Mi padre, todo lo que deseé siempre (2)

Han pasado ya casi dos meses desde que vi a mi padre con otra mujer en casa. Esa misma noche medio nos confesamos, y bueno, tenemos una especie de “relación de incesto”, aunque estamos un poco… estancados.

Han pasado ya casi dos meses desde que vi a mi padre con otra mujer en casa. Esa misma noche medio nos confesamos, y bueno, tenemos una especie de “relación de incesto”, aunque estamos un poco… estancados. Casi cada día estamos juntos, acabados de levantar, después de comer –especialmente los fines de semana-, alguna tarde, y muchas, muchas noches, pero siempre nos quedamos en las caricias y el sexo oral. No hemos avanzado desde ahí. Mi padre, a veces, me pone un tapón anal de plástico duro… o usa unas bolas chinas o un pequeño consolador conmigo, pero nada más, y no siempre. A veces saco el tema, pero muchas veces se sale por la tangente o no le da importancia, realmente no sé qué pensar. A veces cuando me toca, cuando me mira, no entiendo cómo es capaz de no desear más… me encantan sus manos, y maldita sea adoro su lengua, pero me muero de ganas de sentirlo dentro de mí. Sinceramente, me encanta su polla, desde siempre, es gorda y bastante larga, y está dura pero muy suave, y aunque me encantan sus dedos… necesito más, quiero más. Y me mata pensar que a papá le basta, que él… no me desea.

*

  • ¿Elle estás en este mundo?

Subo la mirada y veo a Vero, mi mejor amiga y quitapenas. Estamos sentadas en uno de nuestros cafés preferidos, hemos quedado después de algunos días sin vernos por cosas de la uni y horarios diferentes. Veo preocupación en sus ojos, y medio sonrío.

  • Perdona, estaba dándole vueltas…

  • ¿A qué? –Niego con la cabeza-. ¿Estás bien? Hace días que no estás muy fina…

  • Tonterías mías, ya sabes.

  • ¿Te peleaste con tu padre? –La miro rápido, nada más mentar su nombre mi corazón se acelera, respiro hondo y pongo mi mejor sonrisa fingida, y niego-. Ya… bueno, pues igual deberías hablar con él, sé que con él tienes mucha confianza.

  • No, no es eso… quiero decir, no es que no pueda hablarlo contigo y con mi padre sí, es sólo que, son tonterías… nada grave, ni concreto…

  • Ya… seguro…

Vero se bebe su café sin quitarme los ojos de encima. Una parte de mí querría preguntarle, querría decirle que qué hay mal en mí para que mi padre no quiera más, que porqué me siento rechazada y dolida por esto… pero por una parte no me veo capaz de contarle mi secreto a Vero, y por otra, Vero me sonreiría y me diría que no hay nada malo en mí, que soy maravillosa y que él es un idiota. Aunque no sea verdad, sé que diría eso, y no es una respuesta. Le pregunto sobre su nuevo novio y desvío el tema, me dejo acompañar por lo que me cuenta y me olvido por un rato de mi padre y mis miedos.

Se hace la hora de la cena, le mando un mensaje a mi padre para avisarle que ya voy para casa, en parte porque siempre lo hago, en parte porque tengo miedo de que él esté quedando con otras, y por nada del mundo quiero verlo, ni tampoco saberlo. Se me hace un nudo en la garganta sólo de pensarlo, pero intento sacármelo de la cabeza.

Al abrir la puerta oigo la voz de mi padre un poco tensa, y me quedo quieta. ¿Quién hay en casa? De repente se oye la voz de una mujer, y aunque me asusto en un primer momento, en seguida se me pasa: es mamá.

  • Me importa una mierda Dani, es mi hija.

  • Y la mía, ¿recuerdas? Elle no es un trapo que puedas usar, ella se quedó conmigo y hasta ahora te ha importado lo más mínimo, así que no me vengas con tu mierda de “madre preocupada”, que a mí no me la das. He estado 20 años contigo…

  • ¡No me hables así!

Entro en el comedor, y miro a mi padre. Él me sonríe, cálido, como siempre, y mamá se gira mirándome. Pone una de sus sonrisas profident que nunca me ha gustado y se acerca a mí, abrazándome con fuerza, pero no hay calidez en ella.

  • Cariño… ¿Cómo estás? ¿Cómo te va todo?

