Mi padre me descubre el sexo con maduros (2)

Después de follar con mi padre, tenemos una "conversación" que establecerá cómo va a ser mi futuro sexual

¡Hola de nuevo!

Antes de nada quiero agradeceros por la cantidad de emails que he recibido y los comentarios por mi primer relato. Muchas gracias por el apoyo y por vuestras palabras, ¡se agradece un montón saber que mis experiencias os aportan un buen rato! Para los que no lo habéis leído, os lo dejo aquí. Lo que cuento son mis experiencias y os recomiendo ir siguiendo el hilo para entender de dónde vienen las cosas que me pasan

https://www.todorelatos.com/relato/183995/

Como ya sabéis, soy Elena, tengo 28 años y en la fiesta de mi 24 cumpleaños, por una serie de circunstancias, acabé follando con mi padre en la piscina de su casa. Os recuerdo que mi padre, Marcos, es un hombre de 50 años y que nunca hasta entonces había pensado en él como nada más que mi padre. Pero el sexo con él me abrió un nuevo horizonte que no conocía y que me encanta: el sexo con hombres maduros

Después de ducharnos al salir de la piscina, mi padre me pidió que hablásemos de lo que acababa de pasar. Después de asegurarse de que mi hermano seguía durmiendo tras pasar la noche de fiesta, ambos cogimos una cerveza de la nevera y nos fuimos al salón. Nos sentamos en sillones diferentes, pero cerca, de forma que nuestras rodillas se tocaban. Me había vuelto a poner el bikini porque me apetecía que mi padre siguiera observándome casi desnuda.

-Cariño, -empezó mi padre con voz solemne- creo que los dos sabemos que lo que acaba de pasar no está bien

-Pues a mi me parece que ha estado muuy bien…-bromeé

-Elena, soy tu padre, estas cosas no deben suceder entre un padre y una hija

Hablaba tan serio que a mi se me escapó la risa

-No te rías, Elena, necesito que entiendas lo que te digo -su voz sonaba firme pero agobiada

-Papá, te entiendo. Claro que te entiendo. Pero no creo que haya que hacer un mundo de todo ésto. Somos adultos los dos, no hemos hecho nada que ninguno de los dos no quisiera hacer

-No, claro que no, pero… -podía escuchar la cabeza de mi padre dar vueltas como un torbellino- Hija, es que no entiendo qué me ha pasado

El agobio que tenía mi padre, a pesar del buen rato que acabábamos de pasar, era evidente. Así que, cariñosa, como siempre he sido con él, le cogí una mano y la sostuve entre las mías

-Papá, el problema es que te has creído el discurso que te han contado toda la vida. ¿Puedes explicarme qué diferencia hay entre acostarte con una chica en un bar y acostarte conmigo? Y no me refiero a esa mierda moral que nos han metido en la cabeza. Me refiero a qué diferencia real hay.

Mi padre se me quedó mirando. En sus ojos veía un deseo enorme de aceptar lo que le estaba diciendo. Pero claro, tantos años censurando todo lo que tiene que ver con el sexo son difíciles de olvidar

-Supongo que ninguna, realmente

-De hecho sí que la hay, papá. Una chica en un bar no te quiere como te quiere tu hija. Yo puedo disfrutar del sexo con otros chicos, pero hoy he entendido que si mi padre me quiere como nadie, también el sexo será como con nadie más.

Mi padre enterró su cabeza entre sus manos y se frotó la cara, como si necesitara estar seguro de que lo que sucedía era real

-Yo siempre te he visto como mi niña, Elena, te juro que nunca te he mirado de otra forma

-Yo tampoco esperaba ésto -le dije- Pero no tengo ningún problema en aceptarlo. Eres mi papi, te quiero. Para mi el sexo no es algo sucio de lo que avergonzarse, me parece una preciosa manera de demostrarle a alguien cuánto deseas estar con él.

