Mi nuevo amigo, mi nuevo amante
Luego de conocer a un exnovio de mi mujer, surgió entre nosotros una pequeña amistad, que dio inicio a un tórrido romance.
Saludos a todos los que me leen, en esta ocasión les contaré como acabó la cena entre Gabriela, Lucas y yo; y lo que sucedió luego de ese encuentro. Esta es la continuación de mi relato anterior: Lucas, el exnovio de mi mujer.
G: ¡Adrián!, ¡Adrián!, mi amor, ¡despierta!.. Ya son las 7 de la noche y Lucas debe estar por llegar.
A: Lucas?
G: Sí amor, Lucas, recuerda que hoy es la cena, levántate y date un baño, ¡te amo!
Luego de ese breve dialogo, Gabriela salió de la habitación, estaba terminado de organizar lo de la cena, se le notaba muy entusiasmada; en cambio yo estaba con una erección descomunal y con el bóxer bastante mojado, no era para menos, después de semejante sueño. Mis tetillas estaban bastante duras, lo noté al pasar una mano por mi pecho, yo me encontraba ahí, en mi cama, con la imaginación volando y el cuerpo caliente, no podía evitar pensar en Lucas, aún sin conocerlo ya estaba dentro de mi cabeza; mi pene seguía erecto, y esa erección no iba a bajar sin ayuda, y sólo contaba con poco menos de media hora.
Me levanté de la cama y me acerqué hasta el gavetero, abrí el cajón de los “juguetes” y tomé un consolador de silicona de 21 cm. (la réplica del pene de Brent Everett, hace unos meses lo compré para satisfacer una de las fantasías de Gaby), además tomé un tubo de lubricante y me fui hasta el baño.
Me quité el bóxer liberando mi verga erecta y me metí a la ducha; mientras el agua recorría mi cuerpo yo pasaba el consolador por mi rostro, a la vez que tenía mis ojos cerrados y ponía mi imaginación a volar, acerqué el consolador hasta mis labios, acariciándolos suavemente antes de comenzar a mamar esos 21cms de silicona con forma de pene, trataba de recordar cada detalle del sueño que acababa de tener, para así llevar mi excitación al límite y botar toda esa leche que mis huevos ya no podían contener. Con una mano sujetaba el consolador, mientras con la otra acariciaba mi ano, poco a poco introduje un dedo, para luego meter un segundo y después un tercero (previamente lubricados); sin tocar mi pene aún, sentía que podía estallar en cualquier momento.
Deje de chupar el consolador y poco a poco lo introduje en mi ano; mi culo ya tiene la medida, no era la primera vez que me comía los 21cms de “Brent Everett”, mi cuerpo estaba ardiendo a pesar del agua que caía sobre él; lamentablemente el tiempo jugaba en contra y además Gabriela estaba en casa y debía devolver el consolador y el lubricante al cajón sin que ella lo notara, por lo que decidí penetrarme frenéticamente y sin pausas mientras con la mano que tenía libre pajeaba mi verga para acelerar el proceso; no tardé en correrme, acabé grandes chorros de leche blanca y espesa, que golpearon de la pared y poco a poco iban bajando hasta el piso de la sala de baño, con mucho cuidado retiré el consolador que aún seguía dentro de mi humanidad; sin perder tiempo terminé de ducharme para estar listo a tiempo.
A las 7:30 PM ya me encontraba vestido y relajado, me vestí con ropa casual, jeans y franela, por su parte Gabriela llevaba puesto un pantalón blanco ajustado que dejaba ver la marca del hilo que tenía debajo, eso acompañado de unas sandalias de tacón alto y una blusa algo desahogada, a mi parecer estaba muy bien vestida.
G: Mi amor, ¿será que puedes recibir a Lucas mientras termino de arreglarme y me coloco algo de maquillaje?, ¡ya debe estar por llegar!
A: Tranquila amor, yo lo recibo.
