Mi padre ejecutivo (El comienzo)

La historia de como comenzó todo entre mi padre y yo.

Muchas gracias a todos por leerme, he estado bastante ocupado estos últimos meses y además he tenido problemas para subir este relato ya que la web no me dejaba por algún motivo. He leído también vuestros comentarios y me alegra que os guste esta serie, y como muchos me habéis dicho que cuente como fue la primera vez con mi padre aquí la tenéis. Seguiré contando lo que ocurrió después de haber quedado con Don Gregorio, por si os interesa todos fueron hechos que me ocurrieron en el verano de 2019 por lo que no me invento nada de lo que ocurre salvo los nombres y algún detallito para que la historia sea más erótica o entretenida. Pero también quiero contar algunos de los juegos que mi padre y yo hemos hecho (y que seguimos haciendo) pero que no vayan unidos a la historia principal ni en orden cronológico, como esta historia.

Muchas gracias de nuevo por leerme.


Desde que era un niño mi padre es la persona más importante en mi vida y a la que más quiero junto a mi madre, para mí fue el mejor padre del mundo, se preocupaba por mí, desviviéndose para que no me faltara de nada ya que en esa época tenía un trabajo más modesto. Vivíamos en un apartamento en la ciudad, nada de en un chalet de urbanización como ahora. A mí me gustaba, era mi casa al fin y al cabo, un piso normalito con sala, cocina, cuarto de baño, y dos habitaciones (la mía y la de mis padres). Las cosas entre mis padres se torcieron, intentaron que no lo notase yo para no ponerme triste, pero cuando hablaron conmigo diciendo que iban a divorciarse me pillo totalmente desprevenido y no sé si fue peor el remedio que la enfermedad. El tema es que mi madre decidió mudarse a otra ciudad y se pusieron de acuerdo para que me quedase con mi padre y que pasaría un mes de vacaciones con mi madre. La cosa no me traumatizó ni me hizo quererlos menos, el shook inicial se pasó más rápido de lo que pensaba, creo que para esas cosas ya estaba madurando, o quizá es que al quedarme con mi padre me daba menos pena, no os confundáis, quiero mucho a mi madre, pero con mi padre tenía una relación especial que en aquel momento solamente creía que era de padre e hijo.

Esto ocurrió cuando tenía 8 años, mi padre trabajaba en una oficina y era un currante más, por lo que tenía un sueldo normalito tirando a bajo, pero suficiente para mantenernos, él nunca se permitía caprichos solo para que yo tuviera más cosas y sobre todo no me faltase absolutamente de nada como ya he dicho. Al vivir los dos solos mi padre empezó a andar por casa en ropa interior cuando no había colegio ni trabajo y a veces hasta iba de una habitación a otra totalmente desnudo, en ese sentido no había tabúes y yo lo veía como algo normal, yo iba siempre con pijamas típicos de los niños con dibujos y así. Éramos muy cercanos, mi padre siempre me preguntaba cosas y se interesaba por mí, o me contaba y explicaba todo tipo de cosas, eso hizo que cogiera mucha confianza para hablar de lo que fuese con él.

Así fue pasando el tiempo,  me di cuenta de que me fijaba mucho no solo en las chicas de clase sino también en mis compañeros de clase o en otros chicos, al principio no sabía que me pasaba, pero poco a poco fui asumiendo que me gustaban también los chicos. Al asumir esa parte de mí me entró algo de ansiedad o de miedo (¿a quien no le ha pasado verdad?) y al principio quise ocultarlo, incluso me daba miedo que mi padre me rechazara. Al final decidí abrirme y confesarme con mi padre, ya que tenía muy claro que los chicos me gustaban tanto como las chicas y tenía muchas dudas que quería comentarle y no sabía cómo (mi padre intentó de alguna forma ir instruyéndome en el sexo en esos años que comenzaba la pubertad porque siempre ha sido muy abierto conmigo y para que no me pillara todo de golpe un par de años después), estaba muy nervioso, pero un día que volvimos a casa después de que me recogiera del colegio se lo dije.

-Oye papá puedo contarte una cosa? – dije dejando la mochila del suelo al entrar en casa.

-Por supuesto peque, que te pasa? – me dijo colgando la chaqueta del traje del perchero de la entrada.

-Veras… es que… - estaba muy nervioso.

-Estas bien peque? – me dijo mi padre mirándome un poco preocupado, a mí me sudaban las manos y me senté en el sofá del salón.

-Que cre-creo que… me… - dije tartamudeando y sin mirarlo a la cara.

-¿Si? – preguntó mi padre para que siguiera, sentándose a mi lado.

-Que creo que me… que me gustan los chicos – la última frase la dije de golpe, como soltando una gran presión que tenía encima y mirándole a la cara, mi corazón se paró un momento de los nervios.

Lo que mejor recuerdo de ese momento el segundo y medio que mi padre me miró con cara seria para justo después esbozar una sonrisa y darme un fuerte abrazo.

-Pero hijo no pasa nada, eso es algo totalmente normal – ese abrazo y las palabras me tranquilizaron infinitamente, era como quitarse una losa de encima. Me dio un beso en la mejilla y me quiso preguntar cosas, mi padre se interesa por todo lo que me ocurre y todo lo que siento y quería “exprimirme” bien para que me abriera con él.

-Y cuando te has dado cuenta? – preguntó separándose de mí pero cogiéndome de una mano, un gesto diciéndome que estaba ahí.

-Pues hace unos cuantos meses, me di cuenta que los chicos me empezaban a gustar tanto como las chicas. – dije yo ya relajado y queriendo soltar todo lo que tenía guardado.

-Anda, entonces te gustan los dos? – me dijo interesado.

-Pues creo que sí.

Seguimos hablando un buen rato y mi padre me apoyó mucho, después de cenar (una cena en la que no paraba de decirme que es algo totalmente normal, que mucha gente es así, etc) quiso entrar en el tema del sexo, me estuvo explicando el tema de los preservativos y que aunque todavía era muy joven me convenía ir sabiendo acerca del tema, también de por qué son importantes tanto para prevenir embarazos no deseados como enfermedades venéreas. Para mí era un tema totalmente nuevo, algo había oído acerca del tema pero con mis amigos era bastante tímido para hablar de esas cosas, mi padre me enseño mucho ese día y de ahí en adelante empecé a aprender mucho más.

Pasaban los meses y mi pubertad avanzaba, comencé a sentir con más fuerza el gustito que me producía al tocarme el pene cuando se ponía algo duro y sobre todo restregarme con las sabanas y el colchón. Las primeras “pajas” que recuerdo son de cuando me restregaba por las mañanas en la cama hasta que de repente soltaba una especie de líquido, muy poca cantidad, y me daba mucho gustito. Mi padre ya me comentó lo que eran las pajas y el semen, pero no de cómo se hacían así que para mí esas fueron las primeras. También fue la época en la que descubrí el porno, con esos años en casa solo había un ordenador fijo en una mesa del salón, así que había fines de semana donde me metía a buscar cosas guarras mientras mi padre dormía y rezaba por que no se levantase a por agua, veía porno hetero y gay, me fijaba mucho en las tetas de las chicas y en las poyas de los tíos. Pero como estaba acostumbrado a darme gustillo en el pene restregándome en la cama pues esas pocas pajas frente al ordenador se reducían a frotarme el pene con el pijama puesto, manchándolo cuando acababa. Veía como los actores se pajeaban, y pensaba que yo lo hacía muy mal ya que no se parecía a eso.

