Mi padrastro azota como nadie (11)

Al final a Richard lo de su hijastra le sale redondo.

Alexa había acudido nuevamente a casa de Peter para someterse al castigo ideado por el sádico amigo de su padre: una larga y cruel crucifixión.

El tipo la recibió en su casa y la hizo pasar sin más ceremonia.

  • Desnúdate, le ordenó mirándola con severidad y golpeándose la palma de la mano con una fusta.

Alexa ni siquiera dudó en obedecer la orden y se lo empezó a quitar todo sumisamente.

  • Vamos, más aprisa, rápido, dijo él impacientándose y dándose fustazos en la palma de la mano.

La chica lo hizo lo más rápido posible y cuando estuvo desnuda del todo y había guardado toda la ropa  en la maleta tras doblarla cuidadosamente,  puso las manos en la cabeza, abrió las piernas y mirando al horizonte se quedó en espera de la siguiente orden.

Peter se quedó un rato mirándola a placer mientras  acariciaba con la fusta su cuerpo desnudo.

  • Muy bien, zorra, estos tres días te has librado, pero ahora vuelves a estar en mi poder y empieza tu verdadero martirio.

Alexa miraba ahora sumisamente al suelo mientras sentía el tacto de la fusta y hacía esfuerzos por no temblar.

Peter siguió hablando con crueldad.

  • Te aseguro que mis amigos se van a encargar de ti como mereces, ja, ja.

El tipo siguió pasándole la fusta una y otra vez por la piel, dándole golpecitos en los pezones y metiéndosela entre las piernas pero ella lo soportó sin moverse.

  • Pero qué zorra eres, ya estás empitonada otra vez. Se nota que te gusta el tacto del cuero. Estás cachonda, ¿verdad?

  • Sí, mi amo

  • Sí, a mí no puedes engañarme. Además te has vuelto a depilar la pocha a conciencia para facilitar el trabajo de tus verdugos, ¿verdad?.

  • Sí.

  • ¿Te has hecho un enema como te ordené?

  • Sí señor.

  • A ver, métete un dedo en el culo y enséñamelo, quiero que salga inmaculado o sino te castigaré ahora mismo.

Para que Peter viera bien hasta dónde se lo metía Alexa se dio la vuelta y agachándose se chupó el dedo índice y se lo metió por la cloaca hasta la tercera falange hurgando con él a derecha e izquierda. Efectivamente cuando se lo sacó lo tenía limpio del todo.

  • Qué zorra  y qué cochina eres, seguro que te lo has limpiado a conciencia para que te sodomicen más veces.

  • Sí mi amo, dijo ella incorporándose y adoptando la postura de sumisión.

  • Muy bien puta, pues ahora vas a ponerte esas ropas que te he comprado, ya verás, ja, ja, ja, vas a estar muy elegante, seguro que te favorecen mucho, ja, ja.

Peter cogió una bolsa y vació su contenido en una silla.

Cuando  vio esas breves ropas Alexa sintió un escalofrío.

El modelito en cuestión era hortera a más no poder y más parecía  un disfraz de sirvienta porno que otra cosa.

Por describirlo someramente, consistía en unos zapatos de tacón negros y brillantes, medias negras de rejilla, ligas blancas en los muslos, string- tanga negro y traslúcido, una ridícula minifalda negra cortísima que apenas le tapaba nada, un delantal blanco con encajes y puntillas, guantes blancos, gargantilla negra y cofia.

  • Vamos, le dijo Peter dándole un fustazo. Pontelo todo, no quiero que mis invitados tengan que esperar por tu culpa.

Alexa nuevamente obedeció y se puso todas esas cosas encima.

Su sádico anfitrión le puso delante un espejo para que ella comprobara lo ridícula que estaba.

  • Ja, ja, que bien te sienta el disfraz de pornochacha, parece que has nacido con uno puesto.

Eso era mentira, no le quedaba nada bien, pues aparte de todo, las abultadas tetas de Alexa se salían por los lados del delantal que era demasiado estrecho.

  • Ahora date la vuelta y mírate.

