Mi nuevo trabajo ii

Comienzo mi primer día de trabajo en casa de un atractivo maduro y viudo.

MI NUEVO TRABAJO  II

El miércoles a las 15:50 estaba llamando a la casa de Ángel.

Abrió la puerta y tras dos besos me hizo entrar. Tenía café preparado e insistió en que tomase una taza con él. Ya en la cocina seguimos charlando mientras degustábamos el líquido negro y dulce. Me contaba sobre su vida, a la vez que preguntaba sobre la mía y a pesar de ser un desconocido me sentía cómoda con él y le conté nuestros apuros económicos y que nuestra relación no era ya la que había sido.

Más de media hora estuvimos charlando y él insistía en que tomase otro café y seguir charlando. Hasta que decidí levantarme y comenzar mi trabajo. Puse una lavadora de ropa y comencé a limpiar por las habitaciones de arriba empezando por la de Ángel. Ya tenía la cama echa y todo parecía limpio y muy ordenado. El baño también estaba ya limpio. No parecía necesitar a nadie para esa labor. Tenía 5 colonias distintas, todas de marca, su after shave y gel de afeitar. Todo bien colocado.

Pasaba una bayeta al espejo, donde vi mi cara con el cabello recogido y en la esquina del espejo la imagen reflejada de Ángel, apoyando su hombro a la puerta mientras me observaba. No lo había escuchado subir al piso superior. Le miré sonriendo sin dejar de limpiar.

  • ¿Te molesta que te miré?

  • No, para nada, es que no le escuché subir y me sorprendió usted.

  • No me trates de usted por favor. Que me haces sentir un viejo

Ya me lo había dicho en la cocina, pero se me escapaba al no haber confianza aún.

  • Perdona, es que no tengo costumbre. Pero intentaré no hacerlo. Y de viejo tienes poco, ya quisieran otros con 15 menos estar así.

  • No te he dicho mi edad creo

Dijo sonriendo y añadió

  • ¿Cuantos me echas?

  • No sé, soy muy mala para eso, pero se ve que te cuidas y te conservas. Eso se nota

  • Anda mujer. Atrévete que no me va molestar aunque me pongas 10 mas

Volvió a sonreír ya más expresivo.

  • ¿56?

  • Gracias. Ya te perdono lo de usted. Antes de que termine el año cumpliré los 60

  • Pues puedes sacarte 5 tranquilamente o 7 que seguro pasan.

  • Gracias. ¿No te acuerdas de mi verdad?

  • ¿Como?

  • Hará unos 17 años llegaste con tu marido a la sucursal donde trabajaba antes. Solicitasteis un préstamo.

Si recordaba haber pedido ese préstamo, pero no a él. 17 años son muchos y recordar a todos los hombres atractivos no es fácil. Aparte de en aquella época, no andaba muy necesitada.

Le puse cara de intriga, como preguntándole que me quería decir y pareció entenderme.

  • Aquel día nada mas verte me quedé prendado de ti. Creo que eras la cara más bonita que jamás había visto y desprendías una morbosidad que con los años aún es mayor.

Volví a verte otras 7 u 8 veces por la ciudad, siempre con tu marido.

  • No entiendo Ángel. No sé que me quieres decir.

  • Perdona si te molesta. Pero de no estar casados los dos, no hubiese dudado en invitarte a tomar algo.

  • Yo sigo casada

  • Lo sé, por eso te pido disculpas

Dijo mientras se acercaba a mi y levantándome la barbilla para que le mirase.

  • No había ninguna chica limpiando antes, ni se quedó embarazada. No sabía que decirte y me lo inventé. Viene una filipina los sábados a hacer la limpieza general. El resto lo limpio yo.

  • Perdona Ángel pero sigo sin entenderte

  • Estaba tomando un café en un bar de tu pueblo, tras visitar a un cliente. Cuando llegaste y le pediste permiso al dueño para poner tu pasquín. Fue él quien me dijo que estabais pasando apuros económicos. Cogí tu número y estuve unos días mirándolo sin atreverme a llamarte hasta que me decidí.

