Mi nueva vida impuesta Cap. II
Me voy transformando
Desde hace días teníamos una rutina, ayudaba en las tareas de la casa (era lo menos, me decía convencido), almorzábamos, me tomaba mi zumo, tomaba la siesta y siempre ella a mis pies cosiendo, yo me quedaba mirándola, viendo aquellos pechos grandes, preciosos rebosantes, sentía unas ganas enormes de tocarlos, besarlos de ser amamantado por ellos.
Cada tarde despertaba con una fuerte erección que sin duda Amalia veía, ella siempre a mi despertar me acariciaba el muslo y me sonreía guiñándome un ojo, estaba feliz, no pensaba en nada más.
Una noche y aunque no quería, sentí que debía hacerlo, quería salir, perderme en la noche intentar algún toqueteo algún ligue y le indique que me marcharía pronto, que había abusado bastante de su confianza, a lo que me preguntó que a donde pensaba marchar
Mi equipaje ya lo daba por perdido del todo y sabía que no tenía donde ir, me insistió que me quedara con ella, ya que estaba sola y el tenerme en su casa le había hecho recuperar ciertas emociones.
No entendía bien pero la escuchaba con devoción, ella seguía hablando, que le gustaba tener a alguien en casa, cocinar para dos, ver la tele juntos, yo la oía y sin darme cuenta, me senté a su lado y dejándome tomar, ella acariciaba mi pelo una y otra vez, nuevamente sus palabras se perdían en mi mente, primero eco, luego solo sonidos, yo contestaba que si, si…
Después de bastante tiempo, me di cuenta que estaba con mi cabeza en sus hombros, mis pies recogidos en el sofá, doblados hacia atrás y viéndola coser mientras con mis manos la estaba acariciando, mis manos acariciaban su falda!!!
Me asusté, y me levanté para salir de la casa, me marchaba, que vergüenza, sin duda las ganas de sexo, me habían hecho,…pero ¿arrodillado en el sofá? ¿Esa postura?, alcancé a tomar el pomo de la puerta, cuando al girarlo, escuché…
- ¿A dónde vas Nino?
- Me voy Amalia muchas gracias, pero debo irme
- No, no, no (me regañó), tú te vienes aquí conmigo
Quedé frente a la puerta mirando mi mano mirándola a ella que ahora había soltado todos sus hilos, y con sus manos cruzadas en su falda, me miraba.
- Ella dijo, ¿qué ocurre, te voy a tener que ir a buscar?
Quería salir, pero tena un sentimiento de soledad, allí estaba bien, fuera, ¿qué había fuera?, pero quería irme, tenía una lucha interna, pensar en irme me daba angustia, frio,…así que…vi como mi mano sin quererlo volvía a su posición inicial, esta vez levemente se posó junto a mi cadera. Varios pasos atrás me alejaron de lo que creía mi libertad. No entendía lo que me pasaba, no podía abrir la puerta
- Ella volvió a hablar, ¿y te vas a ir en bañador?
Levantando la vista poco a poco, seguía caminando, ya había llegado al salón donde Amalia, sentada en un lado del sofá, con su mano, daba palmadas en el cojín para que fuera junto a ella.
La miraba, y sentía paz, ternura y una potente erección que hizo más pequeña si cabe la braga del bikini. Amalia me sonreía y juntando sus labios y descubriendo sus muslos al levantar el pliego de la falda, no lo pude soportar y me senté a su lado.
- Todo esta bien, Nino, todo esta bien
- Eso..creo…no se, respiraba agitado
- ¿Por qué no vas a la cocina y te sirves un buen vaso de zumo de hierbas? Luego vemos una peli juntos, ¿ok?
- Eh…si…creo que me vendrá bien
Fui a la cocina y tome un vaso, pero me di cuenta que al inclinarme hacia arriba para alcanzarlo elevaba un poco una de mis piernas que recogía hacia atrás, luego de tomar el vaso, me coloque el pelo por detrás de la oreja, ya me había crecido bastante, pero me dio una sensación extraña, me pareció como muy femenino.
Me senté al lado de Amalia y mientras bebía y veíamos la tele, pensé que sería a causa de mi depresión y el estar tanto tiempo en la casa con ella, pues que se pegaban gestos, no sabía.
Así que respire profundamente, deje el vaso en la mesilla y mas tranquilo, recogí mis piernas y me senté en el sofá con ellas dobladas y …me cogí del brazo de Amalia, de repente me miré y otra vez asustado por esa postura ¿qué me ocurría?, me iba a levantar cuando Amalia se dio cuenta de que me había puesto extrañado y dijo
– Todo está bien, Nino, todo está bien
- Si, claro y me calmé, volví a cogerme del brazo y así me quede viendo la tele
No recuerdo más, ni siquiera el programa, solo que ella me ayudo a ir a la cama, estaba como adormilado otra vez, a decir verdad, desde que había llegado a la casa, siempre estaba como en una nube no pensaba con claridad y mucho menos recordaba que había hablado el día anterior a veces ni que había hecho.