Por detrás Alexa parecía que estaba desnuda del todo salvo por los delgados cordeles del tanga y el delantal.

Por último Peter añadió otra cosa sonriendo sádicamente.

  • Ponte esto también, quiero que todos  vean claramente  lo que eres.

Alexa sintió un escalofrío al ver el tapón anal.

  • Eso no, delante de ellos no, balbució.

  • ¿Por qué tanto remilgo?. El otro día viniste con él puesto por toda la calle y entonces no te importó. Vamos, métetelo y no lo dejes caer delante de mis invitados o te acordarás de esto

Muerta de vergüenza Alexa chupó el tapón anal para que le entrara mejor y ella misma se lo metió por el agujero del culo no sin dificultad ni dolor.

  • Ja, ja, ja. Se rio Peter, mostrándole otra vez el espejo. Al final no creo que te dure mucho puesto.

Alexa estaba profundamente humillada de que la obligara a  vestirse así con esas pintas. Casi hubiera preferido que la hubiera presentado a sus invitados completamente desnuda.

  • Y ahora escúchame bien, no quiero que una estúpida como tú meta la pata. Como buena puta tendrás que aceptar todo lo que te hagan y todo lo que te digan, ¿has comprendido?

  • Sí, mi amo.

  • No quiero que hagas ascos a ninguna orden, que desobedezcas o repliques, espero que esto también lo tengas claro, y diciendo esto le dio un fustazo en el culo que le hizo dar un brinco.

Vestida o más bien mal vestida con esos trapos, Alexa era la encargada de abrir la puerta a los invitados y darles la bienvenida. Efectivamente, al poco de vestirse de pornochacha llamaron a la puerta.

La muchacha recibió a los invitados sumisa y sonriente, y eso que algunos de ellos eran más viejos que su padrastro y que Peter, y casi todos más feos y vulgares que él.

Todos la miraron con lujuria y sadismo e incluso algunos le hicieron darse la vuelta para verla mejor.

Alexa obedeció a todo poniéndose muy caliente de exhibirse así ante todos esos desconocidos.

Él último en llegar fue el tal Stephen, un viejo ricachón de barba blanca  que a pesar de ser verano venía completamente trajeado, y siempre llevaba bastón  y sombrero. En ese momento  venía escoltado por cuatro gorilas con una pinta muy poco recomendable pues parecían recién salidos de un penal.

Cuando el viejo Stephen vio a Alexa, la miró con una mezcla de sadismo y desdén y quitándose la chaqueta se la ofreció sin mirarla.

Por el contrario, los cuatro gorilas se la quedaron mirando como cuatro lobos hambrientos en presencia de su presa.

Alexa sintió un escalofrío de miedo pero también se mojó de excitación al ver cómo la miraban esos cuatro.

  • ¿Es esta la puta? Preguntó Stephen a Peter  sin siquiera mirarla.

  • Sí,

-Muy bien, he traido unas cosas para ella, luego las vemos.

Y sin más los dos se fueron a hablar a un aparte.

Alexa  ofreció entonces unos cócteles a los invitados en una bandeja paseando entre ellos  medio desnuda mientras todos hablaban tranquilamente. Sin embargo ninguno podía evitar mirarla de reojo al pasar y cuchicheaban  sobre ella.  Entonces la joven sumisa creyó oir risas y algún comentario obsceno sobre el tapón anal que destacaba en su culo desnudo.

La muchacha estaba roja de vergüenza pues se sentía como el objeto de placer de todos esos pervertidos. Al de un rato tenía el tanga ya completamente mojado y algunas gotas de líquido se deslizaban ya por sus muslos, además no podía evitar tener los pezones tiesos y arrugados todo el rato y hacía esfuerzos desesperados por tapárselos con ese estrecho delantal. En cuanto al tapón anal, era muy incómodo pues tenía la sensación de que se le iba a caer al suelo en cualquier momento.

Lógicamente al de un par de minutos a los tipos se les empezaron a ir las manos a los muslos y nalgas desnudas de la muchacha ante el permiso cómplice de Peter.

