Mi nuevo y pequeño novio
Soy Cecilia. De repente conocí a un jovencito tierno y cachondo, no se imaginan de quién les estoy hablando.
Hola, me llamo Cecilia, soy de México, estudio el último semestre en el Colegio de Bachilleres. Doy gracias a internet ya que podemos contar nuestras historias sin que nadie sospeche de nuestras identidades. Ustedes son libres de creerme o no, yo sé que las cosas así pasaron y con eso basta, y lo estoy contando como una forma de desahogarme, pues luego siento feo por mi novio.
Esta página de relatos me la pasó una amiga del bacho y neta que no pensé en utilizarla yo misma hasta hoy que me atreví a compartirles esto.
Tiempo después de que mi papá enviudó, encontró a una señora, madre soltera de un pequeñín que pasó a sexto año de primaria y con quien finalmente se juntó y ahora vivimos todos juntos en la casa, de inmediato mi nuevo hermanito y yo hicimos buenas migas, ambos estábamos encantados el uno del otro, a todos lados íbamos juntos y abrazados, eso de tener un hermano menor de verdad me gustaba, así empezaron a pasar los días y cada vez estábamos todos más acoplados como la nueva familia que ya éramos.
Pues sucede que mi nuevo hermanito un buen día que me acompañó a comprar tortillas, de regreso a casa me pidió que fuera su novia, yo la verdad me sorprendí bastante y me ganó la risa, le dije que eso no era posible porque yo tengo novio y además ya éramos hermanos, obviamente él me respondió que eso no era cierto, que sólo lo éramos porque nuestros papás se casaron, le repetí que eso no era posible y las lagrimitas se le empezaron a escapar de sus ojitos, sin duda yo era la primera chica que le rompía su corazoncito, al ver sus ojitos tristes y llorosos la verdad sentí muy feo y le dije que lo que podíamos hacer era que yo le enseñaría a besar, le iba a dar unas clases en cuanto llegáramos a casa y nadie nos viera, para que cuando tuviera novia ya supiera cómo hacerlo, no se lo dije dos veces, de inmediato aceptó y una sonrisita de complicidad apareció en su carita.
Después de la comida me puse a lavar trastes y mi nuevo hermanito dijo que me ayudaba, cosa rara, porque jamás lava trastes, obvio era su pretexto para que yo le cumpliera, en la cocina me preguntó a qué hora le iba a enseñar a besar, le respondí que por la noche, cuando ya nuestros padres se metieran a su recámara. Al anochecer dijimos a nuestros papás que veríamos una película de terror en la sala y sólo nos dijeron que no subiéramos mucho el volumen, apenas oímos que la puerta se cerró el jovencito me dijo un ¿ya? Y pues la verdad nos empezamos a besar, el chavito no perdía tiempo, me daba besos de lengüita, resulto tener las manos muy largas pues bien que me manoseó todo lo que quiso, más tardaba yo en quitarle sus manos de mis nalgas que él las ponía ahora en mis bubis, pero honestamente me gustó que lo hiciera, así estuvimos no sé cuánto tiempo hasta que escuchamos un ruido y yo di por terminada la clase de besos y me fui a mi recamara.
Al día siguiente yo ya había dado por concluido todo eso, ya me había arreglado para salir con mi novio más tarde y me senté a desayunar, mi nuevo hermanito se sentó a mi lado y me regaló una gran sonrisa y la verdad me sentí feliz con lo que había pasado anoche, todavía no terminaba de desayunar cuando el jovencito empezó a tocarme las piernas por debajo de la mesa, tratando de que nuestros padres no se dieran cuenta, de inmediato le quité la mano de ahí, pero a los pocos segundos ya la tenía de nuevo en mis piernas, esta vez metiéndola debajo de mi falda de mezclilla que llevaba puesta, un pellizco que le di le hizo dar un gritito de dolor y su madre le preguntó que le pasaba, otros 5 segundos después la historia se repetía, esa manita traviesa se metía de nuevo bajo mi falda e iba directo hacia mis calzones, tratando de bajarlos, comprendí que no iba a poder desayunar a gusto y la verdad me entró la curiosidad de saber hasta dónde llegaría, muy disimuladamente pero con mis nervios a punto de explotar me levanté un poco para darle chance de que me bajara de un lado el calzón, me volví a levantar otro poquito para que terminara con su cometido y con el campo libre me bajó mi ropa interior hasta las rodillas, con toda la intención de quitármelos por completo, justo en eso, el corazón me dio un vuelvo cuando su madre le preguntó gritando que tanto hacía que no se quedaba quieto, hasta el hambre se me fue del susto y como era más fácil terminar de bajarme los calzones que subírmelos de nuevo, como pude lo hice, disimuladamente los recogí y me retiré de la mesa, no sin antes darle otro pellizco al pinche chamaquito grosero.
