Mi padrastro azota como nadie (3)
Richard se toma su tiempo y continua castigando a su hijastra a pesar de sus lloros y peticiones de piedad
Tras varias horas de cautiverio Alexa oyó finalmente ruido en el sótano y en unos momentos su padrastro le abrió la puertecilla de la carbonera. La chica tuvo que cerrar los ojos pues la luz le hacía daño y él le tuvo que ayudar a salir de su agujero.
La joven Alexa gimió e hizo gestos de disgusto al desdoblar piernas y brazos y sentir dolor por la circulación de la sangre que volvía a fluir. Sin embargo su padrastro no le permitió ni un momento de respiro y tirando del pelo la obligó a ponerse de pie.
Sin pausa cogió unos alicates que traía y los hizo chasquear sonoramente delante de la bonita cara de su ahijada.
Alexa miró los alicates con miedo pero no se resistió en absoluto pues había decidido dejar que su padre le hiciera lo que quisiera.
- ¿Sabes para qué he traido esto?, le dijo acariciando la punta de los senos con el frío metal de los alicates.
Alexa se lo imaginaba perfectamente. De hecho sólo de pensarlo la chica sintió que le recorrían el cuerpo mil hormigas y su sexo se puso a destilar nuevamente líquido vaginal. Por supuesto sus pezones crecieron y se llenaron de arrugas en unos segundos.
La joven rezó y deseó en ese momento que su padrastro le castigara los pechos como se merecía una guarra como ella. La tortura de pechos era uno de sus deseos masoquistas más ardientes, de hecho era la fantasía con la que se masturbaba todas las noches en la cama. Días antes había estado a punto de cumplir su fantasía con ese viejo motero sádico, pero el muy gilipollas había bebido demasiado y se quedó dormido tras follar con ella.
Sintiendo el contacto del frío acero en la aureola de los pezones el corazón de la joven latía ahora a todo trapo.
- ¿Crees que debes ser castigada aquí?, le dijo él acariciándole la punta de los pechos con los alicates repetidamente.
Alexa le miró con cara de circunstancias pero dudó sólo unos segundos y afirmó resueltamente.
- Así es, te voy a castigar en tus pechos, tus bellos senos de los que me imagino estarás orgullosa. Los mismos senos que le enseñabas al viejo vecino con tanto descaro y los pechos que según tú te causan tanto placer. Te aseguro que lo que te voy a hacer ahora te va a doler de verdad pero así en el futuro no te sentirás tan inclinada a pecar con las tetas. ¿Aceptas pues tu castigo por doloroso que sea?
Ella volvió a afirmar sin dudar.
- Muy bien, me alegra que estemos de acuerdo. El caso es que me he documentado en la página sado de ese tal Martin y propone una gran variedad de métodos de tortura para los pechos de las esclavas, pero como ésta va a ser la primera vez que te los castigo voy a conformarme con los alicates.
La joven Alexa babeaba de su mordaza sin control mientras sentía que el líquido vaginal fluia entre sus muslos causándole cosquillas. Viendo eso su padrastro aceptó por fin quitarle la mordaza.
De tu móvil deduzco que al menos has hecho el amor en estas dos semanas con cinco tipos distintos, si a eso sumamos el viejo de enfrente al que has pervertido con tus mamas y a mí mismo, nos da un total de siete. Seguro que has seducido a muchos más con tu pecaminoso cuerpo pero quiero ser magnánimo y dejarlo en siete.
¿Siete,…… siete qué?
Siete minutos, o sea 420 segundos que tú misma vas a contar en alto mientras te pellizco con estos alicates tus pezones. ¿Estás preparada?
Alexa afirmó con la cabeza y cerró los ojos.
- Em….empieza cuanto antes, papá,…dijo temblando…. antes de que me arrepienta….. Uno, dos, tres, cuatro.
A pesar de que ella empezó el recuento, Richard no se tomó ninguna prisa, acercó los alicates al pezón derecho de Alexa y tras atraparlo con las fauces dentadas de la herramienta empezó a apretar.
- Cinco, seis, AYYY, SIETE, OCHO.
Un calambre de dolor recorrió la anatomía de la joven, y le hizo temblar y gritar pero no se movió y siguió contando.
Procura no equivocarte al contar o volvemos a empezar.
Sí, sí papá. Nueve, diez, once.
Por fin tras diez interminables segundos apretando con saña, le soltó el pezón y ella se lo miró aplastado y enrojecido volviendo lentamente a su ser.
-Veinticinco, veintiséis dijo con lágrimas en los ojos.
- Bueno preciosa, y ahora el otro, para que los tengas iguales.
Alexa sudaba y respiraba profundamente pero no se movió ni un milímetro mientras sentía los dientes del hierro clavándose lentamente en la carne de su tierno pezón.