‑ La curiosidad de saber cómo era me invadía, el Lucas que minutos antes estuvo en mis sueños era perfecto… No tardó en sonar el timbre, a través del intercomunicador le dije que esperara un momento mientras bajaba, su voz me gustó, muy varonil y agradable; a medida que bajaba cada escalón mis ganas de verlo aumentaban... Mis suegros tenían razón, Lucas y yo teníamos un gran parecido físico, la misma estatura y color de piel, no era tan guapo como lo había soñado, pero su tenía una sonrisa muy bonita.‑
A: Hola… ¡Mucho gusto! (Dije mientras extendía mi mano)
L: Adrián, ¿cierto?, yo soy Lucas! (Dijo a la vez que estrechaba mi mano)
A: Un placer Lucas, sí, ese es mi nombre. Vamos a subir, Gabriela aún se está arreglando…
L: Todas las mujeres son así, tardan horas en arreglarse y Gabita no es la excepción (lo dijo entre risas).
A: ¿Gabita?
L: Siempre le he dicho así, disculpa, es por cariño.
A: Tranquilo hombre, no pasa nada, yo suelo decirle Gaby!
L: ¿Cuántos años llevan? (me preguntó mientras yo abría la puerta del departamento)
A: Pasa adelante. Pues ya llevamos 3 años desde que nos hicimos novios.
G: ¡Sí, tres añitos! ¿Cómo estás Lucas? (Preguntó luego de besar su mejilla)
L: No tan bien como tú…
A: Es que tengo buena mano (dije con actitud de Don Juan)
L: Jajaja… Eso no lo pongo en duda.
G: ¿Deseas tomar algo?
L: Un café está bien Gabita.
G: ¿Y tú mi amor?
A: Café también (le respondí mientras le daba un beso de piquito frente Lucas)
Invité a Lucas a sentarse mientras Gabriela preparaba el café, estando a solas pude notar que es un hombre tímido y respetuoso (nada que ver con el Lucas que mi imaginación había fabricado), un hombre agradable para conversar, me comentó que es economista de profesión, que trabajaba en un banco e incluso se puso a la orden. Cuando Gabriela regresó son los cafés nos encontrábamos hablando de futbol (hubo mucha empatía entre nosotros), nos lamentábamos que nuestro país no logró la clasificación para el mundial mientras nos reíamos de la cara de Gabriela (ella odia el futbol, en realidad odia cualquier deporte).
La velada fue muy agradable y hasta quedamos en ir a un juego de Mineros de Guayana (un equipo de futbol de la región); se notaba que Gaby estaba muy contenta de ver lo bien que nos caímos su exnovio y yo. A mí me gustó compartir con ambos, mis dudas fueron despejadas y quedé convencido que mi mujer me ama y que a Lucas lo ve como a un amigo.
G: ¿Sabes que he estado pensando? (me preguntó Gaby estando ya acostados)
A: No lo sé… ¿Qué será?
G: Que Lucas puede ayudarnos con los trámites del crédito para comprar el townhouse que queremos, ¿qué opinas?
A: Opino que quiero hacerte el amor…
G: Es en serio chico, dime, ¿qué opinas?
A: Ya te dije, quiero hacerte el amor…
Luego de eso la besé mientras comencé a acariciarla ‑yo seguía muy encendido por lo que había soñado y si no le hacía el amor no iba a poder dormir‑ Recuerdo como con sus añas arañaba mi espalda, ella sabe cómo me pongo cuando hace eso, me enciendo y no puedo parar, comencé a morder sus labios haciendo poca presión, pero la suficiente como para que sintiese un poco de dolor; poco a poco y entre besos fui bajando por su cuello hasta llegar a sus pezones, los cuales también mordí con mucho cuidado, mientras lo hacía sentía el calor de su cuquita en mi abdomen que poco a poco se mojaba y me mojaba, era una invitación a ser mamada; me giré sobre Gaby para quedar en posición y hacer un rico 69, comerme su coñito mientras ella chupaba mi verga, como pude la elevé un poco para comenzar a comerme su culito rosadito y meterle lengua mientras mi barbilla se hacía espacio entre sus labios vaginales; ella por su parte para hacerme el trabajo más fácil dejó de chupar mi verga y comenzó a pasar su lengua por mis huevos y el perineo, encendiéndome aún más; mientras yo me comía su culo ella se metía uno de mis huevos en su boca, apretando y causando un dolor que me daba placer y me llevaba a la gloria, para luego sacarlo y hacer lo mismo con el otro huevo.
