Mi nueva vida
Una abandonada esposa se consuela sobradamente con su mascota.
Mi nueva vida
Creo que no soy fea.
Me acababa de separar, mi marido se había ido con su secretaria, yo a mis 22 años y tres de casada, no sabía qué sería de mi y no por cuestiones económicas pues era heredera de una cuantiosa fortuna sino por la parte afectiva, yo era retraída, introvertida y me costaba mucho entablar relaciones con la gente. Mi ahora ex, me llevó a su completo dominio y yo no reaccioné, por lo que pienso por eso me abandonó, por sumisa y tonta.
Total que estaba depresiva y como expectante a lo que iba a ser mi futuro. Las pocas visitas que tuve fueron las de mi madre y la de mi intima amiga del cole que, con toda la buena intención del mundo, me trajo de regalo un cachorrito de perro, gran danés, para que me distrajera. Yo nunca tuve perro ni me gustaban mucho por lo que para no desairarla se lo acepté pero pensando que luego decidiría qué hacer con el.
No tuve más remedio que procurarme alimento sólido y líquido para aquella criatura inocente que no sabía a donde se había ido a meter. Se portó muy bien y me recordó los muñecos de animales de peluche de cuando niña. Siguiendo instrucciones de mi amiga, lo puse en un canasto y una bandeja con serrín para sus necesidades.
Sí que me distraje con el cuidado de aquel ser vivo y no pensé más en desprenderme de el sino que cada día le tenía más afecto. Así pasaron cuatro
meses desde mi separación y mi cuerpo y alma extrañaban menos la compañía de mi ex, pues mi perrito me acompañaba siempre por casa y cuando salía me lo llevaba con su correa de piel.
Por la noche y cada vez que me entraba el celo menstrual, me masturbaba suavemente consiguiendo algo parecido a un orgasmo pero muy light, pero no tenía otra cosa que llevarme a mi triste coñito que con el tiempo notaba como se me cerraba por falta de uso, aunque yo sabía que dentro de mi había algo que deseaba ser acariciada.
Pasó algo más de tiempo y fue en una tarde de primavera, calurosa ya en mi país, que después de comer me tumbé en el sofá chaise longue viendo una peli muy tierna y excitante a la vez, sobre una huerfanita que solo tenía un perro que la acompañaba cuando pedía limosna por las calles y que la protegía de acosos; ella solo jugaba con el perro, le llamaba Roy nombre que pensé le pondría al mío- y se daban besitos picudos en los morros. Así pues removiéndome me acerqué a mi Roy y le hice un cariñito a lo que el sacó su lengua y me la pasó por mis labios; creí me hubiera contagiado alguna porquería pero noté su dulce olor y luego me relamí con mi lengua al momento que sacaba la suya otra vez con lo que ambas se juntaron y me estuve como no se cuantos minutos morreándome con mi perrito, -y no tan perrito- consiguiendo excitarme sin darme cuenta. El se levantó y debido a mi semi-desnudez me pasó su lengua por mi vientre y ombligo con lo que yo ya sí que me excité del todo y bajé mi mano a mi tanguita metiendo mis dos largos dedos dentro y entrándomelos. Estaba húmeda para mi sorpresa, ya antes de haberme tocado, y los refregué con empeño dentro de mi chochito consiguiendo un orgasmo distinto por potente, y con los ojos cerrados volví a notar como Roy subía a mi boca, yo se la abría a tope y me entraba su lengua mientras las convulsiones me alcanzaban al máximo. Quedé desfallecida por el cansancio y mi falta de practica, con mi mano en mi sexo y la cara torcida, por lo que me caían por la mejilla las salivas suyas y mías. Estaba contentísima y feliz a la vez que cachonda como nunca. Me saqué mis dedos de mi cueva amorosa y al pasarlos por delante suyo dio un bocado y los aprisionó para, con su lengua saborearlos y relamerlos. Al sacarlos de su bocaza mi mano estaba pringosa hasta mi muñeca y yo, ya en el colmo de la cachondez, me la metí en la boca todavía caliente de su aliento y su saliva.