Me aparto de ella y me voy hacia mi padre, le doy dos besos fuertes en las mejillas y lo abrazo. Papá me rodea suave entre sus brazos y me acuna un poco, posando sus labios en mi coronilla y mirándome con una gran sonrisa.

  • Hola mi vida... ¿todo bien con Vero, os pusisteis al día? –Asiento y miro a mi madre-.

  • ¿Qué quieres mamá?

Ella aparta la sonrisa y muestra su cara seria, la que he visto la mayor parte de mi vida. Está un poco tensa, así que obviamente está enfadada. Miro a mi padre y me siento en el sofá, él se queda a mi lado, desafiando a mi madre.

  • ¿Puedes dejarnos solas, por favor?

  • Prefiero quedarme.

  • Ya no es una niña, ni una menor de edad, creo que puede…

  • ¿Quieres que me quede, amor? –Corta mi padre, mirándome, apretándome la mano. Yo le sonrío, agradecida, y miro a mi madre-.

  • Tranquilo papá, sabes que yo siempre he sabido lidiar con mamá… vete a la ducha.

Él me sonríe y me besa en la frente, yéndose al baño. Yo miro a mi madre y le indico que se siente, se pone al otro lado del sofá y nos quedamos la una frente a la otra.

  • Mira cariño, sé que siempre te has llevado muy bien con tu padre y me parece bien –se le nota en la cara y en el tono que no le encanta precisamente-, pero ahora hace ya dos años y medio que vives con tu padre y con mi trabajo y mis viajes, apenas nos vemos, así que… he pensado que te gustaría venirte a vivir una temporada conmigo.

Me quedo un poco sorprendida, mirándola. Mamá nunca tuvo ningún interés ni intención de quedarse con mi custodia cuando se separaron, más bien, me dejó claro que era mucho mejor que me quedara con mi padre, para ella su trabajo siempre fue lo primero.

  • Mamá, perdona que te sea tan franca, ¿pero por qué? Tú nunca has querido que yo viviera contigo… apenas he estado contigo nunca más de tres días seguidos…

  • Lo sé cariño –ella se tensa un poco, parece culpable, es una de las primeras veces que veo a mi madre humana, incluso miedosa- Sé que he hecho cosas mal, y que no me he portado como debía, pero ahora me han ofrecido un ascenso, con unos horarios mucho más fijos, sin apenas viajes y con un piso fabuloso. Y, bueno, me encantaría que vinieras conmigo y pudiéramos pasar un tiempo juntas, conocernos más, por favor Elle… dame una oportunidad.

Miro a mi madre. Nunca ha sido una extraña para mí, no es que me abandonara de pequeña ni nada de eso, simplemente ella trabajaba de lunes a domingo mil horas, nunca jugaba conmigo, no venía a buscarme al colegio, no me llevaba de compras… todo eso lo hizo siempre mi padre. Papá era el que me cuidaba, quién jugaba, me contaba cuentos, me hacía reír… apenas conozco a mi madre más allá del hecho de vivir en la misma casa y cenar de vez en cuando juntas. Ella estaba en su despacho, en la oficina, de viaje… y nunca fue cariñosa, ni cercana a mí, siempre la sentí más como una tía que una madre. La verdad es que sé que se merece una oportunidad, que es mi madre y debería dársela… pero me tenso sólo de pensar en dejar a mi padre, él lo es… todo para mí. Es incluso, demasiado. Es en ese momento en que recapacito, y creo que quizá irme… sea una buena opción para detener esta especie de locura que estamos llevando a cabo últimamente y volver a ser lo que siempre debimos ser: padre e hija.

  • ¿Dónde te han dado el piso, mamá? –Ella me mira, medio sonríe-.

  • Esa es la cuestión… la plaza es en Londres, tendrías que venir a Inglaterra conmigo.

Mierda. Eso no son dos kilómetros. Es cambiar de país, de lengua, de clima…. Y estar lejos de papá, demasiado lejos. Es no poder ir a verle los fines de semana, ni abrazarle, ni llamarle y fugarme a su casa si con mamá no funciona. Estoy aterrada. Mamá me mira, creo que me entiende un poco, me pone una mano en el muslo y sube a acariciarme la mejilla.

  • Tranquila Elle… debo irme en un mes, puedes pensarlo. Creo que sería una buena oportunidad para ti, aprender inglés, ir a otra universidad, conocer gente nueva… -la miro, pensando en mi vida y mi carrera- Tranquila, ya hablaría con el decano y con quien hiciera falta para que esto no afectara negativamente a tus estudios, y papá puede venir a verte de vez en cuando, con mi aumento de sueldo puedo permitírmelo.

