Mi orgía privada

Lo que parecía seria una noche de sexo romántica se convirtió en una orgía en la que tres hombres hicieron de mi cuerpo un objeto de placer.

Mi orgía privada

Lo que parecía seria una noche de sexo romántica se convirtió en una orgía en la que tres hombres hicieron de mi cuerpo un objeto de placer.

Hola, para aquellos que no han leído mis anteriores relatos, les diré que mi nombre es Virginia aunque mis amigos me dicen Vicki, soy una mujer de casi 40 años pero mantengo mi cuerpo bien formado gracias a una dura disciplina de gimnasio mis curvas se marcan y mi culito es respingón y mis nalgas y pechos son duros. Mi historia es la de muchas mujeres, me casé a los 17 años tuve dos hijos pero ni un solo orgasmo en 16 años de casada, hasta que mi marido decidió cambiarme por un modelo mas joven y me dejó por su secretaria. Gracias a un buen abogado y al dinero de mis padres aseguré mi nivel de vida y ahora manejo una tienda de antigüedades que completa mi cómoda situación económica. Tiempo después de mi divorcio y gracias a un amigo de la secundaria, encontré el sexo recreativo y muchos, muchos orgasmos y diversión, sin embargo, vivo en una ciudad con una moral anticuada por lo que debo ser cuidadosa si no por mi que soy una zorra bien hecha si por mi familia.

Bueno ahora entenderán porque me encontraba en un autobús, enfundada en una gabardina, con peluca y lentes negros de camino a la Cd. más grande del mundo donde nadie me reconoce, con la única intención de encontrarme con Alberto.

Conocí a Alberto hace un par de años en una convención de anticuarios en el sur del país, desde el principio congeniamos y platicamos mucho y cuando salimos a cenar con algunos de los asistentes al final del viaje éramos buenos amigos al grado que casi no notamos cuando todos se retiraron y quedamos solos platicando. Sin saber bien como esa noche terminamos en la cama, rompiendo ambos reglas importantes, la mía de no tener sexo en la primera cita y él la de no engañar a su esposa. Pero el sexo fue delicioso tanto para él como para mí.

Al día siguiente el sólo se despertó fue a su cuarto como sin nada, no supe nada más de él hasta que unos meses después recibí un correo de Alberto invitándome a pasar un fin de semana en Acapulco, se había divorciado y encontró el sexo recreativo igual que yo. Desde entonces de cuando en cuando nos vemos para pasar unos días de sexo, ni él ni yo queremos una relación de pareja sólo sexo divertido, fogoso, cachondo y todos los atributos que quieran darle.

Al llegar a la Terminal yo era otra, la peluca había desaparecido al igual que la gabardina, los lentes obscuros se habían convertido en un par de anteojos pequeños, que por supuesto no sirven para nada pero me dan un aire de intelectual. Me dirigí al hotel muy cerca de la Terminal de Autobuses, uno de esos que sin ser de paso no hacen muchas preguntas y me registré como la Señora López diciendo que mi esposo llegaría más tarde, por suerte nadie noto el nombre diferente en la tarjeta de crédito.

Me di un baño y mientras observaba como se me veía el sexy juego de ropa interior en color azul agua, el bra con un ligero encaje en la parte superior que dejaba ver la parte superior de mis pechos, les añadía solidez y presencia a la que de por si tienen, la tanga con el pequeño triángulo que cubría mi conejito, el que había recortado y cuidado para hacerlo mas atractivo; atrás el puente corría y cubría mi culito respingado el elástico con encaje lo hacía ver aún más cachondo.

El sonido de mi móvil me despertó de ver mi imagen en el espejo de cuerpo entero mientras me imaginaba como Alberto me quitaría esos dos pedazos de ropa intima que había comprado especialmente para la ocasión. Era Alberto, se encontraba del otro lado de la ciudad y se preguntaba si no me importaría adelantarme al restaurante que yo ya conocía, la verdad sentía un poco de hambre por lo que dije que sí. Me calce las medias blancas con un liguero y zapatillas de tacón aguja, y un vestido azul tenue con un escote redondo que permitía a mis pechos asomarse y de falda bastante corta que dejaba al descubierto casi todos mis firmes músculos.

La idea que me había hecho de que en realidad me veía cachonda quedó mas que confirmada cuando vi la cara del botones del hotel cuando salí del elevador. Y crucé el Lobby para solicitarle un taxi. Me recorrió de arriba abajo y yo e hice un poco desentendida pero sonreí para mi.