A: Ponte en 4 nena, esta noche te parto el culo, me tienes a mil…
G: Mi amor pero por ahí me duele mucho, tú lo sabes…
A: ¿Quieres que me busque a otra que sí me lo de?
G: No mi vida, pero házmelo con cuidado papi, ¿sí?
A: Te lo haré como lo desees, sólo quiero llenártelo de leche…
Ella sabía lo que le esperaba, cada vez que le daba por el culo era igual, por muy delicado que intentase ser, siempre se me salía lo animal y le daba con mucha intensidad (como me gusta coger y come me gusta ser cogido), Con la ayuda del mismo lubricante que había usado horas antes en la ducha logré penetrarla, ella me obedeció, es muy sumisa, se puso en 4 patas como se lo había pedido y de frente al espejo, encendí las luces del cuarto, no me bastaba con la poca luz que nos brindaban las lámparas de noche; y comencé a penetrarla poco a poco, fui empujando mis 17cms de verga lentamente, pero sin hacer pausa, en cuestión de segundos ya la tenía toda adentro; su cara a través del espejo era un poema, una mezcla de placer y vergüenza (aún no se acostumbra al sexo anal, las pocas veces que lo ha practicado ha sido conmigo); mientras la sujeté por las caderas inicié un mete y saca suave, para lograr que se relajaran todos sus músculos y tenerla como la quería tener, a mi merced; fui desplazando una de mis manos a través de su pubis hasta llegar a su clítoris el cual estimulé muy sutilmente para mantener su excitación; me encendía tenerla así, frente al espejo, disfrutando sin pudor, viendo como su macho la dominaba.
G: Soy tuya papi… Ay… Ayyy! Que rico mi amor!
A: Tienes un culito demás de rico, ¡el mejor que he cogido!
G: ¿Cuántos culitos has cogido papi?
A: Muchos, pero el tuyo es el mejor, ¡me encanta como aprieta!
G: Mi culito es tuyo papi, yo soy toda tuya mi amor!
A: Toma pinga, come pinga como una perrita! (Le decía mientras aumentaba el ritmo de la penetración)
G: Me duele papi, me duele, pero me gusta… Ayy.. Ayyy..¡Que rico!
A: Aguanta mami, aguanta…
G: Si, si… Ah… Por ti yo aguanto papi…
A: Pídeme pinga… Anda… ¡Pídeme leche!
G: Dame tu pinga, dame tu leche, ¡lléname el culo papi!
Los dos sobre la cama, frente el espejo, ella en 4 patas y yo semiagachado clavándola duro mientras comenzaba a apretarle sus lindas tetas y le decía al oído: “así me gustas, bien puta y complaciente”, ella no paraba de gemir a medida que le taladraba el culo; estuvimos así un par de minutos hasta que ya no aguanté más e inundé sus intestinos con mi leche…
A: Wow… ¡Que rico mi amor! (Le dije mientras con mi mano acariciaba su cuquita que estaba toda mojada producto de las corridas que tuvo)
G: Aunque esto no es lo mío me encantó, pero más me encantó complacerte.
A: Gracias mi vida, de verdad que lo necesitaba…
G: Lo sé mi amor, sé la debilidad que tienes por los culos.
A: Tú me conoces mejor que cualquier otra, tú y sólo tú!
G: Yo sé lo que te gusta y siempre que me lo pidas te lo daré, al menos eso sí puedo darte…
A: ¿Al menos eso sí? Tú me has dado todo mi amor…
G: Todo lo que ha estado a mi alcance vida…
A: Te amo Gaby, gracias por estar a mi lado. (Luego de eso la besé)
G: Vamos a dormir mi príncipe, ¡te amo!
A: Y yo a ti, no lo dudes ni medio segundo.
Luego de esa noche pasaron varios días, Lucas nos volvió a visitar, y así poco a poco nos fuimos conociendo cada vez más y más, un día nos llegó a comentar que estaba saliendo con una chica y que de concretarse la relación le gustaría una salida grupal, al cine y luego a comer algo; su actitud no era la de un hombre gay, pero aun así no dejaba de parecerme atractivo y agradable. En fin, llegó el día del juego para el que nos había invitado la noche que nos conocimos, pero Gabriela no quiso ir, prefirió pasar la tarde en el spa con unas amigas para luego salir por ahí (noche de chicas).