Cogí la cara de mi padre entre mis manos y me senté en el borde del sillón, para poder poner mi cara justo delante de la suya.

-¿Tú me quieres, papá?

-Mi amor, claro que te quiero

-¿Y no te parece precioso que me lo hayas podido demostrar así? Disfrutando los dos

-Lo he disfrutado mucho, hija, eso es verdad

-Pues deja de darle vueltas. La vida es muy corta para tanta tontería

Y sin dejarle tiempo para responder, acerqué mis labios a los suyos y le besé. El primero fue un beso suave, lento, de estos que te cierran los ojos sin que lo pienses siquiera. Mi padre se dejó llevar y acarició mi pelo con cariño. Entonces, como si nos hubieramos puesto de acuerdo, nuestro beso se aceleró. Como si solo tuviéramos un breve momento y quisiéramos aprovecharlo. nuestras lenguas empezaron ese baile secreto que tienen los amantes, sentía su aliento en mi boca y eso me estaba excitando más.

Cogí las manos de mi padre y las llevé a mis pechos. Rápidamente empezó a apretarlos. Los amasaba y a mí me estaba poniendo a mil. De nuevo peleé con el cierre de la parte de arriba del bikini (¡si lo llego a saber no me lo vuelvo a poner!) hasta que lo solté, dejando que mis grandes tetas quedaran libres. Mi padre agarró un pezón y después de estirarlo durante unos segundos y comprobar lo duro que estaba, dejó de besarme para llevárselo a la boca.

En ese momento me di cuenta de que mis anteriores parejas, todas ellas, no tenían barba. Y lo recordé porque mi padre sí que tiene, y con ella, además de con su lengua y dientes, estaba excitando mis pezones como nunca antes lo habían hecho. El simple roce me estaba matando y así se lo hice saber

-No pares, papi, me tienes a mil

Y no paró. Puso sus manos en mis hombros y me empujó levemente para que quedara tumbada en el sillón. Se sacó la camiseta y se echó sobre mi para seguir regalando a mis tetas un tratamiento especial. Mientras una de ellas era amasada rudamente, la otra recibía las atenciones de la boca de mi padre. Yo tenía los ojos cerrados y lanzaba pequeños gemidos todo el rato. Sentía el pecho de mi padre presionando en mi vientre mientras una de sus manos, la que no amasaba mis tetas, agarraba mi cintura.

Las manos de mi padre son grandes y fuertes. Pero también dulces y suaves. Perfectas para sentir que con ellas nada malo te va a pasar. Así me sentía yo en ese momento. Protegida. Y amada.

Le cogí de la cabeza para obligarle a besarme de nuevo y su cuerpo entero se apoyó sobre mí. No se cuándo, pero mi padre se había bajado los pantalones y los calzoncillos, de forma que pude sentir su polla posarse dura sobre mi pubis, aún cubierto por la braguita del bikini.

-Que rico, papá, ¿estás así por mi?

-Claro que sí, princesa, así me tienes, mira

Se incorporó, dejando que lo viera en todo su esplendor. Era la primera vez que veía su polla, porque en la piscina, con el agua, no se aprecia igual. Y me pareció la polla más preciosa que había visto en mi vida. No hay duda de que estaba empalmada al máximo, venosa, gruesa, apuntando al techo y con signos de humedad en la descapullada punta. Se me hizo la boca agua. Miré a mi padre con una sonrisa pícara, mordiendo mi labio inferior, y con un gesto rápido la agarré con mi mano. Casi no podía rodearla con mis dedos. Me relamí y me agaché hasta que la cabeza de su polla rozó mis labios

-Uff, Elena, no me puedo creer lo que estamos haciendo… Pero por favor, no pares

Se acomodó algo mejor en el sillón, de manera que pudo apoyar la espalda. Yo, de rodillas en el suelo, entre sus piernas, me dispuse a saborear aquella tranca que hacía 24 años me había creado a mí. Recorrí la punta con mi lengua, llevándome las gotitas que habían salido y escuché un largo gemido de mi padre. Me encanta ese sonido, señal de que algo se está haciendo bien.