Pasaron los días y para serles honesta, continuamos con los besos y los manoseos cada vez que podíamos, en la cocina, en la sala, pero siempre cuidándonos de que nadie nos viera, como que ninguno de los dos tenía intenciones de dejar esas clases por la paz y él menos que nadie, y en vez de molestarme me sigue gustando pues es un chavito tierno y muy cachondo
Total que uno de esos días, el pinche chamaco caliente me pidió que lo dejara verme en calzones y brasier pues hasta ese momento todo era por encima de la ropa y yo de loca le respondí que sí pero le expliqué que tendríamos que esperar el momento adecuado porque eso ya estaba más complicado y tendríamos que ser todavía más discretos. La oportunidad por fin nos llegó varios días después cuando nuestros papas fueron al walmart, les dijimos que nos quedaríamos haciendo tarea y tendríamos un par de horas para nosotros dos, en cuanto se fueron cerré bien la puerta y cortinas y de inmediato empezamos con los besos y los manoseos, yo estaba muy nerviosa de que fueran a regresar nuestros papás por cualquier cosa pero no me iba a echar para atrás, lo tomé de la mano y le dije que se sentara en el sillón de la sala, yo de pie empecé a desabrocharme la blusa y luego seguí con los jeans hasta quedar como él me lo había pedido y sus ojos no perdían detalle, me pidió que me volteara, me moví como si le estuviera modelando y que se me ocurre decirle que yo igual quería verlo en calzones y no se lo dije dos veces, se sacó la playera y yo le empecé a desabrochar el pantalón y a bajárselo, él traía unos boxers con unas figuritas creo que del hombre araña, seguimos con los besos y al tenerme así por supuesto no desaprovechó la oportunidad de manosearme a su antojo, empezó a meterme mano por debajo de mis chones, apretando mis nalgas como si quisiera exprimir naranjas y yo solo le dejaba hacer lo que quisiera, sentí un calorcito muy rico que me subía por el cuerpo.
Me acordé de lo que me hizo el otro día por debajo de la mesa y que me armo de valor y de un tirón le baje el boxer hasta las rodillas y apareció ante mí su pito, chiquito, chiquito, pero totalmente parado, al ver ese penecito tan diminuto y hermoso pero bien duro me dio mucha ternura, ¡me enamoré de ese pequeño miembro masculino y no me aguanté las ganas de darle un besito en la mera puntita!, ahora era mi turno de acariciárselo, le dije que se sentara de nuevo en el sillón y lo tomé con mi mano derecha y empecé a darle masaje, él por supuesto que también me dejó hacerle todo lo que yo quería, yo seguía jalando ese pito tan bonito y chiquito de arriba abajo y mi nuevo hermanito solo respiraba cada vez más fuerte, de repente apareció la cabecita de su miembro y eso me emocionó aún más y me sentí muy mojada, y que se me ocurre justo en ese instante otra locura más.
Le dije que se acomodara bien en el sillón y que me siento encima de él, de espaldas a él, y empecé a darle unos sentones, me movía de adelante hacia atrás tratando de estimular esa cosita chiquita y bonita, él rodeó con sus brazos mi cintura y como pudo también empezó a moverse a mi ritmo, de repente se quedó quieto y con una vocecita muy dulce y excitada a la vez que hacía que me derritiera, me dijo que mis calzones le molestaban, le rozaban la cabecita de su pene, ambos sabíamos que eso era un pretexto y pues yo le di gusto, ¡me levanté un poco y me bajé los calzones hasta las rodillas y empecé de nuevo a darle de sentones! Él ahora se agarró de mis bubis, metiendo sus manos por debajo del brasier, tocándolas por fin sin nada de ropa que le estorbara.
Movía mis nalgas rítmicamente cuando de repente sentí que chorros de un líquido chicloso salían disparados de su pito y me llenaban toda, se quedó quietecito, como disfrutando la salida de su última gota pero sin soltar mis bubis.
Nos besamos dulcemente, acomodé mi ropa interior y vi de nuevo ese penecito al que yo le había dado tanto placer y que ahora estaba totalmente muerto, parecía que se le iba a desaparecer y terminé por enamorarme aún más de ese pedacito. Le dije que se vistiera y que si se portaba bien y guardaba nuestro secreto, yo le iba a dar todas las clases que él quisiera, me fui a bañar pues toda mi cola estaba llena de sus moquitos. ¡Al anochecer, mi novio pasó por mí y fuimos a cenar junto con mi nuevo hermanito!
Amigas que les haya pasado algo parecido si me quieren escribir y quieran platicar contáctenme.