Mi nueva vida como Gay (3 - Fin)

Como conocí al hombre que cambió mi vida como mi esposa me ayudó a conquistarlo ,y como nos quedamos los dos viviendo con él.

MI NUEVA VIDA COMO GAY (Fin)

Después de pasar la noche en la cama, con Frank. Regresé a mi casa. Allí estaba Ana esperandome con un cálido beso.

No la miré a los ojos, pues parece mentira, pero me daba vergüenza que ella estuviera al tanto de que la noche anterior me había desvirgado un hombre.

No preguntó nada. Tampoco yo quería que ella preguntara nada.

Me fui a dar una ducha. Un dolor horrible estaba sembrado en mi ano. El cual palpitaba como llorando. Al enjabonarme casi grito.

Me era difícil caminar con firmeza. A cada paso el dolor recordaba mi travesura.

Ana tocó la puerta del baño y entró. Traía un balde con agua y hielo.

-Se que debes estar adolorido, en la cara se te nota. Deja que te alivie.

Afirmé con la cabeza.

Me acosté en el suelo del baño.

Ana empezó a echarme agua helada entre las nalgas. Luego tomó el tubo de pasta dental y lo mezcló con un anti inflamatorio (artren) en crema.. Esa pasta que se formó me la fue untando alrededor y adentro del recto. El alivio fue inmediato.

Me dió una cápsula de ibuprofeno cada ocho horas por tres días, dos veces diarias me untaba mi ano de pasta. Si señores en menos de 48 horas mi culito estaba reparado casi totalmente.

Frank me llamaba diariamente al negocio.

Al cuarto día de mi desvirgamiento me escapé hacia la casa de Frank y este me dió otra ración mas fuerte que la anterior. Esta vez me gustó más y el dolor fue menor.

Así aumentó la frecuencia de esos contactos. Ya Frank había convertido mi ano en una especie de vagina que mordía.. Mis esfínteres estaban tan dilatados que ahora Frank casi ni se lubricaba. Yo me había enviciado totalmente. Reconozco que durante esos dos meses abandoné bastante a mi adorada Ana, quien con su paciencia me llevaba poco a poco.

En una oportunidad tocámos el tema de mi homosexualidad.

Yo como un libro abierto le conté mis experiencias. Ana me abrazó. Noté que estaba super excitada. Pero mi pene no se elevaba. Estaba muerto entre mis piernas.

Le hice sexo oral. Y con dos de mis desdos la penetré vaginamente. Logré que tuviera orgasmo. Pero quedé preocupado. Entré al baño y comencé a llorar. Dios mío será que nunca mas podré darle un coito a mi esposa. Estaba seguro que Ana quería que yo la penetrara con mi verga, que le acabara adentro. Pero Frank parecía que había anulado toda mi hombría.

De ahora en adelante quiero que sea Ana quién les cuente el final de nuestra historia.

"Hola a todos.

Jean Carlos me pidió que culminara este relato.

Bien.

Estar enamorada de nuestro hombre. Y verlo cada día mas alejarse de nuestra cama, perdiendo interés por el sexo, es muy doloroso.

Noté que Jean perdía su maravillosa erección. Pero ......... eso no evitaba que yo lo amara como nunca amaría a otro hombre.

Si amigos, Jean Carlos es el amor de mi vida. Mi hombre por mas de veinte años, el único macho que ha entrado en mi cuerpo y que me sembró dos hermosas hijas.

Con él hasta mi muerte.

Yo estaba felíz porque lo veía felíz a él.

Pero mi cuerpo se estaba enmoheciendo.

Estaba comenzando a perderle el gusto al sexo. Aunque yo siempre me consideré una mujer con una líbido un poco mas baja de lo normal. Pues estaba acostumbrada a tener sexo una vez a la semana o cada quince días, eso sí........ quedaba muy satisfecha.

Con lo que Jean me daba me sentía complacida. Teníamos sexo oral, anal y vaginal.

Cuando nos provocaba, pero no abusabamos de eso.

Por su parte Frank y Jean Carlos, cada día estaban mas unidos. Quizas algo descarados.

Hay un dicho que dice que no se debe comer opíparamente frente a un hambriento.

Eso lo hacían ellos.

En una ocasión Frank nos visitó y Jean Carlos todo atento se deshacía en atenciones hacia él. Me dieron celos, y decidí irme a dormir.

Tenía muchas ganas de llorar. Me tomé una tabletita de un tranquilizante y me quedé profundamente dormida adentro de esa oscura habitación.

