Mi nueva vida

Sepan disculpar las demoras, tengo alguno por terminar, pero les mando uno nuevo

MI NUEVA VIDA

1ª PARTE

Mi nombre es Estela, tengo hoy 50 años, soy o realmente era rubia de cabello corto, ojos verdes. Mi vida dio un vuelco radical, cuando cumplí 45. Pero vayamos desde el principio.

A los 28 años me case con Juan, de 33 años. Ambos muy enamorados y con una fuerte posición económica, mas de él que mía. Yo había quedado a los 23 años huérfana, por un accidente automovilístico de mis padres, no teniendo más familiares. Atendí los negocios heredados hasta que me case, que vendí todo.

Lamentablemente no pude tener hijos, por causa mía y él no quería adoptar. Mi marido me daba todos los gustos, tanto en ropa, zapatos y lo que quisiera. Viajamos mucho por el mundo y creo no nos quedo ningún país por conocer. Nuestras relaciones sexuales eran muy buenas y no había ninguna clase se secretos ni tabúes en la cama para nosotros.

A los 42 años tuve la menopausia y partir de ahí mi apetito sexual era voraz. No tenia limites, horarios ni días. Mi marido trato de responder lo más posible, pero lo mío ya era enfermizo. Concurrí a varios médicos especialista y nada. Hasta hice terapia sin resultados. Mi marido tenía una estancia y fuimos ahí una temporada. Yo vivía noche y día tocándome las tetas y masturbar dome. Juan ya no sabia que hacer y empezó a rechazar mis embates sexuales. Volvimos a la ciudad y lo mismo. Compraba libros de sexo barato y agigantaba más mi ansiedad. Llegue a comprar cientos de revistas de hombres desnudos para masturbarme. Una noche, de sobremesa, charlando con Juan le comente

ESTELA: Juan no podemos seguir así, mis ansias sexuales me sobrepasan. Se que estoy enferma y sabes que aun sigo siéndote fiel pese a todo.

JUAN: si, y que sugieres? Yo la verdad ya no se que pensar para salir de esto. Ni siquiera los juguetitos te calman.

ESTELA: estaba pensando de irme sola a la estancia un tiempo. Al estar en contacto con la naturaleza posiblemente me haga bien.

JUAN: bien, si así lo crees hazlo, los fines de semana, cada quince días te visitare.

ESTELA: esta bien. Me levare libros serios, clásicos y autoayuda, a ver si puedo salir de esto.

JUAN: bien cuando quieres ir?

ESTELA: mira, mañana iré a comprar libros, CD, ropa y todo lo necesario para estar allá. Pasado mañana me llevarías

JUAN: bien, no quieres llevar algún coche?

ESTELA: no, quiero tratar de alejarme de todo.

JUAN: bien avisare a Pedro y Juana que pasado mañana llegaremos.

ESTELA: si, avisa a los caseros que preparen para mí la cabaña del rio. Ahí estaré mas en contacto con la naturaleza y en soledad.

JUAN: pero ahí no hay luz, solo una vieja cama, una mesa, dos o tres sillas y esta muy distante a la casona principal. Además tiene cocina a leña, que tendrás que conseguir. Para lavar o bañarte solo esta el rio, que ahora en verano esta bien, pero para invierno, es infernal. Aunque espero en que cuando termine el verano este conmigo en la ciudad.

ESTELA: esta bien.

JUAN: que harás ahí todo el día sola y sin ocupaciones de nada.

ESTELA: no te preocupes. Por las noches leeré y durante el día pescare en el rio, cultivare productos para consumir. También me dedicare a arreglar la casa, las goteras y reponiendo las maderas faltantes y luego pintarla. Llevare de la casona pintura, lijas y las herramientas necesarias.

JUAN: bien es tu decisión y me parece bárbaro intentarlo.

Al día siguiente compre todo los necesario y Juan había llamado a los caseros que prepararan la camioneta que estaba allá, cargándola con herramientas, semillas, maderas para sustituir las rotas, leña, tres faroles a kerosene y tambor grande con ese producto y otros enseres.

