Mi padrino me hace un regalo especial.
Se la chupé a mi padrino mientras mi familia se tomaba el café.
Mi familia tiene una tradición que, hasta el día de hoy, permanece. Y es que cada domingo hay reunión familiar. No es obligado ir, y no es algo que se avisa, sólo es algo que se sabe que está. Se sabe que cuando llega el domingo, en casa de mi abuela habrá comida y que todos podremos ir a compartir el almuerzo. Cuando estamos todos juntos es un lío, hay mucho alboroto, risas, se habla muy alto, se pone música o se toca la guitarra (uno de mis tíos me enseñó a tocarla)... son grandes momentos familiares. Cada domingo yo me ponía un poco nerviosa porque sabía que era una oportunidad para ver a mi padrino aunque me molestaba que viniera con su mujer. Aun así me gustaba encontrarme con él en casa de mi abuela, ya que no siempre podíamos vernos porque yo vivía con mi familia, y él con su mujer. Dependía de que mis padres me dejaran salir a un lado o al otro, y siempre tenía que decirle a mi madre dónde iba y con quién (aunque más adelante me convertí en un AS de la mentira para poder escaparme con mi padrino).
Esto que os voy a contar pasó uno de esos domingos... en casa de mi abuela. Nos habíamos reunido como casi siempre, llegaron mis tíos y mis primos y yo estaba ayudando a mi abuela a preparar la mesa. Al llegar mi padrino, este le dio un beso a mi abuela, otro a mi madre, y otro a mí. Me sentí incómoda porque su mujer estaba allí en la cocina con nosotras. Empezaron a hablar de cómo les había ido el trabajo durante la semana y a mí me preguntaron por los estudios. Cuando terminé de poner la mesa, me reuní con mis primos. Hablábamos y jugábamos hasta que nos llamaron para almorzar (si nos reuníamos muchos, siempre hacíamos dos turnos: primero los niños y luego los mayores, porque así ellos se quedaban tomándose el café después).
Después de comer, siempre es costumbre que los mayores se pusieran a preparar café y se lo tomaran todos juntos mientras se ponían al día de sus cosas. Sin embargo, nosotros (lo que éramos más pequeños), nos quedábamos jugando en el salón o en la calle a cualquier cosa, o hablando entre nosotros.
Estaba sentada viendo como mis primos jugaban a fútbol en la calle, cuando mi padrino me envió un mensaje al móvil. "SUBE YA". Me latió el corazón a mil. Mi padrino quería que subiera (entendía que a la azotea) para verlo. Entré a casa de mi abuela y comencé a subir las escaleras. En la azotea había dos cuartos: uno que servía de trastero y otro que era el cuarto de la lavadora. Subí casi que corriendo, el corazón me latía rápido, ¡¡quería verlo a solas para poder besarlo!!
Entré en la azotea y allí no había nadie. Estaban los cuartos cerrados así que entré al trastero, tampoco había nadie. Entré al cuarto de la lavadora y ahí estaba él. Me agarró fuerte con la mano y me terminó de meter en la habitación. Cerró la puerta y se puso detrás de ella.
Ponte de rodillas.
¿Qué?
No hay tiempo, Shule. ¡¡Arrodíllate!! - me ordenó mientras me empujaba los hombros hacia abajo para arrodillarme.
Me arrodillé y mientras él se estaba desabrochando su pantalón y sacando su polla.
- Lámela entera - me dijo mientras ponía su mano en mi mejilla.
Saqué mi lengua y comencé a lamer su polla. La lamía entera para dejarla bien mojadita con mi saliva.
- Ahora los huevos.
No me dejó ni reaccionar. Me agarró de la cabeza y se agarró él la polla mientras me dirigía hacia sus huevos. Empecé a lamer bien y a intentar introducírmelos en la boca.
- Uuuff, mm... - gemía muy suave para que nadie lo escuchara.
Me retiró con la cabeza y entonces, dirigió la punta de su polla hacia mi boca.
- Abre bien, mi niña.
Abrí la boca y me la empezó a meter.
- Relaja...
Me pedía que relajara la boca y la cabeza. Sostuvo mi cabeza con sus manos y comenzó a empujar él. Me estaba follando la boca y cada vez iba más rápido e intentaba metérmela cada vez más y más. Yo notaba como me faltaba la respiración y mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas, pero él seguía metiéndola sin parar. Empujaba mi cabeza muy fuerte. Cuando me encontraba ya roja, sacó su polla de mi boca. Me dejó coger aire un poco mientras él se masturbaba. Cuando vio que me repuse, volvió a agarrar mi cabeza con fuerza y me la volvió a meter en la boca. Esta vez, la dejó dentro un par de segundos y pronto volvió a moverse. Lo hacía lento primero.