Después de que mi lengua recorriera toda la cabeza, bajé, lamiendo el tronco. Chupé toda la base mientras amasaba con mi otra mano sus huevos. Con uno de mis dedos empecé a acariciar el perineo, avanzando peligrosamente hacia su ano. Y justo en el momento que la punta de mi dedo se posaba en él, abrí bien la boca y dejé que su polla desapareciera ahí dentro. Bueno, o al menos eso intenté. La polla de mi padre tiene un buen tamaño, y aunque yo tengo experiencia comiéndolas, no conseguí que me entrara completa.

Aunque la reacción de mi padre me dijo que no le importó.

-¡Joder, pequeña, que gusto! Dios, que boca tienes…

Mientras su polla llegaba hasta más allá de mi campanilla y mi lengua hacía círculos como podía bailando sobre su tronco, mi dedo, posado en su ano, empezó a hacer también pequeños círculos alrededor, apretando ligeramente.

-Uff…Elena, qué me haces… Me estás matando…

Mi boca empezó a subir y bajar por su tranca. Podía notar el sabor de esas gotas deliciosas que empezaron a ser algo más abundantes. Fui cogiendo velocidad con el objetivo de entrenar mi cavidad bucal y así conseguir alojar toda su polla dentro. ¿Os he dicho que soy una persona muy voluntariosa y empeñada en conseguir las cosas? Pues es así. Me había propuesto conseguirlo y tenía claro que iba a hacer mi mejor esfuerzo. Con cada intento sentía una pequeña arcada, pero decidí ignorar ese impulso natural para seguir forzando el espacio. Además, hace tiempo descubrí que si mientras te comes una polla usas los músculos de la lengua para hacer que baje desde la parte de atrás, el hueco disponible es mayor. ¿Cómo lo he descubierto? !Evidentemente con mucha práctica!

Así que poco a poco fui logrando que mis labios estuvieran más cerca de sus huevos hasta que por fin lo conseguí. Cogi aire y apreté mi cabeza contra su pelvis donde me mantuve por varios segundos. Las arcadas volvieron, pero luché por no moverme de mi posición. ¿Sabíais que con las arcadas la traquea intenta cerrarse y que si justo ahí tienes la cabeza de una buena polla lo que consigues es apretarla maravillosamente? No sé si mi padre lo sabía pero pudo comprobarlo en ese momento, y a juzgar por sus gemidos puedo asegurar que le encantó la experiencia.

Cuando levanté la cabeza tenía los ojos lagrimeando. Miré a mi padre, que también me estaba mirando mientras jadeaba.

-¿Te está gustando?

-Mi amor, estás preciosa así. Qué boca tienes, joder.

Sonreí y me agaché para seguir con la mamada pero mi padre me cogió la cabeza suavemente, impidiéndomelo

-Cariño, si sigues un poco más me voy a correr. Prefiero que disfrutemos los dos un rato. Ven, quiero que te tumbes aquí

Me puse de pie para quitarme la braguita del biquini, que aún la llevaba puesta. Ya me encargaría luego de quitar la mancha que mis jugos habían dejado. Hice lo que me pidió mi padre y me tumbé en el sillón. Mi padre, después de acariciarme mientras me colocaba, puso sus manos en mis muslos y me invitó a abrir las piernas, mostrando impúdicamente mi coño abierto y mojado. Empezó a reirse, observándome. Pero no era una risa ofensiva, todo lo contrario. Era la risa dulce de quien aún no puede creer lo que le está pasando. Juguetona, moví mi culo para que tuviera un primer plano de mi coño abriendo y cerrándose.

-¿Te vas a perder esta delicia jugosa? -le reté

-¡Ni borracho!

