Mi nueva vida sexual
Cuando nos liberamos, usamos todo: la concha, la boca y el ano
Mi nueva vida sexual.
A Julio95 que me pidió una historia como ésta.
Me quito el gorra de baño, ya me he dado la crema en todo el cuerpo tras la ducha. Siempre me gusto cuando me veo desnuda en el espejo, pero ahora me doy cuenta que me veo de otra manera, algo ha cambiado dentro de mí. Ya no soy la señora casada, la mamá de dos niños, la viuda deseable, la pareja de un gallego, ahora me veo diferente. No es sólo el bronceado de todo mi cuerpo, que el haber practicado el nudismo ha hecho desaparecer las marcas del bikini, no es el haberme liberado de falsos pudores gracias a mi cuñada Inma, no es el aceptar que tengo una sexualidad que pide nuevos caminos que quiero recorrer. No, lo que creo me ha cambiado es el poder: ser directora general de la empresa carteras y cinturones exclusivos para América Latina. Eso lo conseguí por Cayetana, la dueña de la empresa multinacional donde trabaja Santiago, que se quedó deslumbrada con el bolso y el cinto que llevaba cuando nos conocimos. Diseño y fabricación de mi hija Daniela. Y ahí empezó todo.
Vamos a ir a la presentación de un libro en la editorial donde trabaja mi cuñada Raquel, me apetece asistir, otras veces me aburría el ambiente sofisticado e intelectual de ese tipo de reuniones, hoy voy a lucirme, a que vean en mi a una triunfadora.
He elegido qué ponerme, me sonrío ante el espejo del dormitorio. Saco las medias, negras pero transparentes con costura que me recorre la pierna. Empiezo por ahí, me las enfundo, luego agarro el liguero negro, lo pongo en la cintura y las abrocho, compruebo que queda recta la costura. Me siento perversa al verme así. Me pongo unas sandalias de taco muy alto para ver como se estira mi figura: una maquina de seducir. Luego el corpiño, negro, con aros, de nido de abeja, con broche delantero, que levanta pero no aprieta mis pechos. Antes viéndome como me veo, me hubiera acariciado, ahora no, son los demás los que deben ponerse calientes al verme.
Debo elegir una bombacha, dudo, por fin agarro una tanga negra, calada a juego con el corpiño. Me la pongo y me vuelvo a contemplar. Giro para verme de espaldas, los cachetes de mi culo quedan libres. Me veo un poco perversa y me gusto.
La blusa blanca de seda gruesa, la pollera negra un palmo por debajo de la rodilla, con grandes botones que la cierran por delante.
No le van las sandalias, me calzo unos botines negros de taco alto pero ancho, voy a tener que estar tiempo parada. Un poco de Chanel en las muñecas, los lóbulos, el cuello y el canalillo de las tetas. Me pongo unos pendientes de pequeñas perlas, casi infantiles y un collar también de perlas largo que me llega al monte de mis senos.
No me he maquillado y tampoco me he planchado el pelo, ahora me queda ondulado, una imagen más natural. Me convenció la hermana de Santiago, tenía razón, me hace más joven y me da un toque mitad naif y mitad salvaje.
Oigo la puerta al abrirse, es Santiago que llega:
- ¡ Uauu!. Ya estás lista y preciosa. Para comerte, ahora no lo hago pero a la vuelta : prepárate. Te rompo.
Me besa en los labios mientras se quita la corbata. Vamos un poco escasos de tiempo. Bajamos en el ascensor hacia el garaje, le miro. Con sus saco azul oscuro, su camisa azul cielo y los pantalones grises, los mocasines de Guido negro, bronceado, la barba con alguna hebra blanca parece un osito de peluche, para mimarlo y comérselo.
- Chiqui, deja que te retoque un poco.