El juego estuvo excelente, Mineros le ganó a Yaracuyanos por un gol; y ese gol merecía ser celebrado, así que luego de salir del estadio decidimos parar en un bar a tomarnos unas cervezas.
L: Gabita y tú hacen muy linda pareja, se nota que se quieren mucho.
A: Si, gracias a Dios, ella es fenomenal.
L: Sí, lo sé, ella es una gran mujer!
A: Dime algo Lucas, ¿por qué terminaron?
L: Es algo muy complicado, ¿ella no te ha contado?
A: No! Cuéntame tú…
L: Me da vergüenza contarte, mejor olvidemos el tema, ¿sí?
A: Mejor no, insistiré hasta saberlo TODO, así que cuéntame, ¿somos amigos o no?
L: Está bien, te contaré lo que sucedió: Resulta que mientras fui novio de Gabita comencé a presentar problemas de erección y por vergüenza me fui distanciando de ella y evité hablar del tema, aunado a eso, una supuesta amiga de ambos le comentó que me había visto por su barrio en varias ocasiones visitando a un vecino suyo que según su hermano le había comentado que era gay, o sea todo un enredo; y a raíz de todo eso mi relación con Gabita se fue deteriorando, hasta el punto de llegar a la ruptura y quedar como los amigos que somos hoy en día.
A: ¡Wow¡ Entiendo…
L: ¡Ahora estoy avergonzado chamo!
A: Tranquilo hombre, no sucede nada, es solo que debe ser horrible no tener erecciones, ¿cómo haces? (Le pregunté mientras comenzábamos nuestra quinta cerveza)
L: Ya estoy logrando erecciones, he ido dónde un especialista y estoy teniendo avances.
A: Menos mal, porque tú tan joven y apuesto, sin erecciones te tocaría ser la mujer de alguien (Le dije dejándole ver que era una broma con un toque de picardía y no una burla por su problema).
L: Lo que importa es disfrutar del sexo, independientemente de por dónde sea.
A: Así se habla hermano, por lo visto usted se comía al vecino de su amiga, ¿o me equivoco? (Pregunté con mucha picardía y viéndolo directamente a los ojos)
Lucas se ahogó con la cerveza que estaba tomando, no paraba de reír, la pregunta y mi actitud lo habían intimidado; estábamos entrando en aguas profundas y si no teníamos cuidado las consecuencias podían ser graves.
A: ¡Dime pues! ¿Te comiste la verga del chamo sí o no?... Tienes cara de que si… (Esto último lo dije entre risas)
L: Si, me comí su pipe muchas veces, ¿conforme?
A: ¡Eres un picarón! Así me gustan mis amigos, bien machos, y también maricones jajajaja…
L: ¿Tú has estado con hombres, cierto?
A: No te lo voy a negar, si tienen buen trasero como el tuyo y lo dan, los cojo, eso sí, que sean así machitos como tú.
L: ¿Estarías conmigo?
A: ¿Tú qué crees? (Le pregunté mientras con una mano agarraba mi paquete que ya estaba bastante duro y con la mirada le indicaba que viera lo que tenía para él)
Luego de esa conversación decidimos ir hasta un motel en las afueras de la ciudad para saciar nuestras ganas. Mientras yo manejaba Lucas acariciaba mi paquete, intentó sacarlo sin éxito, por más que quiso no lo dejé; quería tener toda mi concentración para él, estando entre 4 paredes y sin correr ningún riesgo.