A la mañana indicada salimos rumbo a la estancia, llegando en las primeras horas de la noche. Esa noche no quedamos a dormir ahí y tuve mi última noche de sexo antes del autoexilio. Hacia mucho no gozaba con la pija de un hombre y bañarme en semen. A la siguiente mañana luego de bañarme y vestirme salí de la casona y Juan estaba controlando que en la camioneta estuviese todo lo necesario que había solicitado. Vi que había otro camión con una vaca y yegua hermosa marrón claro, que Juan había puesto para que me ordeñe la leche y para cabalgar. Luego del desayuno salimos. Juan y yo en el coche. Pedro, el casero, con un peón en la camioneta y en el camión iba otro peón. Luego de dos horas llegamos a destino y comenzamos a descargar todo. Cuando se fueron todos y quede en la más completa soledad pensé en la locura en que me había envuelto. Aislada, sola, sin luz, con agua de rio. Pero valdría si podía salir de la situación en que estaba. Llevaba tres días sin masturbarme y una noche de sexo. En ese momento para mí era todo un logro.

Hice la cama y acomode los pocos muebles que había, sabiendo que ahí anochecía más temprano y amanecía igual. Cuando la noche era total me desnude y me acosté desnuda, tapándome bien. No encendí ningún farol y solo había acomodado aparte de los muebles, un cajón con distintas verduras y algunos alimentos no perecederos, solo para la primera semana. Luego todo correría por mi cuenta. Estaba maravillada. Pese a estar desnuda no llegue a tocarme para nada, absorta en escuchar los ruidos externos a la casa, tratando de aprender que era cada uno de ellos o por el miedo de estar en esa situación por primera vez en mi vida. Extenuada dormí como hacia mucho tiempo no lo hacia.

Desperté con las primeras luces del día. Ordeñe la vaca, bautizándola Pepa  y bebí su exquisita leche. A la yegua le puse Mancha, por una que tenia en su cabeza. Prepare un lugar cerca del rio y me puse a sembrar todas semillas que había traído. Camino a la casa fui juntando trozos de ramas caídas al suelo y las lleve a donde tenia la leña traída. Vestida con un viejo jean y una camisa comencé a sacar las maderas de las paredes de la casa que estaban rotas. Así paso el día y cuando llego la noche, después de devorar lo que había preparado, deje los platos sucios para lavar el día siguiente en el rio y me acosté a leer, notando que se me cerraban los ojos de cansancio. Me quede dormida y el libro cayo al suelo. Así pasaron los días. Vino mi esposo un sábado a verme y dijo que me había visto bien y le conté que levaba más de 10 sin masturbarme. Se fue. Seguí feliz con mi rutina diaria. Las paredes de la casa estaban quedando hermosas y pronto las pintaría. Me quede dormida pensando al día siguiente ver como subir al techo para arreglar. Cuando desperté a la mañana, tuve que poner las pocas cacerolas y jarros porque llovía torrencialmente. Salía y me metí en el pequeño cobertizo en que estaban Pepa y Mancha. Ordeñe a Pepa y bebí su leche, quedándome con las dos a ver como caía las lluvia. Después de comer, ya no llovía y  me puse un vestido acampanado y ensille a Mancha y salí con ella. Era impresionante el barro que había. Me dirigí en la dirección contraria a la casona y luego de andar más de una hora llegue a una ruta asfaltada, que no conocía. Ahí a pocos metros había una estación de servicio. Deje atada a Mancha a un árbol y cruce la ruta caminando. Entre a la estación y tenia un pequeño mercado, seguro para los que pasaban por allí, ya que no había casas a su alrededor. Entre y había unos 10 hombres tomando en las mesas y el mostrador. Apenas entre todas las cabezas giraron a ver quien entraba. Algunos silbaron ante mi presencia. El mostrador era atendido por una mujer y un hombre.

MUJER: oye, de donde eres? Es difícil ver a una mujer por acá, salvo alguna que venga a cargar combustible, pasando por acá.

ESTELA: soy del otro lado de la ruta.

MUJER: eres de la estancia

Al tiempo que conversaba con la mujer, tenía la mirada fija de algunos hombres sobre mí en especial un negro de aparente cuerpo trabajado.

