Mi nueva vida 3
-No te hagas ilusiones, tienes mucho talento para ser Paula, pero hay que pulirlo, y de eso me encargaré yo. Ves a mirarte al espejo putita.- Dijo mientras de daba un fuerte cachete en el culo.
-Cuando estemos en intimidad estoy dispuesto a travestirme, pero mi cuerpo lo debes respetar, tengo una vida fuera de estas paredes.- Dije con curiosa seguridad.
-Esa es la respuesta que esperaba ;) Quiero que seas para mi disfrute. Ahora siéntate en el bidé, voy a arreglarte esas uñas.-
Nunca me había cuidado especialmente las uñas, aunque también he de decir que no soy el típico que se muerde las uñas, por lo que ya de por sí, estaban decentes. Las recortó con un cortaúñas elegante, y luego saco un juego de limas para pasar una a una hasta dejarlas delicadas. Me puso una crema encima de las uñas y fue a por las uñas de porcelana.
-Trátalas con cuidado, se caen con facilidad, debes aprender a no perder la compostura.-
Me veía como una felina, mientras me maquillaba la cara seguía mirándome las uñas, quedaban realmente sexys. Me aplicó un poco de pote por la cara, frente y barbilla incluida. Luego empezó con los ojos, me puso una sombra oscura que se me estiraba en la prolongación de las pestañas. Dibujó con un lápiz una especie de ribete para remarcarlo más por debajo del ojo. Me puso unos polvos de coloretes y me dijo:
-Ahora los labios, que es lo más importante.-
Cogió un pintalabios rojo intenso, y tras humedecérmelos dándome un largo beso me lo repasó varias veces.
-Mira, ven a mi cuarto, mientras te duchabas he hecho una selección de ropa para que te pongas.
Fui, y cuál fue mi sorpresa, que vi ropa juvenil, no parecían prendas caras de mujer madura. Sobre la cama había una minifalda de cuadros verdes y toques rojos, unas medias de rejilla negras con un agujero que iba desde el culo hasta la pelvis, iría con la polla al aire y una blusa ancha sin magas.
-Esto no parece de tu mujer…- solté al ver la ropa.
-Bueno son unas compras mías, te gustan? Si no podrías ir de compras, yo te dejo la tarjeta.-
-Eso me gusta, aunque no te creas que voy a rechazar esto!-
-Toma, y éstos están sin estrenar.- Me sorprendió mientras me miraba en un espejo grande con la ropa ya puesta.
Me trajo unos zapatos con un tacón de 7cms, eran rojos con estampados lunares blancos y en el empeine llevaban un lazo monísimo (que cursi me estoy volviendo, se nota esto de la transformación). Me entraron más perfectos que a la cenicienta, estaba exhaustA, daba saltitos por la habitación subiéndome la falda, dándole besos a mi hombre, él me miraba con cara de satisfacción.
-No te emociones tanto que aun te quedan muchos detalles y costumbres que cambiar. Primero quítate la camiseta, vamos a ver qué hacemos con esas tetas.
Me puso un fino corsé y me estiró para que mis pezones se juntaran, luego me puso mi sujetador y tras meterle un relleno me puse una camiseta de tirantes roja que me marcaba unos pequeños pero deliciosos pechos.
-Sólo falta un pequeño detalle, quiero que vayas al baño y te sientes frente al espejo con los ojos tapados.
Hice caso de inmediato, corrí torpemente con los tacones y me senté como él había dicho. No tardó en venir y tras avisarme que cerrara los ojos entró al baño. Empezó a tocarme el pelo, me había hecho una especie de moño con la mayor parte y separaba con pinzas los flequillos y patillas que me quedaban colgando. Tras algún ajuste más sentí mucho más pelo sobre mí, lo cepillo y me ordenó abrir los ojos. Mi primer impacto fue brutal, llevaba flequillo recto, moreno intenso y dos largas coletas recogidas por dos gomas en forma de lazo.
-Es….. genial.- Acerté a decir mientras me levantaba..
-No te hagas ilusiones, tienes mucho talento para ser Paula, pero hay que pulirlo, y de eso me encargaré yo. Ves a mirarte al espejo putita.- Dijo mientras de daba un fuerte cachete en el culo.
Fui corriendo de nuevo, me miraba con cara de puta, realmente lo era, ponía poses como las tías de las revistas, me gustaba a mí mismo. De repente algo me sacó de mis fantasías para hacerlas realidad.
-La primera vez no te he dicho nada! Nada de correr por el apartamento, y menos en taconazos, me oyes?-Dijo mientras me cogía violentamente por el brazo- ya sabes lo qué tienes que hacer, y sin manos eh! A ver si te voy acostumbrando.-
Con destreza me puse de rodillas y baje el pantalón de chándal junto al calzoncillo y los apoyé en los huevos, algo que no le gustó porque me obligó también a bajarle la zona posterior y mientras lo hacía me empujaba mi cara contra su culo mientras decía:
-Cómeme también el culo joder, que alguna vez también querré que me la metas, es lo bueno que tienes Paulita.-
Le comí el culo por debajo de las piernas, lo hacía como había visto en las películas, le metía la punta de la lengua y jugaba alrededor del ojo. Comencé a meterle un dedo y me replicó:
-No te emociones y empieza a comérmela.-
No tuve tiempo ni de respirar, aún medio tirada en el suelo me la metió entera en la boca, intentaba saborear cada cacho de su rabo pero me estaba ahogando al mismo tiempo, él lo sabía, y parecía gustarle porque cada embestida me forzaba la garganta un poco más. En mis ojos se notaba el esfuerzo, casi tumbado, intentaba alejarme de ese cacho de carne y acabé acurrucada en una esquina mientras Javi no me dejaba de follar la boca.