Me empecé a sentir atraído de alguna manera por mi padre, cuando iba en calzoncillos por casa marcando paquete o simplemente desnudo, me fijaba cada vez más, y también cuando se iba al trabajo o me recogía del colegio en traje me parecía que estaba muy guapo, recuerdo que me recordaba a un actor porno que vi en un video de internet y eso hacía que se me pusiera dura en la cama, al principio con vergüenza por esos sentimientos, pero con la relación tan cercana que teníamos ambos me dejó de importar, incluso me fijé que mi padre también me miraba de vez en cuando de una forma no solo cariñosa, si no con alguna miradita lujuriosa de vez en cuando, o igual solo era mi mente calenturienta de adolescente. El caso es que decidí que quería tener aún más confianza con él, por lo que una tarde quise tener una “charla” de las que teníamos de vez en cuando (cuando me explicaba cosas importantes o me castigaba) y le dije que si él me podía enseñar a hacerme pajas ya que no sabía hacérmelas (cosa que era medio verdad medio mentira, ya me las hacía de forma normal aunque torpemente, pero quería tener algo más íntimo con él). Al principio mi padre, aunque tuviésemos mucha confianza (voy a repetir mucho lo de la confianza porque es esencial jajaja) se mostró un poco reticente, y como un padre que educa o “corrige a su hijo” me quiso explicar la manera de hacerlas yo solo de forma adecuada, que no me doliera y como tenía que limpiarme después, pero que no le parecía adecuado que las hiciéramos juntos. Se lo propuse varios días seguidos diciendo que seguía sin quedarme claro, a lo que al final cedió.

-Bueno hijo, está bien, tu ganas – me dijo medio resignado.

Esa noche antes de dormir fui a su cuarto, me dijo que me tumbara a su lado en la cama, él iba en boxers y yo en pijama, me dijo que me desnudara y que a ver como lo hacía y que él me iría diciendo si lo hago bien o no. No es lo que yo tenía en mente, pero bueno, me quité el pijama quedándome desnudo, empecé a tocarme y hacer movimientos de sube-baja en mi pene (que por supuesto era más pequeño que en la actualidad jajaja). Pero la situación me parecía muy incómoda, no estaba para nada excitado y además mi padre me miraba como evaluándome. El caso es que la tenía totalmente dormida y le dije a mi padre:

-Oye papá, es que creo que hago algo mal, me puedes enseñar tu como lo haces? – le dije inocentemente.

-Pero hijo tú lo estás haciendo bien, esos movimientos son correctos – intentó justificar mi padre para no hacer nada.

-Joe papá pero es que voy a aprender mucho más si tú me enseñas, porfi papaaaa – le dije poniendo la voz de niño que tenía y con carita de pena.

-Aaah – suspiró mi padre – está bien, pero que sepas que no haces nada incorrectamente.

-Entonces mi padre se bajó los boxers y vi su pene dormido cubierto por una mata de pelo poco espeso, en esa época no se depilaba casi nunca y hasta se solía dejar un bigotillo no muy espeso, aunque hace ya unos tres años que prefiere estar totalmente afeitado y con la entrepierna y culo depilados.

Ya le había visto miles de veces el pito dormido, y tenía mucha curiosidad por verlo en activo, las poyas de los actores porno me parecían inmensas aunque estuviesen en una pantalla y me preguntaba si la de mi padre sería así (ambos estamos circuncidados). Comenzó a subir y bajar su mano por el pene dormido, pero igual que a mí no se le ponía dura. Viendo que yo no le quitaba ojo de encima, como para aprender, en lugar de decirme que no había manera de enseñarme personalmente se estiró a abrir uno de los cajones de la mesilla de su cama, sacó unas cuantas cosas del cajón y del fondo sacó una revista algo gorda con dos tías enseñando las tetas en la portada.

-Solo la estoy mirando para poder enseñarte, no quiero que andes mirando estas cosas – ahora de mayor me hace mucha gracia esta anécdota, ya que no tenía sentido que no quisiera que viese esa revista pero estuviese dispuesto a hacerse una paja delante de mí jajaja; al día siguiente busqué la revista por supuesto, era muy completa ya que tendría un 80 de contenido porno hetero, un poco de porno gay y hasta un par de páginas con algún comic corto guarro.

Ojeó unas cuantas páginas, pasando de vez en cuando, hasta que debió ver alguna que le gustase mucho y se empezó a tocar, esta vez sí que empezó a crecer y mis ojos no se separaron de su polla, cada vez era más grande y a mí me estaba flipando el tamaño, me parecía aún más grande que la de los actores. Teniendo en cuenta que el pene de mi padre es grande y me parecía descomunal, sin darme cuenta empecé a imitar los movimientos que hacía con su pene en el mío y yo también comencé a tener una erección. Estábamos los dos tumbados contra el respaldo de su cama, me acerqué un poco más a él e imité lo que hacía sin dejar de mirarle el pene. Cuando ya la tenía a tope dejó la revista sobre la mesilla y se concentró en la paja.

-Tienes que hacer estos movimientos suaves – me explicaba mirándome de vez en cuando – cuanto más frotas más dura se pone, pero también se seca antes, por eso es bueno que cuando te salga este líquido viscoso lo esparzas por el pene para que tenga lubricación – dijo cogiendo un poco de pre-semen con un dedo y untándolo bien por su polla.

-A mí  no me sale tanto liquido como a ti – le dije mirándome la polla que ya estaba dura como una piedra.

-No te preocupes, puedes usar algún lubricante o crema si se te queda muy seca – me respondió – voy al cuarto de baño a buscarte algo – dijo haciendo amago de levantarse, pero le paré cogiéndole del brazo, no quería que se estropeara ese momento.

-Espera papá, creo que sería mejor si yo intentase hacértelo a ti, así seguro que aprendo mucho más rápido – dije poniéndole carita.

Mi padre dudó un momento, pero teniendo la erección que tenía y lo cachondo que estaba en un segundo volvió a  apoyarse contra el respaldo de la cama y se agarró la base de la polla con una mano, me miró y me dijo:

-Está bien, te enseño como se hace, pero no se lo cuentes a nadie vale? Esto es una cosa intima entre los dos que vamos a tener, entendido?

-Si papi – le dije con una sonrisilla, algo emocionado.

-Bien, pues primero tienes que agarrarla de aquí, de la base – me dijo mirándose el pene.

Yo me enderecé un poco para cogérsela, no dude ni un momento, la agarré por donde me dijo, era gordísima (por lo menos eso me parecía por la diferencia de tamaño de ambos) y no me daba la mano para rodearla. Notaba su dureza y calor, dejé la mano quieta esperando que mi padre me dijese que hacer a continuación, estaba medio fingiendo que de verdad no sabía hacer una paja, creo que de pequeño ya sabía actuar.