Una vez solos en la habitación del motel, fui yo quien tomó la iniciativa, me acerqué hasta sus labios y lo besé con ternura y delicadeza (tenía varios meses sin besar a un hombre), y puedo decir que ese beso ha sido uno de los mejores de mi vida, tenía la dosis exacta de ternura, pasión y deseo, su aliento, la carnosidad de sus labios, los movimientos de su lengua; mientras nos besábamos comencé a desabotonar su camisa para luego quitarla y dejar al descubierto un hermoso pecho semivelludo, no pude evitar bajar hasta su pecho y besarlo, me encendió ver lo grande que son sus tetillas y lo bien formado que están sus pectorales, mientras mordía sus tetillas él jugaba con mi cabello que se encontraba algo largo para ese momento. Él comenzó a quitarme la franela como pudo, y al tener el torso descubierto fue inevitable el choque de nuestros pechos desnudos, recuerdo haberle dicho: “que rico machito el que me voy a comer”, y sin decir nada dio media vuelta a la vez que dejaba caer sus pantalones hasta los tobillos, dejando a mi vista sus redondas nalgas bajo la tela de un pequeño bóxer ajustado. Lo abracé pegando mi verga en sus nalgas mientras apretaba sus tetillas y besaba su cuello.
L: Me voy a comer al macho de Gabita, ¡que rico¡
A: Rico estas tú, ¡tienes un culote!
L: Y es tuyo Adrián, quiero que seas mi macho también!
Comencé a bajar el bóxer de Lucas, dejando al aire sus nalgas, redondas como balones de futbol, duras y cubiertas por una fina y suave capa de vellos; seguí abrazándolo, con una mano acariciaba su pecho, mientras que con la otra comencé a tocar su pene, el cual estaba completamente flácido (pero aun así se notaba que se gastaba una buena herramienta), lo acaricié con ternura, sin darle importancia a su falta de erección, al poco tiempo lo giré para besarlo y terminar de desvestirme. Mientras me quitaba lo que me quedaba de ropa pude ver su miembro flácido pero de buen tamaño, sus piernas hermosas, torneadas y con poco vello, mi pene estaba a reventar y él no dudó al ponerse de rodillas frente mí y comenzar una felación de infarto; mamaba mi verga como muy pocos lo saben hacer, me llevó a las nubes, su destreza y maestría me dejaban claro que su experiencia era amplia; mientras succionaba mi miembro, sus manos separaban mis nalgas y sus dedos se aproximaban hasta el epicentro de los placeres prohibidos; yo solo podía tomar a Lucas fuerte por sus cabellos hundiendo mi verga en su garganta mientras sus dedos no paraban de jugar con mi orificio anal.
Tomándolo de los cabellos lo levanté para besarlo y sentir en mis labios el rico sabor a verga que tenían sus besos, besando su cuello fui bajando hasta su pecho, mientras entre susurros le iba diciendo lo rico que está, su masculinidad me encendía, pude notar la dureza de su pecho y abdomen a medida que los recorrí con mis labios, con mi lengua juguetee en su ombligo para luego recorrer un hilillo de vellos que me llevarían hasta el tronco de su miembro, pasando por su pubis; él me pedía que no siguiera, le avergonzaba no tener erección, recuerdo haberle pedido que se dejara llevar (estando de rodillas y frente a su pene), comencé a besar y lamer sus bolas, al igual que sus ingles, poco a poco comencé a notar como su miembro respondía a mis estímulos, esa media erección me invitaba a mamar, pelé su glande, dejándolo al descubierto y pasándolo por mis labios como si fuese un labial; luego comencé a chuparlo y al sentir como crecía dentro de mi boca, metí más verga dentro de ella; Lucas no paraba de jadear y yo me sentía en el cielo, dejé de mamar su verga para ponerme de pie frente a él y de un empujón dejarlo boca arriba sobre la cama, para luego incorporarme y comenzar un rico 69.
Yo mamaba su pene mientras el mamaba el mío, pero eso no fue por mucho tiempo, ya que Lucas hizo fuerza para producir un giro y quedar el sobre mí, ofreciéndole su culo a mi boca mientras él mamaba mi verga, ¡que culazo!, me encantó mamar su culo, Lucas no paraba de gemir mientras se comía mi pene, y yo comenzaba a meter un dedo en su culo, para luego meter otro y ponerlo a pedir verga, no paraba de decir: “Cógeme Adri, méteme tu pinga…”. Lo empujé para que se pusiera de pie y le pedí que se sentara en un borde de la cama, mientras sacaba de mi billetera un preservativo, pude observar su pene con un poco de flacidez; me pidió el condón y me sorprendió que me lo colocara con la boca, sólo una persona me lo había colocado antes de esa forma, Gabriela, era obvio que uno había aprendido del otro, pero eso no viene al caso, simplemente ¡me encantó como lo hizo!, con mi mano empujé su pecho para que quedara boca arriba sobre la cama y llevé sus piernas hasta su pecho para observar ese apetitoso culito; introduje un dedo y pude sentir la presión que su ano ejercía, luego metí un segundo, y antes de meter el tercero me pidió que lo penetrara con mi verga.