Pienso en el trabajo de mi padre, en estar en otra universidad, en los días de fiesta… aunque mamá tenga más dinero, papá no puede dejarlo todo y salir cada 15 días a Londres para verme. Creo que ella lo sabe, creo que una parte de mi madre quiere “alejarme” de papá, quizá por venganza, ellos se llevan fatal, y desde que se separaron peor. Suspiro.

  • Vale mamá, lo pensaré, necesito un poco de tiempo… y tengo que hablar con papá.

  • Claro cariño. Llámame cuando quieras, aunque decidas que no. Te quiero.

Me da un beso y se va, cogiendo su bolso. Me quedo en el sofá, sentada, mil sensaciones me revuelven el estómago, la cabeza… Una parte de mí, desde el fondo de mi alma, grita NO, grita que ni lo piense, que la mande a tomar por saco, que no me vaya. Pero la parte más racional de mí, piensa que quizá sea una buena idea: conocer a mi madre, ir a Londres, cambiar de Universidad… Pero entonces una voz grita más: ¡solo huyes de tu padre! Y es cierto, eso es otra razón, lo malo es que es una razón tanto para quedarme, como para irme. Sigo dándole vueltas hasta que siento una mano fría rozarme la barbilla, me muevo hacia dónde me da la mano y veo a mi padre mirarme. Lleva ya el pijama, y se está secando el pelo con una toalla. La deja en sus hombros y se sienta a mi lado. Sin decir nada me coge, con sus brazos, y me aprieta en su pecho fuerte, abrazándome y dándome un beso en la sien.

  • Te quiero más que a nada en el mundo Elle…

Se me llenan los ojos de lágrimas, sin querer. Sé que si me voy, voy a echar eso de menos cada segundo de cada día, no… no voy a poder pasarme meses sin abrazarle, sin verle sonreír, sin oírle reír a carcajadas y decirme que he heredado su raro sentido del humor. No quiero dejarle… ni como padre, ni como… ni como hombre.

  • Yo también… -se me apaga la voz, una parte de mí quiere decir papá, pero otra parte quiere decir Daniel, porque le quiero a él, por encima de que sea mi padre, le quiero desde hace demasiado y aunque sea antinatural… siempre fue más que un padre para mí-.

Me sube la cara y me limpia las lágrimas con los dedos, mirándome fijamente. Cuando lo miro así, tan cerca de mí, abrazándome y con sus manos a ambos lados de mi cara, soy incapaz de verle como familia, sólo quiero que sea para mí, que me bese, que me toque. Pero él ha puesto como una especie de barrera, así que medio le sonrío y me aparto. Noto su duda en sus ojos, y casi pregunta, pero no dice nada, simplemente ve como me voy hacia la ducha y no me detiene, así que me escapo de mis propios sentimientos y respiro hondo.

Me ducho y me pongo el pijama, me seco el pelo con la toalla y me miro en el espejo. No puedo evitar compararme a mi madre, soy un clon de ella, nos parecemos muchísimo físicamente, sólo que yo soy un poco más alta y más gordita. Si papá la dejó, ¿qué interés podría tener en estar ahora con un clon de algo que no funcionó? Sonrío, irónica, y lo dejo estar. Quizá lo mejor sea irme a Londres y olvidarme de todo.

  • Preciosa, está la cena puesta…

  • Voy papá –salgo del baño y voy a la cocina, dejando la ropa en el cesto y colgando la toalla en las cuerdas, para que se seque. Siento como viene por detrás y me abraza fuerte, respirando en mi pelo y dándome un beso sobre él-.

  • Me encanta como hueles mi niña… tu olor a frutas me hace sonreír… -tira de mi mano y se sienta en su silla en la mesa, y en lugar de dejarme ir a mi silla me sienta sobre él. Me fijo en la mesa, está todo en ese lado, como si sólo fuera a cenar una persona-.

  • ¿Qué se supone…?

  • Voy a darle de comer a mi niña, como cuando eras pequeña… sentada conmigo.

