrás de mí. Entendió lo que yo quería y se puso detrás y me abrazó por detrás, en la típica postura de “cucharita”. Me encantó su calidez y el cuidado con el que me trataba y tocaba. No tardé mucho en dormir como un bebé, mucho mejor que las noches anteriores. Aunque antes de dormirme sí que pude notar ahí atrás que probablemente a Francisco se le había puesto dura.


Por la mañana desperté descansada y reconfortada. Seguíamos en la misma posición, con el agradable calor del cuerpo de Francisco detrás de mí. Me giré y le ví ahí mirándome, ya despierto, sonriendo. Yo le sonreí también. Me preguntó si me encontraba mejor, y no se porqué, no le contesté con palabras sino con un beso. Un pico inocente en los labios. Me gustó y le volví a besar, calmadamente, disfrutando del momento. Él tardó en animarse pero al poco rato ya empezó a devolverme los besos tímidamente. Nos abrazamos, besamos y nos dimos calor así durante un rato.

A pesar de no ser la escena más erótica o sexual posible, pronto noté que se le había puesto dura… el pobre igual hacía años que no estaba así con una chica, o quizá nunca lo había hecho. Entonces me dijo que si podía ir al baño. Me dio pena que cada vez que algo de nuestra relación le excitaba tenía que irse al baño a masturbarse, así que esta vez le ayudé un poco. Bajé mi mano y le toqué por encima del calzoncillo. Dio un respingo. Estaba tremendamente nervioso… al fin y al cabo esa diosa a la que durante tanto tiempo solo podía aspirar a servir y complacer, ahora se mostraba mucho más melosa. Empecé a acariciarle y magrearle ahí abajo, mientras seguía besándole, y para mi sorpresa, empezó a emitir unos gemiditos y a convulsionarse y pronto sentí humedad en mi mano. Se había corrido con solo tocarle.

Fue al baño a limpiarse y al volver me comentó que tenía ese problema… problema al que no quiso poner nombre, pero que entiendo que sería eyaculación precoz. Me mostré comprensiva y le dije que no pasaba nada, que teníamos todo el día (era sábado). Lo bueno era que si follábamos ahora él duraría más hasta correrse una segunda vez. Tiré de él hacia la cama de nuevo y empezamos a besarnos de nuevo, al principio suave pero luego con lengua. Le dejé tocarme los pechos y el culo por encima del pijama, aunque era bien fino así que era casi como tocarme directamente. Yo me estaba empezando a poner bastante cachonda. Era divertido y excitante tener a alguien así a mi merced.

Como seguramente él iba a tardar un rato en tener otra erección, le dije que me hiciera una buena comida de coño. Al fin y al cabo era mi pelele. Obedeció y me desabrochó y quitó el short del pijama, luego las braguitas hasta que el sexo de su diosa estuvo ante su cara. Se quedó como embobado así que con una mano empujé su cabeza hacia mí. Empezó a dar besos y luego a sacar la lengua y lamer tímidamente. Era agradable aunque no lo hacía demasiado bien, así que le fui dando indicaciones. Le tuve así bastante rato, quizá 10 minutos, muy excitantes y agradables. Luego me moví de forma que él podía seguir chupándome pero yo tenía acceso a su entrepierna, donde se la saqué del calzoncillo con la mano. La tenía ya algo dura y pude comprobar lo que me temía, no la tenía muy grande, aunque lo suficiente para darme placer sí. Empecé a masturbarle con delicadeza, y esta vez parece que no se corrió al instante, debido a que se acababa de correr.

Le coloqué boca arriba dispuesta a cabalgarle. Antes que eso, y porque me apetecía besarle le hice limpiarse la boca con su propia camiseta. Me pasé su glande varias veces a lo largo de mi rajita para ayudar a lubricarnos a ambos. La tenía ya en su punto máximo de dureza, y empecé a bajar insertándome en ella, hasta que llegué abajo, y empezé a cabalgar suavemente. Su mirada era de placer total, estaba que no se lo creía. No se atrevía a hacer nada con sus manos así que se las cogí y las puse en mis pechos, y noté como se regocijaba en ellos, sintiendo la suavidad de la piel, magreándolos, sintiendo los pezones en las palmas de sus manos. Me incliné y le besé cariñosamente, disfrutando de esta recién descubierta cercanía y complicidad entre nosotros.

Nos dimos la vuelta quedando yo mirando hacia arriba y él encima, al principio tumbados y abrazados, haciéndolo suave, después se incorporó de forma que podía embestirme con más fuerza. Subí mis piernas abrazándole con ellas, lo cual por alguna razón me resultaba mucho más placentero. Después de unos maravillosos minutos dándonos placer, noté por sus movimientos y su expresión que iba a correrse, por supuesto no iba a dejarle hacerlo así que con un movimiento hice que la sacara, justo a tiempo porque empezó a eyacular sobre mi abdomen. Echó muy poca cantidad de semen. El pobre Francisco daba pena frente al semental de Raúl, en prácticamente todos los aspectos, pero por otro lado era un amante cariñoso y respetuoso, me había gustado.

Tras ducharnos (separados) le pedí que se fuera porque me apetecía estar sola. Tras reflexionar durante aquel sábado, noté que me sentía mejor sobre mi ruptura con Raúl, y que no sería una mala idea comenzar una relación de pareja con Francisco. Me quería, me trataba como a una reina, y también podía darme cariño y sexo. Quién lo hubiera imaginado cuando tuvimos aquella primera cita… El lunes ya volví al trabajo encontrándome bien, y durante el día escribí a Francisco para decirle que si quería cenar conmigo en casa. No podía esperar a ver su cara cuando le preguntara si quería que yo fuera su novia :)