Entonces, asegurándose de que mis piernas estuvieran bien abiertas, mi padre se agachó y pegó su boca a mi coño. Con su lengua lo recorrió por completo y yo, involuntariamente, arqueé mi espalda de placer. Algo que me pone a mil es el contraste de temperatura cuando alguien te da una buena comida. Cuando la lengua caliente se separa de tu coño, notas más fresco, cuando la boca vuelve y cuando notas su respiración, se calienta de nuevo. He llegado a correrme sólo con esa sensación, os lo prometo. Mi padre, despues de chupar todos mis jugos presentes hasta el momento, centró su atención en mi clítoris. Lo apretaba con la lengua, lo absorvía, lo chupaba… Y yo tenía constantemente esa sensación de placer extremo que te hace dudar de si podrás aguantarlo mucho más tiempo. Hubiera querido gritar de gusto, pero sabía que aunque teníamos cierta intimidad, no podíamos arriesgar que mi hermano se despertase al escucharlo. Así que decidí alcanzar uno de los cojines del sillón y mordiéndolo, me dejé llevar.

-Elena, tienes un coño espectacular, todavía no me puedo creer que haya estado ahí dentro hace un rato, en la piscina

-Y confío en que no tardes en entrar de nuevo, papi, porque necesito esa polla dentro de mí, ¡con urgencia!

Supongo que si no le hubiera dicho eso, habría dedicado más tiempo a comerme el coño tan deliciosamente como estaba haciendo. Seguro que habría introducido sus dedos y hasta me hubiera dado un orgasmo con ello, pero entre mis palabras y la cara de puta que yo sabía que tenía en ese momento, no se pudo aguantar. Rápidamente se puso encima de mí. Me encanta sentir el peso de mi pareja cuando follamos, pero es que en el caso de mi padre el placer era mayor. Si recordáis, mi padre es alto y grande, así que me estaba sepultando por completo. Bajó su mano para guiar a su polla hasta el lugar correcto. Un escalofrío me recorrió cuando la punta empezó a apretar, pujando por colarse en mi vagina.

Nos miramos a los ojos, nuestras cabezas muy cerca, y entonces, despacio, entró en mí de nuevo. Nuestras bocas se abrieron a la vez, dejando salir dos increíbles gemidos. Cuando entró por completo ví como a mi padre se le pusieron los ojos en blanco por un segundo.

-Aaahh….- gimió- Ufff…Dios mío….

-Papi…papi, que rico…me estás llenando por completo…

-Te quiero, Elena, te quiero más que a nada

Empezó a besarme con desesperación, con su lengua chupaba la mía, chupaba mis labios y parte de mi cara. Me encantó que me besara de esa forma tan animal. Al tiempo, su cadera empezó a moverse, entrando y saliendo de mí. Las primeras veces me penetraba lento, pero según subía el nivel de locura en los besos, subía su velocidad.

-Ohhhh…..Dios, papá, me estás rompiendo, no pares

-Sí, joder…qué bueno, mi niña, que bueno…

Doblé las piernas de forma que podía agarrar mis rodillas. Buscaba sentir al máximo sus penetraciones y sin duda lo conseguí. Su polla entraba por completo con fuerza. La velocidad de sus embestidas me hacía ver que a mi padre le hubiera gustado meterme los huevos también. Los sonidos aumentaban mi excitación. Plás, plás, plás. Mis muslos recibían el impacto de su cadera mientras los huevos rebotaban. Estaba a punto del orgasmo cuando mi padre empezó a follarme algo más despacio pero más profundo.

-Nena, me voy a correr… Joder, princesa, jodeeeeer

-Si, papá, córrete, quiero tener tu leche bien dentro…Aahh…..yo también estoy a punto, ¡no pares!