- Así, mi niña, así... uuff, mira como me tienes...
No dejaba de gemir y me agarraba la cabeza con tanta fuerza que me dolía. Fue incrementando el ritmo hasta que me dijo que se iba a correr.
- Ni se te ocurra escupir. Trágalo todo. - me dijo mientras me agarraba bien la cabeza para que no pudiera escaparme.
Se corrió en mi boca. Me llenó de leche y me tragué todo tal y como me había ordenado. Me quedé de rodillas secándome las lágrimas que me habían salido y recomponiéndome. Él se estaba abrochando los pantalones y salió por la puerta:
- Mañana quiero que vengas a mi casa directa desde el instituto. Invéntate algo.
Y me dejó allí. Me recompuse como pude, me levanté, me traté de poner el pelo bien de nuevo y bajé con mis primos.
- ¡Yo soy la árbitra! - dije como si nada.
La tarde siguió su curso normal hasta que todos nos fuimos a casa. Yo no paraba de pensar en lo que había pasado y en que mi padrino quería verme mañana. Así que antes de irnos a dormir, fui al cuarto de mis padres. Les dije que se me había olvidado avisarles de que mañana me quedaría en la biblioteca del instituto para terminar un trabajo con una compañera de clase, pero que primero comeríamos algo en la cafetería que estaba cerca del instituto. Les pedí dinero para el almuerzo y les prometí que no llegaría tarde.
Al día siguiente, al salir del instituto, cogí el bus y me dirigí a casa de mi padrino. Cuando llegué toqué el timbre y mi padrino me abrió. Estaba muy alegre y tenía una sonrisa distinta a otros días. Cerró la puerta y me dio un beso en los labios.
Desnúdate, Shule.
¿Cómo? ¿Ahora?
Sí. Suelta la mochila y desnúdate.
Me sentí incómoda porque nada más entrar me había pedido que me desnudara. Pensaba que querría comer algo conmigo primero y, no sé... me sentí como un juguete. No le dije nada y quise caminar por el pasillo para llegar al salón.
- ¡No! Desnúdate aquí. En la entrada.
Me agarró fuerte del brazo y me quedé quieta. Ya no tenía esa sonrisa, ni estaba alegre. Parecía enfadado. Comenzó a levantarme la camisa mientras me tocaba las tetas bruscamente. Estaba siendo muy bruto. Me quedé quieta todo el tiempo mientras él me desnudaba entera. Comenzó con mi camisa, me la levantó y me buscó el cierre del sujetador para quitármelo. Me quedé desnuda de cintura hacia arriba. Entonces, llevó una de mis manos a su paquete, quería que lo rozara y lo tocara. Estaba ya abultado.
- Uuff, mira como me pones sólo con verte...
Sonreí. Me gustaba que se pusiera cachondo conmigo.
- Temina de desnudarte. Ahora - me dijo mientras me daba besos suaves en el cuello.
Seguíamos en la entrada de su casa, detrás de la puerta. Yo estaba desnuda de cintura hacia arriba y él me estaba ordenando que me terminara de desnudar. Mi mochila estaba tirada en el suelo y yo comencé a desabrochar el botón de mis pantalones vaqueros. Me bajé los pantalones y muy torpemente me los quité. Me sentí ridícula cuando me agaché a intentar quitarme los pantalones porque se me habían enganchado. Él se rió y me miró. Me empujó hacia la pared y comenzó a tocarme por encima de las braguitas.
- Mira lo mojadita que está mi niña... - me decía mientras no paraba de tocarme.
Estaba muy mojada y deseaba que me volviera a follar. Quería sentir su polla en mi boca como el día anterior. Quería sentir cómo se corría sólo para mí. Me bajó las bragas y me quedé completamente desnuda delante de él mientras que él todavía seguía vestido. Sin decirme nada, él caminó hacia la habitación. Yo me quedé parada en la entrada, todavía, sin saber qué hacer, así que le seguí. Entramos a la habitación y cerró la puerta. ¿Por qué la cerraba si estábamos solos? No sé. Pero recuerdo que la cerró porque dio un portazo fuerte. Se giró hacia mí y me empujó contra la cama. Caí boca abajo.
- No te muevas, y no te gires.
Intuyo que se terminó de desnudar por lo que pasó después.
- Ponte a cuatro - me ordenó. - Uuff, la verdad es que tienes un tremendo culo...
Me puse a cuatro y él se puso detrás de mi. Rozaba mi culo con su polla.
