Mi nuevo vecino maduro francés y bien equipado
Su pene era enorme y duro y sus enormes pelotas me parecían aún mayores cuando las agarraba con mi mano, me dijo espera y dando unos pasos hacia atrás me apoyo de pie contra unas rocas que delimitaban la playa
Hola, retomando lo que dejamos hace un año aquí, les contare nuestras ultimas aventuras en este tiempo, hoy la que escribo soy yo Sonia, pues Carlos está fuera en el trabajo pues ahora se tira algunas semanas fuera de casa que compensamos cuando vuelve.
Bueno la aventura de hoy ocurrió en una isla donde nos trasladamos por motivos del trabajo de Carlos y alquilamos con opción de compra un adosado con jardín en una urbanización cerca de la playa y bastante privada, el nuestro hace esquina y solo toca un muro del jardín con el del vecino, un viejo viudo francés al que tardamos algo en entablar conversación pues solía tener casi siempre visitas por casa de amigos y amigas de su tierra por el idioma que hablaban y escuchaba en el jardín.
Ciertamente el francés estaba muy bien de ver pues se mantenía en forma, ya que salía a correr muchos días y por la noche siempre se iba a la playa a nadar a la puesta del sol, le echaba unos 60 y algunos, pelo blanco y por lo que veía peludo por cuerpo pero sin exagerar.
Una tarde que salía con su pantalón corto y la toalla decidí hacerme la despistada y salir también a la playa pues veía a su vuelta siempre que venía con el pantalón seco y además no tenía pinta de bañador sin embargo el pelo lo traía revuelto y mojado de bañarse por lo que intuí se bañaba desnudo.
Haciéndome la despistada deje caer las llaves y el pequeño bolso al cerrar la verja a la vez que salía el, ofreciéndose rápidamente como un caballero a recogerla, nos saludamos viendo hablaba muy bien también el español con el típico acento francés, pidiéndome disculpas por no habernos presentado antes, pues conto había tenido varia visitas y espera normalizar para presentarnos un día.
Le dije que no pasaba nada que también como mi marido se había ido fuera unas semanas de trabajo después del traslado y estaba solo también era culpa mía no haberme presentado antes.
Me dijo dónde iba y le dije a pasear y mojarme los pies en el agua de la playa, diciendo el que también se dirigía a pasear y darse un baño al final en un pequeño recoveco junto a las rocas.
Me pidió lo acompañara y así hice gustosamente, pues me encendía la mirada y sonrisa de aquel hombre y no menos su cuerpazo macizo que tenía para su edad.
Me conto un poco su vida y yo de la nuestra durante el largo paseo y al llegar al sitio me dijo se iba a dar un baño, dejo la toalla en el suelo con las llaves y bajo el pantalón sin ningún corte aun sabiendo estaba yo allí presente, sonriendo me dijo no solía llevar bañador y le gustaba bañarse desnudo.
Me quede cortada un poco por la rapidez de los hechos pero le dije que estaba acostumbrada no me iba a asustar, aunque para mí, reconozco me quede atónita viendo el grosor de lo que tenía entre las piernas y el sinuosos balanceo que dio al caminar.
Se metió en el agua y nado en un poco y se quedó luego de pies a media cintura, yo estaba solo con los pies en la orilla cuando me dijo que me animara que me metiera con el que estaba esplendida, fresquita pero muy rica.
Le dije no llevaba bikini, diciendo el que no me hacía falta ya había visto el tampoco bañador y la playa estaba desierta y ya con la penumbra de la puesta del sol, por lo que con algo de corte por la rapidez del encuentro me desvestí mientras me miraba picaronamente y me metí en el agua desnuda.
Me cogió de la mano y me dijo, ves como no pasa nada, además eres un regalo para la vista.
Tu marido es afortunado me dijo, cuando sentí en los pies me rozaba algo y con un pequeño grito me pegue a el del miedo.
Me dijo, tranquila son pequeños peces que se acercan a la orilla, les estamos incordiando su paseo y puede también algún alga.
Sin querer me había pegado a él y este cariñosamente me cogió y me dijo, déjate llevar y nadando de espaldas me llevo sobre su pecho con mi espalda apoyada.
Naturalmente me sorprendió y dejándome llevar sentí su masculinidad en mi espalda y en mis nalgas el roce de aquel rico apéndice, sus manos en mi barriga rozaban mis pechos y me sentí deseada y caliente de golpe.
Ves me dijo que agradable es el baño a esta hora desnudo y desnuda en la playa, y más acabándonos de conocer, que seguro será una larga amistad contigo y tu marido si es igual de agradable que tú.
Le dije que era también un placer, siguiendo el arrastrándome en el agua mientras me seguía sujetando por la barriga y nadando de espaldas, notando de vez en cuando como su pene rozaba con mi trasero.
Paro tras un paseo nadando y llevándome a la horilla donde hacia pie me pregunto si me había gustado.
Le dije que sí que era todo un caballero y salimos a la arena.
Me di cuenta cuando cogió su toalla para secarse el allí delante de mi desnuda y el desnudo con aquella vista impresionante con su cuerpo mojado y sexy que yo no me había llevado ninguna y hacía ya un poco de freso, por lo que atolondradamente me fui a poner la ropa, diciendo el, espera vi no traes para secarte, ven que esta es grande y abriendo la toalla con las dos manos me insinuó me metiera en ella.
Me puse de espaldas y me abrazo con la toalla que para secarme y no me diera frio, pegando su cuerpo al mío descaradamente mientras me secaba por delante.