Estando de pie a un borde de la cama, lancé un escupitajo en su culito y con la ayuda de la saliva comencé a introducir mi verga en él, sentía como si su culo mordía mi pene, su ano apretaba con mucha fuerza y eso me volvía como loco; comencé una penetración suave a la vez que observaba como su miembro se endurecía hasta alcanzar unos 16cms, lo traté con mucha delicadeza al principio, hasta que su ano se fue relajando y la penetración era mucho más fácil. Coloqué sus piernas sobre mis hombros y tuve una mejor visión de su rostro, me encantaba la ternura con que me veía, la misma carita que coloca una mujer cuando acabas de hacerle el amor; pero Lucas apenas estaba comenzando a recibir, y su mirada tierna sólo me invitaba a partirle el culo, me incliné hasta sus labios, lo besé y comencé a darle con mayor intensidad.
L: Ay... Ay… Me encantas Adri… ¡Dame más!
A: ¿Te gusta ser la perrita de un macho, cierto?
L: ¡Me encanta! Tú me encantas…
A: Y hasta se te puso dura la verguita… (Le dije en tono burlón)
L: Ah… Ay… Si papi, cuando un macho de verdad me coge se me pone así…
A: ¡Voy a partirte el culo por zorra!
L: ¡Dame pinga! ¡Párteme el culo!
Comencé a morder sus labios mientras le follaba el culo intensamente, al sentir como sus esfínteres apretaban mi miembro deduje que estaba por acabar, por lo que tomé sus tobillos con mis manos y comencé a penetrarlo frenéticamente y sin pausa; pude observar como de su miembro salían chorros de leche, blanca y espesa que inundaban su pecho; bajé el ritmo de penetración, dándole suavemente mientras con un par de leche recogía la leche de su pecho y la llevaba hasta su boca.
L: Que rico nene, ¡me encantó!
A: A mí me encanta tu culo… (Le dije mientras le seguía penetrando suavemente y su culo comenzaba a apretar como mordiendo mi verga)
L: Me llevaste al cielo, pero por favor, sácalo rey…
A: ¡Ahora te llevaré al infierno!
Al finalizar ese dialogo comencé a penetrarlo intensamente, mientras entre gemidos y llanto, Lucas me pedía que parara, su debilidad me excitaba aún más, verlo suplicar me ponía a mil por hora, “Ay papi… No sigas…” decía mientras yo lo penetraba en silencio y mirando su rostro fijamente; su culo dejó de apretar y su pene comenzó a reaccionar una vez más, su dolor se transformaba en placer y ahora me pedía que continuara, cuando sentí que estaba por acabar decidí pajearlo e intentar acabar juntos, lo logré con éxito, mientras su pene soltaba chorros de semen, su culo apretaba mi verga, dándome tanto placer y haciéndome acabar pocos segundos después que él.
Luego de eso dormimos un par de horas, antes de llevarlo a su casa e irme a mi departamento, dónde irónicamente Gabriela me esperaba aún despierta y ya eran poco más de las 3:00 AM, algo muy extraño en ella, pues, por lo general si no llego temprano se acuesta a dormir y conversamos la mañana siguiente.
G: Hola mi vida, ¿cómo estuvo el juego?
A: Bastante bien, ¡nuestro equipo ganó!
G: Eso hay que celebrarlo, ¿no crees?
A: Ya me tomé unas cervezas con Lucas mi amor…
G: Me refiero a celebrarlo ¡TÚ y YO!
¡Pobre de mí, me tocó complacer a Gaby luego del polvazo que eché con Lucas!
Espero que les haya gustado mi relato, comentarios y sugerencias: blinder@hotmail.es