Me despertó Jean Carlos muy cariñosamente. Aún estaba mas dormida que despierta.

Comenzó a besarme la espalda, el cuello. Me decía que me adoraba, que me quería mucho. Que él nunca había tenido relaciones sexuales con otra mujer que no fuera yo.

Comenzó a acariciar mis nalgas y fácilmente me quitó las pantaletas. Yo estaba mas adormilada que excitada. Pero indudablemente que esos cariñitos me estaban gustando mucho.

Jean Carlos, lamió mi vulva y mi culo con un placer enorme. Frotaba mi clítoris con sus dedos. Y me masajeaba desde el pubis hasta el nacimiento de las nalgas.

Empecé a calentarme, a pesar de mi obnubilación y de tener los parpados casi cerrandoseme por el efecto del lexotanil.

Me díjo que me colocará de rodillas en posición musulmana.

Lo hice , pero me quedé nuevamente dormida a pesar de la excitación.

Y me penetraron.

Me dio la sensación que el pene que entraba y salía de mi vagina era mas grueso, mas duro, digamos que con la dureza del acero.

Ese pene no era el de Jean, eso sí, estaba segura.

Comencé a imaginarme otra cosa pero no lo podía creer.

Mi excitación se fue a las nubes.

En la oscuridad no podía ver nada.

En la posición que me hayaba no podía voltear la cabeza para ver hacia atrás.

Con las manos pude agarrar unos robustos muslos, que por supuesto jamás podrían ser los de mi esposo, quien era lampiño. Esos muslos que tocaba eran de un vello grueso.

Lo cierto era que sentía la ilusión de que estaba siendo penetrada por un hombre muy fuerte. Mi cuca estaba muy húmeda disfrutando de los cabezazos que le daban al fondo de mi vagina. Super excitada metí una mano dentro de mis piernas y pude palpar dos inmensos testículos que golpeaban mi perineo. Con la mano abierta tambien palpé la dureza de una parte de una verga mojada que salía por momentos de mi vagina, pero que luego entraba abriendose paso como un taladro.

Me culearon entonces con tanta fuerza que parecía que se iba a partir mi pelvis. Me apretaron por los hombros y recostaron con rudeza mi cara del colchón, perdí la respiración, perdí el conocimiento.

Al día siguiente me desperté tardísimo.

Me dolía todo el cuerpo.

Creí haber tenido un sueño erótico.

Pero estaba sin pantaletas.

Con el coño destilando líquido abundante.

Mis piernas y mis nalgas estaban pegostosas. Mi sábana.......... ay mi sabana estaba con un inmenso circulo mojado de aspecto amarillento, como almidón.

Mi vulva tenía un ardor cómplicemente placentero.

No había dudas ............me habían cojido durante la noche..y lo peor era que yo no pude disfrutarlo plenamente, ni siquiera un orgasmo me dieron.

Tambien recordé, que tenía la certeza que quien me había cojido no había sido precisamente mi impotente marido.

Jean me tenía preparado el desayuno. Frank se había marchado temprano.

No me miró a los ojos luego de besarme y eso me llamó la atención.

-¿Qué me hicieron anoche Jean Carlos?

Bajó la cabeza y me díjo:

-Quería que sintieras placer, ya que yo no he podido cumplir como macho.

-¿Por qué no me preguntaste mi opinión? A ver si yo estaba de acuerdo. –Me molesté

Pero Jean se arrodilló ante mí. Besó mis manos. Mis piernas. Me tomó por mi cintura y me vió con su mirada amada.

-Amor. Tu mereces satisfacción sexual. Yo sé que la necesitas. Increíblemente anoche cuando Frank te penetraba tuve una erección enorme. Luego que el acabó yo te penetré tambien y acabé divino. Lamentablemente tu estabas dormida. Nosotros estabamos ebrios y por eso fue que nos atrevimos. ¿Me perdonas?

Ví sinceridad en sus ojos.

Ay Jean Carlos tienes unas vainas..........Si yo quisiera participar en la cama con ustedes................. ¿ Me aceptarían?

Claro que si mi vida. Frank te admira mucho. Y estoy seguro que le va a gustar

Habla con él pues.......... y si acepta, dile que se venga a vivir con nosotros . En realidad mi amor............si deseo sexo, tengo meses que no tengo conciencia de un orgasmo.