No sabía donde estaba y qué me pasaba pero sí que quería algo más en cuanto a excitarme y pensé: sería capaz mi Roy de sustituir mi mano? Me quité la tanga y separé mis piernas, ladeando algo mi cuerpo fuera del sofá. No pude hacer nada mejor, su olfato le llevó a seguir el camino de mi vientre hasta mi regazo donde estaba mi chocho bullendo de ganas y el encontró el origen de sus delirios olfativos pasando su larga y gruesa lengua por los abultados labios y haciéndome estallar en un orgasmo como si de un rayo se tratara. Qué mejor para el que conseguir un manantial de zumos de hembra en aquel agujero que iba agrandando con su morro, separando mis labios mayores y con su lengua, abriendo mi vagina como un mini pimer. Yo ya no dejé de orgasmar desde la primera lamida, la acumulación que llevaba de mas de seis meses sin contacto físico, hizo que descargara y aún más, que empezara a desear llegar a donde fuera pues no sentía que mi deseo tuviera fin. Resbalaron del todo mis piernas dejándolas apoyadas en el suelo cuando Roy subió la pata derecha al sofá y al rasgarme la suelta camisa que llevaba me incorporé, quedándome sentada. El subió su otra pata a mi costado y me quedé entre sus dos patas, con mis piernas salidas del sofá y mi sexo enfrentado a su regazo, con el cual no contaba ni se me hubiera podido ocurrir que importara. Pero que ignorante que era yo! Acercó su cabeza a mi cara para proseguir, pensé, nuestros bravos besos entre perro y humana, pero al mismo tiempo noté, como si de un lápiz se tratara por lo rígido, que algo me estaba rozando mi ensalivado coño. Curiosa me quedé con los ojos cerrados y la boca abierta esperando los cariños de mi amorcito besucón pero antes de llegar con su lengua a mis labios noté que algo me separaba los labios de mi vulva, la abría y me entraba. En un rápido análisis del estado de la situación, consideré que aquello no podía ser otra cosa que el pene de mi perrito, al que nunca había visto ni bañándolo y que no le di importancia sino mas que dejar que mi Roy disfrutara si quería sacarlo al exterior; pero lo que no sabía era que aquello no era un pene normal si no una polla como ninguna podía yo haber visto jamás, salvo la de mi ex que creía eran todas iguales y volví a pensar deprisa: y si me dejo que me la ponga dentro como mi Adolfo mi ex-, al menos tendré algo mejor que mis dedos. Entonces no me moví para que mi Roy me la acabara de entrar ya que faltaba poco pues noté el tamaño como el de mi marido, pero Roy continuó y siguió entrando aquella cosa que no acababa nunca y además engordaba de grosor.
