Mi nueva vida 2
Comienzo el invierno en compañia, en la cabaña
MI NUEVA VIDA
2ª PARTE
Siguieron pasando los días y la cabaña cada día estaba mejor. La pequeña huerta seguía su curso y yo en lo personal me sentía esplendida.
Lo único que quedaba físicamente de mi eran los ojos verdes y el pelo aun rubio, pero mas largo. Mi cuerpo seguía manteniendo su esplendor, carne duras, piernas firmes sin celulitis debido a los constantes trabajos que hacia en la pequeña granja. Mi cuerpo había adquirido un envidiado bronceado, menos en mis tetas debido que tenia temor a los rayos solares. Por lo demás era bronce puro. Se estaba terminando el verano y vino mi marido a buscarme. Le dije que quería seguir, porque parecía estar bien como ahora. Ahora me masturbaba normalmente sin esa forma enfermiza de antes y la violación sexual sufrida ya estaba sumergida en los tristes recuerdos. Le dije a mi marido que viniera él acá y quedarnos y no quiso. Llego cuando ya había empezado el otoño.
JUAN: cuando pensar volver?
ESTELA: no se, creo que nunca. Veré como paso el otoño e invierno acá.
JUAN: mira que en invierno es un frio intenso, con caminos en mal estado, intransitables heladas y nieve. No podre venir como ahora. Te dejaría un celular, ya que no puedes comunicarte con nadie.
ESTELA: no quiero celular, así estoy aislada del mundo. Tráeme el último fin de semana que vengas, ropa de invierno incluidas camperas y botas.
JUAN: esta bien, la semana que viene traeré todo.
Quede sola nuevamente y me dedique a pescar para comer, ya que no me gustaba matar animales para comer. A la semana siguiente vino Juan cargado de cosas pedidas y se fue, hasta la primavera. Empezaron los días grises y lluviosos de otoño y estaba contenta porque no se llovía mas adentro y la casa estaba hermosa, recién terminada de pintar.
Con nylon en cuadrados grandes que trajo Juan hice un pequeño vivero protegido de lluvias, fríos y granizos. En serio que era crudo el transito a el invierno, con lluvia permanente y heladas. De Juan no tenia noticias. Faltaban pocos días para el invierno y sabia que el trabajo iba a ser el doble. Debía traer agua y calentarla para bañarme. Sabia iba a estar mucho más tiempo en soledad y encerrada sin salir por la nieve, pero me propuse seguir.
Unos días antes del comienzo del invierno, según calendario, aunque en realidad parecía haber llegado antes varios días, estaba encerrada en la cabaña y leyendo un libro a la luz del farol, cuando sentí unos ruidos afuera de la casa. Salí con el farol a mirar y vi parado en un rincón del porche una figura. Me asuste y quise entrar a corriendo y el lo impidió poniendo el pie en la puerta para que no pudiera abrirla. Temí lo peor, un violador, pero al iluminar su rostro me tranquilice un poco. Era el negro de la estación de servicio, ese que no me había tocado y se había marchado porque sabría que luchar ante tantos llevaba las de perder, tanto él como yo.
ESTELA: vos? El de la estación, el día de la violación. Donde estabas en ese momento?
NEGRO: no podía hacer nada y si intervenía nos mataban a los dos. Mi nombre es Elías, tengo 24 años y me decidí a visitarte y ver como estabas.
Yo recién cumplía los cuarenta y cuatro. 20 años de diferencia.
ESTELA: me costo reponerme de eso síquicamente, pero estoy bien ya. Lo que nunca volví ahí. Muy amable de tu parte venir a ver como estaba. Ya cenaste?
ELIAS: no, aun no
ESTELA: ven pasa, te daré algo que quedo.
Entramos y serví el resto del guiso que había quedado y una botella de vino. Más que comer trago su comida y tomamos vino los dos. Me conto que había renunciado a su trabajo porque tenia problemas con todo el mundo, que lo despreciaban por negro. Hacia dos días que se había ido y no había cobrado nada.
ESTELA: mira acá no tengo lugar para que te quedes a dormir, pero al lado, donde esta la vaca y la yegua hay un poco de lugar y puedes pasar la noche ahí . Mañana buscas lugar adonde ir. No puedo dejarte en la cabaña por si alguno nos ve. Soy casada, tengo 44 años, casi doblo tu edad. Te armare una cama en el suelo del establo, creo no vas a tener problemas con el olor de ellas.
ELIAS: esta bien, no hay problemas. Tienes un poco de agua para lavarme un poco o voy al rio.
ESTELA: estas loco, si vas quedaras duro. Mientras armo la cama al lado, acá tienes agua caliente para lavarte un poco.