Fue de esa simple manera, como inmiscuímos a una tercera persona en nuestro hogar, en nuestra cama. Frank siempre me había agradado como persona. Pero nunca me lo había imaginado como hombre para mí. Sin embargo les confienso que cuando él empezó a tener sexo con Jean comencé a morbosearmelo, me figuraba estarlos viendo por un huequito cuando ellos dos tiraban. Pero eso nunca lo confesé a Jean Carlos. Me daba una gran curiosidad ver como se culeaban a mi esposo. Pensar solo eso me humedece la cuca.

Frank se mudó para la casa a los cinco días después que regresó de viaje.

La primera noche que estuvimos solos los tres fue de gran incomodidad.

Ellos hablaban en la sala sobre lo desgraciados que eran los Bush, padre e hijo, comentaban que esos dos hijos de puta eran unos asesinos de masas.

Les llevé café. Sentí la mirada de Frank sobre mi trasero. Jean Carlos lo veía y me sonreía como un hermoso mariquito. Mi marido hormonalmente se iba transformando ante mis ojos. Estaba mirando ahora como una zorrita adolescente. A veces miraba a Frank y pícaramente le torcía los ojos, con una sonrisita afeminada.

Ya me marchaba, pero Frank me tomó con una de sus manotas y me obligó a sentarme sobre sus piernas.

Me dio calor. Y mucha pena, estar delante de mi esposo en las piernas de otro hombre, quien me abrazaba cariñosamente por la cintura. Me erizé totalmente al sentir sus rústicas mejillas, con unos pelos como cepillitos besandome por el cuello y en el cabello. Suspiré involuntariamente. Frank me haló hacia atrás y me sentó sobre sobre un bulto caliente y duro.

Mi corazón comenzó a latir mas fuerte, sentí que mis parpados comenzaban a cerrarse, y mi respiración se hacía un poquito ruidosa.

Frank metió sus manos bajo de mi blusa. Sus dedos enormes acariciaban mis senos dulcemente, suavemente, divinamente.

Una de sus manos se fue introduciendo lentamente por debajo de mi falda.

Fue directo a mi pubis.

Masajeó con delicadeza mi coño. Para este momento ya comenzaba a perder la vergüenza. Me importaba un carajo que el maricón de mi marido con la boca babeandose del placer nos buceara.

Empecé a restregarme de Frank. Ya sus dedos separaban mis labios y acariciaban mi clítoris. Abrí las piernas hasta su límite máximo. Mi coño quedaba a su disposición, a cada manoseada yo gemía y apretaba con mi mano la manota de él.

Voltié la cabeza y busqué la boca de Frank, disfruté de unos labios ricamente gruesos, los mordí suavemente, chupé su lengua y comencé a sentir la necesidad de desnudarme.

Me incorporé y comencé a desabrocharle el cinturón del pantalón. Con maestría baje su cremallera y vi como se asomaba bajo del interior una estructura voluminosa.

Yo estaba desenfrenada, frenética, excitada.

Le bajé el pantalón y de rodillas caí entre sus piernas.

Le quité el interior. Y mis ojos tuvieron la suerte de mirar al pene mas precioso que había visto en mi vida. Nada de videos ni revistas era siquiera parecido.

Enormemente gruesa en la base y a toda su longitud, la verga de Frank prometía momentos de locura. Besé sus bolas su tronco, sus vellos, lamí y lamí. Mamé y mamé con conocimiento de causa y veteranía. Frank se retorcía y gemía.

Note que se venía y apreté durísimo la base del pene.

Abrí la boca y recibí el primer basucazo de semen, retire su verga y quedé extasiada observar esa fuente que escupía abundante secreción grisacea y espesa. La dirigí hacia mi cara para sentir esos disparos. Estaba ardiendo y el pene de Frank agonizaba entre mis manos.

Pero allí estaba Jean, de quien nos habíamos olvidado.

Jean venía hecho un volcán.

Venía jadeando con su verguita de 16 centímetros, desnudo, me encontró arrodillada con el culo paradito y mi cara y mi boca ensementada.

Sentí como separó mis nalgas y buscaba mi ano con su pene ensalivado. Me aflojé y se lo recibí.

Jean lamía el semen de mi rostro y de mis labios, me culió exquisitamente y me trajo el primer orgasmo de la noche.

Caliente aún pude apreciar que Frank estaba de nuevo con el asta arriba.

Clavada por Jean busqué montarme sobre el palo de Frank, pero Jean no quería salirse de mi culo............todavía. Como pudimos, aún ensartada por detrás, fui metiendome los treinta centímetros de Frank. Sentía el choque de trenes dentro de mí.

