Mi padre, berto y luego...yo

En un ambiente rural,un adolescente se despierta y ve como su padre se folla a su ayudante. Al día siguiente le pide a Berto, el ayudante, que le inicie en el sexo.

Después de mi incursión en el melodrama cabaretero, os regalo un relato de ambiente rural (para variar).

Se lo dedico a los los tres que se han tomado un momento para comentar mi anterior relato: Yony, Franky y balzak.

Y por supuesto al resto de mis lectores, pero que no se sus nombres.

Espero que os guste esta nueva entrega que, supongo, tendrá continuación.

MI PADRE, BERTO Y LUEGO...YO

Las respiraciones agitadas me despertaron. Joder, pensó, todas las noches igual, podrían hacer menos ruido durmiendo. Se levantó para mear cuando se dio cuenta que los colchones estaban vacíos, pero las respiraciones agitadas seguían oyéndose. Se asomó a la ventana y vio a su padre y a Berto abrazados y gimiendo. Se quedó mirando.

Su padre estaba montando al mozo. Rafi sabía lo que era, porque había visto montar a yeguas y vacas por los sementales. Miró y vio que las expresiones de los dos hombres eran de placer, vio como se acariciaban, como se retorcían para encontrar sus bocas y como su padre follaba a Berto como si fuera una yegua.

Notó su polla crecer y endurecerse y comenzó a acariciarse. Mientras los adultos follaban, el chico se pajeaba mirando a través de la ventana. Los hombres aullaron de placer cuando se corrieron y Rafi eyaculó gran cantidad de lefa. Vio que se limpiaban y se dirigían a la casa. El chico se acostó y se hizo el dormido mientras los folladores entraban y se acostaban. Silencio. Silencio. Respiraciones rítmicas y fuertes. Sueño profundo.

Rafi se levantó con cuidado de no hacer ruido, salió y meó cantidad. Luego se acostó y cayó en un profundo sueño.

Al día siguiente, mientras desayunaban, miraba de soslayo a los dos hombres. Su padre era el típico hombre de campo, alto, rudo, con un gran bigote negro y barba de varios días. El vello corporal se asomaba por el cuello de su camisa medio abierta. Tenía cerca de cuarenta años porque había dejado embarazada a su madre cuando era muy joven. Era un hombre que inspiraba respeto. Muy moreno, con una gran fortaleza física, unos andares poderosos que hacían que sus glúteos subieran y bajaran con poderío de gran macho. Le había visto desnudo en muchas ocasiones y se había fijado en su anatomía pensando que algún día sería como el. Se había fijado en su pija muchas veces envidiando su tamaño y su hombría, pero nunca la había visto erecta y en acción como en la noche anterior y nunca había pensado que podría se follado como Berto hasta la noche anterior. Se le puso dura mientras le miraba y pensaba en lo que había visto.

Berto era un hombre joven de unos veintitantos años, vivía en una granja cerca de los terrenos de labranza de su padre y tanto en la siembra como en la siega, le contrataban para ayudarles en las faenas. Berto tenía vacas, caballos, una buena huerta y vivía en solitario. Era un hombre fuerte a base de tener que trabajar en solitario, moreno, con una buena mata de pelo rizado, un cuerpo fuerte y con unos ojos negros y profundos. Era taciturno pero muy cariñoso. A Rafi le tenía verdadero cariño y el chico lo sabía porque desde pequeño había jugado con él, se habían bañado desnudos en la alberca y en el río, le había llevado a caballo sintiendo la fuerza del hombre y el olor a campo que siempre llevaba consigo. Rafi incluso le había besado alguna vez dejándose llevar del cariño que le tenía y Berto le había correspondido con el mismo e inocente cariño. No sin embargo le conocía desde que había nacido.

-Me voy a hacer unas compras-, dijo el padre, -Rafi, ¿Tu que haces?, vienes conmigo o te quedas con Berto-.

-Me quedo con Berto

Aquel hombre le tenía fascinado y más aún cuando le había visto desnudo, con la polla como una olla y escupiendo lefa como una fuente mientras mi padre le montaba.

La cabina del tractor era como una sauna. El chico sudaba por todos sus poros. Miraba a Berto acordándose de la noche anterior. Un morenazo a medio afeitar, camisa de cuadros a la que había arrancado las mangas y la llevaba desabrochada, pecho y abdomen cubierto de vello negro, pantalón vaquero muy, pero que muy desgastado, hasta el punto en que la zona de los genitales y los muslos estaban rasgados. Los pequeños regueros de sudor le caían desde los sobacos y desde la frente hasta el pecho... Entre sus dientes, un pequeño tallo de trigo que mordisqueaba y que hacía que sus labios hicieran gestos que le ponían y que deseaba probar su suavidad, y unas gafas Ray-Ban que le daban un aspecto chulesco que le volvía loco. Verle así y pensar en su culo cubierto de vello mientras su padre le follaba, hacía que la tensión de su polla estuviera a punto de reventar la bragueta.