Sin dar tiempo a que responda , me abre la camisa hasta que se me ve el canalillo donde caen descansando las perlas del collar. Cuando se agacha para soltar los botones de mi falda hasta medio muslo, se da cuenta que voy con medias y liguero. Me acaricia la piel por encima de la media y llega hasta mis nalgas, me sonríe mientras me amenaza con un
- A la vuelta te destrozo. Estás cojonuda.
Sé lo que va a querer hacer a la vuelta, ponérmela detrás.
Cuando su hermana me estuvo interrogando, porque fue un interrogatorio lo que hizo conmigo, aunque estuviéramos desnudas, con unos vinos encima y practicando con los juguetes que habíamos comprado en un sex-shop de una amiga suya, mentí. Le dije que nunca lo había hecho por el ano. Lo había hecho dos veces con mi marido pero no me había gustado. Así que fue un regalo para Santiago, creyó que me desvirgaba el culo. Y la verdad que lo hizo bien, de no gustarme, no digo que me apasione, pero se ha convertido en una práctica para ocasiones especiales. Y los dos, parecía, que considerábamos esa noche como algo extraordinario. Y lo era, mi presentación en sociedad como brillante ejecutiva.
Me ha desabrochado botones de la pollera, de modo que según me mueva, se me va a ver el final de las medias, me doy cuenta que quiere que me luzca sexy y elegante.
No tardamos en llegar a la casa donde está la editorial. Cuando entramos vemos que habrá unas sesenta personas.
Mi cuñada Raquel viene a saludarnos. Es hermosa y además lo está. Un vestido rosa con lentejuelas de María Vázquez que la moldea el cuerpo, sin apenas escote, con manga larga, que la hace más apetecible, al cubrir y enfundar su figura escultural. Nos damos un pico, a Santiago le besa en la mejilla. A los dos nos gusta, lo sé. A mí me excita y me da morbo. Una noche en su casa, viví que ella me hacía el amor y me cogía su marido mientras dormía, no sé si fue real o un sueño, pero me ha dejado marcada, como una fantasía que te recorre la mente cuando te masturbas.
Nos lleva junto a los dueños de la editorial, Susana preciosa, rubia, ojos azules, quizás una belleza un poco fría, tan perfecta, viste con saco, blusa y pantalón. A su lado su marido sonríe al darnos la bienvenida. Hay que reconocer que el dinero se nota. Se le ve como lo que es: un millonario, que puede permitirse el lujo de dárselas de intelectual.
En la recepción hay una mezcla de poder, dinero y creadores de opinión. La sala es grande, pero pasamos a un auditorio. Nos sentamos para la presentación de libro. El autor, el editor y un conocido politólogo comienzan a contar de qué va, lo interesante que es, en fin la propaganda. A mi no me gusta leer pero pongo cara de interés. Una vez acabado el show intelectual volvemos al salón donde estábamos antes. Nos va a dar una copa con algo de picar.
Raquel me presenta a María Eugenia Salazar de Grandetti, la capo de la moda en Argentina. Cayetana ha hablado con ella y quiere conocerme, para llevar la venta de las carteras y cintos. Me quedo hablando con ella, orgullosa y esponjada de vanidad, nunca había tenido oportunidad de tener tratos con semejante personaje.
Santiago se va con Raquel, Susana y su marido a ver una colección especial en la que tenía mucho interés.
Me quedo hablando con María Eugenia, quedamos en que en cuanto tenga la colección completa debemos quedar para montar la operación en Argentina y en Uruguay. Brindamos por el éxito, a ella se la lleva su hija, una conocida actriz. No tengo tiempo para decidir que hago. Una mano se posa en mi hombro, me giro, es mi cuñado Benito.
- Acabo de llegar, esto es un aburrimiento. Sólo vengo por obligación y a las copas. Aunque hoy he venido con otro ánimo al saber que venías tú.