No puedo evitar sonreír y le doy un beso en la mejilla, riéndome de sus ideas. Me siento sobre sus piernas como puedo, intentando obviar la zona peligrosa, pero papá me reacomoda dejando mis nalgas precisamente sobre el lugar que quiero eludir. Supuestamente es una cena de padre e hija, volviendo a cuando era peque y me sentaba con él, infantil e inocente, pero… nada es inocente con papá. Siento todo su pecho tras mi espalda, duro, y sus brazos alrededor de mí. A veces suspira en mi pelo o en mi nuca, sus manos se mueven sobre mis muslos cuando me remuevo en la silla, y las miradas mientras comemos los sándwiches y aperitivos que ha preparado lo dicen todo.

  • ¿Qué te ha dicho tu madre Elle?

Respiro hondo, intentando obviar el bulto que siento contra mis nalgas, y el calor que me recorre el cuerpo, notando cada parte de su cuerpo contra mí, además del sonido ronco de su voz en mi oído. Me quedo quieta, y me giro mirando sus ojos.

  • Quiere que me vaya a vivir con ella un tiempo, a… Londres –lo noto tenso, parece enfadado-.

  • Supongo que le has dicho que no se te ha perdido nada allí, ¿verdad?

Noto su tono duro y esa mirada que me traspasa, sé que está enfadado, molesto, y que la idea no le hace ni pizca de gracia.

  • Le he dicho que me lo pensaré… tengo un mes…

  • Pero eso ha sido un eufemismo para no ofenderla, porque le vas a decir que no, ¿verdad Elle?

Su voz es aún más dura cuando pregunta esta vez, mirándome fijamente. Me siento incómoda, mi cuerpo sigue tenso y no puedo evitar sentirme demasiado bien entre sus brazos, me gustan sus ojos y sus labios, y una parte de mí se siente feliz porque mi padre no me quiera bajo ningún concepto lejos; pero por otra parte… siento rabia porque sea tan duro, ¡tengo derecho a elegir! Al fin y al cabo es mi madre.

  • Le he dicho que me lo pensaré, y es lo que pienso hacer…

  • ¿Por el amor de dios Elle, qué tienes que pensar?

  • Es una buena oportunidad para mí –aparto la mirada-, una buena universidad, otro idioma, nueva gente, conocer cosas… y bueno, quizá conocer un poco más a mamá, ya sabes, nunca hemos estado unidas y quizá…

  • ¿Y quizá qué? ¿Ahora seáis súper amigas y se convierta en la madre perfecta? No me puedo creer que siquiera estés pensando en irte con ella…

  • ¿Por qué no? –Subo la mirada, entre desconcertada, molesta y enfadada con él-.

  • Porque… porque ella no quiso saber nada de tu custodia cuando nos separamos. Apenas te hacía caso cuando estaba en casa, nunca se preocupó de estar ahí cuando la necesitaste, nunca fue la madre que te merecías… -noto dolor en su voz, y recuerdo la de veces que mamá no estuvo ahí, la de veces que le preguntaba a papá porqué no había venido, o porqué no me iba a buscar al colegio, y papá siempre se inventaba historias para que no me enfadara, de pequeña casi pensaba que mamá era una súper heroína y por eso no podía estar conmigo. Sé lo mucho que le debo a mi padre por eso, y que él fue quién me lo dio todo, siempre-.

  • Lo sé papá… -medio le sonrío, acariciándole la mejilla- si me voy nada va a cambiar entre nosotros, tú siempre serás lo más importante de mi vida, es sólo que…. creo que le debo una oportunidad, y puede que el cambio me viniera bien.

  • Mi vida… -siento como me coge, acercándome más a él, poniendo mi pelo tras mi oreja y acariciando mi mejilla- si te vas, todo va a cambiar, y yo no… -no termina la frase, mirándome, y a mí se me cierra la garganta.

Me aparto un poco y me levanto de la silla, respirando hondo.

  • Quizá ambos necesitamos un cambio.

  • ¿Qué? –Papá se pone de pie detrás de mí, y noto sorpresa y duda en su voz-.

  • Lo que… lo que tenemos no es normal, y entiendo que tú, que tú no desees más… pero yo, yo necesito más y no puedo seguir así, como si nada –se me caen lágrimas por las mejillas, y lo noto justo detrás de mí, pero no me toca-. Sé que sólo por ser mi padre no debería verte como hombre, que no es lógico ni sano lo que siento por ti… pero lo siento, ¡maldita sea! Eres… eres todo lo que siempre he querido y lo… lo quiero todo, y tú no puedes o no quieres dármelo, y me voy a volver loca si sigo aquí. Irme a Londres es la manera perfecta de que tú vuelvas a tu vida, y yo pueda… pueda tener una oportunidad de olvidarme de esto y encontrar a…

  • ¿Y encontrar a otro? ¿Es eso lo que quieres?