  • Berto

  • ¿Si?

  • Anoche os vi

(Silencio)

-Sólo anoche?

  • Si

  • Pues lo hacemos todas las noches

  • Os oía entre sueños pero pensaba que era la respiración mientras dormíais

  • Pues ya ves que no

  • ¿Te monta siempre?

  • No... un día el... un día yo

-¿Sois maricas?

Carcajada - Bueno... según como se mire...verás... es normal aquí en el campo... cuando estas tiempo solo y necesitas desahogarte... bueno unos lo hacen con una burra, otros con una oveja, otros con una gallina...en fin... pero si tienes un tío al lado y te gusta hacerlo ...pues lo haces y ya está...

-Berto

  • Hmmmm

-¿Te gusta?

  • Mucho

  • Gemías y gritabas

  • Era de gusto

  • ¿Cuándo se lo haces a mi padre también le gusta?

  • Un huevo... le gusta un huevo... si quieres, esta noche lo compruebas

  • Berto

  • Dime

  • Yo también quiero probar

  • Eres muy joven

-Tengo quince

-Ya... Rafi... la primera vez duele mucho... luego menos... y luego es la hostia... pero la primera vez tienes que tener cuidado de quien te lo hace... si no puede que no vuelvas a querer

  • Berto

  • Si

  • Quiero que seas tu

  • ¿Qué?

  • Quiero que seas tu el que me lo haga la primera vez.

Frenazo. Berto se gira a mirar el chaval, se lleva las gafas a la cabeza y le mira con esos ojos negros que quitan el hipo. -Rafi...yo no puedo... tu padre me mataría...

Rafi mira fijamente a los ojos del hombre que está comenzando a tener un gran calentón y le acaricia el muslo con delicadeza. Berto traga saliva. No puede sudar más. - Rafi por favor te lo pido... no me pidas eso.

  • Si no te lo pido a ti, a quién se lo voy a pedir. Eres mi amigo desde siempre...te gusta hacerlo... me puedes enseñar... - La mano del chico acariciaba el muslo del hombre y poco a poco subía hasta la entrepierna mientras hablaba - Berto... quién mejor que tu para enseñarme sin hacerme daño-. La mano acariciaba peligrosamente la zona gastada de los genitales y Berto se tensó y volvió a tragar saliva - Rafi...por favor...no me hagas esto...

  • Berto... por favor... te lo pido... eres lo mejor que tengo... eres el amigo que más quiero... si no lo haces tu con cuidado... quién lo va a hacer...

El hombre arrancó y lentamente fueron hacia su huerta mientras Rafi observaba como la tensión se reflejaba en el hombre, y sonrió de medio lado. Sólo de pensar en tener a aquel hombre entre sus brazos y sentir lo que habían sentido los dos hombres que más quería, hacía que se le saliera el corazón del pecho.

  • Rafi...ahora me tienes que dejar hacer cosas que son necesarias para que no te duela, o te duela lo menos posible. ¿De acuerdo?- El chico afirmó con la cabeza.

Se pusieron de frente y comenzaron a desnudarse lentamente, Rafi imitaba a Berto, si se quitaba la camisa el también, luego los zapatos, y luego los pantalones. Se quedaron en calzoncillos y calcetines de trabajo, gruesos, blancos, de canalé. Se miraron frente a frente, como un duelo, sólo que las pistolas estaban cargadas pero ocultas.

Un hombre observa el cuerpo de un adolescente que le recuerda a su padre pero joven y sin definir, castaño con ojos verdosos, un cuerpo que comienza a formarse y que se convertirá en un hombre de aspecto poderoso, un vello incipiente en el esternón y debajo del ombligo, unos pectorales bien formados con unos preciosos pezones canela, unas buenas piernas ya cubiertas de vello fuerte y joven y un rabo de buen tamaño que oculta su slip de color magenta y que sujeta unos buenos huevos.

Un joven que observa el cuerpo que un hombre, no el que recordaba, sino el de un hombre deseado, de un cuerpo apetecible que pronto será suyo, o el suyo de él, un cuerpo en su plenitud, fuerte, bien formado, una cara viril y trabajada por el clima igual que el resto del cuerpo, al chico le llamó la atención que, tanto la cara, el cuello y los brazos eran de un color oscuro, mientras que el resto de su cuerpo no estaba tostado sino pálido y el vello oscuro y rizado que le arropaba el pecho y el abdomen destacaba más en su pálida piel y, al llegar al calzoncillo de algodón blanco, desaparecía en la cinturilla para dejar paso a la blancura de la tela en la que destacaba el tamaño del miembro y de los cojones que sujetaban en su interior.

