Mi padre se apodera del coñito de mi mujer
Tras probar mi viejo el dulce manjar del coñito de mi mujer, ahora no puede pasar sin él y yo disfruto viendo como ambos se desean y como el la ensarta con su enorme...
Regresamos mi mujer y yo a casa tras un día de trabajo, y allí estaba mi padre preparándonos la cena, acababa de venir de correr por la playa y estaba con unas bermudas blancas y una camisa abierta mostrando su pectoral para provocar a mi mujer, el muy picaron sabia como tenerla colada.
Los bermudas blancos traslucían su matorral negro donde nacía aquel colgajo enorme que tan loca tenia a Rebeca y más aun con su caminar pues el balanceo de semejante tranca golpeaba en la fina tela mostrando su grosor y su semirigidez.
Nos dio un beso a ambos, el mío cariñoso y a mi mujer uno picaron, pues su mano se apoyó sobre su trasero para atraerla hacia él y así rozar su arsenal con ella, además se demoró unos segundos y creo intuir su lengua ya usurpó el espacio aéreo de su boca buscando guerra.
Cenamos con una velada muy agradable en el salón con vistas a las dunas, ya nosotros también algo ligeros de ropa, más mi mujer que yo pues no anduvo ella con titubeos y salió sin ropa interior, a sabiendas que mi Padre esta noche no la iba dejar escapar sin darle una ración rabo con nata incluida.
Estaba el sentado frente a nosotros y muy pícaramente se había subido un poco las bermudas, asomando por uno de los lados la rosada y gorda cabeza de su rabo semidescapullado que brillaba con intensidad, pues a lo más seguro lo había embadurnado con algún aceite o crema tras ducharse.
Lo cierto es que hasta a mí me pareció provocativo y no digo mi mujer que parecía relamerse cada vez bajaba la mirada.. Mi padre a sabiendas de su juego cambio la postura de las piernas y ahora asomaban ese par de enormes huevos peludos que yo por cierto no había heredado, pues aunque los míos son gordos, aquellos pasan el tamaño medio con creces.
Hablamos de como fue el día, y mi mujer fue ahora la que entro en provocación, pues subió la falda con elegancia y cuidado para mostrarle toda su raja en su máximo esplendor, hecho que no pudo disimular mi padre, pues le cambio la cara al instante de ver abierta aquella gruta frente a él.
Yo me había empalmado como un toro viendo sus juegos y pensando en lo que se avecinaba, pues mi mujer con algo más de descaro se bajó la mano para tocarse frente a él, provocando que el rabo de mi viejo rápidamente se alterara y moviera la fina tela del pantalón empujando la misma hacia un lado, mostrando como se iniciaba una enorme erección.
Yo pensé iba a seguir el juego pero sorprendentemente mi viejo movió y aparto con el pie la pequeña mesa que nos separa y sin ningún corte, se levantó como un resorte para basarse las bermudas y sentándose rápidamente le dijo a mi mujer, ven y come que voy a explotar como no lo hagas rápido, que llevo toda la tarde pensando en follarte, a la vez que agarro su pollo ya rígido como una barra de acero con una mano para con la otra acariciarle los huevos provocativamente.
Mi mujer me miro como pidiendo permiso, diciéndole yo rápidamente, ve que como no vayas voy a tener que ir yo, que mira como esta ese toro hoy.
Mi padre se puso a reír pero su cara cambio rápidamente cuando mi mujer ya degustaba su rabo con unas ansias desbocadas, tanto que tuvo que decirle el que se tranquilizara que se lo iba a destrozar, y más cuando comenzó a chuparle y morderle los huevos con cara de yegua desmelenada, ahí ya el inclino la cabeza hacia atrás para suspirar y coger aire ante aquel atropello de placer.
Yo me levante para liberarme de mi ropa y empalmado como un burro me pajeaba frente a ellos mirando aquella sabia mamada, la cual rápidamente se transformó en una clavada descomunal, pues mi mujer se incorporó como una posesa y abriendo las piernas mientras mi padre enfilaba el rabo hacia arriba con una de sus manos, se dejó caer sentándose de un certero golpe sobre aquel bate de béisbol, ensartándoselo todo de una estocada.
Cayó hacia atrás mi viejo un poco más pues ella le empujo con sus manos sobre su pecho a la vez que agarraba las matas de pelo de su pectoral como si la crin de un caballo se tratara, para así sujetarse y comenzar a cabalgar salvajemente sobre la polla de mi padre.
Los gemidos de ambos eran de escándalo pues mi mujer no tardo nada en correrse, yo me agache para ver como entraba y salía aquel viejo pero jovial pollon por el conejo de mi mujer y lo cierto es que las vistas eran espectaculares, pues aquella vieja y venosa polla mostraba su enorme dureza más si cabe aun con el brillo de los jugos que soltaba el chochito de mi esposa.