-Bien peque, ahora vete subiendo y bajando la mano lentamente – me explicaba mi padre – no aprietes tanto, eso es, no hace falta apretar. Bien, llega hasta el capullo y vuelve a bajar, eso es, lo estás haciendo muy bien peque – mi padre me explicaba las cosas de manera calmada, como si me estuviese enseñando a hacer un problema de matemáticas. Puso su brazo derecho detrás de mí y me abrazó agarrándome suavemente de la cadera.

-Muy bien peque, sigue así, prueba a hacerlo con la otra mano a ver qué tal – me sugirió. Yo le hice caso y cambié de mano, con la izquierda era un poco más torpe pero enseguida cogí el ritmo.

-Bien, una cosa que puedes hacer cuando te hagas una paja es frotarte los testículos, a los hombres también nos da placer en ese sitió – me seguía explicando mi padre.

  • ¿Así? – le pregunté masajeando con la mano libre que tenía sus huevos.

-Bufff – es lo único que respondió mi padre, apoyó su cabeza contra la cama y cerró los ojos, le estaba gustando tanto lo que le hacía que ya no pudo seguir instruyendo a su hijo y se dejó llevar por el placer.

Yo seguí haciéndole esa paja que le estaba gustando tanto, había acercado mi cara más a su poya para verla bien, estaba como hipnotizado mirando como salían cantidades ingentes de pre-cum que mi mano esparcía por toda la base. Mi cara estaba a escasos centímetros de la polla de mi padre, una parte dentro de mí decía que tenía que probar a que sabía ese líquido, mientras otra me decía que no hiciera ninguna locura. Mi mente se estuvo debatiendo unos minutos entre probar a ir un paso más o ser prudente, mientras mi padre bufaba de fondo, cuando noté que se le ponía muy dura y mi mano cada vez rodeaba menos cantidad de carne.

-Carlos aparta! – es lo único que pudo decir mi padre abriendo los ojos de golpe y mirándome, con un tono fuerte pero como preocupado al mismo tiempo. Por un microsegundo pensé que me leía la mente y se había enfadado por estar tan cerca de su polla y pensar en chupársela, pero enseguida entendí que es porque se corría. Me aparté en el momento justo, varios trallazos de semen blanco y espeso salieron disparados justo en la dirección donde hace escasos segundos estaba mi cara, y mojaron el pecho y torso de mi padre. Me pareció una corrida bestial, nada que ver con las de las películas X pensé, fueron 6 chorros fuertes y con gran cantidad y otros 3 que salieron con menor fuerza. Yo en todo momento no dejé de pajearle, y con los últimos chorros me manché un poco los dedos de su lefa.

Mi padre dejó caer su cabeza hacia atrás, exhausto, respiraba fuertemente.

-Peque ya puedes parar, deja de moverla porque la tengo muy sensible – hice caso a mi padre, pero no solté su polla y fue desinflándose en mi mano.

Al de un minuto mi padre se recuperó y abrió de nuevo el cajón de su mesilla, esta vez cogió una caja de pañuelos y empezó a sacar unos cuantos. Se fue limpiando todos los restos de semen, cuando vio que mis dedos se habían manchado de su lefa me cogió la mano suavemente y me los limpió de una manera muy tierna. Cuando terminó fue a tirar los pañuelos a la basura y yo volvía a tumbarme en la cama apoyándome contra el respaldo, mi polla seguía durísima, así que puse en práctica lo que le acababa de hacer a mi padre. Cuando volvió tuvo la imagen de su hijo pajeándose como un loco en su cama, le miré y el me echó una sonrisa, no morbosa o viciosa, sino de cariño, de cariño de un padre por su hijo. Se tumbó a mi lado y me aparto la mano, yo lo mire con cara de duda y él solo me sonrió.

-Espera peque, lo estás haciendo muy rápido, déjame a mí – fue la primera vez que otra persona me tocaba el pene, mis hormonas adolescentes se pusieron al momento en marcha y me empecé a poner cachondísimo, notaba la mano algo áspera de mi padre rodear casi toda mi polla. Se pegó mucho a mí y volvió a rodearme con un brazo, pero esta vez con esa mano me fue acariciando el pecho. La paja me estaba volviendo loco y sabía que no iba a aguantar mucho tiempo, empecé a gemir, con la cabeza apoyada en el hombro de mi padre y pidiéndole que no parara. Noté que me iba a correr y se lo dije, aceleró la paja mientras acariciaba mi pecho y me dio un beso en la cabeza como a un niño, al momento tuve el mayor orgasmo de mi vida hasta entonces. Normalmente solo soltaba algo de líquido transparente y algo de semen pero poco, esta vez solté 3 trayazos de lefa blanca y espesa, fue tan brutal que aparte de placer me hizo hasta un poco de daño de lo intenso que fue. Me manché el pecho y el abdomen, y también un poco la mano de mi padre, era la misma situación de unos minutos antes pero con los papeles cambiados. Mi padre me volvió a dar un par de besos en la cabeza y me dijo en voz baja: “Bien hecho peque”.

Tardé un rato en recobrar el aliento y recuperarme, cuando lo hice mi padre me limpió el mismo de todos los restos, se limpió la mano y volvió a la cama conmigo preguntándome si ahora ya tenía claro cómo hacer ese tipo de cosas. Yo riéndome le dije que sí, pero que a lo mejor me tenía que volver a enseñar otro día, el sonriendo me dijo que claro, que cuando quisiera. Como los dos teníamos que madrugar al día siguiente nos teníamos que ir ya a dormir, pero estaba tan a gusto en ese momento le pregunté que si podía dormir esa noche con él.

-Pues claro peque, pero igual te despierto cuando me levante, ya sabes que tejo dormir media hora más a ti antes de irnos.

-No importa papá, si ya sabes que para despertarme a mí me cuesta mucho jajaja – le dije riendo. Y esa noche dormimos juntos, como cuando era un niño y tenía miedo de alguna tormenta o tenía pesadillas y mi padre me abrazaba, me sentía muy seguro en esos momentos.

Este fue realmente el comienzo de algo que poco a poco se transformaría en la relación que hoy tenemos mi padre y yo, ya que a partir de esa noche casi no volví a dormir en mi cuarto, sino que dormía con él.

A partir de entonces se convirtió en costumbre que si no todas, la mayoría de los días, antes de irnos a dormir nos hacíamos una paja juntos. Al principio con la excusa de seguir aprendiendo temas de sexualidad, pero luego se transformó en una especie de juego. Hasta un par de semanas después del primer encuentro cada uno se hacía su paja, pero poco a poco volvimos a hacérnosla el uno al otro, con total normalidad, como si fuese una cosa que todos los padres hacen con sus hijos. Un sábado incluso alquiló algunas pelis porno para verlas los dos, ya que me dijo que eso también estaba bien y que igual me gustaba, alquiló una hetero y otra gay. Le pregunté que si a él no le importaba la gay y me dijo que no, que solo quería que a mí me gustase y ya que me gustaban los chicos y las chicas que disfrutase con todo.

La relación con mi padre mejoro aún más si cabe, es verdad que también había momentos donde nos enfadábamos o él me castigaba por algo que había hecho, pero nos queríamos mucho. Teníamos tanta confianza que cuando llegaba el momento de nuestro “juego” él me contaba a veces experiencias que había tenido, y empezaba a darme consejos sobre sexo.