ESTELA: si de la estancia

MUJER: menuda cabalgata, más de 3 horas.

ESTELA: menos, porque estoy en la cabaña.

MUJER. Pero dicen que esta muy deteriorada.

ESTELA: de a poco la estoy arreglando

Mientras charlábamos algunos hombres se iban y otros nuevos llegaban, pero el negro estaba inmóvil, poniéndome nerviosa con su inquisitiva mirada que parecía desnudarme.

ESTELA: y acá, tantos hombres y no se ven ni casas ni autos en que hayan venido o vivan. De donde salen?

MUJER: de la ruta para este lado a unos dos kilómetros hay un molino y trabajan en él.

ESTELA: ah, puedo pasar al toilette.

MUJER: si, al fondo de todo a la izquierda.

Me dirigí hacia ahí. Estaba frente al de hombres. Entre y orine. Cuando salí para lavar mis manos, entraron tres tipos, que tapando mi boca impidieron que gritara. Mientras uno hacia eso, los otros dos rompieron toda mi ropa, sin miramiento ante mi mirada de terror. En pocos segundos quede completamente desnuda. Uno de ellos estiro abiertos hacia atrás mis brazos, mientras otro tocaba mis tetas y mi concha y el que me tenía con la mano en la boca, acerco su boca a mi oído

OBRERO 1: no te conviene gritar putita. Sabemos que quieres que te cojan por eso viniste hasta acá, que sabes que hay hombres,

Me puso una navaja en la garganta. Yo le suplicaba y lloraba y le decía que no era lo que ellos pensaban, que era casualidad que me encontraba ahí

Emitió una risa socarrona

OBRERO 1: ahora te vas a poner de rodillas y te vas a mandar una mamada total, tragándote todo, mientras mis amigos atienden tus otros agujeros, entendiste puta!

Yo no podía ni articular palabra ni asentir con la cabeza. Él presionando con los brazos sobre mis hombros, me puso de rodillas, mientras yo seguía con los brazos abiertos, hacia atrás agarrados por los dos sicarios. Al estar de rodillas frente a su miembro, la tomo en sus manos y la metió en mi boca. Yo con mi boca ocupada con su pija y él tomándome del pelo de mi nuca, hacia entrar y salir su pija de mi boca, me estaba cogiendo por la boca, no la estaba chupando. Al tiempo sentí un dolor intenso en mi culo y era uno de ellos que me había penetrado sin miramientos. Cuando hubieron terminado, yo media ahogada, me mantuvieron así para que me penetrara el otro que lo hizo por mi concha. Una vez que acabaron orinaron sobre mí y salieron al tiempo que entraron otros, que estaban mirando. Y fue un largo martirio uno tras otro. Solo no vinieron el matrimonio y el negro, que había desaparecido. Como pude me levante del suelo, resbalando en el mojado mosaico, tome los restos de ropa y salí corriendo de la estación, ante las risotadas de todos los presentes, incluidos el matrimonio. El negro parecía haber desaparecido. Me acerque a Mancha y vi que habían robado la montura por lo que tuve que montar en cuero, asida de sus crines, salí al galope rumbo a la cabaña. Iba llorando y maldiciendo. Cuando estaba logrando no pensar y tener sexo, fui violada por ocho o diez persona. En el camino tire la ya inútil vestimenta. Cuando llegue a la cabaña, entre tome el jabón neutro y corrí al rio a bañarme y sacarme la suciedad que tenia. Refregué mi cuerpo casi hasta lastimarme y luego camine a hacia la cabaña. Me tire en la cama y me abandone al llanto, hasta quedarme dormida, cansada por los momentos vividos.

A la mañana siguiente me desperté como siempre, me vestí y fui a ordeñar a Pepa, al tiempo que no podía borrar de mi mente lo sucedido. Pero tenía que volver a empezar, y así hice. Pasaron varios días y vino mi marido. Por supuesto no le dije nada de lo sucedido. Cuando se fue, volví a mis tareas. Pasaron algunas semanas y yo trataba y lo estaba logrando, volver de ese día fatídico