-Dios, sí, mi niña, quiero rellenarte entera, tomalo todo….aaahhh…toma…mmmm…

Con una última y profunda embestida, mi padre dejó lo más al fondo que pudo, toda su leche. Pude sentirlo entrar y golpear mis paredes, y en cuanto lo hice, no aguanté más y exploté en un delicioso orgasmo que empapó la polla de mi adorado papi. Su respiración seguía acelerada cuando lo besé. No nos movimos, mi padre se dejó caer completamente sobre mí y yo empecé a acariciar su cabeza con amor.

-Gracias, papi, me estás dando el mejor día de mi vida

-¿Puedo preguntarte algo serio? -me dijo

-Por supuesto. Dime

-Estoy segura de que hay un montón de tíos ahí fuera deseando hacer contigo lo que yo acabo de hacer. ¿Qué te ha aportado follar con un viejo como yo?

Oír a mi padre llamarse viejo hizo que me entrara la risa. Con ello, mi estómago y mi pelvis empezaron a agitarse. La polla de mi padre seguía dentro de mí y al parecer algo se empezó a remover por ahí.

-Mmm… Madre mía, Elena, es que incluso cuando no te lo propones me matas de gusto. Te juro que me quedaría aquí dentro para siempre

-Uy, no sé si me gustaría tener a un viejo tan viejo como tú dentro tanto tiempo, ¿eh? -le piqué yo

Entonces nos reímos los dos. El roce constante de nuestras pelvis se acentuaba con la risa y realmente nos estába poniendo muy cachondos. Mi padre empezó a moverse suave mientras me hablaba

-En serio, ¿qué te puedo aportar yo que no te hayan aportado tus novios?

-Papi, no te miento si te digo que nadie me ha follado así. Me he sentido protegida y amada por tí, que es como me siento siempre contigo, pero esta vez de una forma mucho más íntima. Ahora mismo, con tu cuerpo encima del mío, veo a mi papi querido demostrando cuánto le importo. Además, el hecho de que seas mayor que yo te hace tener experiencia y valorar la calma y el detalle. Los chicos de mi edad son demasiado ansiosos, quieren correrse y no piensan en nada más

-Eso es algo que los viejos como yo hemos ido aprendiendo. Hemos descubierto que el placer es mayor cuando nos aseguramos de que vosotras lo recibís

-Uff…papá, entonces creo que voy a tener que plantearme la idea de follarme a hombres maduros, como tú.

-¿Sí? ¿Eso te gustaría?

Un gemido escapó de mi garganta. Mi padre seguía moviéndose despacio sin sacar su polla y entre eso y que me estaba imaginando rodeada de maduros satisfaciendo mis necesidades, mi coño estaba reaccionando sin remedio.

-Aahhh….si, papá, me gustaría mucho. Mmmm… Si un hombre maduro me va a follar la mitad de bien que me follas tú, quiero uno cada día

Mi padre, con todo el esfuerzo del mundo que pude ver reflejado en sus ojos, paró su movimiento y se incorporó. Yo lancé un quejido de protesta cuando su delicioso pene abandonó mi cálido agujero.

-Espera, cielo, quiero follarte mientras te abrazo. Gírate, así como estás, y me pongo detrás de ti.

Así que siguiendo las instrucciones de mi padre, nos pusimos haciendo la cucharita en el sillón. Mi padre colocó su polla de nuevo en mi coño y suavemente me volvió a penetrar, esta vez desde atrás. Mi coño lo recibió como quien recibe a un viejo conocido, dándole una cálida y apretada bienvenida. Entonces me abrazó, rodeandome con sus brazos y haciendo que sus dos palmas agarrasen mis pechos. Volvió el vaivén, su falo al completo socababa mi agujero suavemente. Yo no podía creer que ese simple movimiento, que había experimentado muchas otras veces con otros chicos, me estuviera dando más placer que nunca.