Me devora con la mirada, sus ojos se clavan en el canalillo de mis pechos. Noto su excitación, su hambre de mí. Siempre me ha dado un poco de no sé como decirlo, asco, repugnancia, verlo tan baboso, tan macho queriendo follarse a una mujer, dueño y amo de todo. Pero algo ha cambiado en mí, antes yo era un simple mujer, ahora soy una ejecutiva brillante. Le sonrío y cuando le beso en la mejilla dejo los labios humedecer su piel, al tiempo que me pego a él para que sienta mi cuerpo. Cuando nos separamos, su sonrisa ha cambiado, es la del lobo queriendo comerse a una corderita que soy yo.
Le miro insinuante, me vuelvo a apoyar haciendo que mis pechos rocen su brazo. Me da un subidón de lujuria. Por primera vez lo veo como una gran pija, todo él depilado,
su cabeza es como el cipote de una verga, todo él es una polla, me hace gracia, es una verga andando. Y me pone, de una manera juguetona, como si fuera uno de esos aparatos para el placer que he comprado con mi cuñada y decido jugar con él.
- ¿ Vamos a por otra copa de champagne? ..A mí también me alegra que hayas venido, estos sitios no me van, no soy nada intelectual...Ya sabes como soy,,,muy elemental.
Al ir hacia la mesa donde sirven el alcohol, Benito se da cuenta que llevo medias hasta medio muslo, una lo hace a propósito, me fijo que la pija se le ha puesto dura, se nota como empuja el pantalón. Un buen escote y empujar a su imaginación bajo mi pollera hacen que se convierta en una bestia en celo. Es él el que se encarga de hacer que le sirvan las copas, luego brindamos. En sus ojos hay hambre de mí, y a mí me encanta.
Un recuerdo me asalta la mente: cuando Santiago me llevó a ver una corrida de toros y me explicó como el torero cita al toro poniendo la muleta delante para que la bestia ataque. Así me sentí cuando respiré profundamente , haciendo que mis senos casi hicieran estallar mi blusa y poniendo la pierna hacia adelante para que pudiera contemplar la atadura del liguero.
- ¿Llevas...?- empieza a preguntarme.
- Sí , he venido con medias y liguero, me hace sentirme más sexy, más femenina......y sabía que venías vos.
Dio un respingo, le había puesto la capa delante de los cuernos, y embistió.
- Ven, sígueme.
Me toma de la cintura aprovechando para tocarme un poco el culo de modo disimulado, pero que una que va preparada, lo nota. Se ve que conoce la casa, me lleva hacia una puerta en el jardín que cuando abre, descubro que es un despacho. Y se abalanza sobre mí. Me abraza con pasión y su boca busca la mía, me le dejo devorar por su ansia. Nos separamos para respirar.
Yo no digo nada, me acerco a la mesa, me apoyo en su borde y ante sus ojos de fiera, me abro la blusa, dejando el corpiño al aire. Luego me suelto los botones de la falda. Estoy ante él mejor que desnuda, cubierta con una lencería sexy. Mis ojos buscan los suyos, le lanzo una mirada de hembra rendida.
- Por favor.... ven.
No hace falta decir más. Casi se tira sobre mi, yo le separo y le susurro:
- Espera.
Me suelto el broche del corpiño, mis senos quedan desnudos, tengo los pezones duros, estoy caliente al tiempo que dentro de mí, me siento como una niña que corre una aventura y hace cosas malas. Me soba las tetas, parece enajenado. Yo le desabrocho el cinturón y el pantalón que cae al suelo. Le acaricio el polla dura bajo su slip negro. Ruge como un león vicioso. Me chupa los pechos, sin mimo, cegado de lujuria. Me doy cuenta que estoy cachonda y gozosa. Yo le saco el cipote tirando hacia bajo de su calzoncillo, lo acaricio suave al principio, pero cuando me muerde los pezones, le masturbo con fuerza y rápido.
- ¡ Métemela!
