Mi padre, mi novio, mi amante

Un jovencito, un padre viudo, una nueva vida.

Fue mi padre quien decidió cambiar de ciudad después de la muerte de mi madre, había fallecido repentinamente a sus 46 años, a él no le resultó difícil encontrar trabajo, era conductor de maquinaria pesada, y enseguida tuvo multitud de ofertas, en cambio yo a mis 22 años y con buena formación no encontraba ningún trabajo, así que fui yo el que preparo la mudanza y el que se encargaba de la limpieza y de hacer la comida, desenvale todo excepto las pertenencias de mi madre, mi padre me dijo que lo haría el. Mi padre a pesar de solo tener 48 años era muy chapado a la antigua y sin ser violento era muy estricto. Allí estábamos él y yo, mi hermano mayor no había venido con nosotros, se quedó con su pareja.. I padre era alto, fuerte con el pelo engominado y de mi madre tenía el recuerdo de sus enormes ojos azules enormes, y con una ropa muy sexy. La recordaba, en casa, siempre muy ligera de ropa, con escotes exagerados, mini faldas, o pantalones muy ajustados, maquillada y nunca la faltaban sus zapatos de tacón, no la recordaba con zapato plano. Me admiraba que fuéramos donde fuéramos siempre iba con sus tacones y nunca la escuche decir que ese calzado la hiciera daño. Incluso las zapatillas que tenía para andar por casa eran con plataforma. Era una mujer muy femenina. Suponía que mi padre era una de las cosas que imponía, ser sexy y estar preparada en todo momento para ir a una fiesta.

Recuerdo el día que le dije a mi padre, que cuando iba a colocar aquellas maletas. Me miró y me dijo que al día siguiente, y que dejara sitio en mis armarios, porque parte de ese equipaje vendría a ellos. No le di más importancia y por supuesto no le lleve la contraria. Cuando se levantó al día siguiente, yo ya había arreglado la casa, regado el césped, limpiado la piscina y tenía su desayuno preparado en el porche, era Domingo y él no tenía que trabajar. Cuando terminó de desayunar y yo retiraba la mesa, me indico que fuera a su habitación, al llegar, señaló 2 maletas y un par de cajas grandes, y dijo que eso es lo que tenía que alojar en mis armarios, que luego iría a ver como habían quedado, él se quedó allí y le vi colocar de otras maletas, ropa y calzado suyo. Yo hice un par de viajes a mi habitación, abrí las puertas de los armarios, y me dispuse a colocar lo que había dentro. Abrí primero una de las cajas, y casi me caigo, cuando vi lo que había en su interior. Eran los zapatos de mamá, al menos 10 pares, en la otra caja, lo mismo, abrí una maleta y volví a sorprenderme, hay estaba toda la lencería y maquillajes, y en la que quedaba, sus minifaldas, sus tops, sus camisetas ombligueras, y varios vestidos con transparencias, que había visto a mi madre llevar y que la hacían preciosa. Fui a la habitación de mi padre y le quise explicar que se había equivocado, él solo me miró y dijo que no había ningún error, que todo aquello, ahora era mío, que asumiera que yo era el heredero de mi madre, y que ella estaría orgullosa de que yo tuviera sus cosas. Volví a mi cuarto, y me encontré con el dilema, de como colocar, todo aquel vestidor femenino, decidí poner mi ropa en un lado y mi herencia en el lado menos accesible. Cuando, fui colocando en cajones, las braguitas, los tangas, aquellos sujetadores con relleno, me llamó la atención su textura, era ropa muy suave, las medias y pantis, eran una delícia al tacto, imagine, que sexy se debía sentir una mujer al ponérselo, y como le gustaría a un hombre desnudar a una hembra y encontrar esa ropita tan bonita rodeando sus contornos. Cuando coloque el calzado, vi que su número era el mío, mi madre tuvo pie grande de mujer y yo tenía pie pequeño de hombre. No oía que mi padre viniera, así que me probé unas sandalias de tacon que se ataban al tobillo, me admiro lo bonitas que eran y la forma que daban a mis piernas. Casi al instante, me las quite, avergonzado, de la sensación que me habían causado.