Fue algo jamás vivido.

Jean Carlos teniendome cojida por el culo, me subia y bajaba sobre la estaca de Frank, cada momento lo hacía con mas fuerza yo abrazaba por el cuello a Frank y llorando ante cada embestida con el coño super empapado, me corrí dos veces hasta quedar maltrecha e inmóvil. Sentí como el pene de Jean salía desvanecido desde mi culo, dejandome las nalgas impregnadas de su semen. Frank aún estaba rígido moviendo su palo provocandome contracciones involuntarias en la vagina.

Estaba cansada pero con un pene buscando pelea dentro de mí, era como una ofensa dejarlo sin aceptar el reto.

Montate sobre mí le díje.

Pronto lo tuve montado, envastagándome su hombría.

Me puyó salvajemente. Me sentía culeada por un toro salvaje que me convertía en una muñequita de papel.

Volví a correrme.

Frank se separó de mí con su pene llenó de la crema de mis secreciones.

Iba directo al baño. Pero Jean Carlos lo detuvo y lo obligó a sentarse en el sofa.

Quedé extasiada viendo como mi marido limpiaba aquél mástil con su lengua.

Que placer amigos, ver a tu ser amado mamandose una verga de treinta centímetros ante tus ojos. Estaba como loco, perdón como loca chupando, lamiendo y mamandose a Frank.

Una droga visual ante mí que me recuperó totalmente. Fui a donde ellos y comencé a ayudar a Frank con aquel Huevote. El por un lado y yo por esotro nos mamamos a Frank, nuestros labios se encontraban sorprendidos de repente alrededor del tronco y aprovechabamos para besarnos apasionadamente.

Frank estaba casi en extásis.

-Papi quiero verlo entrar en tu culito.

Jean Carlos se volteó y ofreció su culo blanquito y delgado. Le dí una mamada ensalivandole su agujero. Luego mamé y ensalivé el asta de Frank.

Con la izquierda abrí las nalgas de Jean y con la derecha ubique al calvo en el mero huequito. A escasos centímetros quedé maravillada observando como mi amado se engullía tan soberbio aparato.

Frank lo culeó con veteranía, Jean estaba ávido de huevo y se movía como una putica, parando su boquita con un piquito y cerrando sus ojito, al tiempo que sonreía revolcandose y clavandose el vergón.

Yo como pude me metí debajo de Jean, su huevito estaba duro, lo acepté en mi raja y ........amigos hay que vivirlo para sentirlo. Recibí todos los impulsos de Frank que iban al culo de Jean...........y este entraba y salía por inercia de mi coño caliente y baboso

Desde ese momento me convertí en multiorgasmica.

Hoy en día no puedo vivir sin esos dos hombres.

Frank me coje dos o tres veces al día mientras está en la casa.

Jean ya está acostumbrado a llegar a algun sitio de la casa y nos sorprende a mi y a Frank fornicando a rabiar.

Frank es todo un macho. El hombre que toda mujer normal y anormal desea.

Por supuesto que me enamoré de él como una loca.

A Jean lo amo, como mi amigo, hermano y compañero de vida. Pero reconozco que nunca me hizo sentir toda una mujer como lo hace Frank.

A Frank lo deseo en extremo, solo pensar en su olor o en su verga me hace masturbar.

Jean Carlos solo tiene erección conmigo, cuando me ve culeando con Frank.

Si estamos solos el y yo, es toda una niña con un fláccido miembro, que ni mamandoselo levanta vuelo.

Cuando el esta solo con Frank es otra persona.

Anda como con escozor. Con su pene abultadito y moviendo el culito como una ramera.

A veces siento inmenso placer insultandolo y vejandolo.

Cabrón de mierda, mariquito, putita barata, son algunas cosas que le digo cuando me enojo. Antes lo amaba y respetaba, ahora lo amo, pero no lo respeto.

En casa hay un solo MACHO con dos putas.

Jean Carlos le fascina ser nuestra mucama los sabados atendiendonos en la cama a Frank y amí.

Frank me adora, pero tambien siente cariño y afecto por Jean.

Se lo coje por lo menos una vez a la semana.

Y cuando tengo la regla, el culo de Jean queda roto por varios días.

En fin vivimos felizmente los tres. Ante la mirada de interrogación de todos los seres que nos conocen y que no se imaginan las inmensas orgías que hacemos los tres."

Gracias Martín por ayudarnos a redactar este relato.