Mi nueva vida (2)

Continuo narrando los acontecimientos que se sucedieron una vez que se descubrieron mis sentimientos frente al sexo con el cual habia venido al mundo.

MI NUEVA VIDA II

Jeanette

La tarde en que mi tía-madrina me descubrió fue la más angustiante, pero también la más aliviadora de mi vida. Angustiante, porque se descubría mí secreto, mi condición, mi travestismo complementado con homosexualidad, mi deseo irrevocable de ser mujer. Aliviadora, porque, por fin, me quitaba un peso de encima, porque ahora podía compartir el peso de mí secreto, porque con quien tenia la suerte de compartirlo, me quería y me prometía apoyo sin recriminaciones de ningún tipo. Ella, mi tía, Carmen se llama, luego del primer impacto que me causo el conocer mis antecedentes, me abrazo con ternura y continuo hablando conmigo, le conté todo lo que había vivido y hasta le confesé la depresión por la cual estaba atravesando ante el abandono de mi novio. Nuestra conversación duraría cerca de un par de horas, al final de las cuales me pidió que me pusiera una camisa para que fuésemos a la cocina a prepararnos la cena. Por primera vez, andaba de pantaleta, sostén, maquillada y acompañada en mi propia casa y con absoluta libertad. La emoción fue, y es, indescriptible,

En medio de los preparativos de la comida, Carmen tomo el teléfono y se comunico con mi madre, era inevitable. Después de los saludos de rigor, expreso "…confirmado"…" si, si es marica, pero mas que ello, es divina, una mujercita a carta cabal…" me paso el auricular, saludos correspondientes, y por primera vez sentí una palabra que siempre añoré oír "…hija, ahora eres mi hija…" las lagrimas brotaron de lado y lado, me comento que vendría a la conmemoración de mi cumpleaños y que en esa oportunidad conversaríamos detalladamente. Solo me pregunto como estaba vestida y, al responderle, solo atino a decir "… que alegría, por fin estas como siempre debiste haber estado, como lo que siempre fuiste, mujer…" La alegría y satisfacción que sentí también se me hace inenarrable, mi madre, no solo me aceptaba, sino que me apoyaba. Las lágrimas volvieron a brotar.

Antes de sentarnos a comer, Carmen me sugirió que arreglara mi maquillaje y la cena transcurrió de lo más tranquila y sosegada, libre de tensiones, conversando generalidades y, algo de mucho interés para las dos y, en general, para toda la familia, la forma como íbamos a administrar esta nueva situación. Nos dio casi la medianoche. Como al día siguiente era feriado, no nos hicimos problema y cuando me disponía a despedirme, me pidió que la esperara un momentico que iba a traerme algo, rato que aproveche para pasar al baño. Cuando ella regreso, vio que me disponía a orinar y me indico que desde ese momento debía hacerlo sentada y aprovecho para enseñarme la forma como sentarme, con las piernas juntas, y como limpiarme mis partes intimas. Luego nos dirigimos al cuarto y me pidió que me desnudara, una vez que quede como llegue al mundo, me pidió que me pusiera un baby doll rosado, que me regalaba. Lo divertido fue que cuando me estaba poniendo la pantaletica, el pene ensayo una pequeña erección que ella ayudo a mitigar al tomarlo en sus manos y doblarlo con fuerza hacia atrás y subirme simultáneamente la pantaleta exclamando "…mañana vamos a ver que hacemos con ese estorbo…" sonriendo picaramente y formándome perfectamente la silueta de un órgano femenino. Luego de puesta la parte arriba, me pidió que me fuese a su cuarto y me sentara en su peinadora, era una nueva clase. Desmaquillarme con cremas por primera vez en mi vida. Al concluir, me sugirió que durmiéramos juntas, a lo cual accedí, al igual que tomarme una pastilla que ella me suministro sin preguntar para que.

Al despertarme, Carmen se había levantado y a mi lado había dejado un salto de cama a tono con el baby doll y con los encajes haciendo juego. Así me presente en la cocina donde ya me esperaba el desayuno que al concluir fue coronado, nuevamente, con una pastillita similar a la que había ingerido la anoche anterior. Poco rato después, Carmen vino a buscarme para que tomara un baño con ella, pero antes me hizo lavar tanto la pantaleta que había usado el día anterior como con la que dormí, experiencia inédita para mi. Entramos a la bañera y comenzó a depilarme totalmente. No nos tomo mucho tiempo, porque yo siempre fui muy lampiña, al concluir nos trasladamos a mi cuarto donde ya ella había dispuesto la ropa intima que usaría debajo del pantalón y la camisa que me había seleccionado. Antes de comenzar a vestirme, procedió a depilarme el vello pubico cortandolo en forma de triangulo, muy femenino. La pantaletica bikini era negra con encajes en los bordes y el sostén le hacia juego con los encajes en torno a las copas, en esta ocasión, la ereccion de mi pene fue menor. Nuevamente, y sin ninguna delicadeza, pero con mi total anuencia y placer, me lo doblo hacia atrás para darme la forma que correspondia. Si bien la pantaleta no me separaba los testículos en dos, no se notaban y quedaban totalmente tapados al sentarme. Con gran gusto me senté encima de ellos sin sentir dolor como resultado de los permanentes estiramientos y traumas que habían sido objeto desde tiempo atrás.