El taxista hacía esfuerzos para ver por el retrovisor mis pechos bien mostrados por el sujetador y por el escote de mi vestido y seguramente se lamentó de no tener uno de esos autos pequeños que no tienen el asiento del pasajero para poder ver mis piernas.

El trayecto fue corto, al llegar al restaurante me esperaban y me mostraron la mesa. Había algunas mesas ocupadas, muchas por parejas, no pude evitar pensar que como Alberto y yo pronto estarían en un motel teniendo el sexo más salvaje posible. Al pasar por una mesa ocupada por cuatro hombres sentí como la conversación se detuvo y los cuatro pares de ojos que me siguieron y que me desnudaron con la imaginación, sentí una gran excitación y traté de no perder el paso siguiendo al capitán de meseros. Nuestra mesa era una del fondo y protegida. Pedí algo de comer y un tequila para esperar.

Alberto no tardó mucho, llegó apresurado y buscándome con la mirada. Me sorprendió cuando se detuvo a saludar a los cuatro sujetos que me habían desvestido mentalmente al pasar. Llegó entonces hasta donde estaba yo y me saludo con un beso en la boca. Como siempre comimos y bebimos vino de vez en cuando él acariciaba mis muslos, llegando a parte interna y subiendo un poco mi falda. Cuando estábamos disfrutando de un buen filete se acercaron a nuestra mesa dos de los hombres de la otra mesa eran amigos de Alberto, Humberto un hombre mayor, con pelo entrecano, debo decir que no feo, el otro Luís mucho mas joven y mucho mas guapo y algo mas callado. Se sentaron y empezamos a conversar ellos ordenaron una botella de tequila para todos bebiéramos de ella.

Poco a poco y sin sentirlo se fue haciendo de noche seguimos bebiendo, con cada caballito (así se llaman los pequeños vasos en los que se bebe este licor) de tequila y con las caricias de Alberto yo me ponía más cachonda. La conversación subió de tono y algunos chistes colorados subieron la atmósfera sexual de la plática. De cuando en cuando Alberto y yo nos parábamos a bailar en la pequeña pista del restaurante, cada vez más apretados y cada vez más cachondos. Al voltear de reojo veía que Humberto y Luís me veían con lujuria. Finalmente susurré al oído de Alberto

-Creo que tus amigos ya saben lo que vamos a hacer y por eso no se van-

-Si, no se como decirles que se vayan-

-¿Quizá quieran que los invitemos, No crees?-

Alberto me miro y me preguntó -¿Quieres?-

Un poco nerviosa dije –Bueno alguna vez dijimos de explorar algo así-

-Esta bien- dijo él con una sonrisa pícara dibujada en el rostro.

Con paso vacilante, por los nervios y por el alcohol, nos acercamos a la mesa e invitamos a los dos hombres a vernos en nuestro cuarto de hotel, justo a tiempo cuando el mesero traía la cuenta pues el restaurante cerraba, pasaba ya de la media noche.

Sintiéndome nerviosa pero a la ves excitada e incluso mojada de la entrepierna fuimos hasta el auto de Alberto. Llegamos al estacionamiento subterráneo y subimos directamente hasta la habitación. Era un sexto piso y las luces de la ciudad brillaban sin barrera, decidimos dejar la cortina abierta.

Entré al baño a orinar, al bajar mis pantaletas pude ver la gran mancha de humedad que había salido de mi vagina. Oí la puerta abrirse y las voces al saludar, Humberto y Luís habían traído tres botellas más de tequila y vasos. No había marcha atrás.

Humberto, Luís y Alberto sirvieron cuatro vasos de tequila. Yo salí del baño, vestía sólo un juego de bra y bragas de color rosa pálido y una pequeña bata transparente del mismo tono, cuando abrí la puerta los tres hombres voltearon hacia mí y quedaron cayados y boquiabiertos caminé unos pasos contoneando todo mi cuerpo, finalmente Luís soltó un silbido. En ese momento yo había llegado hasta la mesita que tenía los vasos con el licor, tomé uno y lo bebí de un trago, los tres hombres se apuraron para rellenarlo mientras yo repesaba mis nalgas al bulto de Alberto quien bebía de pie. Dándome la vuelta de manera muy sexy y llevando mi mano para acariciarle la pija, mientras le daba la vuelta. Me acerqué luego a Humberto quien tenía su mano entre sus piernas acariciándose el paquete. Le quité la mano y abrí su bragueta, metí la mano y saqué su ya excitada verga, la acaricie tantito, me quité la bata y la dejé caer sobre su palo erecto como hasta bandera, luego lleve dos dedos a mi boca y los besé, para llevarlos hasta el pene cubierto por mi bata transparente.

