Mi original primer encuentro con mi amo
De la nevera cogí un huevo mediano y siguiendo las instrucciones de mi amo lo introduje en mi mojado sexo haciendo presión con un dedo nada más e introduciéndolo también para que quedara bien adentro.
Después de haber leído muchos relatos sobre los primeros encuentros entre amos y esclavas tenía una idea preconcebida de como sería el mío: habitación de hotel, la espera desnuda en postura de sumisión, cuerdas, vendas, mordaza, mi collar de perra... y cualquier parecido con la realidad fue pura coincidencia. Las únicas coincidencias estaban en mis nervios y en la excitación que sentía.
Aquel mediodía, cuando llegué de trabajar, lo primero que hice fue preparar una bolsa de tela con las cosas que debía llevar: el dilatador, el vibrador, preservativos y lubricante. Mi amo llevaría otras cosas que no me quiso revelar.
Desnuda delante del espejo del baño, llené mi xoxo de espuma. Las manos me temblaban mientras procedía a su depilación. No era la primera vez que lo hacía, pues poco después de nuestro primer encuentro con la cam me había hecho depilármelo delante de él y desde entonces procuraba llevarlo siempre bien rasurado, pero ese día estaba nerviosa y excitada.
Después me metí en la ducha donde procedí a mi higiene, prestando especial atención a mi sexo y a mi culo en el que introduje dos dedos para asegurarme que estaba bien limpio.
Aunque soy enemiga de las cremas y mi piel es muy suave, usé un body milk que por la suavidad de su olor siempre me hace sentir sexy. Cepillé bien mi largo cabello negro, le saqué los rizos y me lo recogí en una coleta para que no me cayera a la cara en ninguna circunstancia.
De la nevera cogí un huevo mediano y siguiendo las instrucciones de mi amo lo introduje en mi mojado sexo haciendo presión con un dedo nada más e introduciéndolo también para que quedara bien adentro.
Me puse un poco de colonia de la misma marca que el body milk y deslicé por mi cuerpo el vestido que mi amo había escogido para esa primera cita. Un vestido de finos tirantes que se ajusta perfectamente a mis formas. Calcé mis pies con unas sandalias negras de tacón bajo y me dirigí al lugar de la cita.
Para esta primera cita, mi amo había elegido una popular cafetería de Benidorm, donde yo esperaba nerviosa, mojada y en tensión. Yo llegué antes de la hora, pero mi amo también, pues acababa de sentarme cuando lo vi llegar. No sabiendo como actuar, me levanté y salí a su encuentro, quedándome parada delante de él. Me miró de arriba abajo evaluando a su esclava y dando su aprobación.
Tomamos asiento en una mesa de la terraza donde sin darme cuenta al sentarme crucé las piernas. Fue la primera advertencia de mi amo:
Las piernas siempre sin cruzar, abiertas y separadas, no vuelvas a olvidarlo.
No, amo, perdóname,- contesté bajando la cabeza, avergonzada por haber cometido un error en algo tan sencillo y nada más producirse el encuentro.
Mientras bebíamos un refresco, charlábamos de cosas intrascendentes hasta que conseguí controlar un poco mi nerviosismo, momento en que mi amo decidió que nos marcháramos.
Me permitió ir delante de él puesto que íbamos a coger mi coche. Yo notaba su mirada recorriendo mi cuerpo, observando mi forma de andar.
Había vuelto a ponerme nerviosa y mi amo decidió conducir él.
Antes de arrancar, y sentada directamente sobre el asiento del coche mi amo levantó mi vestido para asegurarse de que no llevaba tanga.
¿Llevas el huevo?
Sí, amo
La pregunta fue acompañada por su dedo dentro de mi xoxo hasta notar el huevo y sacar su dedo mojado por mis jugos. Dedo que me hizo lamer para limpiárselo, ante mi vergüenza porque aún estábamos parados y es calle de mucho paso. Mi amo estaba satisfecho, arrancó el coche y nos dirigimos a las afueras de Benidorm en dirección a los pueblos del interior.
Durante todo el trayecto, mi amo no dejaba de tocar mi sexo, de darle algún que otro azote y de meter un dedo dentro de mí.
