Mi padre, berto y luego...yo, el jabato.

Al final, Berto convenció a mi padre para que me follara, pero él no iba a ser menos...

Lo primero de todo daros las gracias y dedicaros esta continuación a los que me la habéis pedido: Yony, elbotiija, diego, cristian, alexmonroe, aquifero, hasret, azulbombay, pipe, santiago, badciber y osocaliente. Nombro a estos lectores porque, en el momento de enviar la continuación, son los que lo han comentado. Los futuros comentaristas que se den por incluídos. Gracias a todos los demás lectores. Espero que os guste la continuación. Un abrazo a todos.

MI PADRE, BERTO Y LUEGO...YO

Jabato

  • ...si, Rafa, lo he iniciado

  • ¿Estás loco?...¿Cómo has podido?

  • Me lo pidió, me dijo que quería que fuera yo

  • Eres un cabrón

  • Lo seré pero es lo mejor que me ha pasado en mi vida.

  • ...

  • Nunca había sentido lo que sentí con Rafi. No sólo fue una follada como las nuestras. Fue más, mucho más.

  • ¿Quieres dejarlo ya?

  • No, no voy a dejarlo porque tengo que decírtelo. Ese chico es mucho, ese chico me dio algo que nunca he sentido.

  • Pero...Berto... es un niño

  • No Rafa, no es un niño, ya no

  • Y ahora ¿Que vamos a hacer?

  • Ahora es uno más de nosotros (y una mierda uno más, ya quisiéramos), y además sabe todo lo nuestro. Nos ha visto y yo no lo he desmentido, le he contado la verdad

  • No se que hacer, de verdad. No se que hacer

  • Pues se lo preguntamos a él

  • Estás loco?

El chico estaba escuchando la conversación tras la ventana. Los hombres estaban sentados, bebiendo y fumando. Las voces graves en tono bajo pero les oía perfectamente. Les observaba. Tan viriles, tan guapos, con ese descuido que permite la intimidad y el final de jornada, sin camisa, descubriendo el vello de su pecho que arropaba aquellos pezones, que se antojaban frutas dispuestas para morderlas, y que corría por el vientre hasta ocultarse en la cintura de sus pantalones. Rafi se fue empalmando mientras les oía y les veía, pero ... -Ese chico me dio algo que nunca había sentido- Esa frase...esa frase hizo que le escocieran los ojos...que Berto dijera esa frase hizo que sintiera amor por aquel hombre rudo, fuerte, guapo y que follaba como un dios, y que alzó su voz grave para llamarle.

  • Rafi, estás despierto?...

Se asustó

  • ¿Estás oyendo?

Se retiró de la ventana, pero en segundos decidió lo que tenía que hacer. Se quitó el calzoncillo, que era la única prenda que llevaba puesta, abrió la puerta y se apoyó en el quicio - Si, os estoy oyendo- Los hombres se quedaron mirando el cuerpo joven que se les ofrecía - Estoy dispuesto... he tenido al mejor maestro... espero que Rafa no me defraude - Berto sonrió de medio lado y miró al hombre. El padre estaba absorto en la desnudez adolescente de su hijo. Le había visto desnudo mil veces pero al presentarse como una opción sexual, se quedó mudo, fijo e inmóvil.

Berto le acarició el cuello, Rafa reaccionó mirándole y el joven le hizo un gesto para que aceptara la invitación. Mientras, Rafi se retiró al interior del habitáculo dejando la puerta abierta como una invitación a traspasarla. Se tumbó en el colchón y esperó. Al cabo de unos minutos, un hombre apareció en ella y se quedó quieto, mirándole. Era su padre sin duda, la altura, la anchura, el físico, le delataba. No había duda. Rafi se incorporó sobre sus codos y abrió las piernas enseñando sus genitales y su verga erecta.

Al dar una calada, la brasa del cigarro iluminó un rostro que le miraba con indecisión. Su padre... ese hombre con un físico poderoso, con un aire de macho alfa de manada de lobos con el vello que le cubría el cuerpo, la barba de días y el pelo castaño, fuerte y suave, con ese porte y esos andares de perdonavidas. Ese hombre estaba en la puerta indeciso por lo que debía o no hacer.

Rafi levantó un brazo e invitó a su padre para que se acercara. El padre se quedó inmóvil unos segundos, luego dio otra calada al cigarro y lo tiró al suelo para apagarlo y después se fue acercando a su hijo.

Mientras se acercaba, el chico se levantó para recibir a su creador y recibirle a los pies de la cama. Se miraron a los ojos, se fijaron el uno en el otro, sus labios, sus cuerpos. Rafi se acercó a su padre sonriendo y abrazándole le dijo al oído -Abrazame y besame.