Veintinueve TREINTA JOOOOODDEERR COMO DUELE.
Vamos sigue contando dijo él sin soltar su presa, sigue contando o te lo arranco.
TREINTA Y UNO, TREINTA Y DOS...
Así me gusta, y el muy sádico sostuvo el doloroso pellizco otros diez interminables segundos hasta que pasó otra vez al pezón derecho.
Esta vez aparte de pellizcárselo hizo un leve movimiento de rotación a izquierda y derecha con la muñeca que hizo que ella se estremeciera de dolor. A pesar de eso la chica no dejó de contar suspirando con los ojos cerrados y sin dejar de destilar lágrimas.
- CINCUENTA, CINCUENTA Y UNO, CINCUENTA Y DOS. Alexa intentaba abstraerse del tremendo dolor de sus senos castigados una u otra vez por los alicates de su padrastro que cuando terminó con el derecho pasó al izquierdo practicando el mismo vaivén.
En medio de ese terrible sufrimiento a la joven el corazón le palpitaba a todo trapo mientras sentía el sexo rígido y destilando sin parar flujo vaginal. Aparte de todo, la chica empezó a sentir vergüenza de que su padre se diera cuenta de que estaba a punto de correrse.
De todos modos, lo siguiente fue todavía peor pues su padrastro le atrapó otra vez el ya irritado pezón derecho y apretando bien con los alicates le dio una vuelta completa de trescientos sesenta grados retorciendo la rosada carne sobre sí misma como si fuera un sacacorchos.
- AAAAAYYYYY DDDDIIIOOOOOSS
Esta vez Alexa dejó de contar y retorciendo su cuerpo, empezó a llorar a moco tendido mientras su padre apretaba con sadismo sin soltar.
PPPAAAAPPAAA POR FAVOOOR. UUUAAAAA
Sigue contando puta, sigue contando si no quieres que volvamos a empezar.
AAYYY, SESENTA Y CINCO, SESENTA Y SEIS a la chica le caían unos enormes lagrimones de sus bellos ojos y alternaba números y gemidos a voz en grito, pero como decimos la habitación estaba insonorizada y nadie podía oir los efectos del bárbaro suplicio.
Cuando por fin lo soltó, el pezón estaba enrojecido e irritado y parecía un fresón de lo rojo y crecido que estaba. A la joven le dolía a cada palpitación pero siguió contando.
AY NO, NO, POr FAVOOOOR, dijo ella cuando vio que su padrastro iba a seguir con la tortura, pero eso no le sirvió de nada y ella siguió contando. La chica berreaba como una cerda mientras le retorcía el pezón izquierdo con los alicates.
SETENTA Y CINCO, SETENTA Y SEIS PAAARAA, PARA, POR FAVOR PAPA ME LO VAS A ARRANCAR BUUUUAAAA.
Haberlo pensado antes de hacer top less en la piscina, ahora no se te volverá a ocurrir.
Richard no tuvo ninguna piedad de los lloros y ruegos de su hijastra y siguió con la tortura de los alicates sin ninguna piedad durante los siete minutos,…. no le perdonó ni un segundo.
Cuando por fin terminó, los sensibles pezones de la joven estaban rojos e intensamente irritados y dolían brutalmente a cada palpitación.
Tras su castigo Alexa tenía su bonita cara cubierta de lágrimas pero de su boca no escapó ni un reproche hacia su padrastro.
Papá.
Dime querida.
Lo siento mucho, no lo volveré a hacer, te lo prometo.
Lo sé querida, o sino volveré a castigarte.
Papá.
Diiiiime.
Me duelen mucho, de verdad, ¿sabes lo que me aliviaría?
¿Qué?,
Que me los chuparas, hazlo por favor.
Richard se quedó un rato sin saber qué contestar pero finalmente tuvo piedad de su hijastra y le lamió los dos pezones un buen rato. Entonces Alexa cerró los ojos y se puso a gemir al sentir ese alivio.
Richard descubrió que les gustaba mucho chupar los pezones de su ahijada que se fueron poniendo duros a medida que se los lamía y sin saber por qué se puso a acariciarle la entrepierna al mismo tiempo.
Así estuvo un largo rato hasta que ella tuvo un profundo orgasmo.
Con este irracional remate Richard dio por concluido el castigo de su hijastra, la desató y le dejó volver a su cuarto para dormir.
A la mañana siguiente ni Richard ni Alexa hicieron el menor comentario sobre lo que había pasado. De hecho actuaron en todo momento como si no hubiera ocurrido nada.
Lo que sí cambió radicalmente fue la actitud de Alexa. A partir de ese momento se volvió muy respetuosa y obediente con su padrastro y de hecho siempre que se dirigía a él lo hizo llamándole papá.