Por su parte, Alexa respondió de forma complaciente a esos tocamientos limitándose a sonreir forzadamente  y dejándose tocar y sobar por todos esos cerdos todo lo que quisieron.

  • El animal tiene una piel muy suave decía uno.

  • Además se le nota muy dispuesta, mira los pezones cómo los tiene.

  • Cada vez hay más de éstas, yo creo que es el efecto de internet.

Alexa oía estos comentarios muerta de vergüenza y oía cómo se referían a ella como “la puta” o “el animal” pues nadie había dicho su nombre en ningún momento.

Ya sentados a cenar, ocurrió otro tanto de lo mismo y hubo más tocamientos por parte de los impacientes visitantes. La chica tenía que ponerse entre dos invitados para servirles los platos y ellos aprovechaban para tocarla y acariciarle a placer cogiéndole pellizcos, estrujándole los mofletes del culo y metiéndole mano para tocarle las tetas. Nuevamente ella se limitaba a sonreir y permanecer quieta para que esos babosos la sobaran con más comodidad.

Esos hombres lujuriosos y pervertidos estaban encantados del servicio que estaban recibiendo de Alexa, pero tras los postres aún lo estuvieron más.

Peter llevó a sus cinco invitados a tomar una copa y fumar en el salón, cómodamente sentados, mientras junto a la pared esperaban inmóviles los cuatro sicarios de Stephen. Entonces todos ellos se llevaron una sorpresa aún más agradable pues Alexa apareció de repente con una bandeja con seis copas de champán. Esta vez la joven venía completamente desnuda con grilletes en muñecas, tobillos y cuello y con unas delicadas cadenas doradas adornando su cuerpo. Antes de servirles las copas se quedó parada ante sus invitados en un bello contraposto para que todos admiraran su cuerpo y mirando al suelo en señal de sumisión.

  • Muy bien, dijo Peter levantando la voz. A partir de ahora la voluntaria queda a disposición de ustedes, hará todo lo que le manden y se someterá a lo que quieran hacer con su cuerpo. Para empezar les hará una felación a todos ustedes uno por uno y se tragará toda su corrida.

  • ¿Qué ocurrirá si deja caer una gota?, preguntó Stephen maliciosamente.

Peter improvisó

  • Por supuesto si deja caer una gota será castigada….. recibirá treinta latigazos.

Alexa hizo como si nada pero por dentro el corazón le empezó a latir más aprisa.

La chica ofreció sumisamente una copa a cada uno y luego se arrodilló delante  del primer invitado  y sacándole el pene  se lo empezó a chupar con total sumisión.

La esclava hizo las cinco mamadas una tras otra  lenta y delicadamente mientras ellos conversaban y aprovechaban para acariciar su cuerpo desnudo a placer. Tras hacerles eyacular en su boca se tragó toda la lefa sin dejar que cayera una gota al suelo.

Sin embargo cuando le tocó el turno a Stephen y estaba a punto de eyacular el muy cerdo cogió del pelo a Alexa y separando su cara por la fuerza, le impidió que se lo pudiera tragar. El hombre se masturbó entonces echándole la lefada sobre las tetas y los muslos, de manera que algunas gotas cayeron al suelo sin remedio.

Peter se apresuró a ir donde ella y darle un tortazo.

  • Puta estúpida, recoge lo que has ensuciado.

Alexa obedeció aunque no fuera su culpa y limpió con la lengua hasta la última gota que había caído al suelo, luego ella misma se lamió las tetas y sus propios muslos para regocijo de todos. Hecho esto se quedó de rodillas con la mirada baja en espera de su castigo.

  • La puta es una auténtica inútil  Peter, dijo Stephen ahora habrá que flagelarla, cincuenta latigazos dijiste ¿no?

En realidad había dicho treinta, pero con esa pregunta Stephen le condenaba a veinte latigazos más gratuitamente y por las buenas.

Alexa ni siquiera se atrevió a mirarle a los ojos pero comprendió que el tal Stephen era un sádico retorcido y compadeció a la esclava que cayera en su poder de por vida.

Por su parte Peter quiso agradar a Stephen cumpliendo la sentencia en ese momento.