La vida siguió transcurriendo, pasaron 2 meses, desde aquello, yo seguía siendo la ama de casa. Papa, trabajaba, venía a casa descansaba y volvía a irse, llegó una época en la que además tenía que viajar, yo me quedaba solo en casa más de una semana. En uno de esos viajes, me di cuenta de lo vacía que era mi existencia, sin nada que hacer el aburrimiento me mataba. Una de esas mañanas, decidí recolocar mi habitación, y con ello el armario. Cuando tuve echa la parte de mi ropa de hombre, abri, la otra, esa que esquivaba, aunque fuera inconscientemente. Toque, saque, acaricié toda aquella lencería, y decidí probarme un conjunto de braga y sujetador, de color negro. Con ello, también me probé, unas botas altas de un tacon altísimo, eran como de charol negro brillante, me vi en el espejo y aunque me gustó como quedaba, vi que mi rostro tan pálido, quedaría mejor con algo de color. Nunca me había maquillado, pero había visto a mi madre, hacerlo cientos de veces. Para mí gusto el resultado fue espectacular, me gustaba como me veía, y empeze a intentar hacer gestos femeninos, me pasee por toda la casa así, intentaba brazear, agitar mi trasero, sentarme como una mujer... Así estuve una semana casi entera, hasta el día que mi padre debía volver. Vestía las 24 horas del día como una mujer, la ropa de mamá estaba echa a mi medida, y cada prenda que me ponía, era más sexy y excitante que la anterior. Tenía la suerte de ser muy rubia, y apenas tenía vello corporal y mi barba era prácticamente inexistente. Después de cada experiencia con un modelito, me hacía una paja, y ya iban tantas, que apenas eyaculaba. También empeze a experimentar con mi ano, y sin muchas intenciones, veía como cada día, mis dedos o algo más rotundo, nabo o pepino, principalmente, se introducían por mi recto con mayor facilidad.

Era un viernes, y comprendi, que mi semana de jugar a ser nena, se acababa, papá llegaría en un rato y deberia de atenderle. Me duche a conciencia, borrando de mi rostro cualquier vestigio de maquillaje, volví a recoger mi pelo con su coleta, y lo único que me permití, fue dejar debajo de mi pantalón de chándal, unas tangas de tamaño mínimo, me había  acostumbrado tanto a ellas, que hasta los días que había salido a comprar, las llevaba puestas.

Cuando, papá llegó, ya tenía todo preparado, su ducha, su ropa y su cena. Me saludo como siempre y me dijo que me veía muy feliz, que si había conocido a alguien. Le respondí que evidentemente no, pero que la semana me había sido muy constructiva. Después de cenar, nos fuimos a la cama, y yo aproveche la soledad de mi cuarto, para ponerme un picardias, y dormir con el. Mi padre nunca entraba en mi habitación, por lo que no tenía miedo a que me descubriera. Indudablemente me volví a masturbar, me excitaba sobre manera, que hubiera un hombre tan cerca de mí, aunque este fuera mi padre.