  • ¿Entonces para que me has llamado, si no es para limpiar? ¿para mirarme mientras limpio?

Pasó una de sus manos por detrás de mi espalda y atrayéndome hacia él, posó sus labios sobre los míos. Instintivamente me separé empujándolo hacía atrás. Pero volvió a atraerme hacia él, ahora con mas fuerza y con una cierta agresividad. Empezó a besarme mientras mi cuerpo estaba aprisionado entre él y el lavado. Sus labios apretaban los míos, sujetándome por la cabeza y la otra mano sobre mi falda agarrando con fuerza mi trasero. Poco a poco mis fuerzas en separarlo se fueron debilitando y mi boca aceptó los besos de aquel hombre. Su forma brusca de abordarme me había excitado y el notar su bulto del pantalón clavándose en mi vientre. Eso hizo que mi calor aumentase, al ritmo que mis pezones despuntaban bajo mi sujetador, empujando este y mi blusa ajustada.

Su mano bajó por mi pierna, acariciándola con presión mientras recorría con ella cada centímetro de mis muslos.

Su otra mano revolvía mi cabello, haciendo que la pinza que sujetaba mi recogido se soltase, mientras su boca devoraba la mía como un lobo hambriento. Sus labios sorbían los míos, mi lengua, mi saliva. Recorriendo cada rincón de mi boca, haciendo que su efusividad trasmitiera a mis partes la humedad.

No tardé en sentir su mano trepando por el interior de mis muslos, hasta llegar a mis braguitas.

Las encontró ya mojadas y separando su boca a la vez que me miraba con lujuria

  • Siempre supe que tenías que ser una hoguera, preciosa.

Y presionando con fuerza mi vulva, comenzó a frotármela por encima de mis bragas.

Esa forma de presionarme, junto con sus ansias y deseos, hicieron me pusiese excitadísima. Mordiéndole el labio inferior, dirigiendo a sus ojos mi mirada mas felina le dije:

  • ¿Llevas mucho deseándome eh? Espero que no sea deseo de adolescente y te descargues en dos minutitos

Acercó su boca a mi oído, a la vez que sus dedos separaban la goma y se introducían buscando mi coño, me susurró.

  • Tranquila preciosa. Hace mucho que pasé esa edad y te vas a descargar tu antes y mas de una vez bonita.

Sus dedos recorrieron mi selva negra, hasta llegar a mi rajita y sin muchos preámbulos introdujo la yema de uno, recorriendo todo mi surco mojado de arriba abajo.

Mi cuerpo se estremecía con cada roce. Mi respiración se aceleraba. Llevé mi mano a su nuca y fui bajando la otra por su costado, hasta tropezar con su cinturón. Entremetiéndola entre nuestros cuerpos, llegué a ese bulto que llevaba sintiendo ya un rato. Lo acaricié por encima del pantalón y ufffff ¡vaya bulto!

Mi mano comenzó a sobarlo, apretando aquella tela que marcaba un mas que notable cilindro. Sentí su dedo acariciar mi clítoris y la sensación de un millón de hormiguitas nerviosas, se expandían desde el hasta mi interior, recorriendo todas mi columna vertebral.

Notó mi sensación excitante y como mi mano apretaba con fuerza su miembro.

  • ¡Sácamela!

Me ordenó al oído, sin dejar de acariciar mi clítoris para al poco, volver a recorrer el surco de mis mojados labios.

Desenganché su cinturón, solté el botón de su pantalón y fui bajando despacio la cremallera. Observando con mirada felina sus ojos claros llenos de deseo. Acaricié su abultado bóxer y deslizando su tela muslos abajo. Saltó como un resorte su enorme polla. Era tan larga como el mango de mi cepillo, pero aún más grueso. De piel oscura con marcadas venas y un glande rosado y brillante en forma de seta, que sobresalía la anchura aún más que su tronco.

Lo agarré con mi mano y fui sintiendo la tersura y suavidad de su piel. Subiendo y bajando mi mano. De un sobresalto, noté como dos de sus dedos entraban bruscamente en mi coño ya más que mojado. Un gemido salió de mi garganta, mientras sus dedos rebuscaban las paredes de mi vagina e iban entrando y saliendo en mi.

