Mi padre el lisiado
Relato erótico de cómo una hija mantiene relaciones sexuales con su padre impedido físicamente.
Mi nombre es Lorena, tengo 28 años y los inicios de mi historia se remontan muchos años atrás. Mi padre, a quien llamaré Alberto, actualmente tiene 50 años y tiene problemas motrices en un brazo producto de un disparo que recibió cuando trabajaba como policía a manos de unos delincuentes que pretendía capturar.
Sucedió cuando yo tenía aproximadamente 18 años, una tragedia que marco mi vida y la de mi familia ya que, aunque mi padre lucho por su vida y logró recuperarse quedó afectado psicológicamente y físicamente. Los años pasaron y el matrimonio de mis padres resulto afectado a tal punto que mi madre se fue de casa cuando yo tenía 19 años.
Mi padre se mantenía en casa sobreviviendo con su pensión y yo hacía mi vida. Él nunca más tuvo relaciones con ninguna mujer y cayó en un cuadro depresivo. Me di cuenta de ello una vez que llegué a casa y me lo encontré haciéndose una paja a mucha velocidad con la mano que aun podía mover. Yo le veía desde el otro lado de la habitación sin que él se percatase de mi presencia. De repente empezó a llorar por no poder correrse, lo cual me hizo sufrir a mí.
Así que hice como que entraba de pronto y pregunté sorprendida, "¿Qué ocurre papá?" mientras él llorando y aún con su pene en la mano me dijo que le perdonase pero que como hombre tenía unas necesidades sexuales que satisfacer. Tras unos segundos con la polla en su mano se la guardó en sus calzoncillos. Me dijo textualmente “discúlpame Lorena no debiste ver esto. Me siento como un idiota porque desde que se fue tu madre no he estado con ninguna mujer y el verte a ti lo buena que estas se me pone la polla dura pero no logro descargarme”.
Esa respuesta de mi padre me dejo en shock, no lo esperaba, ¡mi padre se pajeaba pensando en mí!. Y aunque de otro hombre no me hubiera sorprendido ya que soy consciente de mi cuerpo, soy alta, blanca de piel, tetas enormes algo caídas del mismo peso y un culo grande con grandes piernas. Jamás pensé que mi padre pudiera verme de esa manera.
De repente no sé por qué lo hice, solo sé que le dije a mi padre que no quería verlo sufrir, que si podía hacer algo por él, a lo que me respondió “hija si es posible déjame verte desnuda para ver si logro correrme, no aguanto estar así más días”.
Sin pensarlo dos veces le dije que sí y me puse frente a él y comencé a desvestirme. Sentía una extraña combinación de miedo y morbo. Me quite la blusa y el sostén, mis senos quedaron a la vista de mi padre que me miraba fijamente sin dejar de pajearse lentamente, con la mirada sucia como si quisiese abusar de mí.
Su pene estaba todo mojado de líquido pre seminal y aunque no era muy largo si era muy ancho y con unas venas muy gruesas, lo que se dice un señor pollón. Yo seguía desvistiéndome y cuando fui a bajarme el pantalón me dijo “hija, hazlo de espaldas a mi que quiero verte el culo”. Sus palabras me sorprendieron, pero no me ofendían en lo absoluto, puedo decir que hasta me gustaba que un hombre como mi padre se deleitara con mis curvas. Y así lo hice, me baje el pantalón sin doblar las rodillas para que mi padre pudiera verme todo el culo y mi vagina mientras me inclinaba para agacharme.
De repente miré hacia atrás y pude ver a mi padre volverse loco con mi coño, el cual por cierto estaba muy húmedo y que desde atrás además debe verse enorme, con algo de pelos ya que no me depilo totalmente.
Mi padre estaba super excitado haciéndose paja con desesperación. Solo le escuché decir “¿puedo?” y aunque no sabía a qué se refería solo respondí “si papá”. No había terminado de decirlo y ya él estaba cogiéndome de las caderas y metiendo su pene de un solo empujón en mi coño.
Tengo que decir que mi coño se estremeció de placer, pero yo no dije nada. Tampoco me resistí y eso que él se movía muy fuertemente con desesperación. No tardó mucho en decir que se corría, a lo que yo de un grito le dije “¡papá no!, no puedes dejar embarazada a tu propia hija”. Mis palabras parecieron haber surtido efecto, pues se sacó la polla y comenzó a salir chorros de semen muy caliente disparados a mi culo, mis nalgas y por todo mi coño. Mi padre nuevamente lloró y me dijo que le perdonara. Para tranquilizarle le comenté que aunque no estaba bien visto una relación hija padre no creo que haya sido malo que a ambos nos gustara, sobre todo a mí que no me gustaba verlo sufrir.
La verdad es que desde ese día son muchas las veces que he ayudado a mi padre a desahogarse, y no siento estar haciendo nada malo. Aunque no es una relación normal de hombre y mujer, tampoco ocurre todo el tiempo, cuando él me lo pide le dejo olvidarse que soy su hija y que use mi cuerpo para aliviar su soledad y sufrimiento.