Una vez vestidas y maquilladas, salimos de compras. Nuestro primer destino fue una tienda de ropa intima, "…tienes que tener tus propias pantaletas, sostenes, medias y ligueros, así como tu ropa de dormir…así no usaras mas las mías…"concluyo esbozando una linda sonrisa de complicidad, comprensión y apoyo. Las dos dependientes eran conocidas de Carmen y no hubo ningún problema para seleccionar las prendas que compramos, algunas de las cuales me probé con total confianza e, incluso, en dos oportunidades una de las dependientas entro al probador. Igual sucedió en la segunda tienda que visitamos para comprarme faldas, blusas, vestidos, soleritas, pantalones y shorts, de donde salí con una minifalda bluejean, una solera haciendo juego y unas medias panty. Ahí quedaron para el recuerdo, y la basura, el pantalón y la camisa con que había ingresado. Nuestra siguiente estación fue una zapatería, zapatos y sandalias pasaban a ser parte de mi atuendo, mientras que después nos dirigimos a un local donde me compro mis propios maquillajes, del cual nos retiramos una vez que nos hicieron los retoques que nos merecíamos. Nuestra salida concluyo en un restaurante de comida ligera, donde por primera vez en mi vida pase al baño de damas y pude exhibir plenamente mi feminidad en el patio de comidas de un centro comercial.

Regresamos a casa al final de la tarde en medio de un soberbio aguacero. Nos dirigimos a mi cuarto con la finalidad de organizar los closet con mi nuevo ajuar. Cuando tuve la intención de dar de baja los pantalones y camisas de hombre, Carmen me hizo entrar en razón de la necesidad de mantenerlos, "…al colegio podrás ir con pantaletas, pero no vestido totalmente…lo mas conveniente es que, por ahora, solo vistas de mujer en casa y en algunas ocasiones…no es lo que yo quisiera y menos tu, pero…" La razón le asistía en su totalidad. De igual manera, quise deshacerme de mis calzoncillos, ella estuvo de acuerdo, aunque sugirió que lo hiciera en presencia de mama, como algo simbólico. Durante la cena conversamos, entre otras cosas, acerca del uso de joyas, en especial, zarcillos y aretes, así como de llevar las unas de las manos largas y pintadas. Coincidimos que también lo más conveniente seria disimular lo máximo posible hasta que pudiésemos madurar más nuestras ideas.

Esa noche repetimos el procedimiento de la anterior, aunque esta vez el baby doll era de color negro siendo la parte de abajo una pantaleta tipo culotte con encajes en su parte trasera, muy lindo, y antes de ponérmela nuevamente Carmen quebró la pequeña ereccion de mi pene y me sugirió que, por un tiempo, durmiera haciendo uso de una faja para que se me recogiera forzadamente el "estorbo ese" como llamábamos a mi genital. Me explico que recogiéndolo así se iban estirando las venas que llevan la sangre al pene para provocar la ereccion, y al estirarse, progresivamente, la sangre llegaría sin presión impidiendo, entonces, la desagradable ereccion del mi minúsculo miembro. Igualmente, me indico que la faja me ayudaba a apretar los testículos, de manera que en forma paulatina se entorpecerían sus funciones. Cuando le conté lo que yo hacia en el pasado con ese órgano, me felicito y, antes de ponerme la faja, tuvimos una sesión de estiramiento con un cinturón grueso, con el cual posteriormente le dimos "una paliza", todo lo cual resulto muy gracioso, sobre todo al final cuando ya vestidas comparamos la forma que tenia "mi vagina" con respecto a la de ella. Antes de dormir, me tome otra pastillita de las que ella me suministraba.