  • Sí, cincuenta latigazos, ven aquí zorra, ya te advertí que obedecieras y no lo has hecho.

  • Espera, espera un momento, Peter, no es que dude de tu habilidad con el látigo, dijo Stephen acariciando la cabeza de Alexa. Está claro que tu esclava merece un tratamiento especial  y   me gustaría que mis hombres se encargaran de aplicarle el castigo, ¿te importa?.

  • De acuerdo, no hay ningún problema.

  • ¿Dónde hay un lugar adecuado?

  • En el garaje, allí hay todo lo necesario.

  • Está bien, de todos modos ya te he dicho que he traído mis propios juguetes, por favor quítale esos grilletes que le vamos a poner otras restricciones.

  • Peter lo hizo y entonces los hombres de Stephen sacaron de un cofre un cepo de hierro rígido con agujeros para muñecas y cuello  y unos zapatos de tacón muy especiales con unos agudos pinchos en el talón que obligaban a la esclava a caminar de puntas si no quería pincharse la planta de los pies.

Los sayones le pusieron ambas cosas pero aún le faltaba el último aditamento.

Ese se lo puso el propio Stephen pues lo traía en un cofrecillo muy elegante que uno de sus hombres sostenía entre las manos.

Muy seriamente Stephen se levantó de su butaca  y se acercó a Alexa que ahora tenía las manos levantadas a ambos lados de la cara y atrapadas al mismo cepo que constreñía su cuello.

Con una sonrisa sádica, el viejo se acercó a la chica y acarició sus tetas con sus manos huesudas y temblorosas aprovechando que ella no podía impedirlo.

Alexa le miraba a su vez un tanto acojonada.

  • Qué pechos tan bonitos tiene y qué suaves son.

Y diciendo esto el viejo sacó su denterosa lengua y se puso a lamer uno de los pezones de la chica haciendo que se le pusiera duro.

Alexa tuvo que reprimir un gesto de asco.

  • Qué bonita, pero qué bonita, dijo el viejo Stephen echando babas mientras le empezaba a lamer el otro pezón.

  • Dime Peter, dijo el viejo al comprobar así la sensibilidad de sus pechos  ¿está en venta la esclava?, pagaré lo que sea por ella.

Alexa respiró apurada al oír eso y miró anhelante a Peter.

  • Me temo que no Stephen.

  • ¡Qué pena!,  me hubiera gustado añadir a mi colección un animal tan bello ¿y qué me dices de alquilarla?, ¿se puede alquilar por un tiempo?.

Aquí Peter dudó más, pues olía el interés del viejo y eso significaba mucha pasta.

  • Bueno…., eso ya es otra cosa, dijo como para ganar tiempo

Nuevamente al oir eso Alexa le miró muy alarmada pero no pudo protestar ni decir nada.

  • Depende del tiempo y de lo que pagues por ella, añadió  Peter mirándola con crueldad.

De sobras sabía Peter lo que significaba para una chica tan joven y atractiva caer en las garras del sádico de Stephen y de sus secuaces.

El viejo ya le pellizcaba los pezones a la chica y calculó una cantidad. No obstante pagaría lo que fuera pues si algo le sobraba era el dinero.

  • ¿Qué te parecen cinco mil pavos por alquilármela un mes entero?

  • ¿Qué tal nueve mil?

  • Siete. Stephen miraba cruelmente a Alexa que en ese momento se sentía muy alarmada por lo que estaba pasando.

  • Ocho mil y no se hable más

  • Siete mil quinientos, dijo el viejo.

  • De acuerdo, siete mil quinientos por un mes  pero tienes que dejar que Richard y yo vayamos a visitarla una vez por semana, pues tenemos que supervisar lo que haces con ella.

  • ¿Quién es Richard?

  • Su otro amo, él y yo vamos a medias y de todos modos tiene que dar su consentimiento.

  • De acuerdo, entonces, un mes entero. Ya verás preciosa le dijo retorciéndole los pezones en direcciones opuestas. Te llevaré a mi mansión en el campo y mis cuatro verdugos jugarán contigo cada uno de los treinta días que estarás en mi poder, ja, ja.