Me quedo de pie, sin decir una palabra. Oigo mi respiración, mi corazón acelerado, y a papá acercarse detrás de mí, rodearme entre sus brazos y abrazarme como si no hubiera nada más importante en el mundo. Respiro hondo, relajándome en sus brazos.

  • Mi vida, mi cielo… ¿cómo tengo que decirte que eres lo que más quiero en el mundo? ¿Qué te hace pensar que yo no te necesito, que no te quiero, que no te correspondo?

  • ¿Cómo hija… o como mujer? –Noto su media sonrisa y me besa en la coronilla-.

  • Amor, eres mi hija y te adoro, pero te quiero a ti Elle… te quiero a ti como mujer, como persona y maldita sea, como amante… ¿es que no te lo he demostrado suficiente?

  • No me has hecho el amor… -me salen las palabras solas, medio asustada-.

Mi padre tira de mí y nos sentamos de nuevo en la mesa, pero ahora me pone de lado, mirando hacia él y me retira el pelo de la cara y me besa la frente, mientras busca mi mirada con los ojos y pone sus manos a mi alrededor, dejándome muy cerca de él.

  • ¿Estás preocupada por eso? ¿Esa es la razón por la que últimamente me evades, casi no dejas que te bese y… estás pensando en irte con tu madre?

Quiero negarlo, quiero darle mil explicaciones diferentes… pero serían mentira. Noto su pulgar en mi mejilla y respiro hondo, asintiendo.

  • Mierda Elle, perdóname, no… nunca quise hacerte dudar de nada, si hubiera sabido que eso era lo que te preocupaba te habría hablado hace días –miro sus ojos, entre preocupada e interesada-. Amor, te deseo, muchísimo… no hay ni una sola razón para que no quiera estar contigo. Quiero hacerte el amor casi más que respirar –me sonrojo, y respiro entrecortada-, pero es algo… irreversible, no quería adelantarme, no quería forzar algo que quizá…

Me abrazo a él, mucho más tranquila, y me quedo pegada a su cuerpo, respirando contra su oído, acariciándole el pelo y sintiendo sus manos en mi espalda. Debajo de mi muslo noto todavía el bulto, noto como sigue ahí, deseándome… me muerdo el labio, entre contenta y aún nerviosa, relajándome un poco.

  • Elle, cariño, ¿qué te hacía pensar que yo no quiero estar contigo? –Me quedo un poco rígida, y papá tira de mí para que mire sus ojos-.

  • Bueno yo… no lo sé… sabes que siempre he sido insegura, y yo… -veo una media sonrisa en su cara, casi riendo- soy igual que ella…

  • ¿Igual que quién?

  • Que mamá… y lo vuestro nunca funcionó –él me mira sorprendido, yo bajo la mirada-, las dos somos del tipo gorditas con curvas, y bueno, si mamá no era lo que te gustaba… ¿por qué iba a serlo yo? Además yo no tengo experiencia y no sé…

  • Shhhh calla pequeña… -me pone la mano en la nuca, y me levanta la barbilla con la otra, mirando fijamente mis ojos- Me encantas Elle, me encanta tu cuerpo y tus curvas, me encanta tu piel suave y caliente bajo mis manos. Me encantan tus ojos marrones y esos labios gruesos, y cómo te los muerdes cuando te pongo nerviosa… -Me besa, intenso, nada que ver con lo que haría un padre, ese es un beso pasional, de pareja, un amante reclamando lo que es suyo, y me encanta-. ¿La notas Elle, bajo tu pierna? –Remueve su pelvis contra mí, y yo asiento, ruborizada-. Amor, adoro cada maldito centímetro de tu cuerpo, me caliento sólo con mirarte… pero, aunque no quiero meterla en la conversación, tienes que oírlo: me gustaba mucho tu madre físicamente, me gustan las mujeres voluptuosas pero bajitas, los pechos grandes, las caderas anchas… el físico nunca fue un problema para mí. No funcionó porque tu madre es fría, metódica, sosa… nunca me buscaba, nunca tenía ganas, nunca quería hacer o probar nada, todo era indecente o inadecuado, nada le gustaba, y siempre me hacía sentir culpable o mal conmigo mismo.