Fue pasando el tiempo, mi padre consiguió un mejor puesto de trabajo y rápidamente gracias a unos amigos y contactos consiguió el puesto que tiene ahora de alto ejecutivo. Pasó todo bastante rápido,  pasó de tener un sueldo normal que nos llegaba a los dos a cobrar mucho dinero, empezó a hacer planes para mudarnos a una casa mejor e inscribirme en un colegio mejor. Él estaba muy emocionado y tenía un montón de planes, pero le convencí de que no nos mudáramos ni me cambiara de colegio hasta que empezase el instituto, yo quería seguir con mis amigos hasta terminar el colegio y la verdad, me gustaba mi casa, aunque fuera una casa normalita y ahora nos pudiéramos permitir una mejor, era la única que había conocido y me gustaba. El caso es que, al ganar más dinero mi padre pudo permitirse que tuviéramos más caprichos (aunque la verdad yo no tenía apenas caprichos, lo que suele ser una ventaja para no tener desilusiones jajaja) y me empezó a comprar bastantes cosas, sobre todo ropa y temas del colegio, compró otro ordenador mejor para que pudiera hacer cosas de clase y un portátil para el futuro. El mismo se compró varias cosas, tanto caprichos como temas de trabajo. Antes de que le dieran el puesto me acuerdo que mi padre sólo tenía dos trajes, uno negro y otro gris, bastante normales pero que le quedaban bien, y unas 5 corbatas distintas. Con el nuevo sueldo se compró 2 trajes más de mejor calidad, unas cuantas corbatas buenas y hasta un traje a medida para los eventos y reuniones especiales. Lo notaba contento con su trabajo, y eso me alegraba, además creo que estaba más feliz ya que ahora podíamos tener una vida económica más desahogada y con eso se aseguraba que a mí nunca me faltase de nada.

Mi padre me hizo un montón de regalos, nunca he sido materialista ni me ha importado mucho el tema de la cantidad de regalos que me hagan, pero he de admitir que me hizo mucha ilusión y me gustó mucho. El regalo que más me gustó fue el de reservar un viaje para los dos de una semana ese verano a un parque de atracciones famoso que hay en otra ciudad, a una horas de la nuestra, el viaje iba a ser a la semana siguiente de mi cumpleaños (yo cumplo los años en junio) y para mí sigue siendo probablemente el mejor regalo de cumpleaños que he tenido nunca. Fue una semana increíble de diversión, en la que también tuvimos algún momento de “juego” antes de dormir. Creo que fue justo en ese viaje cuando me di cuenta de que sentía una atracción hacia mi padre que era algo más que la que puede haber entre la de un padre y un hijo, creo que de algún modo me “enamoré” de mi padre.

Este nuevo sentimiento, que era algo más que el cariño o amor que hasta ahora sentía por él, estaba ligado tanto al morbo que me producían nuestros juegos nocturnos como a lo mucho que lo quería.

Esta vez me costó mucho menos confesarle ese nuevo sentimiento que tenía, éramos muy cercanos, inseparables prácticamente. Así que unos días después de volver del viaje, antes de hacernos la paja, decidí contárselo.

-Oye papá, antes de jugar me gustaría contarte algo.

-Claro peque, de que quieres hablar.

Estábamos los dos tumbados en la cama, ambos en boxers, desde que empecé a dormir con mi padre fui dejando de usar pijama para dormir los dos en ropa interior.

-Bueno, igual es un poco fuerte… - dije teniendo algo de dudas de si contárselo o no.

-Carlos – me dijo acariciándome suavemente la barbilla para que lo mirase a los ojos – sabes que puedes contarme lo que sea con total confianza, no voy a enfadarme contigo – y me sonrió.

-Está bien – dije cogiendo aire antes de hablar – papá, te quiero… pero no como hasta ahora que te he querido porque eres mi padre, si no que creo que… que me gustas, que te quiero de esa forma … - en mi mente tenía el plan de decirle lo mucho que significaba para mí y que me gustaría besarlo y hacerle más cosas que una paja, pero tenía muchos nervios y solo me salió decirle eso.

-Vaya… - fue lo que dijo mi padre, estuvo como pensativo unos segundos, los cuales a mí me parecieron horas. Hasta que al fin habló.

-Yo también te quiero Carlos, muchísimo, y desde hace un tiempo también he empezado a quererte y desearte de esa forma – dijo sonriéndome, noté que el igual que yo estábamos temblando un poco por los nervios – pero me daba miedo que pudieras malinterpretarme o que me vieras como un depravado o algo así por pensar de esta manera en ti, en mi hijo.

Yo no dije nada, el corazón se me aceleró al saber que mi padre sentía lo mismo por mí, así que lo único que hice fue abrazarlo fuerte. Nos dimos un abrazo largo, el me acariciaba la cabeza y me decía que me quería mucho, que seguiríamos siendo padre e hijo como hasta ahora pero que podríamos explorar otras cosas juntos, yo estaba encantado y super feliz en ese momento, empecé a darle besos por la cara como hacía cuando era niño. Nos quedamos riéndonos el uno frente al otro mirándonos, nuestras sonrisas se fueron convirtiendo en rostros serios a medida que nuestras caras se acercaban, hasta que al final mi padre se lanzó y me dio un pico en los labios, yo le respondí dándole otro y  entonces me abrazó y me besó de manera apasionada pero suave, intentaba meter la lengua en mi boca y yo tímidamente le dejé entrar. Era el primer beso que daba a alguien, era muy inexperto, pero mi padre me guiaba y me enseñaba cariñosamente, se incorporó en la cama poniéndose de rodillas, como era más alto que yo me abracé a él agarrando su cuello y quedándome como un koala, con mis piernas abrazando su cadera. Con un brazo el me abrazaba por la espalda y con la otra de la cadera, con su mano tocando ligeramente mi culo, mientras seguíamos besándonos. Me puse muy cachondo, la polla se me puso dura al momento y la de mi padre igual, sentí su polla dura rozar mis nalgas cubiertas por el bóxer. Comencé a hacer pequeños sube y bajas agarrándome de su cuello mientras seguíamos besándonos para sentir más su trozo de carne, al hacer estos movimientos mi propia polla se restregaba bajo mi ropa interior con el abdomen de mi padre, lo que me producía aún más placer.

Estuvimos un buen rato así, hasta que le dije a mi padre con voz de niño si nos hacíamos una paja, él me sonrió.

-Claro que si nene, y vamos a jugar a algo más.

-Algo más? – me hice el inocente sonriéndole también.

-Sí, ya verás cómo te gusta.

Nos desnudamos y nos pusimos como siempre para hacernos una paja, pero esta vez más acaramelados, nos besábamos mientras nos la cascábamos el uno al otro. Yo estaba en el cielo, mi polla estaba durísima y no podría aguantar a ese ritmo mucho tiempo, estaba siendo demasiado para un adolescente de 15 años virgen como yo. Mi padre, como leyéndome la mente, paró de pajearme, se apartó un poco y se pajeó un poco a sí mismo. Entonces me miró a los ojos, luego a su polla y después me volvió a mirar, cambiando su sonrisa tierna a una sonrisa lasciva.

-Te gustaría probarla peque? – me preguntó a la vez que me acariciaba la nuca con la otra mano.