Alexa abrió la boca y ahogó un grito de dolor mientras sentía su sexo mojado y caliente.

  • Y ahora preciosa, como anticipo de lo que te espera mis hombres te van a flagelar, pero antes te van a llevar con esto hasta el lugar del tormento, y abriendo el cofre sacó un juego de cadenillas de la que colgaban cuatro pequeñas cabezas de lobo realizadas  en acero dorado.

El viejo mostró  orgulloso a sus sádicos amigos el elegante objeto de tortura consistente en cuatro pinzas en forma de cabeza de lobo. Al abrirse, las pinzas simulaban ser las fauces al final de las cuales destacaban cuatro afilados pinchos que hacían las veces de los colmillos del animal.

  • El lobo es el animal heráldico de mi familia y suelo adornar a todas mis esclavas con estos aditamentos.

El sádico viejo acarició uno de los pezoncitos de la chica con una de ellas y ante los aterrorizados ojos de Alexa le mordió ambos pezones, lengua y clítoris con los cuatro provocando que la joven lanzara los primeros aullidos de su tortura mientras se retorcía del espantoso dolor.

El resto de los invitados aplaudieron entusiasmados y tras mostrársela bien  cómo sufría, los sayones de Stephen se llevaron a la llorosa chica al garaje  tirando de las cadenas y dándole latigazos.

La joven caminaba dando traspiés con esos infernales zapatos y sufriendo unos horrendos tirones en las partes más sensibles de su cuerpo. Además oyó cómo los verdugos e invitados se burlaron de su lengua que ahora colgaba  grotescamente fuera de su boca. La esclava  echaba lágrimas y babas sin parar mientras pedía piedad desesperada

  • Avisadnos cuando la tengáis preparada para la flagelación, dijo Stephen, y entre risas se volvieron a sentar para seguir con las copas y los puros.

Conducida por los cuatro verdugos al garaje Alexa no dejó de llorar ni gemir andando de puntillas para no pincharse con los zapatos. Los cuatro lobos tiraban de las pinzas sin piedad provocándole un sufrimiento atroz.

  • Camina esclava, le dijo el que le daba los latigazos. Vete acostumbrándote al mordisco de los lobos, en la finca del señor Stephen te los pondremos todos los días para que no se te olvide a quién perteneces.

Ya llegaban al garaje cuando de repente uno de ellos decidió cambiar de idea.

  • Espera, espera un poco, no tan deprisa. Allí está la cruz, vamos a verla.

De este modo obligaron a Alexa  a hacer un recorrido mucho más largo entre trompicones ayes, risas y latigazos.

Una vez llegaron a la cruz Alexa pudo ver bien el que iba a ser el lugar de su suplicio.

Peter lo había preparado todo concienzudamente y había llevado todo el instrumental de tortura que había especificado en las bases. Asimismo había limpiado  el brasero y lo había llenado de madera para hacer brasas, mientras las tenazas, agujas, dildos y peras de la angustia se situaban en perfecto orden sobre una mesa limpias y desinfectadas..

Los hombres estaban razonablemente satisfechos y alabaron los preparativos de Peter prometiendo a Alexa las penas del infierno con todos esos objetos.

Ya se la llevaban hacia el garaje cuando uno de ellos sugirió que aún no la habían catado  y que no pasaba nada por demorarse un rato.

  • Esos de ahí están muy cómodos y no hay prisa, ¿por qué no vemos cómo folla esta zorra antes de darle los latigazos?

  • Si tiene pinta de puta anal con ese tapón metido en el culo.

  • Además la chupaba con mucha afición a esos vejestorios. Venga guapa, te quito la pinza de la lengua y tu nos lo agradeces con una mamada a los cuatro, ¿hace?

Alexa dijo que sí con lágrimas en los ojos pues no soportaba la pinza de la lengua ni un segundo más.

  • Lo que yo te diga, menuda puta tetona, creo que lo vamos a pasar en grande el mes que la va a alquilar el amo.

  • AAAYYY

Alexa gritó como una descosida cuando le abrieron la pinza de la lengua.

