Mi nueva vecina es como soñé (I)
Cambiando de vida muchas veces se encuentra uno lo mismo... pero mientras sea placentero no hay problema.
Durante una de mis numerosas mudanzas… siempre me ha gustado cambiar de un sitio a otro, y eso me ha llevado siempre a conocer gente nueva y “resetear” en todos los sentidos. El caso es que estuve una temporada que me alejé de todo lo que me rodeaba y me fui a una isla más pequeña, a una zona menos turística de Canarias. En ese momento tenía la posibilidad de teletrabajar y así hice. Encontré una casa de tres plantas y 4 vecinos, cerquita de la playa. Cuando me trasladé, solo conocía al dueño y a su mujer que ocupaban las dos primeras plantas del bajo, las otras dos de la primera planta estaban reservadas para su hija, a la que apenas pude ver porque se iba a estudiar a Navarra justo el día que llegué. El piso que estaba enfrente del mío era de una inglesa de la que sabían poco.
El matrimonio era verdaderamente encantador, él era mecánico de barcos y de vez en cuando pasaba algún día fuera. La mujer, tendría unos 55 años como él, pero se mantenía muy sexy, con un cuerpo siempre moreno, piel suave y elegante. Muchas noches veces había fantaseado con ella y me había masturbado imaginándomela desnuda sobre mí.
Delante de la casa había unos árboles que daban mucha sombra, era un pueblo con poco tránsito de gente y muchas veces bajaba a esas sombras a trabajar. Un día, de entre la nada apareció una muchacha a lo lejos caminando con una maleta en dirección a mí. Imaginaros, en un sitio tan solitario, con la única actividad sexual de imaginarme a mi casera o alguna ex mientras me masturbaba, que de repente ver algo así… uuufff… dejé todo y comencé a observarla, como camina… con un cuerpo delgadito, parecía alta, con una minifalda, una melena que se movía al rededor de su cabeza y que descubrí un poco más tarde que era rojiza.
Según se acercaba a mí pude ver mejor ese cuerpo que se contoneaba al son de sus dos taconazos, de esas piernas largas, blancas como la leche y suaves como no podía ni imaginar. Con un top amarillo, que dejaba adivinar dos tetas pequeñitas, pero con dos pezones que se marcaban en la tela sudada pegada a su cuerpo. Desde que pude ver la cara vi un deseo, una cara de vicio y no sé porqué, ya que en realidad tenía la carita fina, ojos azules, piel blanca y parecía que no había roto un plato en su vida. Pensé que podía ser del calentón permanente que tenía.
Se acercó a la puerta de la casa, dejó ese maletón en el suelo y se echó mano al pequeño bolso que tenía buscando la llave.
-Está abierto mi niña.-dije yo sin saber si me iba a entender.
-¿Tú eres el que se ha quedad con la casa de Rafaela?-dijo en un español típico de ingleses. Pero al menos me entendió.
-Imagino que si, la dije… llevo poco tiempo y solo conozco a Pino y Heriberto, los dueños, ¿los conocerás, no?
-Claro que sí y a su hija Alba.-me comentaba mientras se acercó a mí para saludarme.
-Yo soy Ingrid.- me dijo mientras se terminó de acercar a mí y yo empecé a levantarme, observando desde la cercanía esos tobillos sobre esos zapatos de tacón, esas piernas que llegaban hasta la minifalda negra y ajustada a su cuerpo. Esa cinturita que estaba al aire, con el ombligo con un pequeño pearcing. Y seguí subiendo, parecía que el tiempo se detenía y que tardé 1 día en terminar de levantarme completamente porque no me perdía detalle de todo su cuerpo.
Una vez a su altura, vi de cerca esos pezones que querían salir de la camiseta, pude apreciar lo linda que era, olía a perfume todavía a pesar que se la veía que venía sudando de la caminata. Su piel brillaba por el sudor y el sol, su respiración era entrecortada y sacaba la lengua intentando coger más aire. La imagen de su lengua pasando por sus finos labios me dejó embobado mirándolos.
-¡¡¡¡Eeeeyyyy!! Soy Ingrid.- me volvió a repetir con la intención de despertarme de la gilipollez en la que me había metido.
-Perdona, en mis cosas.- dije mientras sonreía. No me esperaba ver a una mujer tan linda en un sitio así tan apartado.
-Deja que te ayude, que te veo un poco cansada.- Mientras agarraba la maleta y la señalaba la puerta. La he dejado abierta, porque estaba aquí yo solo y Pino se ha ido a la playa.
Comenzó a andar delante de mí, moviendo las caderas, mientras yo la seguí… sin perderme detalle de todo su ser. Inicia la subida por las escaleras, cada vez que sube un poco más puedo observar debajo de su minifalda, se intuye un culito prieto atravesado por un tanguita. Mi subida es un poco más torpe, por qué mis ojos solo pueden fijarse en ella. Decido agarrar la maleta, mirar al suelo y subir antes de matarme con los escalones.