Yo me enderecé un poco, cogí la polla de mi padre y puse mi cara muy cerca de ella tumbándome en la cama. La miré un rato, olía  a sudor pero también a limpio, a macho, es el olor que más me gusta de mi padre.

-No sé si lo haré bien papá – le dije con dudas, no por no saber si comérsela o no, sino porque con la experiencia que tenía mi padre y mi nula experiencia puede que no le gustase como se la iba a comer mi boca virgen.

-Tú no te preocupes, seguro que lo haces bien, además que soy tu padre, estoy aquí para que aprendas – me dijo cambiando momentáneamente su cara y tono de voz a uno tierno y me acarició la cara suavemente. Acto seguido volvió a poner una sonrisilla viciosa y con la mano agarró mi nuca me acercó la cabeza a su polla hasta que rocé la punta con los labios.

-Imagínate que es una piruleta, empieza dándole unas chupadas por todos lados – me dijo. Yo le hice caso, saqué mi lengua tímidamente y le di un buen lametón desde la base hasta la punta, la primera chupada de muchas que vendrían hasta hoy en día. Mi padre suspiró y se estremeció.

-Eso es, ahora por todos lados, muy bien, eso es, déjala bien mojada – me iba guiando y animando – muy bien peque lo estás haciendo genial, eso es chupa por la cabeza oooohh siii sigue chupando por ahí peque, a papi le gusta en esa parte – me decía mientras chupaba su capullo haciendo círculos con la lengua saboreando su gran cabezón que soltaba ya grandes cantidades de precum. Las indicaciones de mi padre y el porno que había consumido hasta entonces me ayudaron a hacerlo mejor de lo esperado para ser mi primera vez. Así estuve un rato más, chupando toda la polla de mi padre hasta dejarla reluciente y llena de babas, cuando mi padre pensó que ya era suficiente y me hizo más presión con su mano en mi nuca a la vez que me decía que abriese la boca.

-Abre la boca nene, eso es, cómetela toda campeón – mi padre se agarró la polla he hizo que su nene se la fuese metiendo en la boca, tenía todo el rato la boca medio abierta del placer que le daba y cada vez suspiraba y gemía más fuerte. Yo no pude tragar semejante monstruo de una vez, primero me entró el capullo al cual daba mimos con  mi lengua a la vez que hacía un sube y baja con la cabeza. Luego fui metiendo cada vez más y más, adaptando mi boca y cambiando de postura para que fuera más fácil de tragar, hasta que por fin noté los pocos pelos que tenía mi padre en la cara y notaba a su glande palpitar en mi garganta. Él solo gimió con un gran ooooohh, echó la cabeza para atrás, cerró los ojos y empezó a mover la mano haciendo que me fuera metiendo y sacando su polla de la boca al ritmo que él quería, estaba claro que quien es el que mandaba de los dos y cuál era el dominante (un rol que sigue manteniendo hasta la fecha y que a mí me encanta, y que es perfectamente compatible con que yo haga de activo alguna vez jajaja). Le hice una buena mamada, sobre todo para ser la primera, mi garganta se fue acostumbrando y aprendí rápidamente a respirar por la nariz, puede que fuera un don de nacimiento lo de comer pollas, quien sabe jajaja. Estuvimos bastante tiempo así, con mi padre marcando el ritmo mientras me decía cosas que eran entre  tiernas y cariñosas (como para dar ánimo) – bufff nene siiii que bien lo haces, oooh si peque me encanta como chupas, eso es, sigue chupando, te gusta la polla de papi? – a decirme a veces cosas guarras que no podía contener – aaaaaghh sii eso es, la chupas como una puta profesional, eso eres a partir de ahora, mi putita, te gusta que te llame así? Siiii, sé que te gusta, mira como la comes, eso es no pares bufffff.

Estuvimos mucho rato en esa situación, a mí ya me dolían los labios y tenía la mandíbula agotada, hasta que por fin el pene de mi padre se puso durísimo como una roca dentro de mi boca y creció un par de centímetros.

-Nene, me voy a correr, quieres ser un buen chico y beberte la leche de papi? Lo haces por mi peque? AAAAGGGHHHH SIIIIIIII JODEEEEEEER!! – el gemido de mi padre fue más el de un grito, parecía que incluso le había dolido la eyaculación en lugar de darle placer. Yo no pude ni contestar a las cosas morbosas que me preguntaba, cuando terminó la última frase apretó mi cabeza a su abdomen haciendo que me tragase la polla casi hasta el fondo, eso hizo que los dos primeros trallazos de leche fueran directamente a mi garganta y no los saboreé, pero si sentí la fuerza con la que salían, lo calientes que estaban y lo abundantes que eran. Después de los dos trallazos más potentes mi padre aflojó la presión que ejercía sobre mí y pude sacar un buen cacho de su polla de la boca, yo estaba rojo porque en ese espacio de tiempo no pude respirar. Así con un poco más de libertad pude sacar su glande de mi garganta y ponerlo en mi boca, notando como otros 5 o 6 ráfagas de leche me inundaban la boca. Era un sabor nuevo y extraño, pero que enseguida asocié al  amor que mi padre sentía por mí que yo había conseguido sacarle con mi boca, con lo que me encantó al momento, su leche tiene un sabor suave pero salado y normalmente es espesa, como esa vez. Mi boca adolescente se vio superada, aunque intenté tragar todo se me salía por la comisura de los labios cayendo de nuevo sobre el pene de mi padre y su abdomen. Cuando tragué todo lo que tenía en la boca me dispuse a limpiársela bien y lamer los restos que se habían caído como había visto en los videos porno. Terminé y miré a mi padre, que tenía una gran sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa que ya había perdido toda lascivia con la corrida y que solo era de amor y orgullo. Me acercó a él y me dio un beso largo y tierno, saboreamos los dos los restos de su lefa con nuestras bocas.

-Ahora te toca a ti disfrutar peque – dijo mi padre, y con un movimiento me agarró y me tumbó boca arriba en la cama, mi polla apuntó al techo al momento, estaba durísima, pero no pude tocarme mientras se la comía.

Me dio un beso en la boca y después fue bajando dándome besitos por todo el camino hasta mi polla, la cual cogió con cariño y sin preámbulos se la metió en la boca. Yo di un brinco ya que nunca me habían hecho algo así. Mi padre tenía práctica, en nuestras charlas me contó detalles sobre experiencias que había tenido con mujeres antes que mama y que alguna vez se había besado con algún chico, pero no me dio detalles de lo que hizo con ellos. Lo hacía muy bien, pajeándome a la vez que me la comía. Yo con esos años la tenía, obviamente, más pequeña que ahora ya que no había alcanzado su máximo tamaño, por eso mi padre se la podía comer entera con facilidad, ya que era una polla adolescente, aunque creo que para la edad ya estaba bastante bien la verdad jajaja. Mi padre no tuvo que hacer mucho esfuerzo, ya que la situación me superó, un adolescente virgen que ha hecho su primera mamada a su padre, la persona de la que se había “enamorado” y el cual le estaba haciendo a él una mamada… pues imaginaros, duré tres minutos, puede que menos. Era tal el placer que no pude avisar a mi padre, solo podía gemir, contraerme de placer y decir sin parir: Ohhh papá siiii. Me corrí de forma brutal, exploté en la boca de mi padre y solté igual como 8 chorros de lefa, no pude ni contarlos, ya que a los primeros trallazos caí agotado y casi me desvanezco del placer. Respiraba fuertemente para recupérame, mientras notaba como mi padre se iba tragando todo lo que soltaba. Al de poco noto como deja mi polla y repta hacia mí, se pone encima mío y me da un beso, noto el sabor de mi leche ya que aún le quedaban algunos restos dentro. No pude decir nada, me quedé dormido abrazado a él al momento.