  • Bueno y ahora en cuclillas y a chuparnos las vergas bien chupadas como has hecho antes.

  • Ja, ja, y procura que no caiga ninguna gota de semen al suelo o añadiremos otros cincuenta latigazos de nuestra cuenta.

Alexa tuvo que hacer otras cuatro felaciones con la lengua herida y manteniendo un incómodo equilibrio sobre esos zapatos diseñados por el mismo diablo y el cepo que atrapaba su cabeza y sus manos.

Encima esta vez no pudo ni siquiera hacer las mamadas por turno pues esos cuatro bestias no la dejaban en paz un momento y reclamaban a bofetadas, puntapiés o tirando de las pinzas la atención de la joven.

A pesar de eso Alexa consideraba un placer meterse esos miembros de carne suave dura y palpitante en la boca, así que se la chupó con cuidado y dedicación disfrutando como podía de la experiencia. Esos cuatro estaban muy bien dotados y la joven se consideró afortunada de que se la follaran cuanto quisiesen en el siguiente mes.

Dos de ellos debían tener las pelotas cargadas o la chica les había gustado de verdad pues al de pocos lametones le descargaron en la cara una imponente lefada que casi la deja ciega.

No obstante, esos cuatro no se conformaron con un chupa chupa sino que al de un rato uno de ellos se puso entre sus piernas invitando a Alexa a empalar su coño. En ese momento y a pesar de sus esfuerzos por no pincharse los pies la joven gritaba de placer empalándose profundamente en el pene enhiesto del verdugo.

No obstante cuando estaba a punto del orgasmo el otro  la obligó a inclinarse brutalmente y sin hacer caso a sus ruegos la sodomizó brutalmente.

Alexa tuvo así su primer orgasmo de la noche traspasada por tres pollas a la vez.

Cuando terminaron de follársela todas las veces que quisieron los sayones arrastraron a Alexa hasta el garaje.

Realmente no esperaban encontrar allí toda aquella parafernalia y cuando vieron los instrumentos de tortura de Peter se quedaron muy sorprendidos. Sin embargo, ya que estaba allí se aprovecharon de ella.

Así empeoraron mucho la flagelación de la muchacha haciéndole subirse a horcajadas al pony, colgando el cepo del techo y con los pies descansando sobre los zapatos de pinchos. Alexa quedó así en un equilibrio inestable en el  que su entrepierna podía chocar dolorosamente contra la rugosa madera del pony.

Asimismo a Alexa le quitaron las pinzas de los pezones y del clítoris entre gritos de dolor para que los látigos hirieran y golpearan sin  obstáculos su carne desnuda.

Cuando Stephen y sus invitados acudieron para asistir a la flagelación, la joven desnuda les esperaba temblando haciendo supremos esfuerzos por no perder el equilibrio.

  • Hola preciosa, le dijo Stehen mientras terminaba de fumar su cigarro y se lo apagó en el costado derecho haciendo que ella gritara y temblara de dolor.

Los latigazos se los dieron dos verdugos a la vez con single tails uno por delante y otro por detrás. Los hombres manejaban los flagelos con gran habilidad y en los cincuenta latigazos que le propinaron sin descanso, Alexa estuvo a punto  de volverse loca de dolor.

Los látigos arañaban literalmente su piel pues le golpeaban en horizontal, de izquierda a derecha dejándole unas características marcas horizontales o ligeramente oblicuas por todo el cuerpo.

Algunos de los invitados se masturbaban al ver el rostro crispado de la chica llorando y pidiendo piedad desesperada mientras perdía el equilibrio constantemente y tenía que elegir entre pincharse los pies o golpear su sexo contra la cuña.

La interminable flagelación casi le hizo desfallecer y probablemente le dieron mucho más de cincuenta latigazos pues nadie contó los golpes.

Cuando por fin pararon bajaron a la chica del pony y se la llevaron a los invitados para que vieran de cerca los efectos del látigo sobre su piel.

Stephen la miró con atención y luego mirándole a los ojos ordenó a sus hombres que la crucificaran…….

Entre tanto, a poca distancia de allí Richard seguía en la cama con su mujer.

