Mi Padre, Mi Amante Post Parto.
Un padre, recobra mucho tiempo perdido, cuando su hija ya está casada.
Hola a tod@s mis lectores, mi nombre es María Sofía, tengo 35 años; soy psicóloga, madre, esposa y amante a la vez. Debo confesar que estoy en mi etapa más experimental de mi vida, y eso incluye mi sexualidad al máximo esplendor. De esta forma coincidí con la protagonista del día de hoy; una mujer a la que agradezco su confianza y su sinceridad, al compartir su febril experiencia conmigo, y permitir el acceso a la intimidad de su vida alterna, y poder relatárselas a ustedes desde la perspectiva de una hembra entregada al amor del incesto. Esta es la historia de la mujer, a la que debo el bello placer de mis bragas mojadas en momentos inesperados, es la historia de la mujer que provoca la necesidad de saborear el núcleo de la perversión; y ahora se las traigo a ustedes relatada en primera persona.
Mi nombre es Lorena, soy de buenos aires Argentina, tengo 29 años. Soy una mujer bella según las personas, ojos marrones, cabello rubio oscuro, mido 1.76 cm. Tengo un cuerpo voluptuoso, pero sin perder la estética de las curvas de mi cintura, piernas largas y atléticas, caderas anchas, trasero medio y tetas grandes (36c) como mi madre; claro que durante el embarazo y la lactancia crecieron aún más.
Estoy felizmente casada, soy hija única; producto de una relación incestuosa entre primos. Mi madre es educadora, y mi padre es periodista deportivo. Ambos se separaron cuando yo tenía 18 años; lo que significó un duro golpe para mí, en ese momento. Confieso que soy abiertamente bisexual. Si; mi marido conoce está parte de mí vida, incluso hemos llegado a compartir amigas, aunque esté no es el punto ahora.
Verán; todo comenzó al segundo mes del nacimiento de mi bebé. Mi padre (Martin) comenzó a aparecer por la casa muy seguido para disfrutar de su nieto, y convivir con su hija. Esa mañana todo parecía normal; mi marido subió a despedir al bebé, y a mí, antes de salir a su trabajo, yo me encontraba más dormida que despierta, así que no tardé en conciliar el sueño de nuevo. Una hora después, según mi despertador, me levanté con unas ganas incontrolables de orinar, y aproveché para cepillarme; cuando regrese a la cama, me fue difícil no pensar en cosas vagas, y de pronto comencé a calentarme. Después de tres días sin nada, con mi marido, era normal. Comencé a sentir una incontrolable tensión en mi vagina, y ese deseó por rozar mi vulva con mi mano; hice a un lado la orilla de mi bombacha, sin quitármela, y comencé a acariciar mi concoha, estaba comenzando a lubricar y disfrutaba de mi masturbación, estaba a punto de introducir mis dedos en mi vagina; cuando de pronto, escuché ruidos que provenían de abajo, eso definitivamente me desconcertó; y con un poco de miedo baje a ver qué sucedía. No veía nada extraño, hasta que volví a escuchar el ruido desde la nevera, me acerque desde un viejo desayunador, y observé a mi padre, bebiendo leche de una botella. Leche que yo misma, había extraído de la producción basta de mi cuerpo.
En algún momento me pareció gracioso, pero luego, comencé a sentirme excitada, al ver a mi padre disfrutar del sabor de mi leche materna; Yo me encontraba con una camisa de mi esposo, que me quedaba enorme, la cual cubría mi braga; única prenda que tenía debajo de su camisa blanca. Mi padre volteo, encontrándose conmigo de pronto, e interrumpió así aquel acto morboso del que era espectadora. Mi padre muy sorprendido, me enrolló con sus macizos brazos, mientras yo quedaba inmóvil. Rápidamente le busque el rostro, y nos dimos un pico, como costumbre de toda la vida, y sin pensar en la poca ropa que tenía encima. Después de tres segundos nos separamos lentamente.
[Lorena] -Hola papá, ¿y vos, cómo fue que entraste?
[Martin] -Hola hija, tu marido iba saliendo cuando yo venía entrando y me dejó pasar.