A partir de ese momento la relación con mi padre se transformó en la que actualmente tenemos por decirlo de alguna manera. Ambos nos queríamos, no solo como padre e hijo, sino como algo más. Ahora aparte de todas las cosas que de por sí ya hacíamos como cotidianas, hacíamos cosas también más acarameladas, más abrazos cariñosos, besos que un padre no suele dar a un hijo, subidos de tono también, aunque siempre todo en casa y muy discretamente en la calle alguna vez.

La rutina que se volvió habitual fue el de las mamadas, mi padre me dijo que para él todavía era muy joven para perder la virginidad (yo se lo había propuesto pero me dijo que mejor esperar a que fuera un poco más mayor para eso ), y como yo era un niñato con las hormonas a tope pues si no podía follar aún dejaría seco a mi padre con mi boca. En los días de labor había dos mamadas siempre, al despertar y la de antes de dormir, básicamente porque el resto del día yo tenía clase y mi padre trabajaba así que no nos veíamos demasiado durante el día, per alguna vez que estaba demasiado cachondo no pude evitar comérsela en el coche después de que me recogiera en el colegio antes de volver al curro.

Fue en esta época (de las mejores de mi vida) en la que floreció mi fetiche por los hombres en traje. Creo que ya de antes asociaba a hombres en traje con la madurez, la “seriedad” o el poder, algo que llevado al tema sexual me gustaba muchísimo, pero sobre todo porque lo asociaba a mi padre. Como ya he contado, él va prácticamente todo el día en traje, antes con unos simple pero buenos y después con trajes caros y de alta calidad, verlo así me ponía mucho. Por las mañanas se despertaba antes para prepararse bien, intentaba no despertarme y que durmiera un poco más, se duchaba y se vestía antes de despertarme para ir al colegio. Yo me despertaba con el pene erecto siempre, por lo que él me lo acariciaba cariñosamente mientras me despertaba. A mi padre le encanta jugar tanto como a mí, por lo que siempre al despertarme me pone su paquete en la cara acariciando mi polla y diciéndome que tengo que tomar leche calentita de desayuno. El fetiche por los trajes se agravó porque siempre se la comía recién levantado vestido él de traje, cuando se corría me la comía él, y eso todas las mañanas. Por las tardes cuando volvía del trabajo también, al principio se desvestía y se ponía más cómodo, pero al final yo no le dejaba ni tiempo, apenas entraba por la puerta yo iba a donde él y me ponía de rodillas a sobarle la bragueta por encima del pantalón, acababa chupándosela a mi padre apoyado en la puerta de la entrada, casi siempre desabrochándose un poco la corbata, es un gesto que se me ha quedado de esos días.

Al final le comenté a mi padre mi fetiche por los hombres en traje y entonces ya los juegos prácticamente giraron en torno a ese tema, no importaba si a mi padre no le gustaba o le apetecía explorar más fetiches, con tal de verme contento y hacerme feliz hacía lo que fuera. Por suerte en un par de semanas ya le ponía tanto ese fetiche como a mí jajaja.

Pasaron los meses, terminé el colegio y como lo planeó mi padre nos mudamos a mi actual casa, un chalet en una urbanización un poco a las afuera de la ciudad, un lugar menos céntrico pero una casa mucho más grande que la anterior, no es que el chalet fuese enorme, pero nuestro anterior piso era bastante pequeño en comparación. Mi padre me matriculó en un instituto privado, era un colegio donde iba gente más pijilla, aunque sin pasarse como en otros, en el que había que llevar uniforme. Yo recuerdo que me enfadé bastante, más por el hecho de tener que ir de uniforme todos los días de que no fuese al mismo insti que mis amigos. Pero al final me adapté, tanto así que hice amigos también allí pero sin olvidarme de los amigos de niño por lo que mi círculo de amistades aumentó ese año. Además, mi padre encontró nuevos juegos relacionados con el hecho de ir yo de uniforme, este tipo de juegos e historias las contaré aparte en otros relatos.

Unos días antes de mi cumpleaños mi padre me preguntó si lo quería celebrar con los amigos, le dije que sí, que lo celebraríamos el sábado siguiente y no el día de mi cumple que caía en jueves. A lo que me dijo que entonces haríamos algo especial los dos, que cenaríamos en un restaurante bueno que conoce.

El día llegó, fue un día guay, era la última semana de clases y la profesora nos dejó celebrarlo las dos últimas horas haciendo una merienda con golosinas y más cosas para comer. Después mi padre me dio algunos regalos, ya no eran tanto juguetes como siempre ya que yo iba creciendo, me regaló ropa, algún videojuego, libros sobre historia (me gusta mucho la historia y libros relacionados con ella) y  me dijo que también haríamos durante las vacaciones de verano un viaje por algunas ciudades de Italia. Otro viaje de regalo de cumpleaños, yo estaba emocionado como un niño otra vez, normalmente en verano voy una semana o dos con mi madre al pueblo de donde son mis abuelos maternos, pero después mi padre y yo siempre vamos a la costa, donde alquilamos el mismo piso todos los veranos y que la verdad está genial.

Por la noche fuimos a celebrar mi cumple entre los dos a cenar al restaurante que me comentó, no había que ir de etiqueta pero si algo arreglado, al parecer tenía bastante categoría, por lo que simplemente fui con una camisa azul clarita y unos pantalones pitillo veis que tengo para eventos importantes y que me he puesto muy pocas veces la verdad. Mi padre fue de manera similar a mí, con camisa blanca y pantalones negros, íbamos elegantes pero sin pasarse. La cena fue espectacular de buena, no era de los típicos restaurantes modernos donde las raciones son de risa, eran buenos platos ricos y abundantes. De forma discreta le hacía alguna caricia o gesto cariñoso a mi padre, me parecía que estábamos como en una cita y me resultaba hasta romántico jajaja.

-Entre que me das los viernes por la tarde después de chuparte y esta cena voy a empezar a pensar que en realidad soy tu putita jajajajaja – le dije en un momento de la cena de forma graciosa.

-Joder Carlos! Pero qué cosas dices jajaja no eres mi puta, eres mi hijo, y te tengo que dar dinero porqué sino de donde lo sacas? Y la cena es por tu cumpleaños – me sonrió y me hizo un gesto con los labios a modo de beso, de manera discreta.

-Claro claro, lo que tú digas – dije yo fingiendo desdén – pero esto lo he visto yo, que los adultos dan la “paga” o les llevan a cenar a los jóvenes a cambio de algo más – y arqueé una ceja con cara de pícaro.

-Pero tú de donde te sacas todas esas cosas? – preguntó mi padre asombrado y algo divertido.