Me sentí arder por dentro con el rece de su pecho masculino y velludo y su rabo entre mis posaderas que ya no disimulo nada en intentar quitar secándome la cintura y los pechos sin ningún tapujo ni corte, así como mis caderas y mis muslos, sabiendo que aquello ya no iba a parar me deje llevar pues me sentí arder con aquel hombre.
Te seco por todas partes o las intimas sigues tú me dijo al oído mientras paro un segundo entre mis muslos.
Le dije que ya puesto siguiera, llevando sus manos con la toalla suavemente por el interior de mis muslos y abriendo un poco mis piernas seco mi sexo con suavidad y tacto.
Se me escapo un suspiro cuando me secada, diciéndome si me había hecho daño rápidamente, le dije que no que todo lo contrario, envolviéndome ahora con una mano y la toalla todo mi cuerpo mientras su otra mano ahora descaradamente acariciaba mi mojado sexo, haciendo se agitara mi respiración por el placer.
También sentía la suya agitada y resoplando al oído me dijo era una sirena.
Sentí ahora la dureza de su enorme y duro rabo cuando agarro mi mano y la llevo hacia atrás para que se lo tocara.
Seguíamos de pies liados por la toalla pero el abrazadme y acariciándome todo mi cuerpo, sobando mis pechos mientras me besaba la nuca y me metía la lengua por la oreja jugando con ella, a la vez la otra mano hurgaba en mi sexo sabiamente haciéndome gozar y gemir.
Te voy hacer el amor, me dijo girándome y poniéndome frente a él, besándome con su lengua en el fondo mi boca, haciéndome gemir como una gata en celo.
Su pene era enorme y duro y sus enormes pelotas me parecían aún mayores cuando las agarraba con mi mano, me dijo espera y dando unos pasos hacia atrás me apoyo de pie contra unas rocas que delimitaban la playa, protegiéndome un poco con la toalla mientras me abrió las piernas y agarrando su enorme pene lo puso en la puerta mi sexo y empujo lentamente hasta sentirme ensartada contra las rocas.
Los suspiros de placer y gemidos le animaron a moverse metiendo y sacando aquel rico rabo que me llevo en segundos al éxtasis, mojándose mi sexo de jugos con una rapidez que lo dejo sorprendido.
Veo que tu marido lleva ausente tiempo sin trabajar este agujerito, me susurro al oído, me encanta una mujer ardiente como tú que disfruta tan bien del sexo, ve volvió a susurrar mientras movía su cadera sabiamente hacia lados ensartándome como un semental contra las rocas y metiendo su apéndice con cada movimiento de cadera hasta el fondo haciéndome sentir un placer difícil de explicar por el morbo de la situación y el momento.
Siguió así un buen rato besando y sobando mis pechos con maestría cuando volví a sentir me iba a llevar un nuevo orgasmos, gimiendo como una hembra en celo mordiéndole su cuello y clavándole mis uñas en sus duras posaderas que hizo encenderlo aún más, acelerando sus impulsos ahora con golpes fuertes de cadera que presagiaba se iba a correr dentro de mí.
No pude aguantar ni un segundo más y un orgasmo explosivo y enorme hizo temblara todo mi cuerpo y doblara mis piernas provocando casi al unísono una enorme inundación de semen caliente y espeso en mi sufrido pero agradecido sexo que recibía como un mana de los dioses aquella bendita y gozosa corrida.
Aflojo en sus embestidas quedando unos segundos con ella dentro de mi mientras tomaba aliento y volvía a besarme dulcemente.
La saco y mirándome con picardía me dijo que había disfrutado como hacía tiempo, viendo que también andaba una con falta de buen sexo… le dije que había sido increíble que no hacía falta le explicara lo que había disfrutado que ya lo había notado.
Me sentí afortunada de tener semejante semental a mi lado y pensando y deseando no fuese esa la única vez que el me echaría un polvo así, deseando llegar a casa y cuando hablara con mi marido contarle lo que había pasado pues como recuerdan el disfruta de estos encuentros y más cuando los hacemos a tres que esperemos este maduro francés lo admita.
Sin apenas darle tiempo a respirar y como acto reflejo me deslice un segundo de su brazos y me arrodille ante su sorpresa para agarrarle su enorme y grueso pollon que ahora estaba semirrígido y comencé a limpiarle las ultimas gotas de su rico mana con mi lengua y boca, notando el grosor de aquel cabezón y rabo me hacían difícil metérmelo en la boca, esto le sorprendió gratamente pues no lo esperaba y con agrado agarro mi cabeza por la nuca diciendo me agrada te guste chuparla, me gusta mucho me lo hagan al igual que yo comer tu coñito como dicen aquí en España y que seguro voy a degustar mas tarde tranquilamente en tu casa o en la mía.
Le dije que sería todo un placer así como sacarle nuevamente la leche con mi boca pues necesitaba testarla y saborearla ya que era mi pasión disfrutar de una buena polla como el la tenía.
Tu marido es afortunado teniendo una mujer tan ardiente y sexi como tú, me dijo cuándo me levante y comenzó a ponerme mi ropa mientras él hacía lo mismo.
En el trayecto de vuelta le puse al día de nuestros gustos como pareja, sorprendiéndose el gratamente de mi confianza al contárselo y más aun de saber tenía un marido tan condescendiente en el sexo y nada celoso, diciendo sería un placer conocerlo y ayudarle a darme placer.