Mi padre y su amigo PARTE 3

Papá me hizo suya y ahora soy incapaz de no obedecer lo que él me diga...

A

quel día estaba en su despacho, él sentado en su silla y yo de rodillas frente a mi papá, con los pies atados por aquella cuerda. Agarré su polla y la dejé salir al aire libre donde pudiese verla con claridad. Papá disfrutaba de aquella escena, podía notar cómo le bombeaba su polla, cómo sus pupilas se clavaban en mí: en mis ojos, en mi boca, en mis manos... Podía llegar a dar miedo su mirada, tan penetrante y deseosa, pero solo así comprendí que podía llegar a mirarme con buenos ojos. Esa polla entre mis manos me dejó boquiabierta. No era demasiado grande, de tamaño era normal, pero más gruesa de lo que acostumbraba a ver y sabía que me dolería si quisiese llegar tan lejos. Pude notar el líquido pre seminal que mojaba mis pequeños dedos. Cuanto más avanzábamos con aquella escena, más miedo e insegura me sentía. El porqué no lo tengo claro. Quizás siempre fui demasiado vulnerable...

  • Sara, cariño... qué piensas hacer con esto? Alguna vez viste una? -preguntó papá mientras me apartaba el pelo de la cara con una caricia.

-No... no sé pa... yo nunca... y menos tan cerca... -Susurraba.

Es cierto, le mentí, yo no era virgen y tenía una vida sexual activa, pero eso solo le daría razones para pensar que, por tener sexo, era una puta. Y yo me negaba a serlo. Así que yo también empezaba a jugar en aquel juego, creándome un papel, creando una historia.

  • Te... Te gusta lo que ves, cariño? -preguntó un poco nervioso.

Yo, tan solo asentí con la cabeza, fingiendo vergüenza.

-Así de dura se me puso al ver las fotos que te hiciste para mí, hijita. ¿le haces un favor a tu papi? ¿Le pasas la lengüita? Tú imagínate que es un helado... o un chupa chups...

Poco a poco dejé salir la lengua de mi boca, no podía dejar de mirar su expresión de deseo, de depravado... Acerqué la punta de mi lengua a su glande y chupé la cabeza de su polla. Le pasaba la lengua una y otra vez y luego metía el glande sin previo aviso, rápido. Le humedecí la punta pero papá me agarró la cabeza para que siguiera. Así que empecé a mover mis manos al ritmo que la boca, succionaba fuerte para que sintiera presión. Luego, lamía todo el cuerpo del pene, sus venas... hasta rozar sus huevos... sin parar de masturbarle. La respiración de papá era agitada, había empezado a sudar y su polla parecía que iba a explotar. Se levantó y se bajó hasta los tobillos el pantalón y su bóxer. Al sentarse de nuevo en la silla, echó su cadera hacia delante lo que para mí fue una respuesta a mis pequeños lambetazos en sus huevos. Mientras le hacía la mamada, con una mano en su polla y la otra tocando sus huevos, papá no paraba de decirme "así... oh... así cariño... muy bien" "que putita tan obediente..." "mmm... cómo te gusta complacer a tu papi, verdad cariño?"...

Al principio me limitaba a seguir, pero para no escuchar que era su "putita" trataba de meterme toda su polla en mi boca. Aunque no lo conseguía y esto me producían arcadas, papá se limitaba a gemir y agarrarme más fuerte del pelo. Tenía los ojos llorosos, y ya no sabía si eran por las arcadas o por la situación. Mis pensamientos, deseos... absolutamente todo estaba hecho un nudo. No tenía nada claro. ¿Lo hacía por mi o por él? ¿Quería complacerle o sólo que dejase de pegarme? ¿Es acaso tan importante lo moral o es que tan sólo nos lo ha inculcado la sociedad? No tenía ni idea de nada, pero ahí estaba... de rodillas frente a él, con la boca salivada y llena por el pene de mi padre.

En seguida noté el escalofrío que le pasó a papá por el cuerpo, sus ojos se cerraron como de un susto y se le notaba la boca tensa. Justo después suspiró y me miró. Me dio indicaciones para que me levantase, había estado a punto de correrse y al parecer, no quería que aquello terminase ahí. Me dijo que siguiéramos en mi habitación pero había dicho que era incapaz de andar con la cuerda atada a mis pies. Se agachó, me lo desató, se volvió a levantar y con aquella voz tan firme y atemorizante de la última vez que vino David a casa me dijo:

  • Ven conmigo a tu habitación, pero a gatas.