Ya estábamos llegando a lo que habría de ser nuestro destino cuando mi amo se puso serio y me dijo:
A partir de este momento, no puedes hablar, obedecerás mis órdenes sin protestar y sin tardar, me responderás como debes y sobre todo NO PUEDES CORRERTE.
Puedes pedírmelo, suplicármelo y si estoy satisfecho contigo y lo deseo te lo permitiré.
Sí, amo,- musité muy bajo, mientras un gemido se me escapaba debido a sus caricias.
Jajajajajajajajaja, qué perrita más caliente tengo,- se rió mientras daba otro azote en mi clítoris que en ese momento ya sobresalía bastante de entre mis labios.
Llevó el coche por un camino vecinal y aparcó debajo de un árbol.
Se giró hacia mí, me miró fijamente y...... me besó. Su lengua buscaba la mía obligándola a responder, a jugar con la suya, mientras su mano se entretenía en mi sexo.
DESNUDATE y saca el huevo
Lo saqué empujando ante su atenta mirada. Lo recogió y me lo acercó a la boca para que lamiera mis jugos. Salió muy caliente.
Reclinó el asiento hacia atrás y me hizo dar la vuelta para poner las manos en el respaldo y mostrarle mi culo. A partir de ese momento el orden se confunde en mi mente.
Me azotaba las nalgas, pellizcaba mi clítoris, metía los dedos, me puso dos pinzas en los pezones, pero en vez de las habituales de la ropa que yo había usado siempre durante el entrenamiento, eran de las que se utilizan para poner los rulos del pelo, azotaba mi xoxo.
Cuando cogió el vibra fue delirante. Yo jamás había conseguido darme tanto placer ni excitarme tanto como me estaba ocurriendo bajo las hábiles manos de mi amo. Después de acariciar con el vibra todos los ángulos de mi clítoris, presionando de distintas formas, yo con las manos encima de mi cabeza y sin parar de gemir, me folló con el durante un buen rato. Luego me puso de nuevo arrodillada en el asiento y volvió a azotarme el culo que ya estaba bien colorado y mientras me follaba el xoxo con los dedos, lo hacía con el vibra en mi culo. Yo ya no podía más y no cesaba de suplicarle que me permitiera correrme. Me tuvo un buen rato negándomelo y suplicándoselo continuamente: "Por favor, amo, te lo suplico, déjame correrme o para porque no aguanto más",- tuve que decirle al borde de las lágrimas.
Ahora, perra, ahora puedes correrte.
Gemí, grité, me retorcí ante todo lo que me hacía y exploté en uno de los mayores orgasmos que he tenido nunca. Caí sobre él y empecé a lamerle el brazo que es lo único que tenia cerca mientras disfrutaba de los últimos temblores de mi cuerpo.
En ese momento, nos dimos cuenta que otro coche estaba aparcado al otro lado del camino. Para mí no había duda de que su ocupante no había perdido detalle de lo que sucedía en mi coche y hasta me pareció ver que se estaba haciendo una paja.
Mi amo arrancó el coche sin permitir que me vistiera y nos dirigimos a otro sitio tranquilo lejos de miradas inoportunas. Una vez allí, se sacó su polla y me ordenó chuparsela empezando por los huevos y con la orden de tragarme toda su leche sin derramar una gota.
Empecé comiéndole los huevos despacio, primero uno, luego el otro, llevando mi lengua desde su culo hasta la punta de su capullo. Lamí su polla con adoración, como si de un rico helado se tratara, jugué con ella, le di golpecitos en la punta, tracé círculos y me la tragué entera, subiendo y bajando con ella dentro de mi boca en un movimiento constante. Cuando descargó su leche en mi boca me la tragué entera y seguí jugando con su polla y mi lengua hasta que la dejé bien limpia. Luego me quedé con la cabeza recostada en la barriga de mi amo que satisfecho con su perrita, acariciaba mi cabeza mientras se fumaba un cigarro.
Para nuestro próximo encuentro, mi amo ya me ha anunciado que pasaremos todo el día juntos: me marcará, me exhibirá, me atará, me azotará, follará todos mis agujeros y me hará todas las cosas que yo me hago delante de él. Y yo le obedeceré y seré la más feliz y sumisa de las esclavas.
Fdo: esclava María