Berto se acercó a Rafi, acercó su mano a la entrepierna del adolescente y notó la dureza de su polla así como el calor de sus cojones, le miró y vio como la calentura le subía hasta las mejillas, luego, lentamente le fue bajando el eslip. El chico hizo lo mismo con el del hombre, le agarró el paquete para calibrar el tamaño, el grosor y el la temperatura de sus partes, le apretó un poco y luego, fue siguiendo el volumen de su miembro a través del tejido hasta que llegó a la abertura lateral del calzóncillo. Berto, le paró con su mano, le guió, hasta que llegó a la textura de su vello y luego le fue indicando cómo debía bajarlo. Cuando al final quedaron desnudos, por un momento se quedaron quietos observando sus miembros empinados hacia el cielo. El del adolescente, de piel clara, con el glande al aire del mismo color y de una forma perfecta enmarcado por un tapiz castaño que le cubría hasta los genitales. El del hombre, de color oscuro, con una gran porción de piel que le cubría el capullo aún estando con una erección de caballo.

Se fueron acercando hasta que los miembros se tocaron, se besaron y se abrazaron. Tanto el hombre como el chico pusieron sus manos en el pecho del contrario como si no quisieran otro contacto que no fuera el del reconocimiento de las pollas, pero, poco a poco la tensión desaparece y se van acercando hasta que los pechos y los vientres se tocan y...entonces... se abrazan, se acarician, se aprietan, notan como el sudor les une y como el olor corporal les atrae y se aspiran v y un sentimiento desconocido por ellos hace que sus caras se acaricien, que se arañen, que sientan su aliento , que necesiten algo más... algo que el instinto les va indicando y... se muerdan, se laman, llegan a las orejas para lamerlas y sentir esa descarga típica que ninguno de los dos ha sentido nunca y luego... los labios, la boca, las lenguas, la saliva, el sentir la sensación de morderse los labios mientras los cuerpos se aprietan entre sí y se agarran los músculos de la espalda, o de los brazos, o del culo, hasta hacerse daño.

De repente se paran en un abrazo. Se quedan quietos. Respiran con dificultad notando la intensidad de sus alientos en sus bocas.

  • ¿Quieres?- Le dice Berto a Rafi

  • Si...más que nunca...

El chico aprovechó un movimiento del hombre para bajar la mano y agarrar la tranca, el joven se quedó quieto esperando y el adolescente comenzó a bajarle el prepucio lentamente para desnudar el glande. La curiosidad podía con él y la suavidad de esa piel le enloquecía, fue bajando y el capullo fue saliendo de su encierro, un fruto rosáceo tirando a malva fue apareciendo poco a poco hasta que emergió en su totalidad, una fruta perfecta, brillante y apetecible que contrastaba con la oscuridad y el relieve venoso de la piel que la guardaba.

Rafi no pudo reprimir el arrodillarse ante semejante manjar y metérselo en su boca para lamer el sabor que destilaba. - Diosssss, ¿qué haces?... - Me apetecía - le dijo el chico desde abajo y volvió a meter el chupete en la boca y mamarlo - Por Diosssss... sigue... sigue...

El chaval fue mamando el miembro mientras se endurecía y gracias a la saliva que segregaba, le hacía más fácil meterse el tronco mas dentro y mamar... y mamar... Hasta que el mayor se la sacó de la boca - No sigas...no sigas... vas a hacer que me corra...

Le levantó y le morreó con delirio - Espera un momento-

Volvió con un tarro. Le dijo que se pusiera contra la pared y que se abriera de piernas. - Voy a comenzar a dilatarte para no hacerte daño. Esto es una grasa que le damos a las vacas en las ubres para no hacerles daño al ordeñarlas, esto te lubricará y será más fácil para ti.

Rafi obedeció, apoyó los brazos en la pared y abrió las piernas para dejarse a merced de su macho que le iba a cubrir. Notó como Berto le aplicaba algo frío y pringoso al rededor del ano y comenzaba a masajear la zona proporcionándole un placer desconocido.

El hombre había abierto las nalgas del muchacho y, después de observar el ojal virgen de su chico y lamerse inconscientemente los labios, se untó los dedos con la grasa y comenzó a masajear la cercanía de la entrada hasta que notó que el chico reaccionaba con gemidos de placer y entonces comenzó a tocarle el ojete y, con ayuda de la grasa, fue introduciendo la yema de su dedo poco a poco.

En un principio, el chico, por instinto, cerró el culo, pero según fue sintiendo el placer del masaje se fue abriendo y dejando que el dedo de su hombre fuera entrando poco a poco, se abría y el dedo entraba dándole placer. Berto le besaba las nalgas y le sobaba los huevos a la vez que le penetraba...el segundo dedo, que entró con facilidad. Cuando los dos dedos estaban dentro hizo un movimiento que le tocó algún punto que hizo que su miembro se pusiera de piedra y chorreara fluido, cosa que le puso a mil y sólo se le ocurrió decir - Dame más... más...