- No, no. Para... no hagas eso.
Él no me hacía caso y seguía rozando con su polla mi culo, la metía entre mis nalgas, la sacaba y la volvía a rozar.
Me agarró fuerte el culo. Apretaba mis nalgas y no paraba de acariciarme. Me separó él mismo las piernas, metió su mano por mis muslos y buscó mi coñito. Me lo acarició y metió un dedo...
Yo estaba nerviosa, no quería que me la metiera por el culo, no estaba preparada. Tenía miedo del dolor que podía sentir. Le pedía que parara y no me hiciera nada.
- Calla, ¡joder! No seas niña. - me gritó cabreado.
Lo que me había dicho me había dolido. No quería ser una niña para él. Pero él insistió:
- A las niñas rebeldes hay que castigarlas.
Me pegó en el culo. Me dio una cachetada suave, pero pronto comenzó a cachetearme fuerte.
¿Te vas a quedar calladita sin rechistar? - seguía azotándome el culo mientras me gritaba.
Sí...
Sí, padrino. Dilo.
Sí... padrino.
Y entonces me comenzó a separar más las piernas. Cuando ya estaba bien abierta, rozó su polla por mi coñito y me la metió de golpe. Me asusté y mi padrino me agarró bien fuerte del culo. Comenzó a metérmela muy fuerte. Escuchar cómo entraba su polla en mi coño me ponía más cachonda. Pronto comencé a gemir.
- Mmm, padrino... Dios... siii...
Seguía follándome con fuerza mientras me agarraba bien fuerte el culo. No sé cuánto tiempo estuvimos en esa posición pero sé que me dolían las rodillas y que no aguantaría mucho más sin correrme. Mis tetas se movian con cada embestida de mi padrino. Lo escuchaba gemir cada vez más alto.
- Uuuff, mi niña, aahh... ahh...
Sacó su polla de mi coño y se quedó de pie frente a la cama mientras se masturbaba.
- Ven, chúpamela hasta dejarme seco.
Sabía que mi padrino estaba a punto de correrse y quería que me lo volviera a tragar todo. No tuvo que decirme nada. Me incorporé y me senté frente a él. Comencé a chuparla con ganas.
- Mírame mientras lo haces.
Dirigí la mirada hacia mi padrino. Lo miraba fijamente mientras su polla entraba en mi polla. Seguí chupándosela... su polla salía de mi boca y entonces la lamía de arriba a abajo para volver a metérmela en la boca. Cuando estaba a punto de correrse sacó su polla y apuntó hacia mis tetas.
Siguió masturbándose hasta correrse en ellas. Me llenó las tetas de su leche.
- Límpiamela bien.
Lo miré sin entender nada. Me agarró la cabeza y volvió a acercarme su polla a mi cara.
- Saca la lengua, Shule. Límpiala.
Comencé a limpiar con mi lengua los restos de semen que tenía en su polla.
- Uuff, buena niña...
Se alejó un poco, retirando su polla de mi boca y se arrodilló frente a mí. Hundió su cabeza en mi coño mientras yo me recostaba para disfrutar lo que venía. Comenzó a comerme el coño, hundía su lengua en mi rajita. Buscaba mi clítoris con su lengua y comenzaba a lamerlo. Movía la lengua en círculos mientras al mismo tiempo me metía un dedo. Me follaba con el dedo y con su lengua al mismo tiempo.
Yo comencé a tocarme las tetas, tenía los pezones durísimos y me dolían cuando me los rozaba. Pero tocarme hacía que me pusiera más cachonda. Mi padrino seguía comiéndome el coño, cuando metió otro dedo. Tenía dos dedos dentro de mí y su lengua moviéndose sobre mi clitóris.
- Mmm, padrinoo, síii... uuff, aaahh...
No paraba de gemir. Suspiraba y respiraba cada vez más fuerte. Estaba agitada. Me iba a correr pronto. Mi padrino intensificó el ritmo de los dedos y movía la lengua cada vez más rápido.
Tuve un fuerte orgasmo en su boca. Mi padrino no paró. Pensé que me moriría allí mismo de placer. Siguió lamiendo todos mis jugos y yo seguía gimiendo.
Paró, se levantó, se tumbó encima de mí y me mordió suavemente los pezones. Siguió lamiéndome el cuello hasta subir a la boca. Me besó apasionadamente y me susurró:
- Tengo un regalo especial para ti. ¿Quieres ver lo que es?
Mi padrino se levantó y fue hasta su cartera. Sacó una tableta de pastillas anticonceptivas y me dijo:
- La próxima vez quiero correrme dentro.