Lo deje para ir hasta donde estaba Luís, el más chico de los tres hombres, lo tomé del pelo y lo llevé a la cama, lo senté en la orilla y delicadamente desabotoné su camisa y casi sin parar bajé sus pantalones luego subí lentamente para quedar montada sus piernas.

-Quítame el Bra- le susurré al oído.

Con manos vacilantes trató de desabrochar el sujetador, yo aproveché el momento para voltear a ver a los otros dos.

Mi sujetador cayó al piso, el chico quedó mirando mis pezones, erectos y duros por mi excitación, fui yo la que los colocó para que sus labios empezaran a besarlos, y luego a lamerlos. Mis caderas se movían cadenciosamente sobre su verga que estaba ya bastante dura. Mi cabeza hacia atrás y de mi boca salían pequeños gemidos de placer.

Mi emoción era más que evidente mi tanguita estaba muy mojada, me incorporé y me di vuelta enseñando mis nalgas, primero a Alberto y Humberto luego a Luís, muy lentamente y lo moviéndome lentamente baje mi tanga, muy despacio, Luís trataba de agarrarme las nalgas, pero yo lo evadía haciendo que su interés fuera más y más.

Alberto había puesto música en el radio lo cual dio mayor impresión a mi Strip tease. Cuando subía después de quitarme la tanga dejé que Luís me besara el culo lo cual me puso mas cachonda, giré despacio, Luís seguía besándome las nalgas hasta que llegó a mi conejito, perfectamente depilado en la línea del bikini. Después de un par de buenas lamidas y de besarme el clítoris lo empujé a la cama, su rabo estaba ya bien recto, me subí en él y me ensarte ese juvenil instrumento en mi cueva, que estaba empapada. La vara entró hasta el fondo, empecé a cabalgarlo, cuando la tenía adentro yo me movía en círculos, luego hacia arriba y luego hacia abajo. Poco a poco sentí como mi sexo se apoderaba de toda la escena, oleadas de placer salían de mi vagina, subían a mi clítoris y recorrían mi cuerpo, tuve el primero de los muchos orgasmos que tendría esa noche. Luís estaba también muy excitado y se corrió arrojando grandes chorros de semen, la mayoría del cual se depositó en mi vientre y algo alcanzó mis senos. Jadeando y sudando por el orgasmo tomé parte de la leche de Luís con mis dedos y los saboreé, el resto lo distribuí en mi cuerpo, especialmente en mis pechos y estómago. Luego limpié el pene de Luis con la boca.

La verga de Luis, al sentir las caricias de mi lengua, rápidamente se recuperó lo que me excitó aún más, poco a poco aumenté el ritmo de la mamada sentí como las pulsaciones anunciando una nueva descarga inundaban mi boca, las entradas erán cada vez más profundas, finalmente sentí otra descarga de leche chocar con el fondo de mi garganta y llenar mi boca, me fue imposible tragarla toda parte salió por la comisura de mis labios. Luís cayó descansando en la cama tratando de recuperar el aliento después de dos corridas seguidas.

Yo por mi parte estaba más cachonda que nunca, me levanté y viendo fijamente a los dos hombres que con sus chipotes en todo lo alto se pajeaban despacio procurando no venirse al ver el espectáculo.

Moviéndome despacio me acerqué hasta la mesita en donde estaban los vasos con tequila, sin dejar de mirarlos tomé uno de los vasos, con el dedo índice de la otra mano tomé parte del semen de Luís que aún estaba en mi cuerpo y lo chupé, de un trago tomé todo el tequila enjuagando mi boca del semen. Llené el vaso una vez más y lo tomé todo de un solo trago.

Me acerque a Alberto quien se había quitado el pantalón y estaba bien empalmado. Acaricié su instrumento y me dirigí a donde su amigo. Tomé el vaso de tequila y lo derramé en mi seno luego lo acerqué a su boca. Humberto empezó a chupar el tequila de mi pezón mientras yo jugueteaba con su palo. Luego de unos momentos rellené el vaso con tequila y lo vacié en mi sexo, bañando mi monte de Venus y parte escurriendo mis piernas. Bastó con ver a Humberto para que el supiera que hacer. Lamió y chupo mi sexo con emoción, lo que me puso a no 100 sino a1000.