El hombre se excitó gracias a las exigencias del chaval y se untó tres dedos y se los introdujo con lentitud y calma para hacerle disfrutar y dilatar el diámetro abriéndolos y cerrándolos mientras el chico gemía, sus muslos temblaban y abría su culo para recibir más.

Berto acopló su pecho a la espalda del chico. Rafí noto el calor que emanaba el hombre y cómo su verga resbalaba por el centro de su culo y un escalofrío de excitación le recorrió la espalda - Te voy a follar - le dijo su hombre - Si... por favor... móntame...

Se lubricó la reata con grasa, puso su capullo en la entrada, apartó las nalgas para que el ano se abriera más y lo introdujo lentamente hasta que el ano virgen se lo comió y oyó un gemido que no supo si era de placer o de dolor - Si te duele mucho lo dejamos...- Le susurró al oído...- Sigue... sigue...

El chico había sentido una sensación extraña, entre dolorosa y placentera, pero quería seguir sintiendo esa sensación desconocida que llegaría al placer que había visto reflejada en Berto y su padre. Si ese incipiente dolor llegaba al placer, debía ser fuerte.

El cipote del joven iba entrando poco a poco resbalando gracias a la grasa que hacía más fácil la penetración. Hubo momentos de un dolor que le partió, pero lo resistió hasta que el cipote entró entero. Notó el bosque oscuro entre sus nalgas y los huevos acariciar ligeramente los suyos. Berto paró, le abrazó, le besó el cuello y luego se lo mordió. Rafí notó como sus entrañas se acomodaban a su intruso y como comenzaba a recibir un suave masaje según el miembro iba entrando y saliendo suavemente de su anillo que le estimulaba y le excitaba haciendo que gimiera de placer. Berto, al oírle gemir se estimuló y comenzó a besarle, a morderle, a susurrarle palabras cariñosas y a follarle con más intensidad. La sacaba casi en tu totalidad y luego la introducía lentamente una y otra vez hasta que su chico soltaba sonidos agudos de placer, le pellizcaba los pezones, le apretaba los cojones, le pajeaba y le follaba...le follaba

Rafi estaba fuera de si. Nunca había sentido esa sensación que le nublaba la vista que su cuerpo no era suyo, que era parte de otra persona, que se unían en uno. La boca de Berto le comía, el cuerpo le calentaba y la polla se daba un placer indescriptible. Su cipote estaba tan duro que le dolía, su capullo estaba a reventar y había soltado sus primeros flujos que el desconocía... hasta que una especie de calambre le recorrió desde las piernas hasta el cuello y le hizo tensar el cuerpo...perdió el sentido para notar como su polla estallaba en unas trallas de lefa que le dolieron y hasta el éxtasis del placer.

Berto estaba gozando de la follada como un auténtico semental hasta que se dio cuenta de que el chico se tensaba y el orgasmo estaba a punto. Le propinó tres o cuatro estocadas y el joven se corrió comiéndose su polla con sus contracciones y entonces se vino dentro de él. Su polla estallaba, se hinchaba y soltaba lechazos una y otra vez hasta que sus cojones se quedaron secos.

Rafi se desmadejó por la intensidad de la experiencia. Había sido lo más que había sentido en su vida. No había comparación con nada que hubiera experimentado nunca. Pero le había dejado agotado. Lo mismo pasaba al hombre que, aunque había follado infinidad ocasiones, esta experiencia le había dejado exhausto. La intensidad de sensaciones y sentimientos no tenía nada que ver con lo que había sentido nunca. Abrazó al chico hasta que se sentaron en el suelo abrazados e inmóviles. -Niño, nadie nunca me ha dado este placer... nunca...

Por la noche, Rafí oyó que Berto y su padre hablaban fuera de la casa, se acercó a la ventana y escuchó:

-... Pero...¡Cómo has podido?

  • Me lo pidió... quería que fuera yo...

  • Es un niño...

-No te lo creas... no es tan niño

  • Y ahora, ¿Qué hacemos?...

  • Rafa... lo sabe todo. No hay nada que hacer. Es uno más. Es como nosotros... (Mentira, no es uno más, es especial, no es uno más, pensó), no hay problema (si supieras como folla el chico).

  • No se, Berto... no se que hacer...

  • Pues se lo preguntamos...

  • ¡Estás loco!

  • ¡Rafi!... ¿Estas despierto, estás oyendo?

El chico abrió la puerta, - Sí, os estoy oyendo - y ante asombro de los dos hombres apareció desnudo en el quicio de la puerta - Estoy preparado, he tenido el mejor maestro.