Esta estaba agotada del viaje así que después de follar con su marido se había quedado dormida.

Fue entonces cuando Richard recibió un whatsapp de su amigo Peter.

  • “La zorra ya está en la cruz, te adjunto foto”.

Richard la abrió con cuidado de que su mujer no la viera y se quedó muy impresionado pues su hijastra aparecía crucificada en cuclillas con los brazos muy abiertos y estirados por encima de su cabeza y su cuerpo desnudo brillante de sudor y surcado de marcas de latigazos.

  • “El viejo Stephen quiere comprar a Alexa”  siguió Peter.

  • “¿No te habrás atrevido?”

  • “¿Y matar a la gallina de los huevos de oro?. Ni pensarlo. Se la he alquilado por un mes”.

  • “¿Sin consultarme?”

  • “Te estoy consultando ahora”.

  • “¿Cuánto ofrece?”

  • “Siete mil quinientos, la mitad para mí y la otra mitad para ti”.

  • “De eso nada, cinco mil para mí y dos mil quinientos para ti”.

  • “Eres un buitre, el negocio lo he hecho yo”.

-“ Es eso o nada, tú verás……. Creo que podías haber sacado más”.

  • “A cambio nos deja ir a su mansión una vez por semana. Yo la conozco, él sí que tiene una cámara de tortura de verdad, y tres o cuatro esclavas de la edad de Alexa…… Nos dejará jugar con ellas”.

  • “Ja, ja, eso cambia las cosas…..mañana me pasaré por allí, cuida bien de mi hijastra”.

  • “Descuida. Te esperamos”.

Richard acabó la conversación y mirando a Alexa crucificada empezó a masturbarse, entonces cuando ya la tenía tiesa miró a su mujer desnuda a su lado y a base de besos y caricias consiguió despertarla.

Esta abrió los ojos dulcemente y tras desperezarse se restregó contra Richard buscando más sexo.

  • Hmmm, veo que ya te has recuperado. ¡Qué rápido! le dijo acariciando su pene.

  • Oye cariño, ¿podríamos probar algo nuevo?.

  • ¿El qué? dijo ella un tanto extrañada, y para su sorpresa vio cómo su marido sacaba unas esposas del cajón de la mesilla.

Lejos de disgustarse, su mujer sonrió con complicidad.

  • Eh, pero qué pervertido te has vuelto, hoy voy de sorpresa en sorpresa.

  • Compréndelo querida,  la culpa la tiene el porno.

  • Ya, ya me imagino que habrás tenido que tirar de eso, bueno como te has portado tan bien con Alexa te tengo que recompensar d ealguna manera ¿como me las vas a poner?

  • Pon los brazos a la espalda.

Y Sonja se dejó esposar por su marido muy excitada y luego le dejó que le pellizcara y retorciera sus pezones aguantando el dolor con gestos de placer. Sonja tenía unos pechos que poco tenían que envidiar los de su hija.

  • Bien esclava, ahora arrodillate y chúpamela.

  • Sí mi amo, dijo Sonja siguiendo la broma y le hizo una felación de rodillas mientras Richard se recostaba cómodamente.

Mientras su mujer se la chupaba con la habilidad de costumbre Richard no dejaba de  pensar en su hijastra preguntándose que le estarían haciendo en ese momento…..

Sonja siguió chupando y chupando, en realidad la mamada no le duró mucho pues aparte del efecto de su mujer desnuda y esposada haciéndole una mamada el hombre  no podía dejar de pensar en Alexa.

De repente le entró un mensaje por el móvil, era una fotografía.

Richard la abrió y se sonrió.

  • ¿Quién es?, preguntó Sonja dejando la felación por un momento.

  • Nada, una tontería de Peter.

En la foto aparecía Alexa crucificada, en ese momento dos de los gorilas de Stephen le estaban pellizcando a la vez los pechos con las tenazas y se los estaban estrujando y retorciendo mientras ella gritaba con la cabeza vuelta hacia el cielo.

A Richard le costó interpretar el gesto de Alexa y no hubiera podido afirmar que fuera de sufrimiento o de placer……

Fin.