-No te gusta mi polla?.- Preguntó mientras me la sacaba finalmente de la boca.
-Me encanta tu rabo pero no podía respirar.- Respondí mientras la buscaba con la mano para seguir pajeándola.
-Muy bien pues cómemela a tu gusto pero si te digo que pares, para! Quiero correrme dentro de tu culo.- dijo mientras se tumbaba en la cama indicándome que pusiera mi culo en su cara. –Me encanta como te quedan estas medias, te hacen quedar como una auténtica fulana.-
Comenzó a sobarme los glúteos, los agarraba con fuerza y de vez en cuando me daba cachetes fuertes, cogió una racha muy dura en la que estuvo más de dos minutos dándome en el culo palmazos con ambas manos, yo sólo pegaba pequeños gemidos y se la seguía comiendo con más ganas.
-Shhh, niñata deja de chupar que me voy a correr ya y no quiero, cómeme los huevos un rato.-
Tras unos lengüetazos en el culo empezó a lubricármelo con una crema fría, pronto me metió un dedo, entraba de lujo, casi ni lo notaba. El segundo ya lo noté un poco más y le pedí prudencia. Se lubricó también sus dedos y empezó a follarme poco a poco, yo me moría por comerme su polla pero cada vez que lo intentaba me daba palmazos y paraba. Yo me reía y seguía a mi trabajo testicular. Noté algo más gordo pero pequeño, me giré y vi unas bolas chinas en mi culo, ya llevaba dos dentro cuando entró la tercera, me sentí en la gloria, me sobaba los huevos y se me había puesto dura de nuevo.
-Levántate!, Hazlo con cuidado que llevas las bolas chinas dentro. Date un paseo con eso, estarás preparado para esto.- Dijo mientras se señalaba su polla semiempalmada.
Me acomodé poco a poco sentía esas bolas dentro de mí, casi caigo al primer paso, no me acordaba que aún llevaba los tacones puestos, me di una vuelta por la habitación mientras intentaba andar de forma sexy, y con cara de deseo. Cogí un libro de la mesilla y “sin querer queriendo” lo dejé caer al suelo, me incliné con las piernas rectas, enseñándole todo mi culo, aún colgaban dos bolas de agujero.
Sin darme tiempo a incorporarme me agarró del cuello y me aprisionó la cara contra la puerta del armario. Con delicadeza fue sacando una a una las bolas, mientras sentía que se estaba pajeando. Tras darme unos latigazos con su rabo, puso la punta sobre el agujero y empezó a meterla poco a poco. Me gustaba pero quería incorporarme un poco, él me lo impedía y poco a poco me la iba metiendo entera. Cuando le dije que parara me dijo:
-Ya está toda dentro cariño, te has portado muy bien, acostúmbrate poco a poco.-
Empezó a bombear poco a poco, la sacaba casi entera y la volvía a meter hasta el fondo. Cuando ya fue cogiendo ritmo me volvió a apretar la cara contra el armario y empezó a perforarme el culo sin piedad, yo gritaba debatiéndome entre el placer y el sufrimiento y le decía:
-Para un poco por favor.-
-No digas tonterías, si te está encantando.- respondió mientras me agarraba fuertemente del cuello y me pajeaba mi polla que estaba dura como una roca.
Tras unas pocas embestidas más sentí que me desmayaba, pero de placer, las piernas me temblaban y de mi polla salían borbotones de leche que se esparcían por el suelo, el libro y el armario.
-Ahora me toca a mí.- Dijo mientras me la sacaba y me obligaba a ponerme de rodillas en frente de un espejo grande.- Venga cómemela y mírate lo guarra que eres.-
Estuve unos pocos minutos tragando su polla, cuando me la sacó de la boca y empezó a pajearse. No tardaron en salir fuertes y potentes chorros de lefa, me caían por el pelo, la cara y el pecho. Me obligó limpiársela a me decía:
-Límpiala, no me la mames, y mírate que pintas de furcia tienes con toda esa leche por la cara.-
Me pasaba la polla por la cara, me daba latigazos en la mejilla y labios, finalmente me ordenó a ponerme a cuatro patas y me hizo una foto con su móvil.
-Mira, aún llevas el culo dilatado parece que te va a entrar muy bien la siguiente vez.-
Era verdad, mi culo seguía teniendo la apertura del tamaño de su polla, estaba dilatadísimo, se empezaba a acostumbrar a que por ese agujero no sólo salían cosas, sino que también entrarían.
-No te mereces ni una ducha guarra, pero quiero pasar la tarde con Pablo.- Dijo mientras me pateaba la espalda, señalándome el camino del baño…