Mi padrastro y yo

Vicky se descubre ante su padrastro...

MI PADRASTRO Y YO

Me llamo Vicky y hace un tiempo, demasiado tiempo, diría yo, mi madre está separada con mi padre. Y vivimos con mi padrastro.

Ese era un novio que se hizo mamá, siempre tuve mi sospecha, de que fue antes de que se separara de papá. Nunca me lo dijo y no sé si algún día me lo dirá.

Gerónimo que asi se llama mi padrastro, es muy bueno y complaciente conmigo. tenemos buena onda. Buena relación.

En el fondo a mí me gusta, me ha gustado desde el día en que lo conocí.

Su voz de macho, su olor a macho, sus pelos en el pecho de macho. Todo lo que representa un macho para mí el lo es.

Además de escuchar gemir  mi madre varias noches a la semana, me pintan de cuerpo entero a ese macho que además debe ser un semental que deja satisfecha y atiende muy bien a mi madre.

Debo admitir que mi madre no era sí cuando vivía con mi padre. Digo se la ve muy contenta siempre o casi siempre. Ellos nunca discuten, al menos, delante de mí. Se puede decir que en casa hay una gran armonía.

Eso no quita de que si me pudiera coger a ese macho que tengo en casa lo haría sin pensármelo dos veces.

Esos pensamientos oscuros los tenía siempre. Hasta me había tocado muchas veces oliendo algún bóxer que robaba de sus cajones. Era una muy putita hija adoptiva.

Gerónimo me gustaba, pero aprendí a contenerme. Sobre todo cuando mamá estaba cerca, aunque supongo que ella olfateaba algo como buena mina. Digo de que a mí me gustaba su novio, o sea mi padrastro. Pero sé que también suponía que nunca pasaría nada. En fin esas eran cosas que yo pensaba cuando andaba caliente.

O cuando recordaba aquella cogida que me pego el supervisor de la estación de servicio en que trabaje el último verano, para ganarme unos pesos. Cuando me arrinconó en el baño, obviamente, cansado de mis insinuaciones y me clavo su enorme cipote dentro de mi humanidad emputecida y salvaje.

Así fue que mi madre me llamo aquel día después de la escuela, creo, no recuerdo, era cerca del fin de semana.

__¡Vicky, necesito decirte algo!

__¡Si madre…¿qué pasa?__ conteste yo sin saber que iba a decir.

__¡Mira este fin de semana debo irme  casa de tu abuela, ella está sola, tu sabes, y no sé qué problema ha tenido y bueno debo estar con ella!

__¡Y está bien mamá´!

__¡Es para que atiendas a  Gero, el creo que tiene que trabajar todo el fin de semana, asi que estará poco en casa, pero bueno, es para que sepas que tendrás que estar atenta querida!__ mi madre no sé si noto la luz que se encendió en mi cara de perra putita y calentona. Abracé a mamá diciendo que se quedara tranquila y que contara conmigo para lo que sea, sobre todo para eso de "atender" a Gero, su novio o sea mi padrastro.

Ese atardecer de viernes mamá tomo su auto y dándome infinitas recomendaciones se marchó. Los turnos de Gero en el trabajo eran un  misterio, a veces, había semanas que desaparecía y casi ni nos veíamos, pero lo que si era que generalmente en las noches estaba en casa.

Obviamente me puse la ropa más sexy que encontré como si fuera al pasar. Un perfume dulzón y muy sensual, al menos me lo parecía a mí.

__¡Guau que preciosa estas Vicky!__ fue lo primero que me tiro Gero aquel atardecer, y mi corazón y mis genitales temblaron de emoción y se pusieron en guardia, ya chorreando jugos por todas partes.

__¿Sales a algún sitio?__ preguntó interesado.

__¡No Gero, me gusta vestirme así, sobretodo para ti!__ tiré sonrojándome, el me miro intrigado o tal vez no, esperando algo así, no lo sé. Solo sé que rápidamente le quise dar un vuelco a la conversación.