Yo intentaba siempre que cuando estaba papá en casa, levantarme antes que él y tenerle el desayuno preparado, ese día sin embargo, fue su voz la que me despertó, le vi zarandeandome y diciendo que me despertará. Mi susto fue mayúsculo, mi padre me había visto, durmiendo con aquel picardias y con el tanga. Cuando salió de la habitación, salte de la cama, me quite aquello y lo tire dentro de él armario, me puse un pijama de chico, y baje a  preparar el desayuno. No se me ocurría ninguna excusa, y no podia imaginar que es lo que mi padre me diría. Le lleve su café y sus tostadas al salón y le vi mirando su teléfono, ni tan siquiera me miró, solo me preguntó si yo había desayunado, le dije que no y era cierto, no podía hacerlo, ni la saliva corria por mi garganta. Me duche, me vestí con un tejanos y camiseta y por supuesto con slips y me dispuse a arreglar los dormitorios. Cuando casi había terminado de limpiar la habitación de mi padre, éste me llamó, y me dijo que bajará al salón. Imagine que había estado preparando lo que me iba a decir, y cualquier cosa me podría ocurrir. Le dije nada más llegar que lo sentía y me prepare para darle una explicación convincente aunque ninguna se me ocurría. Él sin embargo me hizo callar, y me indicó que me sentará en el sofá, conecto la televisión, y al poco vi que quien salía en la pantalla era yo, se me veía haciendo las cosas cotidianas de la casa, pero claro, vestido de chica, con tacones, maquillado, cambiando de ropa y lo más vergonzoso, como me masturbaba o introducía un nabo bien lubricado por mi ano. Mi cara ardía de vergüenza, no me atrevía a mover la cabeza, mi padre miraba la televisión y se limitaba a acelerar las escenas cuando se me veía durmiendo. Mi última semana, estaba grabada al completo, y mi padre era consciente de cómo había sido. Cuando terminó la grabación, permanecí sentado sin atreverme a moverme. Mi padre sin embargo desaparecio del salón y solo me dijo lo que le apetecía comer. Yo no sabía como reaccionar. Los nervios me atormentaba, no volví a ver a mi padre, el se fue al jardín y estuvo toda la mañana haciendo arreglos, yo prepare la comida y le llamé cuando estaba dispuesto, mi padre me habló de su trabajo, de mi hermano, anécdotas de mi madre y ni un solo comentario de lo que había visto de mi. La tarde transcurrió de la misma manera, pero esta vez era yo quien buscaba estar a su lado, y estuvimos juntos arreglando cosas de la casa, me hizo pedir cena a un sitio cercano e incluso vimos una película. Ya, cuando nos íbamos a ir a dormir, me llamó y me dijo, que fuera feliz, y recalcó que fuera yo misma. El que me hablará en femenino me descuadro un tanto, pero el día había sido surrealista desde un principio. No pude dormir, y por la mañana cuando mi padre se levantó para desayunar, me dio los buenos días y recalcó un par de veces una frase Que tal hija? A mi no se me ocurrió rebatirle, y la mañana se pasó entre decirme nena, hija o chiki. Cuando estaba en la cocina, preparando la comida, entró y me dijo que porque estaba vestida de hombre. No supe que decirle, y casi me ordenó que subiera a cambiarme, que si era feliz de otra manera que lo fuera. No sabía que ponerme, toda la ropa me parecía muy sensual, y no quería estar ridícula. Al final me decidí por unas leginss rosas y un top del mismo tono, unos zapatos blancos de tacon de aguja, y me maquille muy suavemente. Cuando mi padre me vio, dijo que era igual que mi madre, y que ella estaría orgullosa de verme tan guapa, también me comentó que lo del pecho ya lo arreglaríamos y que el estaría siempre a mi lado para que fuera feliz. Poco a poco, fui perdiendo la vergüenza y mis movimientos se fueron volviendo más femeninos, no quería hacerlo exageradamente pero de dentro de mi salía mi feminidad. Así transcurrió mi primer fin de semana como mujer en la presencia de mi padre.

Esa semana mi padre no viajo, pero sin embargo por las noches volvía tarde, yo ya vestía de mujer todo el tiempo, incluso iba a comprar, me arreglaba como cualquier jovencita, y mi ausencia de pecho lo arreglaba rellenando mis sujetadores. Mi padre me confesó, que había conocido a alguien y que tenía ganas de volver a vivir. Me animo a que yo hiciera lo mismo, pero le dije que no estaba en mis planes buscar pareja, a lo que el me contestó que los nabos o pepinos no eran la mejor solución, los dos nos reímos a carcajadas y me admiro el grado de confianza que se había establecido con mi padre.