Aparta el estrecho tejido de mi tanga dejando mi concha abierta a sus ataques, me agarra los muslos, los levanta colocándoles alrededor de su cintura y entra en mí como un tren en un túnel. Estoy mojada y su pija se desliza hasta el fondo. Siento el golpe de sus huevos indicando que la tengo toda dentro. Se mueve como un loco, rápido, ocupado de su lujuria. A mí gusta, me gusta darme cuenta que lo tengo bajo mi poder sexual, que no es capaz de razonar, que sólo quiere cubrirme como si fuera una yegua.
Yo gimo, suspiro, estoy muy caliente, pero siento que no voy a venirme, que mi placer viene del dominio, de mi control sobre su rijoso deseo. Pero simulo, casi grito. Le miro y comprendo que está a punto de correrse. No sé como una extraña idea cruza mi mente: no mancharme la ropa.
- Así no. Quiero que te vengas en mi boca.- más que un ruego es una orden.
La saca y yo me arrodillo ante él. ¡Uauh! Nunca había visto una pija depilada, casi me hace reír. Con una mano le agarro el escroto, con la otra la verga que me meto en la boca. Empiezo a chupar, sé que a los hombre les vuelve locos que les mires cuando se la mamas. Lo hago y entonces, cuando veo sus ojos fuera de sí, como si estuviera en una nirvana, en un más allá del bien y del mal, en una locura lasciva, algo me ocurre, lo que no me había pasado antes, cuando me estaba cogiendo, me encamino hacia el orgasmo. Así sin tocarme, sólo con el ambiente de la situación, con el darme cuenta de lo que soy capaz, avanzo noto que voy a venirme. Suelto la mano que agarra su verga, quiero que me entre hasta el fondo, sé que no me va a dar arcadas, no es grande, es más bien gorda, pero me cabe bien, solo uso los labios para sujetarla. Mi mano liberada baja a mi clítoris y me ayudo a la cabalgada final mientras mi cuñado, fuera de sí explota soltando toda su leche en mi boca.
Hemos acabado. Mientras me levanto, trago todo su semen. Nos vestimos callados, satisfechos, para él yo era su objeto de deseo, Benito me había dado miedo y asco y ahora lo había controlado, llevado a mi terreno. Él piensa que me ha cogido, yo que he jugado con él.
Salimos a la sala, sigue llena de gente, la verdad que parece que ha pasado mucho tiempo, pero apenas hemos echado un polvo de unos diez minutos.
Veo que Santiago baja del piso superior con mi cuñada Raquel y con Susana, la dueña consorte de la editorial, sin parar de hablar. Santiago viene hasta mí y me besa, pienso que no notará el sabor a semen de Benito , Raquel ha encontrado a su marido que habla con el propietario de la empresa.
- Cariño, ¿ no sabes qué cosas tienen? Y Susana me ha planteado que podían usar su red de distribución de joyas bibliográficas para vender tus productos. Le he dicho que eres tú la jefa.
Mi chico tiene cosas que hacen que una desee comérselo. Ese decir que yo era la jefa, que yo decidía me puso inflada de orgullo.
- Un día quedamos y lo hablamos. - digo como si para mí todo aquello fuera natural.
- Pues te llamo y paso por vuestra casa un día que estés tranquila.
La fiesta sigue un rato más, Santiago me mira con ganas, me doy cuenta que está cachondo. En cuanto se retira la primera manada, nosotros salimos hacia el coche. Me aprieta contra él para sentir mis curvas pegadas a su cuerpo.
- Estás caliente. ¿ Qué te han hecho esas chicas?
- Es que Susana y su marido se dedican a vender pornografía en plan joya para millonarios. Raquel, tu cuñada, es la directora de la colección.....Y tiene unos dibujos que ...te la ponen dura.
- Déjame ver cómo de dura.- mi mano baja a su entrepierna, siento la dureza de su verga a través de la tela. La sobo mimosa- Vamos a casa para gozar de esta alegría.