-Del porno – contesté simplemente dando un trago a mi vaso de coca cola y sonreí.

-Te veo muy espabilado, yo no tenía ni idea de esas cosas – dijo mi padre comiendo, haciéndose el interesante.

Terminamos de cenar y fuimos directos para casa, iba a cambiarme y ponerme más cómodo cuando mi padre me dio un paquete pequeño envuelto con papel de regalo.

-Otro más? – le pregunté divertido.

-Sí, he pensado que a lo mejor te gusta y podríamos estrenarlo esta noche – me dijo mi padre yendo hacia nuestra habitación – voy a cambiarme, tu ábrelo.

Escuché como cerraba la puerta del cuarto mientras rasgaba el papel con cuidado, cuando lo abrí no entendía por qué tanto secretismo, a mí me parecían 4 calzoncillos normales. Fui al cuarto, estaba vacío, mi padre estaba en el baño que tiene la habitación, así que decidí probarme uno de los calzoncillos a ver si me quedaba bien. Escogí uno azul clarito con el elástico blanco, entonces vi que no eran unos calzoncillos cualquiera, tenían muy poca tela y no cubrían nada por atrás. Mi padre me había regalado unos suspensorios, me sonreí a mí mismo pensando en qué tendría planeado mi padre, si su fetiche era verme a mí, su hijo, con uno de estos pues yo encantado. Me puse el que había cogido, no me quedaba mal, un poco prieto pero suponía que tenía que ser así, me puse frente al espejo, estaba guapete y sentí que estaba muy bueno, hice alguna pose a ver cómo me veía y me gustó. Me di la vuelta y se me marcaban bien las nalgas.

Me tumbe en la cama, sin meterme dentro, y esperé a que saliese mi padre del baño, suponía que esa noche haríamos una buena sesión de mamadas, así que me empecé a tocar un poco por la tela del suspensorio para ir poniéndome a tono.

Al de poco tiempo salió por fin mi padre del baño.

Quedé atónito, en lugar de salir en ropa interior o directamente desnudo para estar más cómodo mi padre salió perfectamente vestido de traje y corbata. Pero no los típicos con los que iba a trabajar, este era el mejor que tenía, uno negro clarito hecho a medida de buena calidad, con camisa blanca y una corbata morada con un pañuelo en el bolsillo a juego y unos zapatos negros de marca que estaban bastante brillantes. Iba mucho más elegante de lo normal, parecía que iba a una boda.

-Pero que haces así vestido? – le pregunté divertido.

-Bueno como es tu cumpleaños he pensado que esta noche podíamos hacer algo divertido y diferente, y si no me equivoco que esté así vestido es lo que más te pone verdad? – Me dijo sonriendo, le devolví la sonrisa – ven, levántate, quiero ver que tal te queda eso – me dijo haciendo un gesto con la mano y metiendo la otra al bolsillo del pantalón.

Me levanté de la cama y fui hasta el lentamente e intentado caminar de manera sexy, cosa que le divirtió más que ponerle cachondo porque aún no sabía comportarme de manera sexy.

-No te rías jope – le dije.

-No me río peque, te queda muy bien – dijo estirando un poco la tela y tocándome suavemente – date la vuelta – me di la vuelta dejando todo mi culo expuesto a su mirada, lo tocó dulcemente, acariciándolo, me entraban cosquilleos, me gustaba mucho como me iba tocando – mi pequeño se va haciendo mayor – me dijo acercándome a él, acariciando mi pecho con una mano y las nalgas con la otra mientras me hablaba bajito al oído, en esa posición podía notar su incipiente erección bajo su traje rozando una de mis nalgas, su aliento en mi cuello me ponía cachondo. Comencé a gemir levemente por lo a gusto que me sentía con esas caricias, mi padre lo notó y me apretó un poco más a él mientras me daba besos en el cuello. Sentir el tacto de su traje y corbata en mi espalda y las caricias de sus manos y sus labios por el cuerpo me estaban transportando a un mundo de placer inimaginable, cerré los ojos y disfruté de ese momento mientras una de mis manos fue a su entrepierna para notar toda su dureza.

Al de un rato mi padre me dio la vuelta, me miró y me dio un beso, me abrazaba a él, nuestras erecciones chocaban entre sí cubiertas por las telas que las cubrían. Yo gemía todo el rato, me estaba encantando ese regalo. Hacía movimientos con mi cuerpo para restregarme más con mi padre y notar en mi cuerpo desnudo el material de calidad con el que estaba hecho el traje. Mi padre me fue empujando lentamente hasta ponernos frente al espejo y me hizo presión en los hombros para ponerme de rodillas. Yo obedecí y me puse de rodillas, frente a su paquete, al que empecé a frotar contra mi cara y chupar sobre la tela del pantalón. Bajé la cremallera lentamente para recrearme en el momento y hacerlo más erótico. El bulto que tenía bajo la tela de los calzoncillos era prominente, con una mancha húmeda en la punta, por la cual pasé la punta de lengua suavemente, como un niño chupando un helado. Hice a un lado la tela como pude y su polla salió disparada golpeándome en la cara, dura y caliente.

Me puse a lamer ese pollón por todas partes, mientras mi padre echaba la cabeza para atrás y soltaba un suspiro de placer. Después de un rato deleitándome chupándosela procedí a metérmela en la boca, lentamente, primero la punta y poco a poco cada vez más centímetros de polla, en un mete y saca lento. Mi padre llevó sus manos a la espalda y me dejó hacer a mí; yo le miraba desde abajo con cara de niño bueno dispuesto a satisfacerlo, el de mientras me sonreía y empezó a mirar al espejo, yo me miré también y me vi con cara de putita comiendo polla. Era muy erótico verme a mí, completamente desnudo de rodillas comiéndole el pene a mi padre, un hombre maduro pero muy bien cuidado y varonil completamente vestido de traje y corbata. Con una mano me acarició el pelo mientras se la comía a la vez que hacía algo de fuerza para aumentar el ritmo de la mamada.  Me decía cosas bonitas a la vez que guarras como que bien la comía mientras me llamaba peque.

Al de un rato me agarró de los hombros e hizo que me pusiera de pie, nos empezamos a besar apasionadamente, le pase los brazos por el cuello y me abracé a él agarrándome con las piernas a su cadera. Me sujetó fuerte con una mano en mi culo y la otra por la espalda mientras seguíamos besándonos, se puso a caminar con cuidado en dirección a la cama, mientras se movía notaba la suavidad de la tela de su traje y corbata en mi pene y la dureza de la punta de su pene en la entrada de mi virgen ano, por lo que empecé a frotarme contra el estimulándome tanto la polla como el ano mientras mis gemidos de niño se ahogaban entre nuestras bocas.

Cuando llegamos a la cama me dejó caer suavemente y de inmediato se tiró encima de mí, aplastándome con cuidado con todo su peso, el que estuviera encima de mí y no poder escapar aunque quisiera me daba mucho morbo y me encantaba, seguíamos besándonos y mi padre al tener más acceso a mi ano empezó a frotarse lentamente con su polla en mi entrada. Se separó un poco de mí y fue bajando por todo mi cuerpo regándolo de besos tiernos, sin dejar un solo cacho de mí sin besar. Al llegar a mi polla la miró un poco antes de darle besitos mientras me miraba. Yo le sonreí, me gustaba la visión de mi polla totalmente erecta en la cara de mi padre, este comenzó a comérsela al momento, provocando que yo gimiera muy alto y relajara totalmente mi cuerpo, dejando caer mi cabeza en la almohada cerrando los ojos, disfrutando de la mamada.