Agarro mi viejo ahora a mi mujer por la cadera para hacerla balancearse sobre ella, pues su primer orgasmo la había debilitado un poco bajando el ritmo, yo aproveche el momento y acerque mi duro rabo a su boca para que se lo comiera , mamándomelo de escándalo con la excitación que tenía.
Mi padre le alentaba a que me la chupara y ella soltando una de sus manos de su pecho comenzó a sobarme los huevos con maestría, haciendo que mi viejo resoplara con las vistas.
Le dijo a mujer que era una tigresa y una fiera follando, y a mí me dijo que tenía suerte de tener una hembra así, riendo picaronamente a la vez que decía y yo que afortunado de teneros a los dos.
MI mujer volvió a correrse soltando unos gritos de placer atronadores, provocando a la vez con su masajeo de mis huevos que yo comenzara a soltar leche sobre su cara y sobre mi viejo, al que no pareció importarle ver derramar mi nata sobre su cuerpo.
Me retire y aprovecho mi viejo para tomar riendas y girándose hacia un lado la tumbo como la tenía ensartada sin sacarla , para posicionarse sobre ella que con las piernas abiertas y mirando al techo, recibía las embestidas colosales del rabo de mi padre.
Los huevos se balanceaban con fuerza, golpeando con los vaivenes el sexo mojado de mí esposa que se preparaba para recibir en segundos una oleada de ráfagas de leche que lo dejaron anegado.
Los suspiros y gemidos de mi padre sobre el cuello de mi mujer, me hicieron estremecer, pues manifestaban el tremendo orgasmos que estaba teniendo, y más lo largo que fue, pues me imagine soltando bocanadas de leche aquella cabeza dentro del coñito de Rebeca y casi me empalmo otra vez.
De hecho la tenía semi dura viéndolos ensartados y como mi padre se recuperaba de aquellas embestidas que casi destrozan a mi mujer, que con cara desencajada intentaba recuperarse del tremendo polvazón.
Yo andaba aun excitado para como estaban ellos ahora, por lo que tras sacarla mi padre y separarse para tomar aire sobre el sofá, me agache como cornudo sumiso y me puse a comer el coño de mi mujer con toda la leche de mi viejo derramada en su interior que ahora comenzaba a salir en parte por la comisura de abajo, siendo recogida por mi lengua que la restregaba por todos los labios.
Mi mujer agradecía esos cuidados pues volvía a gemir levemente a la vez que mi padre me alentaba a que siguiera comiéndoselo,... note mi polla se ponía dura otra vez como hacía tiempo no la tenía, pues me palpitaba de la excitación, dándose cuenta mi padre que me dijo, mira el toro este que esta otra vez duro… y pedazo empalme tiene el cabron ahora... joder hijo que pronto se te endurece esa buena polla.
Yo agradecí los cumplidos aunque para buena era la suya, que casi doblaba en tamaño a la mía, pues tanto en longitud como en grosor, esta era muy superior a mi rabo.
Se lo comí un buen rato y tuvo otro pequeño orgasmo, que aproveche para ponerme también sobre ella y follarla en presencia de mi viejo que ahora era el que masturbaba su pollon.
Me dio el muy jodido algún que otro azote cariñoso sobre mi trasero diciéndome, mete mete que está bien dilatado y calentito.... tras unos cinco minutos más o menos no pude aguantar y me corrí dentro del sufrido coñito de mi esposa que esa noche había recibido partida doble de leche.
Me levante y me fui a la ducha, dejándola allí abierta de piernas supurando su conejo leche por todos lados, mientras mi viejo la miraba a la vez que seguía sobándose su pollon.
Sali de la baño tras una ducha relajante y mi sorpresa fue enorme pues mi mujer estaba agarrada a la la polla a mi viejo pero con su cabezon en la boca esperando otra lechada, el muy cabroncete estaba otra vez empalmado mientras ella recorría pajeando con su mano todo aquel pollon desde su base a su cabeza para exprimirlo y sacarle su nata.
Llegue a tiempo pues el tembleque de las fuetes piernas de mi viejo y su cara de gusto manifestaba que ya depositaba su crema en la boca de la hambrienta de mi mujer, que por la tardanza en soltarla debía ser mucha, aunque no me dejo verla pues se la trago toda.
Tras aquel apoteósico final, nos tomamos un chupito para reponer y nos fuimos a la cama, que al día siguiente había que volver a trabajar, y mi padre regresaba al norte de la isla unos días, aunque nos dijo que intentaría acortarlos pues ya sabíamos lo que deseaba estar con nosotros.