__¿Quieres comida china?

__¿Comida china?...¡No!...¡Pidamos pizza!¿quieres cariño?__ dijo él y mis piernas tambalearon de enorme calentura.

Así que llame pidiendo pizza mientras me contoneaba lo mas que podía delante de aquel macho que me sublevaba la sangre, que me hacía arder como brasa muy caliente y roja.

Llegaron las pizzas y algunas cervezas, y bueno preparé la mesa, en tanto , Gero miraba algo de deporte en la tele, eso es lo que yo creía. Mis caderas se bamboleaban y se marcaban más que nunca, cuando me acercaba a él, mostraba mis incipientes pechitos que iban creciendo a buen ritmo. Me sentía una gata en celo, atendiendo a su macho, a su hombre.

Cada vez que podía lo rozaba, tocaba sus piernas, cerca del bulto, sus manos, sus dedos, lo que podía y tenía a mano. Mis señales eran muy claras, quería cogérmelo ya. El daba la sensación de que estaba confundido o que tal vez no podía creer lo que pasaba, y se hacía el tonto.

Además, tal vez, por el respeto a mi madre, cosa que yo no tenía en lo mas mínimo y no sentía culpa alguna, que eso fue lo peor. Fuimos bebiendo las cervezas, yo tenía gran resistencia al alcohol. Desde siempre me ha gustado beber, la cuestión es que tengo resistencia, pero, lo malo es que me pone mucho más caliente que de costumbre y al estar al lado de aquel macho me ponía a mil.

Esos brazos fuertes que se notaban y los veía ya que tenía una chomba mangas cortas de un color azul, eran gruesos y fibrosos.

Ya nos reíamos por cualquier cosa. Intentamos tomar un café para bajar, pero noté que Gero al ponerse de pie, tambaleo, como mareado.

__¡Bueno, creo que deberíamos ir a la cama!

__¡Si claro vamos!__ dije yo y salimos, yo acompañando a aquel macho que se agarraba un poco de mi y un poco de las paredes. Nos metimos en el cuarto donde dormían con mi madre. Nos tiramos en la cama.

__¡Oye, oye, Vicky, esta no es tu cama!

__¡Dime Gero…¿qué piensas de mi?__ dije totalmente caliente y muy cerca de su cuerpo, conteniendo mi aliento, mis manos, mi boca.

__¡Bueno…eres una chica muy dulce y atractiva…muy bella…!

__¿Mamá y tu hablan de mi?__ pregunté

__¿Cómo?...¡Sí, a veces!

__¿Te ha contado de mi no?__ él se incorporó a dos centímetros de mi boca. Mi boca era atractiva de labios hinchados y carnosos. Mi cabello largo hasta los hombros caían sensualmente sobre una parte de mi rostro, el tomo mi barbilla, creo que hizo un clic en su interior y en su sexo. Se acercó y yo no lo rechacé. Su beso fue calmo, tierno, abrí la boca, y pase mi lengua, mientras me alzaba tremendamente. Chocamos las lenguas, nuestras salivas se mezclaban por vez primera. Yo tocaba sus brazos, y pose mi mano en su muslo, ahora mucho más tranquila, mas poseída también, por todos mis demonios.

__¡Eres un bocadito tremendo Vicky!__ dijo entre suspiros de calentura

__¿De veras te gusto?__ susurré a su oído

__¡Claro bebe eres hermosa!__ entonces me puse de pie. Debía hacerlo. Porque comprendí que todavía no estaba en total comprensión de la realidad. Además me di cuenta que mi madre no le había comentado nunca nada.

Quité mi vestido y apareció mi corpiño de color rojo fuego, mi tanga, me mostré un poco de perfil, moviendo mi trasero que él veía de a partes. Fui girando hasta quedar de espaldas, entonces saque de un movimiento mi corpiño, y volviendo a girar mi cuerpo me contoneaba, como en un baile sin música y viendo el rostro de Gero que se ponía rígido como tendría rígido allí abajo. Quite mis manitas lentamente sin dejar de contonear mis caderas y el vio mis pechitos firmes duritos , con los pezones alzados.