Además se puso a ayudar en la casa haciendo su parte e incluso algo más. No salió más por las noches ni volvió a tomar el sol en top-less. Estaba totalmente cambiada y no parecía la misma persona.
Lo que sí seguía haciendo era permanecer encerrada en su habitación horas y horas enganchada al ordenador, pero no volvió a contactar con el motero.
Richard estaba contento del cambio radical de su hijastra. Al final su amigo Peter había tenido razón. Sin embargo, no las tenía todas consigo. Quizá lo de Alexa era sólo un cambio temporal y más tarde volvería a las andadas. O quizá sólo estaba esperando para vengarse de él contándole todo a su madre cuando volviera.
No fue hasta la tercera noche que ocurrió algo inesperado.
Eran las tantas cuando Alexa entró sigilosamente en la habitación donde dormía su padrastro.
Por un momento la chica se quedó mirándolo comprobando que seguía dormido profundamente, entonces con mucho cuidado levantó la sábana y vio que su padrastro dormía completamente desnudo como solía hacer en verano. La joven le observó un rato inmóvil. A pesar de su edad el hombre tenía un cuerpo bello y proporcionado, apenas tenía tripa y no estaba mal de músculos. Al final de la espalda se le adivinaban unas nalgas redondas y fuertes sin un solo pelo. Alexa siguió levantando la sábana curiosa hasta que vio el pedazo de miembro que calzaba que en ese momento no estaba erecto pero sí bastante crecido.
Eso le hizo excitarse de modo que la propia Alexa se desnudó a su vez completamente y se metió en la cama con su padrastro.
Al contrario que él, ella no durmió, apretó su cuerpo desnudo contra él y se puso a acariciarle la pelambrera del torso. De cuando en cuando le daba besos cortos en el pecho e incluso llegó a lamerle quedamente sus pezones. Así estuvo un rato pero en un momento dado la chica se atrevió a más, buscó a tientas con su mano izquierda y llevó sus caricias al culo y luego al pene lo cual hizo que su padre se medio despertara e incluso buscara su boca para besarse con ella. La joven respondió devolviendo el beso con lengua.
- Sonja, ¿qué haces? ¿quieres hacerlo ahora?, dijo él aún en sueños.
A Alexa le pareció muy morboso que la confundiera con su madre y siguió masturbándole y besándole hasta que finalmente se deslizó hacia su cintura y lenta y suavemente se puso a comerle la polla y el agujero del culo.
Por supuesto su papá se estremeció de gusto y se despertó pero con todo a oscuras y viendo un bulto bajo las sábanas siguió figurándose que era su mujer la que se la estaba chupando como de hecho solía hacer a menudo. No estaba lo suficientemente despierto para comprender que aquello no era lógico pues Sonja llevaba semanas fuera, pero igualmente se dejó hacer.
Esto permitió que Alexa siguiera trabajando la polla de su padre durante unos minutos hasta que el hombre se corrió en su boca. Por supuesto Alexa recibió el semen de su padrastro y se lo tragó todo y después siguió chupándole la polla para limpiárselo bien.
- Sonja, pero ¿qué haces?, antes no eras tan traviesa, dijo el padrastro encendiendo la lámpara de la mesilla.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era su mujer y levantó la sábana.
- ¡Alexa!, pero, pero, ¿qué estás haciendo? ¿cómo te has atrevido?
Ella se quedó toda avergonzada intentando taparse con los brazos y manteniendo la cabeza baja.
Perdóname papá, no he podido evitarlo dijo sin advertir que aún tenía una gota de lefa en sus labios..
Pero tú me habías prometido…. ¿Ya has vuelto a las andadas, furcia?
Sí, papá, lo siento dijo toda humillada.
¿Acaso no te sirvió de nada el castigo del otro día?.
Sí, sí que me sirvió, pero creo que no fue suficiente…... Tienes que volver a castigarme y esta vez con mayor dureza.
¿Cómo?.
Sí, ven conmigo papá, lo tengo todo preparado en el sótano.
Y diciendo esto Alexa puso las manos en la nuca e invitó a su anonadado padre a acompañarla.
La joven no cambió de postura mientras llevaba a su padre al sótano. Por su parte Richard no sabía a qué atenerse pero en cuanto ella dio la luz y cerró la puerta la siguió escaleras abajo y entonces vio lo que había preparado.
Sobre una mesa la joven había dispuesto un complejo set de instrumentos de tortura destinados a ella misma.
¿Qué es eso? Dijo su padrastro sin terminar de entender.
Es para que me castigues, pero esta vez tendrás que atarme porque no creo que pueda soportar el dolor.
Esto lo dijo señalando unos clavos que había clavado ella misma en la pared de donde colgaban unas correas para atarla con los brazos y piernas estirados y muy abiertos.
(continuará)