Dos minutos después, estaba a punto de correrme, sus dedos me follaban entre pausas para volver a seguir. A la vez que mi mano apretaba y recorría el erguido mástil. Cuando retiró sus mojados dedos de mi interior y dándome la vuelta me inclinó sobre el lavado.

Pude ver mi rostro en el espejo, mi cabello revuelto y salvaje, cuando sentí como Ángel me levantaba la falda y de un brusco tirón bajaba mis bragas. La punta suave de su capullo, comenzó a recorrer el surco que sus dedos habían abierto y mojado. Excitándome el suave tacto al roce continuo.

De un fuerte empujón, sumergió la mitad de su polla en mi coño. Sentí como mis carnes se abrían, haciendo que mi cuello se estirase y mis manos buscasen las llaves del grifo para aferrarse a ellas, a la vez que de mi boca escapaba un grito por la mezcla de dolor y placer que me había echo sentir en su fuerte estocada.

La dejó unos segundos quieta, como intentando que mi coño se adaptase al grosor de su polla y otro empujón, este mas fuerte todavía, clavando por completo toda su polla en lo más profundo de mis entrañas. Desgarrando mis paredes vaginales, a la vez que un grito desgarrada mis cuerdas vocales. Quedó su cuerpo quieto, su gruesa polla inmóvil y palpitante rellenando por completo toda mi cueva, mientras su mano rodeó mi cuerpo para abrazar uno de mis pechos sobre la blusa. Lo sobaba, frotándolo con su palma y sus dedos para cambiar al poco a su hermana gemela.

Siempre me ha excitado que me toquen los pechos, pero la forma brusca de hacerlo Ángel, parecía gustarme aún más.

Me besaba el cuello, la oreja, mordisqueando mi lóbulo.

Cuando comencé a sentir como retiraba lentamente su polla. Como una gruesa anguila mojada, retrocedía de su cueva hasta dejar solo la cabeza dentro y volvía a introducirse resbalando por los flujos. Así estuvo unos minutos, amasando mis pechos y pellizcando mis notables pezones sobre la blusa. Notándome ya más que excitada y que el orgasmo que él parecía controlar, frenando sus movimientos una vez que me estaba al llegar.

Soltando mis pechos e incorporando su cuerpo. Fue enredando mi melena en una de sus manos y tirando de ella hizo que mi cabeza a la altura del grifo se levantase, viendo mi cara y mi cuello erguido en el espejo.

Su anguila, con solo la cabeza dentro de la cueva, entró a la velocidad del rayo hasta clavarse por completo, saliendo y entrando una y otra vez con furia salvaje.

El reflejo del espejo mostraba mi cara con la boca abierta, intentando coger aire al ritmo de las embestidas y un orgulloso y satisfecho Ángel, tiraba de mi cabello y me follaba con todas sus fuerzas. Como un vaquero que está domando a su mejor yegua.

No tardé en sentir que mi tan deseado orgasmo estaba a las puertas.

Cosa que notó el también. Acelerando aún más sus embestidas, notando su polla abrirme en cada una de ellas y como su pelvis golpeaba con mis nalgas, mis muslos clavarse al borde del lavado con sus embestidas que me hacían perder el suelo y un tremendo orgasmo alcanzó mi coño, recorriendo toda la columna con descargas eléctricas terminadas en mis pezones, mis flujos emulando a la mismísima Niagara, mientras un placer inmenso me elevaba al cielo. Desgarrándose mi voz a gritos, tersándose mi cuello, mientras él, poseído al verme y sentirme, hacía que me derramase mas y mas con cada metida, con cada follaba, con todas sus fuerzas y ya los comienzos de mis debilidades al no poder mi cuerpo soportar tan largo e intenso orgasmo y mis manos enrojecidas de apretar con todas mis fuerzas las llaves del grifo.

Agotado, yo vacía por completo. Paró sus embestidas y resoplando en mi oído sentía su polla hinchada palpitar dentro de mi.

Continuará...