No sé si era un desafío, si era para comprobar hasta qué punto le obedecería o si es que aquello le excitaba. Temblorosa me puse de rodillas. Luego de un par de segundos, apoyé mis manos en el suelo. Papá me apartó el pelo del cuello y me ató esa cuerda al cuello cual correa. Fue desconcertante para mí, pero le seguí. Papá llevaba la cuerda que me ataba el cuello, y cuando llegó a mi habitación, se sentó en la cama. Me dijo "siéntate" y procedí a levantarme cuando me dijo "no, tu eres mi perrita, siéntate como tal". Cuando lo hice, me besó. Fue en los labios, despacio y suave. Noté su barba en la cobertura de mis labios. Me gustó. Quedé enganchada a aquel beso. "¿Ves que fácil es obedecer? Me gustas más así Sarita, obediente a lo que tu padre te mande" -dijo. Yo me limité a sonreírle. Tras terminar de desnudarse, me ordenó que me acostase en mi cama, junto a él. Yo estaba en el lado de la cama que daba a la pared boca arriba mientras que papá estaba de lado, hacia mí. Empezó a mirarme y acariciarme todo el cuerpo al mismo tiempo. Eran caricias suaves que iban desde mi mejilla hasta los muslos. Acercaba sus dedos a mis pechos y a mi cosita sin llegar a tocarlos. Cada vez se acercaba un poco más a mis pezones... pero hacía círculos alrededor de ellos sin llegar a tocarlos y lo mismo pasaba con mi vagina. Llegaba a tocar mis labios superiores sin llegar a tocar mi clítoris o mi cosita... Esa situación me puso muy caliente, deseaba que me tocase ya estaba mojadita y no sabía cuándo papá empezaría a tocarme... Mi cuerpo hacía movimientos lentos e inconscientes buscando que papá me tocara los pezones y mi vaginita... Le empecé a buscar con la mirada y en cuanto me miró me acerqué a él para volver a besarle. Mi lengua fue la primera en tocar sus labios, los humedecí hasta que él sacó su lengua y empezamos a jugar con ellas. Me chupaba el labio, me lo mordía y me hacía abrir la boca más para meter su lengua en mi boquita. Entonces empezó a apretarme los pezones y darme pequeños pellizquitos. Su mano bajó hasta mi cosita y empezó a masturbarme. Tenía dos dedos sobre mi clítoris moviéndolos de un lado a otro, en círculos y bajaba hasta el agujerito para mojar sus dedos con mi lubricación. Mi respiración era cada vez más agitada, me agarraba a un brazo de papá y empezaba a gimotear sin dejar de mirarle. Primero me metió un dedo, luego dos, y más tarde tres dedos. Costó meterme tantos dedos pues, mi vagina no ancheaba más. Papá me masturbaba y yo gemía cada vez más y más alto. Me sentía tan caliente... con tantas ganas de que papi me metiese esa polla que se rozaba con mi costado... Con la mano que tenía libre me tapó la boca y con la otra, que estaba dentro de mí, me tocaba cada vez más rápido y fuerte. Mientras tanto yo me removía entre las sábanas, no aguantaba más pero quería que papá me la metiese antes de que me corriese. Al parecer, él no tenía el mismo plan. Se irguió poniéndose de rodillas pero sus manos seguían en la misma posición. Me revolvía tanto que papá cambió de lugar la mano que tenía en mi boca, para ponérmela en el cuello. Después de un rato, papá no aguantó más. Sacó los dedos de mi cosita, me giró bruscamente dejándome a él entre mis piernas y me metió su polla de golpe. Ambos gemimos, aunque de forma diferente: su gemido fue como un rugido, y el mío una mezcla entre susto y placer.

Empezó a moverse encima de mí con una mano apretándome el cuello y dejándome sin respirar por momentos. Me embestía una y otra vez... lo notaba todo, tan apretado pero mojadito… es algo inexplicable.

Después de un rato, metiéndome su polla a golpes, se irguió un poco más quedándose de rodillas frente a mí. Me agarró de la cintura con sus grandes manos y me empujó hacia él, clavándomela de nuevo, pero esta vez elevaba mi cadera para que le quedase a la altura. Me follaba una y otra vez, no paraba... generalmente me agarraba de la cadera para que no me escurriera pero otras, me tocaba la tripa como esperando sentir su polla ahí... sobresaliendo. De un momento a otro me azotaba las tetas, me las pellizcaba hasta que mis pezones se pusieran duritos para luego metérselos en la boca y lamerlos.

Mis piernas comenzaban a temblar y cada vez me costaba más mantenerme en aquella postura. Papi lo debió de notar ya que al poco de verme así se levantó y se puso de pie al lado de la cama, me cogió fuerte de la cadera y me volteó bruscamente quedándome de espaldas a él, con los pies en el suelo y el pecho apoyado en la cama. Se agachó, me abrió el coñito y me lo lamió repetidas veces. Ya no se podía diferenciar su saliva de mi lubricación. Lo hacía tan bien... que me era imposible no gemir. Me agarraba a la sábana de la cama e intentaba aguantar un poco más sin correrme, pero cada vez me era más difícil. Luego, se levantó y me la metió de golpe otra vez. Si gemía muy alto me daba una cachetada, mientras tanto me agarraba del pelo y me follaba fuertemente. Cuando me soltaba el pelo, giraba mi cabeza hacia un lado para que viese a su hijita disfrutar: cómo suspiraba, cómo abría la boca al gimotear, cómo cerraba los ojos...

Ambos estábamos en el límite por lo que papá me ordenó que me tumbase en la cama y me tocara para él. Y así lo hice, frente a papi... abierta de piernas, masturbándome y tocándome los pechos... me mordía el labio inferior mientras le miraba... pero me daban como tics y me movía por impulsos… mi cuerpo se retorcía y cada vez mis gemidos eran más alargados... le dije: "papáaa...!!" y mientras me revolvía en la cama, llegando por fin al orgasmo.. Papi, se había estado tocando mientras me miraba y en cuanto le llamé... no pudo evitar correrse sobre mi cosita... su semen era caliente y espeso... con un olor muy peculiar. Papá quedó exhausto y se tumbó conmigo en mi cama. Yo me apoyé sobre su hombro mientras me acariciaba... pasó su dedo corazón sobre mi vagina, mojándolo con su semen para luego metérmelo en la boca mientras me miraba inquietante. Tan solo me limité a entreabrir la boca mientras le respondía con la mirada. Primero me lo introdujo entero, hasta donde le alcanzó y luego me dejó la punta de su grueso dedo para que lo chupara y degustara como pretendía papá. Al cabo de un rato, me quedé dormida... rendida sobre el pecho de papá pero cuando desperté, al mediodía, él ya no estaba. Así que tras quedarme un rato pensativa en la cama, fui a darme un largo y caliente baño...

Me gustaría saber vuestra opinión... no sé qué pensar sobre todo esto aún después de los años y de diversas experiencias similares...