Mi nuevo yo

Esta soy yo y esta es mi nueva vida.

Mi nuevo yo

Empezaré por poneros en antecedentes.

Mi nombre es Esmeralda y físicamente no soy ninguna joya. Soy bonita de cara, pero mi cuerpo es demasiado grande. Al menos eso me parece a mí.

Llevo con mi pareja desde los 14 años, pero no os creáis que fue el único ni mi primer hombre. Siempre he sido muy precoz en esto del sexo.

Mi vida sexual empezó a eso de los 6 años cuando perdí mi virginidad a manos de mi padre, no fue una violación pero yo no era del todo conciente de lo que pasaba, de manera que no se como clasificarlo.

Supongo que aquello marcó mi vida, y cuando tuve unos 12 años digamos que no me cortaba un pelo.

Nos juntábamos con los amigos y jugábamos al típico juego de la botella.

Besos y pajas estaban a la orden del día pero yo no me conformaba con eso así que accedí a los deseos de un par de amigos que sin ninguna idea de lo que hacían me la metieron.

Éramos unos crios y esas experiencias no tenían nada de placentero.

Los chicos a esas edades solo buscan correrse, de manera que siempre me quedé con las ganas.

Yo solía tocarme y naturalmente sabia lo que era un orgasmo, pero ellos no tenían ni puñetera idea, aunque nunca les dije nada.

Sobre los trece años empecé a salir con un chico, Marc se llamaba nunca tuvimos relaciones sexuales, me respetaba pero creía que era su objeto y yo siempre fui rebelde de manera que el pobre llevaba una cornamenta mayor que la de una cabra montesa.

Enseguida me cansé de aguantarlo y me fijé en el que hoy es mi pareja, Ramón.

Al principio todo era de color de rosa.

Todos los hombres hacen lo mismo, cuando creen que ya no se les escapa la presa dejan de hacerle caso.

Hicimos el amor en la montaña, e incluso nos dábamos el lote en los reservados de los pubs.

Ahora le da vergüenza besarme en la calle.

Yo por mi parte he descubierto Internet.

Hace tiempo que navego pero nunca me había pasado nada parecido.

Empecé a leer relatos y me entró en gusanillo.

Escribí uno y luego otro y cuando me atreví a publicar mi dirección de correo los lectores mas osados me felicitaron y me pidieron algo más.

Querían relacionarse conmigo, yo me sentí halagada.

He de confesar que he hecho alguna que otra mamada virtual, y creo que no se me da del todo mal.

Entre mis lectores tengo que destacar a Víctor que se atrevió y me pidió de ser su sumisa.

Yo me hice de rogar, pero acepté.

Me moría de ganas de probar a ver que se sentía, además siempre podía dejarlo.

Pero no es de Víctor de quien quiero hablarles sino de Alberto.

Alberto se ha convertido en mi voluntad.

Hace cosa de dos semanas me propuso una sesión de sexo por teléfono, yo había hecho antes alguna que otra paja por la red, pero por teléfono era diferente.

No me atrevía, él podría sentirme, sentir mi excitación, saber si le mentía o no, pero todavía no sé porque terminé accediendo.

Terminé haciendo lo que él me pedía, la verdad para ser el primer día no se pasó, pero yo obedecía.

Me calentó tanto que casi no dormí.

Esperaba escuchar el teléfono, su voz.

Al día siguiente repetimos, y así todos los días hasta el día de hoy.

Una de mis fantasías es convertirme en esclava sexual y él lo está consiguiendo.

Me estoy convirtiendo en su putita.

Él ha conseguido que ya no mire con los mismos ojos a los calabacines, puesto que hace que juegue con ellos todas las noches.

Mi culito era casi virgen y ahora me meto un calabacín en él, y no pequeño.

Sé que parece que estoy loca, pero me siento bien.

Consigue tenerme caliente con solo pensar en él, y eso que solo conozco su voz.

Durante el día llevo unas cuantas piedras de río en mi vagina.

Estoy mojada de manera constante y solo es por él.

Mi vagina está súper dilatada gracias a los calabacines y a un rodillo de cocina que se ha convertido en mi fiel compañero de cama.

Hoy me ha dejado a régimen, no me he tocado, no llevo las piedras, pero mi conejo sigue mojado y la culpa es de Alberto.

Alberto ha cambiado mi vida, me ha convertido en una viciosa.

En su putita.

Tengo ganas de conocerlo y devolverle todo lo que me ha hecho sentir, pero no me atrevo.

Disfruto de mi cuerpo y me gustaría que él lo disfrutara conmigo pero de momento mi cabeza sigue guiando mis sentidos.

El día que deje que mi excitación gane la batalla ya os lo contaré.