  • ¿Siempre fue así? –Me acaricia la mejilla y medio sonríe, calmándose un poco-.

  • Bueno, cuando empezamos a salir era un poco más… dispuesta, por así decirlo, pero sí, nunca fue una mujer fogosa, ni cariñosa, ni siquiera fuera de la cama. Eso me mataba Ella, tú me conoces, sabes que más allá del sexo soy un hombre cariñoso, que necesito abrazos y besos, y palabras de cariño, momentos de convivencia normal y corriente…

  • Siempre me ha gustado eso de ti… -me besa de nuevo, pero ahora más dulce- No es tu culpa amor –papá me mira-, si alguna vez lo pensaste, quiero que sepas que no es tu culpa, que ser sexualmente activo no es algo de lo que arrepentirse o esconderse, y que… ninguna mujer normal en el mundo se alejaría de ti y de tus atenciones.

  • Pues no te vayas Ella por favor… prométeme que te quedarás conmigo, por favor.

Veo miedo en sus ojos, dolor y me resulta sorprendente que mi padre me esté rogando, que me agarre fuerte como si tuviera miedo de soltarme, que me mire así… y niego con la cabeza, acercándome a él y rozando su nariz, sin besarle.

  • Papá, lo siento, pero… -me mira, dudando, tragando saliva- si me quedo, si te prometo que no me voy con mamá, no puedo prometérselo a mi padre -él parece aún más sorprendido-.

  • ¿Entonces a quién mi niña? Soy yo el que te lo está pidiendo, por favor… no me dejes.

  • A Daniel –bajo la mirada, después de decir su nombre, nunca nadie lo llama así, para todos es Dani, sólo la abuela lo llama así cuando se enfada o quiere convencerlo de algo-, si me quedo, me quedo por él… porque le quiero más que nadie en el mundo y porque no quiero vivir ni un maldito segundo sin tenerlo cerca…

Mi padre, Daniel, se inclina sobre mí y me sube la barbilla lo justo para besarme, pegando mi espalda contra la mesa y prácticamente invadiendo toda mi boca, relamiendo mis labios y jugando con mi lengua, jadeando suave mientras me besa.

  • Yo también te quiero Elle, como hombre, como Daniel… -me mira, intenso, volviendo a besarme y tira de mi labio inferior, separándose un poco, lamiéndolo al soltarlo, subiendo sus ojos a los míos- pero prométeme… que nunca dejarás de llamarme papá o papi –acerca sus labios a mi oído y muerde el lóbulo, lamiéndolo suave mientras susurra- sabes que me la pone dura cuando me llamas así…

  • Ay papi… no tienes remedio, y ¡cómo me gusta que no lo tengas!

Terminamos de recoger las cosas y nos sentamos en el sofá, esa noche vemos una película, hablamos, nos reímos, y luego me lleva a su cama y me vuelve loca tres, cuatro, cinco veces, entre su mano y su lengua, y luego se masturba mirándome y se corre sobre mi vientre, malditamente excitante, jadeando mi nombre. Luego se acurruca detrás de mí, besándome el cuello, y me dice que me queda muy poco de virgen… y que me va a encantar ser su mujer.


Me despierto desnuda, de lado, tapada con la sábana y calentita. Me muevo un poco, aún medio dormida, y noto como mi padre me rodea con sus brazos, bien cogida, y siento todo su pecho tras mi espalda. Al removerme un poco noto también su erección contra la curva de mi trasero, y sin poder evitarlo, me remuevo un poco, notando como se endurece más y papá jadea apretándome contra su pecho.

  • No seas mala…

  • ¿Quién es el malo aquí?

Lo noto sonreír, y siento sus labios en mi cuello, relamiéndome la curva y mordiéndome la oreja, jadeando contra ella cuando pasa toda su erección por entre mis nalgas, jugueteando con ellas y haciéndome suspirar. No puedo evitar que la temperatura de mi cuerpo suba, y sentirme toda caliente… deseándolo mucho, demasiado.

  • Maldita sea pequeña si sigues haciendo eso no… -mi padre respira fuerte en mi oído y me muerde el cuello con suavidad, apretando mi vientre con su mano-.

Pongo la mía sobre la suya y la acompaño por mi cuerpo, bajando por mi piel despacio. Recorriendo mi ombligo, la parte baja, la línea alba, y por fin el pubis. Mi padre se detiene un poco, pero continúo hacia abajo y él se deja llevar. Abro tenuemente las piernas y siento sus dedos largos sobre mí, jadeando, girando mi cara hacia él y buscando sus labios, besándole con ganas, y separándome para mirar sus ojos y suspirar.