La lluvia nos acompaño durante la mañana siguiente y al concluir el desayuno volví a ingerir otra de las pastillitas rojas que me suministraba con gran dedicación Carmen. Esta vez, me atreví a preguntarle que eran y para que las tomaba. Las tales grageas eran concentradas de hormonas femeninas y tenían como objeto contrarrestar la producción de hormonas masculinas, en tanto que el efecto físico fundamental era el de reducir el tamaño del pene a través de su "encapuchamiento" y eliminar, con el correr del tiempo, las erecciones, "…son el complemento ideal del estiramiento y el uso nocturno de la faja…" Sin saberlo, mi transformación había comenzado. Pero, ella me tendría preparada otra grata sorpresa para después de bañarme. Luego de tomar la ducha y antes de ponerme la tanga blanca hilo dental que usaría ese día, la primera pantaleta de mi propiedad, me ato una cinta en la cabecita de mi pene para que me lo echara hacia atrás y se me facilitara su ocultamiento entre las piernas. De igual forma, me enseño a colocarme la tira trasera de la tanga entre los dos testículos para separarlos y forzarlos. Como resultado de esas "técnicas", cuando me sentaba, lo hacia sobre el "estorbo ese", y debido a los efectos del tratamiento hormonal y los estiramientos, no sentía dolor. Y si doliera, el que quiere celeste que le cueste, o no? Complete mi atuendo con un sostén topless (sin tirantes o breteles) de copas lisas preformadas, una franela blanca sin mangas ni cuello con rayitas rojas muy delgaditas que dejaban casi al descubierto mi busto y un short blanco muy ajustado que favorecía, y mucho, la formación de "mi vagina". Me maquille muy suave y, por primera vez, me arregle las manos y me pinte las unas.

Después de ese primer día vestida de mujer en la casa, seguí la línea de acción que nos habíamos trazado. No hubo alteraciones de ningún tipo, compartia las labores domesticas con Carmen y solamente salimos un par de noches al cine, a los cuales acudí vestida de mujer. Lo mejor sucedió una noche que cuando estábamos cenando se presento una amiga de ella con quien se estaba negociando la compra de un apartamento y la venta de la casa en que vivíamos que, sin lugar a dudas, nos había quedado muy grande para las dos. Yo había conocido a esa amiga, pero vestido de hombre, es decir, que no sabia nada de mi condición y, menos, de la transformación que había iniciado. Carmen se levanto de la mesa para atenderla, pero era inevitable que me viera. Yo estaba con un short rosado de algodón muy finito, una solerita rosada que dejaba al aire mi cintura y, por supuesto, además de maquillada, se me notaban claramente tanto el sostén como las pantalelitcas que tenia puestos. La amiga entro directamente al comedor auxiliar y se quedo sorprendida cuando me vio. No era para menos, el chico que había conocido y visto hasta hacia muy poco, ahora era chica, vestía y actuaba como nena dentro de casa. La verdad, no lo tomo a mal. Dijo que algo sospechaba de mi condición, aunque lo lamentaba porque hubiese querido que su hija se fijara en mí. A ella también la conocía, pero nunca repare en ella, así como en ninguna de las chicas que conocí, simplemente, porque las mujeres nunca me gustaron, no me gustan, solo me interesaba su ropa, peinado, maquillaje y los accesorios que llevaban. Lo que si hacia era hacerme "amiga" de ellas y, en algunos casos, llegue a ser hasta confidente, pero hasta ahí nada mas. La visita no fue muy larga, aunque si muy divertida, por cuanto que la señora era divorciada y Carmen le conocía todas sus tropelías. Luego que conversamos lo que era de interés mutuo, la conversación giro entorno a la situación de nuestra amiga. Por primera vez en la vida participe en una conversación de mujeres, de cosas de mujeres y entre mujeres. Había acariciado la gloria. Al despedirse, me comprometió su apoyo, discreción y comprensión, como efectivamente ha sido desde esa grata y sorprendente noche. Lo sucedido casualmente esa noche, nos llamo a la reflexión y luego de analizarlo, decidimos invitar a tres amigas a la casa para que se enteraran de la nueva situación que vivíamos.

Sonó el timbre y los nervios generados por la expectativa alcanzaban su punto mas elevado. Carmen abrió la puerta y parada detrás estaba yo. Blusa roja que transparentaba el sostén de encajes al tono que me había puesto, falda negra mas bien corta que cubría una bikini muy apretada de color piel y unas medias negras sujetadas con un liguero que hacia juego con la pantaleta, zapatos negros de taco alto, maquillada y ya con el pelo un poco mas largo, pero muy bien peinado fue el atuendo que seleccionamos para presentarme ante las tres amigas con quienes compartiríamos nuestra mesa esa noche. Al principio, primo la sorpresa, las preguntas y las dudas llovían por doquier, la desconfianza inicial se torno en la gran intimidad femenina en que concluyo la velada.

Mientras iban ocurriendo esas "presentaciones en sociedad", mi actividad sexual se postergaba, en tanto que mi transformación avanzaba lentamente. Los senos no habían crecido mucho, pero los pezones se mantenían erguidos en forma permanente, en tanto que mi pene parecía haberse encogido, casi no se veía, menos sentirlo, por supuesto ya no se erectaba e independientemente de mi decisión de orinar sentada, en el estado actual hubiese sido mas que necesario, indispensable hacerlo de esa manera.

Faltaban pocos días para mi cumpleaños numero 17 y, a la par, se aproximaba el encuentro con mi madre. El momento que ella se encontraría con mi nueva vida.