Amaneció y apagué la radio que de un tiempo a esta parte siempre está en mi mesa de noche y con una música muy suave. Alcé mis brazos tome aire, mire por la ventana, una mañana preciosa pero con algo de viento.
Me repasé las piernas mirándolas, me peiné, me puse mi braga del bikini, pero esta vez había un pareo, muy colorido, muy suave, como hacia viento no me pareció mala idea y me lo puse por la cintura.
En la cocina estaba Amalia con mi desayuno habitual preparado (que buena es, como me cuida, que diferencia con mi ex). Quise corresponder con una frase educada a tanta atención.
- Amalia si tu sobrina hubiera sido como tu, no me habría separado ni un cm., de ella
- Así, y eso por que?
- Pues eres muy amable y atenta, no quiero decir que ella no lo fuera pero es…
- Sabes por qué es? Y se me acerco y acariciándome como de costumbre, pegaba su pecho a mi cara y me dijo
- Porque tu también colaboras, me ayudas, haces tareas, que menos, ¿no? Y además estoy encantada de tenerte aquí y mmmmuaaacccc
Me dio un beso en la frente muy largo, que me dio tiempo a gozar de todo el escote que me ofreció y me empalme de inmediato. Yo puse mis manos en el pareo para que no se notara y dando las gracias, tome el vaso de zumo y de un trago me lo tomé.
Luego mis cereales, y mis vitaminas que de un tiempo a esta parte también me estaba dando, no recuerdo cuando empecé a tomarlas, simplemente lo hacia
Volví a mi tarea habitual, pintar la valla. Dejé el pareo en la silla, me ajuste los cordones a cada lado de mi cintura del bikini, y me puse a pintar. Mientras lo hacia pensaba que esa labor me relajaba mucho, que me sentía muy bien allí, aunque ya hacia meses que no salía de esa casa, mas allá del jardín, no me importaba, aunque creo que esa valla ya la había repasado muchas veces.
Llegó el medio día y sin necesidad de que me avisara, entré en casa, puse la mesa, serví la comida y llamé a Amalia.
- Que sorpresa! Has puesto la mesa y todo, que bien te portas
Una sensación de felicidad me invadió al escuchar ese halago y una erección brotó en mi.
- Vaya, veo que te gusta lo que te he dicho, jajaja
Que vergüenza, me puse muy rápido el pareo, y bajando la cabeza pedí disculpas.
- Yo,..eh…Amalia…lo siento…es que….
- Nada que perdonar, es normal, un hombre como tu, lo entiendo, seguro que hay otra cosa que te gustaría comer ¿mmm?
- No, no entiendo, yo solo (mas rojo me puse, miraba como podía a sus pechos, no podía mas, sino me controlaba me lanzaría a ellos)
- Nada hombre tranquilo, es broma, anda tomate el zumo
- Claro que si, pero me pondré un poco más, solo hay medio vaso
- ¡No! Así está bien, medio vaso está bien, confía en mi
Y se levantó y como tantas veces se puso a mi lado, y mientras me acariciaba ya mi casi melena, me decía, ¡todo está bien, todo está bien! Yo me tomé el vaso de un golpe y ella seguía con sus caricias, sin darme cuenta sentí un pinchazo en mi brazo, Amalia me inyectó algo. Me levanté de golpe
- ¿Qué haces?
- Nada me sonrió
- ¿Qué me …..has puesto….? Y me mareé
Amalia me llevó al sillón, en el lado justo de la mesilla con una lámpara que encendió, me sentía sereno, calmado.
- Nino vamos a hablar tu y yo de nuestras cosas, ¿ok?
- Si, como quieras,…¿Qué quieres saber?
- Quiero que seas sincero conmigo, y no me mientas, ¿ok?. Te he puesto pentotal sódico, o suero de la verdad, te sonará mas, a todo lo que preguntes contestarás con sinceridad
- Yo…bueno…si tu lo dices
- Claro que si, yo lo digo, y en tu interior sabes que cuando te hablo eso te produce mucha paz interior, te siente bien, ¿lo has notado?
Tenía razón, yo cada vez me sentía mejor en su casa, me sentía cómodo, no me preocupaba nada del exterior, de hecho ni me había comunicado con nadie, solo estaba ella, y yo la ayudaba, cuanto más la ayudaba mejor me sentía, era extraño pero me daba felicidad.
- Nino, las pastillas que has estado tomando y el zumo, no son vitaminas ni zumo, creo que de eso en tu interior te has dado cuenta
- Yo…no se…
- Quiero que te des cuenta que cuanto más sincero seas conmigo y cuanto más te dejes llevar mejor te encontraras, ¿ok? ¿Quieres encontrarte mejor?
- Si,…si quiero
- Muy bien, pues empecemos, te gustan mis pechos, ¿no es así? Te gustan mucho, me doy cuenta como lo miras y quisieras tocarlos
- Oh…yo…si (no podía casi abrir los ojos)
Ella fue desabrochando su blusa, dos enormes tetas aparecieron con dos grandes aureolas frente a mi cara.
- Ahora Nino, quiero que los beses, es tu premio por ser tan bueno y disciplinado.