Lo tomé por las bolas, y lo jalé a la cama en donde dormía Luís. Humberto alcanzó a tomar la botella de tequila y la trajo consigo. Me acosté boca arriba con las piernas abiertas dejando mi sexo expuesto totalmente. Bañó mi sexo con el tequila, sentí como el líquido corría por la parte baja de mi abdomen, llenando el mechoncito de vello de mi pubis para luego caer por mis labios mayores. Sentí como iba aún mas allá entre mi raja mi culo cayendo a la cama. Entonces Humberto se dedicó a chuparlo como si en ello se le fuera la vida. Yo acariciaba mis pechos gimiendo de placer y arqueando la espalda lo que permitía que Humberto metiera las manos debajo de mis nalgas para acercar mi cuerpo más a su boca.

Repitió en dos ocasiones más lo de poner tequila en mi sexo para tomarlo mezclado con mis jugos que salían a borbotones de mi cuevita, sobre todo cuando llegué a mi orgasmo.

Después de rociar lo que quedaba de tequila en la botella, sobre su propio pene Humberto giró y quedamos haciendo un 69, su verga en mi boca con una mezcla de sabor a tequila, sudor y el pre cum que empezaba a fluir del pene. Alcanzamos el orgasmo yo llegué unos segundos antes solté su palo y toda su leche cayó en mi cara.

Sudando recogí todo lo que pude y lo chupe o lo embarré en mi cuerpo. Humberto seguía parado a pesar de haberse venido abundantemente por lo que me tomó por las nalgas y me hizo girar poniéndome sobre él y penetrándome vaginalmente. Yo estaba excitadísima y a pesar de estar jadeando por el orgasmo que acababa de tener empecé a cabalgarlo. Mi cueva estaba llena de líquidos, por lo que la tranca de Humberto entraba y salía sin dificultad haciendo ruido que lograba incrementar la atmósfera sexual.

No me di cuenta que Alberto se acercaba por atrás, totalmente empalmado, hasta que Humberto me jaló hacia él dejando mi culo expuesto. Sólo lo noté cuando sentí un gran cantidad de saliva recorriendo mi ano y uno dedo de Alberto introduciéndose en él, sólo para luego meter dos. Finalmente se acomodó y metió su larga verga en mi agujero trasero. Aunque me dolió un poco yo estaba tan excitada que lo soporté sabiendo que pronto se convertiría en placer. Así fue, al llegar el fondo Alberto empezó un mete y saca, primero lento y acelerando. Al final yo estaba siendo doblemente penetrada y gritaba de excitación. Les pedía –Cójanme más, métanmela mas fuerte-

Humberto me decía – Así puta grita, muévete-

-Si,-gritaba Alberto- eres una zorra viciosa

-claro soy una puta cójanme duro -

Con el ruido Luís despertó yo dentro de mi excitación alcancé su verga y empecé a pajearlo. Cuando empezó a crecer me la metí en la boca. Mi excitación era increíble nunca había tenido una triple penetración, además los tres me agarraban las tetas. Tuve un orgasmo gigante que parecía no terminar, mi cuerpo se agitaba y el placer parecía venir en oleadas cada una más fuerte que la anterior y mi cuerpo se estremecía a cada momento, en ese frenesí de pronto sentí la leche de Alberto llenar mis intestinos lo cual no hizo sino aumentar mi placer, poco después Humberto alcanzó el orgasmo llenándome el coño de su líquido, el último en venirse fue Luís quien se vino en mi boca con una pequeña cantidad porque estaba vacío. Luego y todavía excitada me incorporé para limpiar las píjas de Alberto y Humberto chupándolas alteradamente, mientras sentía escurrir el semen de ambos al salir de los agujeros en los que lo habían dejado. Agotados nos quedamos dormido en la cama King size.

La luz del sol ya llenaba totalmente el cuarto de hotel cuando nos despertamos, Alberto se acerco a la mesa donde yacían las botellas vacías y leyó la nota que dejaron Humberto y Luís –Muchas Gracias fue fantástico-

Alberto y yo no salimos de la habitación en todo el fin de semana, incluso pedimos servicio al cuarto. En un momento Alberto me confesó algo que yo imaginaba El encuentro con sus amigos no había sido tan casual como pareció, yo respondí con una amplia sonrisa y abrí las piernas.

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