Rafa temblaba ante lo que iba a hacer. Abrazar a su hijo, besarle y penetrarle. Aquello no era lo permitido, pero... en aquel lugar...quién marcaba las leyes, lo permitido y lo prohibido... quién?, en aquel lugar del que ni dios tenía idea de su existencia... y aquel joven, hermoso, con un cuerpo perfecto, con ese calor que desprendía y le llegaba hasta el interior... y con ese olor a juventud del que se había olvidado hacía tiempo, le estaba invitando a que disfrutara de él... quién se podía resistir a semejante regalo.

Le abrazó aun con timidez, sus cuerpos se encontraron y apretó el suyo con el de su hijo, apoyó sus labios en su cuello y le besó con castidad, sin decidirse aún qué hacer.

El chico le habló al oído con un susurro - En estos momentos no soy tu hijo ni tu mi padre...te llamaré Rafa, no padre, ni papá... y tu no me james hijo ni Rafi...- Le besó en el cuello y luego detrás de la oreja - Llámame Jabato, porque soy el cachorro de un animal poderoso - y entonces le besó en los labios, algo secos pero deseados. El padre se tensó, el hijo se distanció unos centímetros, le miró a esos ojos marróncasinegros y luego volvió a acercar sus labios a los de su padre y le volvió a besar suavemente hasta que su padre se rindió y los abrió dejando pasar la lengua de su hijo en su interior... y el efecto fue fulminante.

La lengua rasposa del mayor se encontró con la suave y jugosa del joven y se deleitaron en un reconocimiento... un reconocimiento que invitó a hacer lo mismo con sus cuerpos, las mejillas y cuello del joven recibió la áspera barba del mayor, mientras que el cuerpo velludo se deleitaba acariciando el cuerpo lámpiño del adolescente, sus brazos reconocían sus cuerpos, y los vientres se apretaban para aprobar la dureza de sus penes. Rafí metió la mano por la cintura del pantalón del hombre hasta llegar al culo y poder apretar aquel objeto deseado, que nunca en su vida había podido tocar y luego le desabrochó la bragueta para que la prenda cayera al suelo y poder disfrutar del otro objeto prohibido y ahora en su poder.

Lo primero que hizo fue acariciar el paquete aún enfundado en algodón y notar su dureza y su poderío, luego fue bajando la prenda hasta que el hombre quedó desnudo y entonces juntó sus rabos para notar la dureza y calentura, mientras que, en sus bocas sus otros apéndices se afanaban en lamerse con delirio. El padre apretaba las nalgas de chico y éste los velludos huevos de su padre y su suave verga. Quería verla, quería olerla, quería probarla, como había hecho con Berto, quería meter en su boca la fruta deseada y bajó por el pecho de su padre hasta que su barbilla notó la humedad y dureza de la tranca paterna. Se retiró para poder observarla de cerca... y se quedó observando aquel instrumento que no desmerecía al resto de aquel poderoso cuerpo; estaba erecta como un tronco y salía de la frondosidad del vello pubital, era de un color claro y dos venas gruesas le recorrían en zigzag el contorno, el capullo estaba al aire hinchado y brillante, acarició los cojones y lamió el fruto con deleite para luego meterlo en la boca y saborearlo. Oyó como el macho de la camada gruñía y se animó para darle más placer y comenzó a mamar mientras el jefe le acariciaba la cabeza y le indicaba el ritmo.

Berto había entrado en la habitación y estaba observando el espectáculo. La espalda de Rafa se tensaba por el placer que estaba recibiendo lo mismo que sus nalgas. Se quedó mirando el espectáculo y su polla se endureció, se masajeó los huevos y el rabo sobre los pantalones. Se empalmó y, cuando comenzó a humedecerse, se desnudó y se acercó al hombre, le acarició los hombros, el cuello, la cabeza y luego arrimó su cuerpo para poder sentir su calor, le mordió el cuello mientras su cipote se acomodaba entre sus glúteos, le acarició el pecho y le apretó los pezones mientras el mayor recibía la mamada del menor. Rafa echó la cabeza hacia atrás para dejar el cuello a disposición del joven lobo que le mordía sin compasión mientras notaba como el calor de sus cuerpos se fundían.