Yo di unos pequeños besos que continué con mi lengua, los besaba una y otra vez, con mi mano, me agarré mi polla empalmada, pero la mano de Amalia me la apartó
- No Nino, solo lo que te diga yo
- Está bien…
- Nino, vas a cambiar y vas a cambiar porque yo te lo digo, desde que llegaste te he estado subliminalmente aleccionando, poco a poco, la música, el bikini, el zumo, todo forma parte de tu tratamiento
- ¿Trat…tra..trat..que…?
- A mi no me gusta que mi sobrina se haya quedado sola, ella te quiere, pero te quiere de otra forma, por eso vamos a hacer que todo vaya mejor
- Pero yo me …he…separado
- Pero la sigues queriendo lo sé, me lo has dicho mientras obtenía de ti toda la información que necesitaba en tus siestas
- Yo…bueno
Amalia se colocó justo enfrente de mí, me cerró las piernas y las mantuvo así con las suyas, suaves golpes en mi mejilla me hicieron salir un poco de mi letargo, y ahí es donde todo empezó a cambiar
- A partir de ahora, harás todo lo que yo te pida, sin que seas consciente me obedecerás en todo, y serás feliz, ¿estás de acuerdo?
Yo no contestaba, así que ella muy lista, volvió a poner sus pechos en mi boca y metió la mano en mi bikini y me acariciaba la polla
- Si….si
- Ahora te voy a pinchar, no te va a doler, pero a partir de ahora, que me vas a obedecer en todo, tu voluntad será la mía, yo te diré lo que debes hacer y en el momento que te rebeles o me digas que no, bastará que te enseñe mi escote o que simplemente te diga “Nino, ya hablaremos” para que inmediatamente me pidas perdón y obedezcas. ¿Estás de acuerdo?
- (En mi interior no quería, pero sentía soledad y frio, está claro que me había inducido, y drogado, así que),…si.
- Muy bien ahora quiero que lo sepas, cada vez te sientes mejor aquí en casa conmigo, y cada vez haces mas movimientos y poses que te resultan raros porque son femeninos
- Si..si no se porque…que me pasa
- Es porque te estoy hormonando, Nino y te voy a cambiar…..de sexo
- No…no comprendo…horm?…(me quise levantar, de una manotazo aparte sus piernas, pero estaba muy débil y no pude levantarme)
Amalia me inyectó algo que me paralizó y me siguió hablando de sus planes.
- Ahora intentas rebelarte, pero poco a poco iras aceptando tu nueva condición. Te voy a cambiar de género Nino, te voy a convertir en mujer. Es mejor que no te resistas y lo aceptes, ó puedes optar por marcharte, pero te aseguro que te denunciaré como inmigrante ilegal, recuerda que no tienes documentación y la mujer del jefe de policía, perdón, la mujer de la “jefa” de policía me debe más de un favor. A ella le ayudé mucho en su matrimonio. No quieras saber lo que hacen aquí con un sin papeles en la cárcel.
- Pero,… yo no quiero, suéltame por favor, me iré y no contaré nada, solo pretendo rehacer mi vida (respiraba muy agitado tenia taquicardias)
- Y lo estás haciendo, lo estás haciendo, ¿no lo comprendes que así todo está bien?, nos llevamos muy bien, ¿no lo has notado? Y así debe ser, te portarás bien siempre con Eugenia, y seréis muy felices. Además te mueres de ganas de tener sexo, ¿verdad? Pues veras como poco a poco aprenderás a disfrutar mas de el
Mi adrenalina iba en aumento, sin duda Amalia, era una vieja loca, psicópata, hice todo el esfuerzo que podía, pero incapaz de moverme, solo negaba con la cabeza y lloraba de ira.
- Que me sueltes por favor, déjame ir, yo no quiero saber nada de mi matrimonio ni de ser un transexual ni nada parecido, déjame volver a mi tierra, suéltame
- Nino, si querrás ser mujer, no lo hagas mas difícil, tu sabes que te encanta, quieres convertirte en mujer, te gusta llevar el bikini, y te gustaría tener pechos como una mujer
- Socorroo, socorrooo, por favor que me sueltes te digo. Sólo quiero volver a mi casa
- Esta es tu casa a partir de ahora
Amalia, me sujetó la cara y me hizo mirar su camisa, que fue desabotonando, un impresionante escote se mostraba ante mi, me empalmé como nunca había notado, mi pene palpitaba y se movía de forma involuntaria, fui perdiendo mi voluntad, iba dejando de hacer fuerza en el sillón, lloraba de rabia, pero me moría de ganas de hundir mi cara en sus pechos, poco a poco, fui sacando mi lengua, solo quería alcanzarlos
Amalia, con habilidad me bajo el bikini, y se puso a masturbarme, solo fueron unos pocos movimientos y me corrí abundantemente en su mano, ella me volvió a colocar el bikini y me reclinó en el sofá donde quedé paralizado, no me podía mover todavía, solo veía con cara de pánico, como ella se limpiaba la mano y preparaba otra inyección.
Se acercó a mi y volteándome, me puso una inyección en mi trasero, que me dolió bastante, notaba como entraba lo que aquello fuera.