Cuando llego al piso de mi vecina, ésta ya ha abierto la puerta, es una apartamento como el mío, con cocina americana. Según se entra en la casa hay un sofá-cama, que ella tiene abierto. Sinceramente la casa huele a limpio y se la ve ordenada y decorada con buen gusto.
-¿Llevas mucho tiempo viviendo aquí?- La interrogo con la intención de que nuestro encuentro no acabe ahí a la par que dejo la maleta en una esquina.
Según estoy terminando de hablar, siento su dedo acercarse a mi boca con la señal inequívoca de que me calle. Su cuerpo se acerca a mí, con la otra mano me rodea el cuello. Su dedo se mueve de mi boca hacia mi mejilla. Sus labios se acercan a los míos y me susurra.
-Muchas gracias por ayudarme, tengo de agradecértelo de alguna manera.- Termina de hablar cuando su lengua entra en mi boca, acariciando mis labios y mi lengua.
No pude hablar, pero mis manos la agarraron por la cintura, por encima del borde de la minifalda. Por fin sentí el tacto de su piel. Apretándola contra mí puede apreciar lo excitado que estaba, todo este tiempo de sexo solitario estaba intentando salir de mi cuerpo.
-Hace mucho que no estoy con un hombre, vengo de visitar a mis padres en Escocia, y allí sí que tengo que ser una niña buena. No esperaba tener algo así al llegar, pero voy a agradecerte lo buen vecino que eres.
Sus manos agarran mi camiseta y la sacan por encima de mi cabeza, su lengua comienza a jugar con mis labios, con mi barbilla, mi cuello… desciende a mis pezones, mete un dedo en mi boca para que se lo chupe a la vez que su lengua chupa mi pezón. Baja su mano al otro pezón, jugando con ellos, cambiando su lengua y sus manos de un pezón a otro. Se detiene en un pezón, su mirada pícara se dirige a mí, que estoy contra la pared. Sus manos se dirigen a mi espalda, descendiendo hasta mi pantalón, van hacia la parte delantera donde se nota mi polla que está loca por salir del pantalón.
No tarda mucho en deshacerse de mis pantalones y mis calzoncillos, con su mirada todavía dirigida a mí y mi pezón en su boca comienza a tocarme la polla con una mano, los huevos con la otra. Separa un poco la cabeza de mi cuerpo y mirando hacia abajo echa un poco de saliva sobre mi polla. Vuelve a mirarme con una sonrisa mientras me dice:
-Creo que me va a gustar tenerte de vecino.
-Si eres siempre igual de agradecida, puedes contar conmigo para lo que quieras.- Comento entre gemidos del placer que me proporcionaban sus manos y su lengua.
Cuando quiero darme cuenta mi polla está dentro de su boca, el placer que me da es increíble. La imagen que veo desde arriba es muy excitante y con el tiempo que llevo sin estar con nadie creo que no voy a poder más.
-¡Cariño! Yo también llevo mucho sin estar con nadie y la chupas muy bien, no sé cuanto voy a poder aguantar.
-No pasa nada, soy muy tragona, córrete en mi boca, pero cuando lo vayas a hacer agárrame bien la cabeza para que no se salga nada de tu leche. Con esa mirada, hablándome con mi polla a escasos centímetros de su lengua, metiéndosela una vez acaba de hablarme.
No puedo más, mis manos acarician sus mejillas y acercan su cabeza hacia mí, empiezo a dirigir un poco las embestidas de su boca, cada vez con más ritmo. Ella lo sabe, me mira a los ojos de nuevo, aparta sus manos de mi polla para que su boca pueda engullir toda mi polla.
-¡Me corro! ¡No puedo más!- grito mientras mis movimientos son cada vez más rápidos, sus manos agarran fuertemente mis muslos y siento que comienza a salir mi leche a su boca.
La oigo gemir, sus manos y su boca van apretando con la intención de que mi polla no salga su boca, mis mano hacen el mismo trabajo… miro hacia ella y veo mi polla completamente dentro de su boca, de su garganta, con la leche saliendo por la comisura de sus labios. Observo que algo sale de debajo de su falda, su mano derecha se dirige hasta ella, apartando el tanga y agarrando su polla que estaba dura y cachonda como la mía. Empieza a masturbarse mientras va sacando mi polla de su boca, empieza a caerse gotas de mi leche de su boca. Mira hacia su polla y escupe un poco de mi leche encima de su polla, a la que continua masturbando mientras con la otra mano agarra fuertemente mi polla, dejando mi capullo justo en sus labios, comienza a besarlo. Siento su aliento, sus gemidos sobre mi capullo, cada vez jadea más fuerte hasta que comienza a correrse con su mirada de nuevo hacia mí, con capullo sobre su lengua que comienza de nuevo a soltar un poco de leche.
Increíble, no puedo más, me deslizo por la pared hasta sentarme en el suelo. Agarro su cuerpo y lo siento encima de mí, dejo que repose sobre mi pecho. Y así nos quedamos los dos con la respiración acelerada esperando a coger fuerzas.