  • Rafa...- susurraba Berto - fóllatelo... no te corras...es tu momento... fóllatelo... ya está abierto... es tuyo

El alfa estaba enardecido, levantó a su hijo calenturiento, y le tumbó en la cama boca arriba, le acarició su cuerpo, sus pezones, sus sobacos, su entrepierna, su polla. Levantó sus piernas y comenzó a lamerle como una fiera antes de clavar sus dientes en su presa, el jabato gemía de placer al sentir la humedad que le proporcionaba aquella lengua en su orificio y abría las piernas para dejar libertad de acción al macho que le iba a penetrar. Jabato se retorcía de excitación. Berto ofreció a Rafa el tarro abierto de grasa lubrificante, Rafa se untó los dedos y dándose la vuelta, besó en los labios al joven. Esa caricia, que nunca habían tenido, hizo que un sentimiento hacia aquel hombre cambiara de repente, ese sólo gesto, ese sólo contacto en los labios, le produjo un acercamiento hacia ese animal que jamás había experimentado - Dilata bien al chico... ten cuidado...- El hombre volvió a besar los labios del joven y le sonrió con la mirada como diciendo: no te preocupes.

Jabato notó la frialdad de la pomada en su entrada, una frialdad que ya conocía y que sabía lo que venía a continuación..........el éxtasis.....por lo que se dejó hacer.

Rafa le untó bien la entrada y comenzó a dilatarle. La experiencia indicó al chico que debía hacer y se abrió. Berto que miraba desde los hombros de su hombre se excitó tanto al ver como manipulaba aquella entrada que él había estrenado, que su polla resbalaba entre las nalgas de Rafa escupiendo babas sin parar. El placer que sentía el alfa de la manada al notar la verga del joven tocar su orificio y el ansia de penetrar al cachorro que se estaba ofreciendo a su deseo, hizo que se lubricara con rapidez porque temía correrse en breve. Puso su capullo en la entrada del chico, éste se ayudó con las manos para abrirse aún más y dejar paso al tronco de su padre. Notó como aquel níspero entraba en sus entrañas, se relajó y pasó suavemente hasta que su esfinter lo comió, luego notó como iba entrando poco a poco, relajaba los intestinos en los momentos más difíciles para dejar paso a aquel mástil hasta que los vellos del vientre del macho tocaron su culo.

Berto estaba viendo todo mientras su tranca resbalaba por el valle velludo del mayor, estaba con una excitación de caballo por lo que untó de grasa el ojal de macho, se lubricó bien su magnífica polla y comenzó a penetrar al hombre que follaba al chico. Lo hizo poco a poco, aprovechando los movimientos de las caderas de Rafa, no como era habitual entre ellos, que era simplemente un desahogo sexual sin más. Estaba disfrutando una follada con su hombre como nunca lo había sentido. El jefe de la manada estaba follando con un placer como jamas lo hubiera creído, su hijo se lo estaba proporcionando y la sensación de entrar y salir de aquel ojal mientras veía el gesto de excitación, el placer que le hacía revolver su cuerpo, de cómo se mordía los labios y como le agarraba el vello del pecho presa de la pasión, le hacía sentir algo nunca sentido y la cogida que le estaba proporcionando Berto, una penetración lenta, placentera y que, por sus suspiros y gemidos, estaba notando que estaba disfrutando como nunca lo había sentido. Todo esto le estaba provocando tal excitación que no pudo contener la corrida.

Rugió mientras escupía en el interior de su hijo, sus músculos se tensaron, su cuerpo se tensó hacia atrás y su cuello se hinchó, mientras descargaba trallazos de lefa dentro del Jabato. Berto presa de la excitación y de los apretones que le daba el esfínter del hombre estalló también como un animal y el chico, al ver la expresión de su padre , de ver como Berto apretaba el pecho del macho, de los aullidos acallados en el cuello de Rafa, y notar como se hinchaba la polla de su amante en su anillo cada vez que soltaba una descarga en su interior, también se dejó llevar por la corrida... una inmensa corrida... una corrida que le hizo perder el sentido, que le paralizó el cuerpo mientras su polla, con vida propia continuaba escupiendo leche a borbotones, hasta que los tres se vaciaron.

Cayeron juntos en la cama. Nadie hablaba, todos suspiraban y respiraban con dificultad. Fueron relajándose y entrando en sopor.

  • Esto ha sido la hostia- dijo Berto al fin

  • Este jabato nos va a cambiar la vida- dijo el jefe de la manada

Los dos mayores iniciaron un beso a tres con el chico, que lo recibió con placer, luego se acomodaron y durmieron juntos toda la noche.

A partir de aquel día, la relación entre los tres fue perfecta hasta el punto en que no querían volver a su vida cotidiana, e incluso se plantearon vivir en aquel maravilloso lugar.

Evidentemente, aquello no era posible, pero buscaban los momentos para verse y disfrutarse a menudo y, por supuesto, los veranos fueron suyos muchos, muchos años.