Después de esa corta explicación, le hice otra pregunta, que no recuerdo de que se trató, porque me desconcentré, al ver que la vista de mi padre apuntaba hacia mis tetas, al mismo tiempo que sentí una leve frialdad en mi pecho; yo bajé la vista de inmediato, y veo la camisa de mi marido transparentar mis senos, a causa del derrame de mi leche; yo corrí hacia la sala a traer un biberón vacío; y sin poner atención, me levanté la camisa, y comencé a ordeñarme. Cuando el biberón se llenó, coloque el pezón en mi boca, y exprimí mi seno para evitar el derrame, como siempre lo hacía. Mi actividad se vio interrumpida, cuando un bulto debajo del pants de mi padre, apareció en mi vista, y no lo culpo; yo estaba semidesnuda, expuesta ante mi padre, y mi padre estaba viendo lascivamente a una mujer en bragas, y con una camisa levantada, y enseñando sus vigorosas tetas a flor de piel.
Mi padre se acercó a mi, con su falo que sobresalía por delante, nuestro libido había despertado, y con mucho descaro comenzó a ordeñar mi ubre. Yo sin pronunciar palabra lo vi a los ojos, cómo asegurándome de que se trataba de mi progenitor; mi padre rodeo con sus musculosos brazos mi cintura, y apretó firmemente mi cuerpo. Yo estaba dudando, mientras mi vulva hervía, exigiéndome placer. Acerque mi boca y mi padre correspondió, nos dimos un par de piquitos cada vez más cortos, y cada vez con más roce, hasta que comenzamos a besarnos tiernamente. Mis manos se posaron en su rostro mientras mis labios temblaban inseguros; mi lengua se encontró con la lengua de mi padre, y mi padre acariciaba mi sexo inundado en lujuria. Yo me sentía desesperada por ser penetrada, mordí fuerte el labio de mi padre, y rápidamente tiré de su pants hacia abajo, y me coloque de cuclillas, para comenzar a chupar sus 16 cm de verga cubierta de venas; recorría todo su falo con mi boca, su glande lo saboreaba como a un dulce, llenando lo de mucha saliva mientras veía su cara de satisfacción; el calor era propio de mi cuerpo, así que me quite la camisa, y coloque la verga de mi padre en medio de mis grandes tetas, y comencé a hacerle una paja, cómo alguna vez había visto a mi madre hacerlo con papá. (…)
Mi padre se agachó, y me levanto, cargando mi cuerpo, al mismo tiempo que lo enrollaba con mis piernas, como cuando era una niña; a pesar de sus 54 años, mi padre se encontraba en muy buena forma siempre. Mi cuerpo cayó recostado en un absurdo diván que mi marido conservaba, mi padre me volvió a besar con mucho afán, y luego su boca comenzó a recorrer mi cuello, mis senos y mis pezones con su lengua. Sentía mi vagina explotar, quería liberar la presión que sentía en mi coño, así que empuje con mis manos la cabeza de mi padre hacía abajo; mí padre bajo besando mi vientre, oliendo mi delgado monte de venus, y bajando mi braga y comenzó a lamer, yo intenté suspirar, pero termine articulando un fuerte gemido, su lengua recorría todo mi coño, tragándose así todo mi néctar sexual, sus manos subieron hacia mis tetas, y su lengua saboreaba mi clítoris, yo le clavaba las uñas en la espalda a mi padre, mientras el me devoraba hasta el alma, mis gemidos fueron incontrolables, yo sentía la necesidad de explotar ante cada lengüetazo, mi cintura se arqueó, y mi cuerpo se tenso, y yo me vine de inmediato en la boca de mi amado progenitor.
Yo me sentía dichosa de tanta pureza, en un pequeño tabú, mi padre; y ahora amante de su única hija, volvió a besarme. Yo no quería que dejara de hacerlo; mi sabor en la boca de mi padre, provocó en mi, mucho deseo nuevamente. Mi padre se quitó su camisa y nuestros cuerpos desnudos se juntaron por primera vez en la vida, mi padre comenzó a beber de mi leche materna como si nunca lo hubieran amamantado; mi padre tenía su boca llena de mi leche materna, esa con la que debía alimentar a su nieto, y con un beso traslado toda esa leche tibia a mi boca, al mismo tiempo que su verga rozaba mi vulva; eso me puso a mil, suplicándole a mi padre ser penetrada, y consumando así,un acto de incesto por primera vez. Papá me coloco su glande en la entrada de la vagina, me vio a los ojos y mientras le imploraba su verga, dejo ir profundamente su virilidad hasta el útero de su hija. Inmediatamente gemí sin control, mis pupilas se dilataron tanto, que sentía desmayar mi cuerpo, sentí alivió al absorber su cuerpo cavernoso y electricidad a la vez, quería más, y más, y en cada embestida de mi padre, mi vagina se deleitaba apretando la verga de su amante. El cuerpo de mi padre aceleró las embestidas y yo no pude aguantar más y volví a sentir el placer en mi vagina, mi cuerpo se descontroló en un vaivén, derrochando lujuria en cada penetración de mi padre. Mis gemidos parecían de gata en celo y mi orgasmo recorrió mi cuerpo, soltando fluido en abundancia y ahogando la verga de dónde salí alguna vez, mientras la descarga de energía sexual hacia estragos en mi cuerpo.