Cuando además comenzó a bombear yo comencé a delirar: "Ay Roy, qué me haces!...pzmmz" (no podía hablar por tener su lengua en mi boca),me libré y seguí diciéndole "eres un perrito malo ohhh qué gorda la tienes ufff me estas follando!..." Me empezó a follar y yo ya no quise separarme de el, le crucé mis piernas en su lomo y me levantaba cuando me la sacaba de mi vagina. No me la entraba toda por lo estrecha que estaba y por su tremendo tamaño, además el roce que mis músculos vaginales le impedían aumentar el ritmo pues al estrangular su polla, le forzaban a hacerlo despacio. Me miré cuando me la metía, haciendo que mis labios me entraran dentro y cuando me la sacaba en que volvían a aparecer, entonces le vi el final de aquella enorme polla y la bola que tenía, como me la estrellaba en mi frente sin labios al metérmela y como cada vez me abría por el ímpetu de sus empujones. Como ensueños noté que, por lo pegajosa de mi entrada, al final aquel nudo me entró. Debía de estar muy dilatada ya por la follada que me estaba dando mi perro pero aún así no pude evitar un quejido que me espantó a mi misma, suerte que se quedó quieto, supongo para que se acomodara su tremendo nudo dentro de mi túnel. Esperé sin queja pues volví a notar el gusto de tener su polla dentro de mi, aquel nudo latía como tras una carrera y ello me provocaba más y más orgasmos. Al rato pasó una pata sobre mío y giró dándome la espalda y quedando su polla dentro, por no dejarla salir aquella boya que me había metido, pero lo bueno, lo mejor de toda la follada, empezó entonces: unos chorros de su, supongo, semen me los echaba con un fuerza enorme. Creí me saldrían por la boca, era tan caliente que al poner mi mano en mi vientre, noté como aumentó mi temperatura, era una cadencia de unos diez segundos entre chorro y chorro, no acababa nunca al contrario de mi ex que cabía en un dedal lo que sacaba y estaba dos minutos- y como a los tres cuartos de hora se le deshinchó y me salió: madre mía, qué cacho polla había tenido yo dentro mío! Me toqué mi sexo y comprobé el agujero que me había quedado, como estaba lleno de su leche y me la llevé a la boca para saborearla, cosa que no había hecho nunca con la leche de mi marido. Me supo a arroz con leche y decidí que desde aquel momento me tomaría la leche de mi perrito.
Después de lamerme Roy y dejarme limpita me repuse y me fui a mi dormitorio para echarme a descansar. Dejé que entrara por primera vez mi perro a mis aposentos privados pues no sabía por que pero me consideraba ya algo suyo. Me desnudé y me eché sobre la cama, dejando que Roy subiera a mi lado y me lamiera la cara con su lengua mientras me dormía en un apacible sueño de paz y felicidad, como nunca lo hubiere experimentado.
Me despertaron unas cosquillas en mis axilas debidas a la lengua de mi perro amante, me revolví riendo y me quede colocada delante de su sexo. Miré con mucha decisión aquella peludita funda y esperé qué pasaba. Roy me estaba lamiendo mi vulva que aún rezumaba sus jugos y los míos de la sobremesa del sofá y poco a poco vi como se abría la punta de aquel estuche y aparecía una punta roja y jugosa que pedía a gritos se la besara. No me lo pensé y como había decidido me tomaría su rica lechita, cogí con mi mano lo largo de aquella pieza y arrastrando la piel hacia atrás, provoqué le saliera su carnosa polla, me acerqué y saqué la lengua: la pasé por lo largo y la saboreé. Ya no pude resistir y me la metí en la boca, entonces creció aún más y ya me costaba entrármela toda. Al estar echados sus lentos movimientos pélvicos parecían me follara por la boca, yo absorbía todo el caudal de jugos que le salían por la punta, pensé cuanto aguantaría hasta correrse y estuve bastante mamándosela esperando con ilusión, llenarme mi barriguita con aquella leche deliciosa y calentita. Al fin un primer chorro me llenó la boca y tragué, luego otro y otro así durante más de treinta veces en que mi Roy me dio su lechita para que me alimentara.
Volví a ponerme echada de espaldas en la cama, con las piernas muy separadas y mi perro se puso como la primera vez en medio y con sus patas subidas a mis costados, si había otra manera de que me follara no la sabía yo ni el tampoco. Así me estuvo follando durante una hora en que mis corridas y nuestros arrumacos eran ininterrumpidos hasta que me entró su nudo y eyaculó una cantidad de semen inexplicable pues acababa de comerme una abundante ración.
Desde entonces que vivo para mi Roy, voy desnuda por casa y el me requiere, con un golpe de morro a mis piernas o con una pata levantada, para que de inmediato me eche en el primer sofá o butaca y el se ponga encima mío para follarme hasta que revienta su semen en mi interior.
Ha pasado un año con mi amante y solo estoy triste por que no le puedo dar lo que toda hembra anhela dar a su macho: un hijo