  • Ufff tócame papá… por favor…

  • Mmmm parece que mi niña necesita mimos… -pasa sus dedos lentamente, haciéndome gemir suave y agarrarme a él, mientras mueve su mano y acaricia con mas tino y mete un par de dedos dentro de mí- cariño… me encanta notarte mojada… toda excitada por mi culpa…

Suspira en mi oído y me mordisquea el cuello, sin dejar de mover su mano ni una vez, y con su erección aún pegada a mi culo. Noto como después de un par de movimientos, baja su pene y lo mete entre mis piernas, rozándolo contra mí mientras sigue moviendo su mano. Está duro, muy caliente, parece de terciopelo… tan grueso, mojándose contra mi piel, con sus manos recorriéndome el cuerpo y sus palabras deshaciéndome, susurradas en mi oído. Mete dos dedos completamente dentro, noto sus nudillos contra mi piel y no puedo dejar de gemir, es un poco incómodo al principio, pero no me duele… todo mi cuerpo se adapta bien.

  • Me haces pensar en cosas… demasiado indecentes…

Lo oigo suspirar y me giro, buscando su boca. Lo beso y refriego mis muslos entre sí, apresando su pene entre ellos. La noto tan dura y gorda, caliente… sólo puedo pensar en que la quiero dentro, completamente dentro, y me mojo aún más.

  • Cómo qué… cuéntamelo…

  • Cuando te tengo así sacas la peor versión de mí mismo… -le devuelvo el beso y me muerdo el labio, apretando sus dedos dentro de mí- ufff… me encanta que hagas eso… sólo imaginar cuando lo hagas con mi polla…

La noto palpitar entre mis muslos, completamente dura. Papá se separa un poco de mí, y la vuelve a pegar a mis nalgas, ahora bien mojada se resbala contra ellas, mientras no aparta su mano de mi coñito, rozándolo, acariciándolo, metiendo sus dedos… no puedo dejar de jadear mientras me toca y roza su erección en mi culo.

  • La notas, ¿verdad? Sabes lo que más me excita… -suspiro, y miro sus ojos- me pone demasiado pensar en abrirte este culito antes que tu coño… en ponerte en cuatro y dilatarte durante horas, hacerte desear mi polla hasta que la pidas gimiendo… y entonces romperte este precioso culo que me encanta, ver mi polla completamente dentro, encajada entre estas nalgas suaves… y no parar de follártelo hasta correrme dentro.

Empieza a masturbarme más rápido, y baja su otra mano a mi culo, rozando mi ano con su dedo, una y otra vez, y luego mete su polla entre los cachetes, y la roza, mientras no deja de masturbarme… haciéndome gemir…

  • Me caliento pensando en follarte primero el culo mi niña… me pongo loco de imaginar tu culo todo lleno de mi polla, aún con tu coñito virgen. –Besa mi cuello y aprieta su polla, pasándome todo el glande por el ano, rozándolo todo, pero sin apretar-. Quiero estrenarte el culito primero… quiero meterte mi polla aquí, hasta el fondo, abrirte este culazo precioso y correrme dentro, llenártelo todo de leche y luego separar tus nalgas y ver como caen las gotas…

No dejo de jadear, removiéndome contra su mano, cada vez más caliente. Sus palabras, la imagen, sus manos…. Todo me calienta, no puedo dejar de excitarme, cada vez más al borde, necesitando mi orgasmo.

  • Quiero oírte pedir, suplicar porque meta mi polla aquí pequeña… quiero verte jadeando, excitada por sentir todo tu culito abierto y quiero que pidas más, que gimas y te calientes –pone sus labios sobre mi oído y aprieta sus dedos en mi coño, acelerando el ritmo- porque hasta que no entierre mi polla en tu culo y me corra dentro, no pienso follarte el coño mi pequeña puta.

Y cuando dice eso, me corro. Me tenso contra su mano, apretándome contra sus dedos y se me escapa un gemido fuerte, ronco, mientras me dejo ir, mojando su mano y jadeando, del gusto, disfrutando de cada segundo de mi orgasmo.

Siento como saca su mano de entre mis piernas y abro los ojos, viendo como acerca dos dedos a mi boca. Paso la lengua por las yemas, y luego sorbo todo los dedos, metiéndolos en mi boca enteros y chupándolos.