El siguiente fin de semana, papá me dijo que iba avenir a pasar el día, su amiga y que para mi no fuera tan violento también vendría un compañero suyo de trabajo. Le dije que me parecía perfecto y que me gustaba la idea. El sábado, él se fue pronto a recogerlos, y yo me quedé en casa limpiando y cocinando. Me había vestido como chico, aun a pesar de que me sentía incómodo, pero estaba segura de que mi padre les habia dicho que vivía con su hijo no con su hija. Cuando llegaron, mi padre me miró con cara de asombro, y me presentó como su hija, les explico para mi vergüenza, que mi identidad sexual era de mujer, y que no sabía porqué estaba vestido de lo que no era. Mi dijo que fuera a cambiarme y así lo hice. Volví a escoger el mismo conjunto que me puse la primera vez con él, baje y me dijeron lo guapa que estaba. La novia de mi padre resultó ser de lo más agradable del mundo y me dio consejos de como ir logrando una trasformación completa, incluso me dijo que ella me acompañaría a todos los médicos que tuviera que acudir. El amigo, desde un principio, se mostró muy cariñoso también, y note que le atraía. Era de la edad de mi padre, casi igual de alto, con algo de tripa y una considerable falta de pelo. Sus roces en mis manos al compartir la mesa fue de continuo, y una vez que de pies, a su lado, le serví, note sus manos en mi cintura. Un escalofrío recorrió mi espalda y enseguida vi como mi padre lo había visto. Después de comer, tomamos café en el jardín, yo no paraba de atenderles, y sin saber como, me meneaba delante de aquel hombre, para captar su atención. Sin saberlo estaba aflorando mi gen zorra. A media tarde, mi padre y su novia, decidieron irse un rato a su habitación, querían intimidad. Yo me quedé a solas con nuestro invitado, y por un momento supe lo que iba a pasar. Gentilmente me pidió un poco más de hielo, y como un resorte se lo di, él se lanzó directamente a mi, y me atrajo hacia su pecho. Me sentí mujer, y le dejé que me diera mi primer abrazo como hembra. No me atraía mucho físicamente, pero comprendí que, con él y en ese día, me harían el amor por primera vez. Dejé que sus besos, y sus manos me explorarán. De la mejor manera, abrí mi boca y saboree su lengua, poco a poco le fui arrastrando hacia el interior de la casa, no quería que me follara en el jardín y que cualquiera pudiera verlo. Una vez dentro, me quite el top y las leggins, solo quede con mi tanga y mis tacones, vi en su cara deseo y lujuria, y con simplemente una mirada, hizo que me arrodillara ante él. Desabroche su pantalón y baje sus slips, vi mi primera poya erecta a pocos centímetros de mi cara, grande, oscura, mirando al cielo, debido a nuestros roces, su capullo brillaba por el precum que ya había expulsado. Lo comencé a besar, tocaba sus testiculos, mi lengua empezó a saborearlo, lo recorría entero, de abajo arriba, escuchaba como gemia, mi ansia, hizo que me lo comiera, nunca había chupado un pene, pero lo deseaba, lo había visto, y mi genética hizo el resto. Su capullo rozaba mis cuerdas vocales, entraba por mi garganta, era delicioso, quería que entrará más, estaba echa para comer Rabós, ahora estaba segura.

Que pensaría mi padre si me viera así? Mi duda se resolvió pronto, note como otras manos acariciaban mi cabeza, abrí los ojos, y allí estaba él, su novia se había acomodado, desnuda, en el sofá, acariciaba su clitoris y sus pechos. Mi padre giró mi cabeza, y su pene entró en mi boca. No lo pensé en absoluto. Me emplee, con energía, y comenze a chuparsela, mi padre gemia de placer, y su amigo devoraba mis diminutos pezones, cada poco, cambiaba de pene, y se la chupaba al otro, mientras la mujer, chillaba y se agitaba como una posesa, y encadenaba orgasmo tras orgasmo. Yo hacía tiempo, que también expulsaba líquido por mi diminuto pene. Uno de los dos tiro hacia arriba de mi, y me hizo doblar mi espalda en el respaldo del sofá, mi padre me hablaba al oído, y me decía que ahora yo iba a ser su mujer. Su amigo, comía mi ano, su lengua se introducía dentro de mi, indudablemente me estaba preparando a conciencia. Papa me preguntó si estaba lista, y le pedí por favor que aquella espera terminará ya, quería que me follara. Papa no fue delicado, introdujo su verga de un solo golpe, note su capullo en mi estómago, y juro que el dolor fue un segundo, al instante sentí el orgasmo más grande que nunca había sentido. Cada golpe de cadera de papá, me hacía subir al nirvana, me sentía una mujer, aún a pesar de no tener coño, y pedía más, me oía a mi misma, suplicar porque me diera más fuerte, mientras la mujer, pellizcaba mis pezones, y el otro hombre se acomodo para que volviera a chupar su pene. Era tanto el placer que sentía, que mis piernas se doblaban, si no fuera por papá hubiera caído al suelo en más de una ocasión. Pero todo tiene un fin, note como chorros interminables de semen, corrían por mi garganta, y la crispación de las manos de mi padre, me dijeron que en breve me iba a preñar. Así fue, comenzó a deslechar dentro de mi, lo más profundo que podía, notaba sus palpitaciones, sus huevos chocaban con mi pelvis. Poco a poco su velocidad descendió, y su pene, salió de mi ano. Todos teníamos la respiración agitada, y yo por cambiar de tema, les pregunté que querían de cenar. En ese día, me hice con un novio y me convertí en la amante de mi padre.