En el coche, Santiago me acaricia la parte desnuda de la pierna mientras llegamos al departamento. Apenas aparcamos, se abalanza sobre mí, me abraza empujando mi culo para que mi pubis sienta la dureza de su pija. Me restriego contra él. Entramos en el ascensor enganchados, cuando llegamos a nuestro piso y abrimos la puerta, su lujuria parece estallar.
Le paro, quiero ser yo la que lleva el timón.
- ¿ Tenían dibujos muy ...muy cochinos? ...¿ Quieres ver una nena que hace posturas?
No le doy tiempo a responder, separada de él, me suelto la pollera que cae al suelo del salón.
- ¿ Te gusta lo que ves? - pregunto mientras voy desabrochando los botones de la blusa y abriéndola despacio para dejar al aire mis lolas apenas cubiertas con el transparente tela del corpiño. - Yo también quiero ver a un macho desnudo con la polla dura.
Santiago no se hace rogar , se comienza a desnudar a todo rapidez sin dejar de mirarme. Yo le espero, quiero verle en pelota, cuando se está bajando el calzoncillo me quito el corpiño y muevo los hombros para que mis tetas oscilen.
- Dejate los calcetines, así los dos nos quedamos con medias.
Tiene la polla dura, mirándome comienza a meneársela. Yo me acaricio los pezones que ya estaban duros, veo encima de la mesa del salón un abrecartas, lo tomo y corto el hilo del tanga que cae al suelo. Y empiezo a masturbarme frente a él.
No decimos nada, sólo nos devoramos como animales en celo, me veo perversa y me gusta.
- Ven, vamos al dormitorio. Quiero que nos veamos en el espejo.
Me sigue hasta la alcoba. Me gusta verme en el espejo de cuerpo entero junto a la puerta. El liguero, las medias, los botines, me doy cuenta que sé lo que quiero. Santiago me estudia hambriento, yo le dibujo el contorno de la piaj con la uña de índice.
Despacio, con caderas que contonean voy al tocador, ahí hay otro espejo y la leche hidratante. La abro y me unto los dedos, me inclino y me embadurno el ano, después me apoyo con los codos en el mueble, queda mi culo en posición indefensa.
- Pónmela atrás.
Es el orificio que no he usado para el placer esa noche y quiero sentirle y verme cuando me encula. Se coloca tras mío, me mete dos dedos para extender bien la crema, cuando los saca apoya el cipote y empuja lentamente al principio. Siento como me dilato para recibirle, va entrando y me gusta. La tengo dentro y empieza a moverse adelante y atrás. Le miro en el espejo, tiene la cara de estar en éxtasis, me sonrío y me dejo hacer. Al principio va despacio, con las manos en mis caderas.
- ¡ Más !- le ordeno.
Y acelera el ritmo al tiempo que me agarra los senos, no para, veo como va dejando la razón para convertirse en una bestia y comprendo que era lo que yo quería , dominarle con mi sexo. Sé que se va a correr, sus ataques adquieren el ritmo de una ametralladora. Estoy gozosa, plena cuando siento como se derrama su semen en mi interior.
- Santiago, ¡ qué lindo! Me gusta que me tomes así.
La verga poco a poco va perdiendo dureza, por fin la saca. Veo que junto a los restos de leche hay manchas oscuras de mis heces. Vamos al baño. Santiago se lava a conciencia, yo uso el bidé para dejar salir su esperma e higienizarme tranquila.
- Me puedes traer un gin tónic.
- Nena, lo que desees son órdenes.
Marcha a prepararlo, mis dedos buscan el clítoris, está duro, excitado, me acaricio rápido, sin miramientos hasta que me vengo.
Me seco y le espero en la cama.
- ¿ Mejor o peor que esos dibujos?
- Mucho mejor, cariño. Creí que me daba algo.
- Cuando Susana venga , le diré que me traiga algún libros de esos para ver si me dan ideas.
He cambiado y me gusta como soy ahora.
Este relato pertenece a la serie de Marisa y Santiago.
La autora se abre a peticiones de sus lectores para nuevos argumentos.