Salí con unas frazadas y almohadas. Como no tenia colchón, con paja improvise uno bastante mullido acaricie a Mancha y Pepa y me fui. Estuve bastante tiempo haciendo eso, dándole a él el suficiente para higienizarse. Cuando abrí la puerta, me quede petrificada. Estaba de espalda y solamente tenia puesto un slip. Su espalda parecía moldeada a mano y calcule el doble de la mía. Al sentir un poco de viento, al abrirse la puerta, se dio vuelta y al quedar frente a mi, sentí que mis mejillas parecían quemar. Sus brazos musculosos y su tórax perfecto con pelillos que denotaban su raza. Ni que decir cuando baje la vista y vi un enorme bulto tras su slip. Pude contener, por suerte, un suspiro de admiración.
ESTELA: ya tienes listo el lugar de dormir. Te voy a dar esta campera por si tienes frio.
ELIAS: gracias Estela te agradezco por todo, eres una buena mina
ESTELA: puedo ser tu madre, por edad.
ELIAS: hasta mañana que descanses.
Salí y que sola. Me acosté con camisón y me tape hasta la boca. Pensaba en el físico de Elías y lo comparaba con Juan. Nada que ver. Juan era un alfeñique a su lado. Me imagine que envuelta en sus brazos parecería me triturara. Ni pensar del bulto. Será tanto o no.
Trate de dormir, desechando masturbarme porque la madera-pared mía era también del cobertizo. Cuando quise dormir sentí un tremendo golpe en la madera y pensé seria una coz de Mancha. No dije nada y quede en silencio y de nuevo el golpe que me hizo saltar en la cama.
Pegue la madera al tiempo de gritar
ESTELA: que pasa ahí hoy, Mancha estate tranquila.
Como respuesta sentí de nuevo el golpe y me levante de la cama. Encima del camisón me puse la campera y salí al exterior. Di varios pasos y abrí la puerta del cobertizo y vi a Mancha y a Pepa tranquilas. No veía a Elías en su cama, me adelante un paso para mirar y salió detrás de la puerta. Me asuste y pegue un grito. Estaba completamente desnudo y solo estaba cubierto con la campera que le di.
Me agarro de atrás, pasando sus manos por delante de mí, apretada mi espalda y mi culo contra su cuerpo. Sentí el bulto.
ESTELA: (nerviosa, irritada) Suéltame Elías, por favor.
Sentí su respiración en mi nuca y su voz en mi oído decir.
ELIAS: tranquila, no te va a pasar nada que no desees.
ESTELA: solo deseo me sueltes, Elías, nada más. Te dije soy casada, quiero a mi esposo y no quiero engañarlo con nadie.
ELIAS: mientes, deseas que haga te mía, dilo
ESTELA: no, no lo quiero
Su aliento en mi nuca y su voz en mí oído, inmóvil sentí y me estremecí con sus labios besando mi cuello. De pronto, no se como hizo me hizo girar en redondo y quedamos cara a cara. Me di cuenta que en ese giro me había sacado la campera, sin darme cuenta como. Quede solo con el blanco camisón frente a él. Lo mire como pidiéndole piedad y su mirada era fría, como la de un cazador que sabe que su pieza esta rendida a punto de sucumbir. Implore de nuevo, él me separo unos centímetros de su cuerpo y tomando con sus manos el cuello de mi camisón jalo hacia abajo y sentí el cric de este al romperse. Pegue un grito desgarrador y el trato de tapar mi boca con la suya. Quede completamente desnuda ante él, como ofreciendo mi cuerpo, para que disponga.
Sentí que caía desnuda de espalda sobre la cama, acompañando con su tórax, mientras ubicaba su boca en el costado en mi cuello.
ELIAS: vez que quieres ser mía
ESTELA: si, no por favor déjame
Emitió una risita irónica por mi contrasentido y comenzó a llenar de chupones mi cuello. Me fui abandonando a él, sintiéndolo como nunca había sentido a un hombre. Siguió con mis tetas y luego mis pezones. A estos los chupaba, mordía y estiraba alternativamente, provocándome solo ayees. Me sentí como Pepa, cuando todas las mañanas ordeñaba sus ubres. Solo sentía placer y estaba mojada al extremo, con su mano en mi concha.
ELIAS: ves que tenía razón que querías esto, que lo necesitabas, ansiabas y no te animabas a pedirlo.
ESTELA: siii, haz conmigo lo que quieras, pero no dejes de tenerme así
ELIAS: no me importa tu edad, ni si puedes ser mi madre, a partir de ahora eres mi puta.
ESTELA: siii, soy tu puta
Al mismo tiempo el introducía su dura, larga y gruesa pija en mi concha, y yo solo suspiraba y le pedía mas.
ESTELA: sigue, no pares por favor, más, mas, soy tu puta
Él arremetía más fuerte dentro de mí y yo sentí inundar mi concha con su semen y mis flujos, teniendo un gozo como nunca-