Mi padre me comía la polla con mucha destreza, sabe cómo hacerme disfrutar al 100%, no tenía problemas en tragársela entera y casi sin hacer ninguna arcada, no como yo que para comérsela entera tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos, cosa que a mi padre le gusta muchísimo. Estaba tan a gusto disfrutando de la mamada que me estaba haciendo mi padre que apenas me enteré cuando me subió un poco el culo  y me lo empezó a comer con ganas. Es algo que no llevábamos mucho tiempo haciendo pero que a mí ya me había viciado sobremanera. Era increíble notar la experta lengua de mi padre en mi ano, rotando en círculos o con movimientos de mete-saca. Sus grandes manos de mientras acariciaban mis redondas nalgas y me daban algún azote, pero más suave que los que me da cuando me castiga. Me gustaba sentir la barba de dos días que se suele dejar rozando todo mi ano y nalgas, el contraste entre el áspero de sus pelos y mi suave culito es lo más. Al de un rato volvió a comerme la polla, pero me puso las piernas sobre sus hombros y noté como me metía un dedo en el ano.

-Aaaah, papá, que haces? – dije con sorpresa ya que no habíamos hecho eso nunca.

-Tranquilo peque, tu relájate y disfruta – y seguidamente volvió a la mamada.

Mi padre me estaba dando un placer increíble en la polla y en el ano, era una sensación nueva y algo extraña sentir el largo dedo de mi padre dentro de mí, pero lo hacía tan bien que apenas notaba dolor, solo placer. Volví a relajarme por completo y le dejé hacer. Se sentía increíble, yo solo podía gemir mientras notaba como el dedo entraba completamente en mi culito, en un mete saca cada vez más rápido. En eso que siento como el dedo al entrar poco a poco tiene un tamaño mayor, me hace un poco de daño, pero entra completamente, me había metido dos dedos esta vez, sin para de comerme el pene.

-Aaaaaa, ufffff, papiiii sii – era lo único que podía decir, era un placer increíble. Así estuvimos un buen rato en el que mi padre me metió un tercer dedo y al final hasta un cuarto! Ese ya me dolió más, pero aguanté también, y con la mamada que me estaba dando estaba a punto de correrme.

-Papi, me voy a correr aaaahh sii – al momento paró la mamada y sacó de golpe los dedos, cosa que hizo que emitiera un gran gemido y notara un vacío en mi interior muy grande.

-Todavía no peque, falta que te de tu último regalo – me dijo sonriendo y poniendo su pene en la entrada de mi ano.

-Papi… me vas a…. – dije yo excitado y sorprendido.

-Si cariño, ya tienes edad, y que mejor regalo de cumple que perder la virginidad no? -Me decía con nuestras caras muy cerca la una de la otra mientras se frotaba con su pene contra mi virginal entrada. Yo sonreí de emoción, felicidad y excitación. Lo besé muy apasionadamente mientras me abrazaba a él. Yo quería hacerlo desde hace mucho tiempo pero mi padre me decía que todavía era demasiado joven. No quería perder la virginidad con otra persona que no fuera mi padre y por fin lo iba a hacer.

Mi padre cogió un bote de lubricante que tenía en su mesita de noche, debía de haberlo comprado para esta ocasión, y empezó a untarse en su pene y en mi ano, me pareció raro que no se hubiese manchado nada del traje todavía, aunque es verdad que no estábamos haciendo nada salvaje y que era más romántico que otra cosa.

-Listo peque? – me preguntó presionando con la punta en mi entrada, tuve un segundo en el que me entró miedo por el tamaño de su pene, pero tenía muchas ganas  y confiaba plenamente en él. Por lo que lo miré a los ojos y le dije:

-SI papi.

Me sonrió y empezó a empujar, muy lentamente, de inmediato sentí como si me estuvieran atravesando con una estaca, me dolía mucho y no era ni el capullo.

-Tranquilo peque, relájate, mírame a mí y no pienses en nada más – me dijo acariciándome el torso y la cara. Yo le hice caso, lo miré a los ojos e intenté centrarme en lo guapo que estaba y no en el daño que sentía. Apenas podía reprimir mis quejidos y gimoteos, al parecer a mi padre eso no le desagradaba, de hecho creo que le ponía más. Se desabrochó la chaqueta del traje para estar más cómodo y se tumbó encima de mí cuando ya había metido la mitad. Lo abracé muy fuerte para aguantar mejor el dolor. Costó, pero al final la metió entera, a mí me salían lagrimillas por el dolor.

-Estas bien peque? – me preguntó acariciándome la cara.

-Si papi – dije yo con un hilillo de voz. Me empezó a besar pero de una manera muy suave y tierna, sin moverse, solo abrazándonos con su polla metida hasta el fondo.

Cunado notó que ya no me dolía tanto comenzó a moverse, muy lentamente, un mete saca que al principio era muy sutil, a pesar de eso, a mí me seguía doliendo un poco. Pero mi padre no paró de abrazarme y de besarme. Poco a poco fue aumentando la velocidad, follándome más profundo y con contundencia.

Y así estuvimos al menos 20 minutos, no cambiamos de postura, no fue un polvo con muchas posturas, azotes, palabras guarras, insultos, ni siquiera palabras románticas. Solo fuimos él y yo, abrazados y besándonos todo el rato mientras mi padre me robaba la virginidad. Estuvimos tanto tiempo así que me dolían los labios y la mandibular la tenía agotada. El roce de su caro traje contra mi cuerpo y sobre todo contra mi pene hacía que sintiera un placer inmenso, aumentado gracias a la penetración experta que me estaba dando, a los 5 minutos de empezar ya no sentía dolor y los 20 minutos siguientes solo sentí un inmenso placer. Ese roce de su traje y su corbata frotándose contra mi pene hicieron que no pudiese aguantar más.

-Mmmm papimmm, me mmcorroommm – dije como pude entre los labios de mi padre, no pude aguantar más y noté como me corría al sentir en un movimiento de mi padre su corbata frotándose contra mi polla. Solté una cantidad enorme de semen, que fue a parar en varios chorros a mi abdomen y mancharon también el traje de mi padre, obviamente ya que estábamos pegados. Al correrme tuve varios espasmos de placer que hicieron que mi ano se contrajera de una manera increíble, aplastando completamente al pene de mi padre que quedó prisionero de mi culito. Cuando terminé de correrme mi padre dio un grito de placer enorme, como si chillara con un gemido, y me llenó completamente de leche, de su leche.

Mi padre dejó caer todo su peso contra mí, esta vez aplastándome completamente y con dificultad para respirar, pero no me importaba, estaba feliz abrazándolo mientras le daba besitos en el cuello, su cara estaba hundida recuperando el aliento entre mi cara y la almohada, hasta que al final se incorporó un poco y mirándome a la cara sonriendo me dijo:

-Feliz cumpleaños Carlos – sonreímos y nos volvimos a besar.