Suspiró y me coloque de espaldas nuevamente, seguía moviendo mis caderas y mostrando mis glúteos, mis nalgas firmes, golosas, regordetas, tentadoras, fui bajando mi tanga que era un hilo dental. Mostré mi trasero.

__¡Ohhh cariño, que cuerpo tremendo tienes, eres un pedazo tremendo de mujer!!__ seguí moviéndome y acercándome a la cama, luego de unos momentos me fui girando y aparecí en toda mi dimensión, me mostré realmente y le mostré quien soy, quien era, quien siempre había sido. Su boca se torció, la cara de asombro apareció, miró unos minutos. Pero solo fue eso, luego apareció la sonrisa y sus manos acariciando mi pedazo, que lentamente se levantaba en mano de aquel macho tremendo. Lo metió en la boca, agarrándose de mis nalgas.

El sentado en el borde de la cama, y yo de pie, temblando de pasión y lujuria y deseo. Todo mi cuerpo vibrando de forma alocada. El baboseaba mi pija como un verdadero macho, se atragantaba, la saboreaba y hacía que yo me derritiera. Yo así de pie le quite

la chomba azul que tenía puesta y apareció en todo su esplendor, un pecho y una espalda magnánima. Casi hercúlea.

Hizo que me tirara en la cama, sobando mis carnes, mis nalgas. Se fue quitando su pantalón y luego su bóxer, con su boca abría mis cachetes y buscaba mi agujero baboso, que se iba dilatando. Por fin metió su lengua definitivamente escarbando. Lamiendo, chupando.

Hice lo propio con su pedazo que estaba en alto. Duro. Venoso. Pidiendo lengua. Sus bolas llenas de leche para mi, está vez era para mí. Quería que soltará todo ya  mismo, pero fui despacio, pasando mi lengua alrededor de la cabeza de su animal, que se movía dando saltitos, vida propia, ese muñeco tenía choques eléctricos. Saboreaba su vara, en tanto la lengua cavaba y cavaba horadando la piedra.

__¡Tu culito es hermoso Vicky…me vuelve loco!

__¿Te gusta?__ pregunté aniñada

__¡Ohhh si claro!

__¡Lo tendrás cuando quieras papi!__ su lengua se movía adentro del túnel, besaba mi cola rabiosa.

__¡Ahh cariño…debo confesarte algo!__ decía moviendo su lengua salvaje en mi agujero__ tu madre…nunca ha querido ahhh…tener sexo anal!!

__¡Este es mi regalo entonces!!__ dije y tragué el caramelo que se ensanchaba y crecía un poco más inflamado. Lo sacudía con una mano mientras que con la otra acariciaba las bolas hermosas que tenía  aquel macho entre las piernas.

Unos movimientos más hicieron que su pedazo quedara a la altura de mi ojete, prontamente empujó buscando ensartarme, finalmente lo logró. Su pedazo fue traspasando mi frontera. Se fue hundiendo en tanto yo gemía emputecida. Una brava gata que recibía la vara en mis entrañas. Me cogió deliciosamente, me hizo bramar de placer tanto como  lo soñé infinitas veces. Me dio su garrote para que gozará como perrita. Su perrita a partir de aquel día.

Me llenó de leche, bufando como un potro salvaje. Acabo en grandes escupitajos. Susurrando palabras sueltas. Mordió mi cuello, nos besamos. Nos prodigamos caricias intimas, aún con su pedazo clavado en mi cola.

Aquel fin de semana fue de locura. Atendí a aquel macho, tal como había pedido mi madre. Lo alimente, le di de comer, le tuve su ropa preparada y también lo atendí en la cama y en el baño y en la cocina, en el piso del living. En cada momento que aquel macho calentón requería mi culo.

Me cogió de pie, de costado, sentado, con las piernas en sus hombros. Me poseyó como quiso, y yo gocé cada vez. Me dio tanta leche que podría haberme hecho un baño con su leche de magnifico macho.

Mi madre nunca se enteró de la infidelidad de mi padrastro. Finalmente se separaron a los cuatro o cinco años de aquel episodio y por muchas cuestiones yo también lo perdí, pero en mi recuerdo siempre quedó la aventura con aquel macho espectacular.-