-¿Ves, mi amor? Un hombre maduro aprecia el tiempo que pasa dentro de tí. Apuesto que con los jovencitos no te ha pasado nunca

-Es verdad. Y te confieso que me estás descubriendo algo inesperado que me está gustando mucho

-No vas a querer follar más con ellos… Ahora sólo vas a querer hombre de verdad

Acompañaba sus palabras con golpes de cadera. Una de sus manos bajó hasta mi coño y empezó a acariciar mi clítoris. Dentro de mí, notaba como su polla volvía a estar firme. Mis jugos junto con la leche que había dejado ahí dentro hacían que aquel pene resbalara sin ningún impedimento.

-Pero papi, yo no conozco….aaah….yo no conozco hombres maduros….uff…

-Mmm… Entonces te los tendré que presentar yo. ¿Eso te gustaría? ¿Quieres que tu papi te ofrezca pollas maduras para que te sacien?

-Sí. ¡Sí! Me encantaría, papá. Quiero que tus amigos sepan que tienes una hija con ganas de hombres de verdad con buenas pollas

El ritmo y la fuerza de la follada se iba incrementando con cada palabra

-Pero tu papi es quien mejor te va a follar…Buuffff…Dios, te voy a follar siempre, me da igual cuántas pollas viejas te estén follando. ¿Quieres que tu papi te folle siempre?

-Fóllame, papá, rómpeme el coño cuando quieras, aunque me esté follando a tus amigos…¡Joder, papá, qué gusto!

Para entonces, la mano que él tenía en mi coño, retorcía mi clítoris y hacía círculos a toda velocidad, y la mano que aún seguía en mis pechos parecía querer arrancarlos del sitio. Entonces me rodeó de nuevo y apretándome contra él aceleró sus embestidas. Quería correrme con él así que llevé mi mano a mi coño para incrementar el placer mientras notaba en mi mano cómo la polla de mi padre entraba y salía. Unté los dedos con nuestros jugos y mientras con un dedo frotaba mi clítoris, con el resto acariciaba el falo que me invadía con urgencia. Mi padre notó mi mano y soltó un gemido

-Mi amor, me corro otra vez, joder, ¡qué placer!

-¡Dámelo papá! ¡Córrete!

Apenas pude pronunciar la última palabra, porque todo mi cuerpo se tensó con el increíble orgasmo que llegó. Durante varios segundos me quedé sin respiración, mi coño palpitando apretaba mis paredes, apretando así también esa polla maravillosa que volvía a inyectarme con su leche. No tardó mucho mi padre en bufar en mi oreja mientras se corría. Después de sus dos eyaculaciones previas, supongo que la tercera no fué tan abundante, porque no lo sentí como la primera. Pero no importaba, mi coño todavía se estaba recuperando de tan salvaje orgasmo.

Tardamos unos minutos más en recuperarnos. Finalmente mi padre salió de mi, acompañado de una mezcla de fluídos y ambos nos sentamos.

-Me voy a duchar, aunque no sé si voy a poder caminar hasta el baño, papá… Me has dejado con las piernas temblando

Me besó. Tierno y dulce, como es él

-No me ducho contigo porque voy a querer más. Y este viejo no creo que pueda con otro asalto.

Me levanté para ir a la ducha y mi padre me agarró una nalga y me la mordió

-Ha sido maravilloso, princesa. Gracias

-Me quedo con las ganas de beberme tu leche. Lo apuntamos para la siguiente

-Oye… -mi padre puso una cára pícara que me encantó- ¿Lo de los maduros lo decías en serio? Lo de follártelos, que te los presente…

-Por supuesto que lo digo en serio. Me acabas de enseñar un camino que me gusta mucho, ya no quiero ir por ningún otro

-¿Te acuerdas de Agustín?

Me tomé una pausa para pensar

-¿El de tu oficina?

¡Espero que os haya gustado y lo hayáis disfrutado tanto o más que el primero! Sería maravilloso si valoráis el relato y dejáis un comentario, así puedo saber cómo de excitados estáis ahora! Pronto un nuevo capítulo. Aviso, el siguiente estará en la categoría de “Sexo con maduros”. ¿Os imagináis con quién?