Yo me sentía cansada, pero la morbosidad del incesto era mayor, mi padre se levantó encima de mi, y yo aproveché para pasar mi mano sobre los fluidos vaginales, y llevármelos a la boca. Mi padre me hizo que me tocará, cómo si me estuviera masturbando, y luego llevó mi mano a su boca, para probar la muestra de mis fluidos, como todo un catador pervertido. Seguido de esto, me coloque en cuatro patas recostada en la orilla del diván, con las piernas abiertas; estaba decidida a permitir que se viniera de una vez por todas. Mi culo estaba levantando, y lo primero que mi padre hizo fue darme muchas nalgadas muy fuertes, pero muy excitantes, como una niña que se porta mal, me enloquecía sentir esos azotes en mi culo, hasta dejar sus manos marcadas en mis blancas nalgas, apretaba la esponja del diván con mis manos, mi sexo palpitaba de la emoción y se mojaba del deseo de ser invadido. Acto seguido, mi padre puso sus manos sobre mis nalgas, y las separo hacia los lados; primero creí que me haría sexo anal, pero luego tomo mucha saliva, y la dejo caer cerca de mi ano, permitiendo de este modo, el desliz de su baba caliente, por todo mi coño, lo que provocó descontrol en todo mi cuerpo.
Mi padre se colocó detrás de mí, besando mi espalda, y cuando menos lo espere, ensartó su deliciosa barra de carne, en mi propia cavidad libidinosa. Yo podía sentir sus venas rozar mis paredes vaginales; mi padre empezó a azotarme fuerte, mi vagina se deleitaba del goce insaciable, las embestidas de mi padre fueron cada vez más profundas, sentía mi orgasmo cada vez más cerca, mi padre comenzó a tirar de mi cabello fuertemente, me sentía como una verdadera puta, pero me excitaba de sobremanera; el vaivén de mi padre crecía cada vez más rápido, chocando sus genitales con mis nalgas. Mi padre empezó a gemir y yo comencé a apretar mi sexo, sabía lo que venía, y de inmediato sentí el primer chorro caliente de esperma en lo más profundo de mis entrañas; sentir el choque de la semilla de mi padre en las paredes vaginales fue el detonador de un prolongado orgasmo, mis gemidos fueron incontrolables, mis músculos se tensaron, mi pupila se dilató tanto que termine cerrando mis ojos de tan maravilloso goce de éxtasis, mi vulva se contrajo, y mi coño se rebalsó de nuestros fluidos, y poco a poco fue bajando mi tensión, mi padre se recostó sobre mi espalda, sin sacar dentro de mi la verga que me engendro, aún podía sentir las palpitaciones de su falo soltar su últimas gotas de semen; mis piernas estaban temblando, nuestros cuerpos estaban sudorosos, exhaustos, pero transpirando amor. Prácticamente nos quedamos dormidos un par de minutos, cuando el llanto de mi bebé nos interrumpió. Puedo decir que fue lo que nos salvó pues 5 minutos después llegó mi madre a ver a su nieto.
Mi padre se fue de inmediato debido a la mala relación con mi madre, no sin antes despedirnos con un gran beso de lengua. El salón transpiraba incesto, pero no me importaba si mi madre se daba cuenta, para nosotros era amor puro en su totalidad. Desde entonces nos declaramos amantes, y actualmente llevamos un año de relación, sin que mi marido sospeché; lo negativo de esto es que a pesar de ser una hembra fértil, mi padre tiene la vasectomía y aunque a alguien le parezca una aberración, me encantaría ser preñada por mi progenitor.
En Honor a una Hija Morbosa
W/L María Sofía