  • Eso es putita… aprende a reconocer tu sabor –baja de nuevo su mano a mi coño, y ahora es él quién chupa esos dedos, relamiéndolos como si fuera un manjar- quiero que cuando me comas la polla, sepas si sabe a mí… o a ti, mi niña viciosa. Ahora –me pone boca arriba en la cama y me mira fijamente- quiero que me digas exactamente por qué te has corrido.

  • Por tu culpa, papi… -él me mira, y me pellizca un pezón, y yo sé que esa no es la respuesta, respiro hondo y miro sus ojos- tus manos son una delicia, pero no me he corrido sólo por eso. –Él sonríe-. Me ha gustado notar tu polla contra mi culito, rozándome, pero sobre todo me han calentado tus palabras.

  • ¿Cómo te han calentado?

  • No podía dejar de pensar en ello… imaginándome a cuatro patas, abierta, sintiendo tu polla dura y caliente entrar, sintiendo como follabas mi culito hasta el final… y sobre todo sabiendo que lo hacías antes que con mi coño, que… usabas mi culito antes porque eso te excita.

  • ¿A ti no pequeña? Dime que no te excita pensar que papá te folle el culo, que es algo indecente , antes que tu pequeño y salado coñito… dime que no te has corrido pensando en tenerme detrás de ti sodomizándote el culito, con mi polla bien al fondo de este culazo.

  • Sí, me excita.. –papá me mira, como diciéndome “el qué”, y continuo- me excita que quieras abrir mi culo antes de desvirgarme. Me excita pensar que usarás mi culito antes, pero… papá, prométeme que no me dolerá…

Esa cara de vicioso que se le pone cuando me mira, cambia por completo. Ahora vuelve a ser mi padre, supongo que no puede evitarlo, me aprieta entre sus brazos y me besa en la frente, en el pelo, en la mejilla… se pone todo dulce y atento, haciéndome sentir tranquila.

  • Mi vida… sé que a veces soy un poco, sí, duro… pero te juro que no tengo en mí ni un solo ápice de interés de conseguir que algo de lo que hacemos sea doloroso, molesto o incómodo para ti. Jamás te haré daño, y si alguna vez de alguna forma inconsciente lo hago, te ruego que me lo digas en el momento. Mi vida… solo quiero que disfrutes, y no… esto es solo una idea viciosa de tu amante, pero si no te sientes cómoda podemos ir paso a paso, mucho más tradicional, y te juro que será igual de satisfactorio y placentero para mí. Incluso si tú decides finalmente que no quieres que tengamos sexo anal, seguirá estando bien para mí… tú puedes marcarme las líneas cuando quieras amor, por encima de todo te quiero mi niña. Nunca jamás olvides eso.

Me abrazo a él, aún un poco caliente, pero sobre todo tranquila, relajada, feliz… más que feliz radiante, las palabras de mi padre me dejan muy a gusto, él es exactamente todo lo que deseo y quiero. Miro sus ojos y beso sus labios, suave.

  • Me gusta que seas vicioso conmigo… me gusta que hagamos estas cosas, que fantaseemos, me gusta que me hables así, tan sucio, y que me calientes tanto… papá, los orgasmos contigo son increíbles y confío plenamente en ti. –La sonrisa es enorme, entre la bravuconería, el orgullo y el cariño-. Sí, sí que me excita tener sexo anal antes de perder la virginidad… quiero hacerlo contigo, y confío en ti, pero es sólo que no quiero tener que oír eso de “al principio te dolerá, pero luego se calmará” o el “aguanta…”. No quiero que sea forzado y que termine doliendo, porque no quiero ese recuerdo… y sabes que no disfruto con el dolor.

  • No pienso ser un bruto irresponsable. No quiero hacerte daño, ni por ti, ni por mí. Quiero que cada maldita cosa que hagamos, sea de disfrute para ambos, y ya que el dolor no forma parte de nuestra vida… haré lo que sea para evitártelo –medio sonrío-. Pero en serio mi niña, no tiene porque doler, ¿te dolió el tapón? –Niego con la cabeza, pero pienso en la diferencia de tamaño entre el tapón y su pene, él sonríe, como sabiendo lo que pienso-. Todo se basa en dilatar, preparar y lubricar bien. Y luego, en ser paciente, no forzar… y tocar dónde se debe.